Capitulo
XVIII
Era
domingo por la tarde, el día estaba completamente oscuro por las nubes que
anunciaban la tormenta del siglo. Tom se despidió de su gemelo y se dirigió
hacia la casa de Georg. Ninguno de los dos se había mensajeado en una semana
entera, ni una sola vez habían hablado por teléfono luego de la pelea que habían
tenido en casa y eso lo estaba matando lentamente. Y para rematar todo eso,
estaba enfermo pues seguía con los mareos extraños de los que no quería
comentar a nadie.
En
toda esa semana había pensando en lo estúpido que había sido pelear por algo
que a la final no tenía mucho sentido. Georg ya le había dicho que no se
avergonzaba y él por llorica y malcriado había insistido cagandola por
completo. Iba de camino a casa de su castaño, con los nervios de punta pero
siendo positivo en que Georg volvería con él pues ya lo echaba mucho de menos.
Cuando
llego encontró un camión de mudanza en el frente. Se extrañó y bajó de su auto
corriendo hacia la casa para buscar a Georg, no encontró a nadie más que un montón
de personas caminando de un lado a otro recogiendo las cosas que pertenecían a
la familia de Georg. ¡¿Qué diablos estaba pasando allí?! ¿Dónde estaban Georg y
su familia?
Marcó
al celular de Georg pero no contestaba y le preguntó a un señor que estaba
allí, por la familia.
—Disculpe
señor, ¿podría decirme dónde están las personas que vivían aquí?
—Lo
siento. —El señor señalo con la cabeza a una mujer de cabello rubio que hablaba
con dos obreros— ella podría darle esa información.
—Gracias.
Camino
hacia la mujer que no podía tener más de treinta y ocho y le pregunto.
—
¿Podría usted darme información de las personas que vivían aquí?
Ella
lo miro y alzo una ceja extrañada. —Disculpa si sueno grosera pero ¿Quién eres
y por qué preguntas?
—Porque
mi novi… mejor amigo vivía aquí. —suspiró mordiéndose el dedo pulgar, cosa que
siempre hacia cuando se sentía nervioso.
Ella
se quedo pensativa y buscó algo en la carpeta marrón que llevaba en las manos.
Saco un sobre blanco y se lo entrego, el sobre tenía su nombre en una casi
perfecta letra cursiva. Era la letra de Georg, la conocía perfectamente bien.
—Georg
me dijo que te la entregara en tu casa pero me has ahorrado el trabajo viniendo
aquí. También dijo que no me preguntaras nada, sino que leyeras esa carta y fue
todo.
Tom
asintió sin poder responderle algo coherente y salió de esa casa mirando el
sobre en sus manos, tenía tanto miedo de abrirlo y descubrir que Georg le había
dejado para siempre. No podía ser eso, no podía estar pasando eso.
Se
subió a su auto y manejó con un poco de dificultad hacia su casa. Los latidos
de su corazón lo aturdían al igual que sus pensamientos sobre el contenido de
esa carta. No quería abrirlo solo, necesitaba a Bill a su lado como apoyo por
lo que sea que allí dijera.
Una
vez en casa subió a la habitación de su hermano y lo encontró junto a Gustav
jugando con el PS3, lo apago y sus dos amigos saltaron enojados pero al ver la
cara que Tom traía esa molestia se evaporo y se convirtió en preocupación.
—
¿Qué tienes? Estas pálido y temblando.
—Necesito
que… necesito que lean esto por mí. —él le entrego la carta a su hermano.
Bill
agarró la carta y la abrió sin entender nada. La leyó primero y miro a su
gemelo, sabía que eso lo rompería en mil pedazos.
—
¿Estas seguro de que quieres que lo lea para ti? Mejor no lo hagas por favor. —le
advirtió.
Gustav
agarro la carta y también la leyó, su mirada se fue hasta la de Tom, pensando
en cómo se pondría su mejor amigo.
—
¡Léanmela por el amor a Dios! —gritó desesperado, intentando controlar sus
lagrimas que estaban por salir.
Gustav
empezó a leerla en voz alta.
“Para cuando leas esto es más que
seguro que yo ya no estoy en el país. Este papel no tiene mucho contenido
porque no quiero extenderme, lo único que puedo decirte es que lo lamento. Tú y
yo ya no podíamos seguir juntos y lo mejor que pudimos hacer fue separarnos.
Se feliz, búscate otro novio y todo
estará bien. Tal vez algún día nos encontremos de nuevo. No trates de buscarme
porque no me encontraras. Adiós”
Todo
a su alrededor se detuvo. El dolor en el pecho era intenso, sus manos temblaban
y en algún momento sus piernas cederían y caería al piso, se sintió mareado,
confundido y perdido.
—
¡Tom, respira!
A
él se le había olvidado que estaba conteniendo el aire en sus pulmones, elimino
todo ese aire y se derrumbo en los brazos de Bill. Georg había mentido todo el
tiempo y se iba sin darle explicaciones.
Las
lagrimas no tardaron en llegar y cuando quiso detenerlas era muy tarde ya no
podía. Su hermano lo mantenía abrazado mientras estaba tirado de rodillas en el
suelo, llorando sin consuelo. Lloraba a
gritos, lloraba con todo el sentimiento del mundo, lloraba de rabia, lloraba de
dolor, lloraba la muerte de su corazón, lloraba porque era la única manera en
la que podía descargar todo eso que no se podía contener mas, lloraba porque
había perdido una parte de su corazón que ya no iba a recuperar. Y sobre todo
lloraba porque lo amaba con todo su ser.
***
Los
días eran críticos en la vida de Tom, no comía, apenas dormía y no dejaba de
llorar. Se bañaba cuando su cuerpo lo necesitaba (dos veces por semana) se
sentía agotado y vacio. Su vida estaba hecha un completo desastre desde que
Georg lo había abandonado. Todos estaban preocupado por él, incluso su padre
trato de sacarlo de la habitación y hacerlo comer pero, molesto, destrozo su
habitación y por eso nadie quería entrar allí.
Se
sentía engañado, sentía que necesitaba una explicación, algo más que una
maldita carta que lo único que decía era un “lo lamento” que no explicaba
nada. Quería odiarlo, quería que todo pasara rápido pero no era tan fácil, él
no podía olvidarlo, no podía arrancar todas las noche que paso con él, todo lo
que sucedió en la casa de campo, todo lo que habían hablado acerca de estar
juntos. Todo había sido un teatro y él había sido el títere de Georg.
El
muñeco que rompió.
Su
situación era terrible, se miraba en el espejo y veía su cuerpo perder masa
corporal, sus ojeras cada día eran más grandes y sus ojos estaban hinchados
todo el tiempo.
Una
tarde en la que no pudo con su alma, llamo a Raven. Él, no quería ver a su
hermano allí, porque verlo, era recordar el día que se enteró de lo que decía
la jodida carta del infierno.
—Necesito ayuda, no le digas nada a Bill.
—dijo mientras caía arrodillado al suelo desmayado.
Cuando
despertó, estaba en una cama de hospital, miro a un lado y tenía un suero en el
brazo derecho y una maquina que monitoreaba los latidos de su corazón. ¿Cuánto
tiempo había estado allí? ¿Sabrían ya sus padres y hermano? Hubiera preferido
tener que despertar en el infierno a tener que regresar a la vida sin él.
—Por
fin despertaste. —susurró Raven mientras se acercaba y le besaba la frente de
forma maternal. Él se estremeció y al cerrar sus ojos una lagrima cayo por su
mejilla. Su madre nunca le dio un beso en la frente, ni siquiera cuando era un
niño necesitado del amor maternal. — no llores por favor. —ella parecía
afectada.
Tom
suspiró y sintió sed, muchísima sed. Se sentía como aplastado por un camión.
—Sed,
tengo mucha sed. —Su voz sonaba rasposa.
Raven
de inmediato busco agua para él y le ayudo a tomársela. Agradable fue la
sensación del agua tibia pasar por su garganta y refrescarlo.
—
¿Te sientes bien Tommy? —pregunto ella sobándole la mejilla.
Aquel
contacto le irrito pero no iba a decir nada, ella se estaba comportando como su
madre nunca lo hizo.
—
¿Ya lo sabe mi hermano? ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Nadie
lo sabe, sólo Gustav y yo. Me pediste que no le dijera a tu hermano pero era
difícil, yo no puedo mentirle pero al final decidí no decirle que estabas en el
hospital. Le dije que estábamos de viaje los dos y aunque insistió en que le
dijera le pedí que no molestara más, y se quedó tranquilo. Debía decírselo a
alguien y llame a Gustav, él apareció aquí y se hizo cargo de todo lo que hacía
falta para que permanecieras aquí sin que nadie supiera nada. Llevas tres días
durmiendo Tom.
El
peli-rubio cerró los ojos de nuevo y coloco las manos en su vientre. Ellos dos
eran muy buenos amigos y estaría agradecido toda la eternidad.
—Te
tiraste a morir Tom, te estabas matando lenta y vilmente.
Él
no dijo nada porque sabía que era cierto. Era cobarde, un maldito cobarde por
querer acabar consigo mismo. Ya rebasaba los límites de la estupidez, y todo
era culpa de un hombre que no lo merecía.
Justo
cuando iba a decir algo el doctor entro a la habitación con Gustav detrás de
él. Se planto en una esquina de la cama y revisó la carpeta que tenía en sus
manos. Por su cara, no traía nada bueno que decir.
—Señor
Kaulitz, me alegra que ya este despierto y ver que su estado ha mejorado. —su
rostro era serio.
—Gracias
doctor. —susurró él mirándolo. Estaba bajo la expectativa de qué era lo que tenía para decirle.
—Sé
que apenas te acabas de despertar pero debes enterarte de lo que pasa con tu
cuerpo de una vez por todas.
Raven,
Gustav y él intercambiaron miradas interrogativas.
—Usted
ingreso a este hospital con un cuadro de deshidratación grave, aparte de eso
tenía desnutrición y presentaba síntomas poco comunes en un hombre, como mareos
y vómitos según fui informado por la señorita.
—Creí
que sería bueno acotar eso. —susurró Raven tomándole la mano.
Gustav
se coloco al lado de Raven mirando atento al doctor.
—Le
hemos practicado varios análisis y uno de ellos arrojo un resultado poco común
y extraño.
—
¡Por favor ya dígame! —se exalto desesperado por saber.
—Usted
tiene dos meses y medio de embarazo señor Tom.
Gustav
miro a Raven y ella a Tom, él tenía cara de póker y lo único que hizo fue
soltar una carcajada.
—
¿Yo embarazado? ¿Está loco usted doctor?
El
doctor no se rió, él se quedo serio todo el tiempo.
—No
puede ser cierto. —dijo Tom al ver que no decía nada más.
—Si
me permite explicarle, usted posee un útero y ovula como una mujer, he de
imaginar que usted tiene una pareja hombre y es por eso que ha quedado
embarazado. Nunca lo supo porque seguramente jamás se practico el tipo de
exámenes requeridos para saberlo. Usted tiene un ser creciendo en su vientre y
mientras dormía le hicimos un eco grama para comprobarlo y sí, es pequeño pero
débil por su mal hábito alimenticio. Su estado anterior pudo hacerlo abortar de
no haber sido atendido a tiempo.
Tom
no podía pensar en otra cosa que en lo del bebé creciendo en su vientre. Cuando
creía que ya todo había pasado, cuando pensó que las cosas podían mejorar,
llegaba ese embarazo. Acuno su vientre y derramo lagrimas, no sabía si de
felicidad, tristeza u odio. ¿Y ahora que le diría a sus padres?
“Mamá, papá, tengo casi tres meses
de embarazo, era de Georg ¿recuerdan al chico que era mejor amigo de mi
hermano? Pues ese es el padre de mi bebé, él me abandono porque no me quería.
Acéptenme con mi bebé”
Ellos
no lo aceptarían, ellos lo aborrecerían, pensarían que es una aberración y lo
dejarían solo. Su hijo mayor, un hombre embarazado que fue abandonado por el
padre del bebé. Es una bonita historia de Disney.
Jodeeeeeeeeeeer pobre Tom TwT
ResponderEliminarpero ese bebecito cambiara su vida :')
sube pronto Rai
AYYYYYYY MI TOM EMBARAZADO POR DIOS ! me encanta la historia y espero el siguiete con ansias un beso
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