lunes, 23 de septiembre de 2013

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo VI



 Capitulo VI
 

El día había pasado demasiado lento, era sábado y Georg no tenía nada que hacer. Se sentó junto a Michael a mirar la televisión pero pronto esas estúpidas comiquitas le aburrieron. ¿Quién en su sano juicio crearía a un muñeco tan estúpido como Barney o Elmo? Locos mentales, y claro, su hermanito de tres años los veía emocionado todos los días desde que se levantaba hasta que le tocaba ir al kínder. Triste para él, ese día no había kínder.
Cerró sus ojos para intentar dormir una siesta. Su mente comenzó a divagar, hasta que llego a Tom y lo imagino desnudo en su cama. Lo que había pasado el día anterior había sido increíble, algo que jamás había experimentado con nadie, ninguna mujer le dio más placer que Tom y sus piernas peludas. Imaginarlo le hizo sonreír de manera extraña.
— ¡Georg, Maximilian te está llamando al celular!
¿Qué diablos? ¿Cómo su madre sabía que era Maximilian quien llamaba a su celular? Reviso sus bolsillos y se dio cuenta como todo idiota que lo había dejado sobre el mesón de la cocina. Fue hacia ella y observo a su madre preparando la cena. Cogió su celular y se escapo a la sala de nuevo. Contesto rápido, era una fiesta estaba seguro.
—Hey Georg, ¿Qué tal estas? —Dijo Maximilian al otro lado del teléfono.
—Pudriéndome como una ostra en mí casa. ¿Qué planes tienes? Habla ya, eres mi salvación. —sonrió.
—A esa voy compañero. Daré una fiesta en mi casa, aprovechando que mis viejos se han ido de viaje a América. Tengo unas nenas para nosotros, joder están buenísimas.
Georg pensó en Tom en vez de en las chicas que su amigo decía que tenía para él. Un momento, ¿Pensaba en Tom en vez de una mujer? Al diablo, Tom no estaría allí para mirarlo y no era que él tenía que rendirle cuenta al chaval que al fin y al cabo solo utilizaba para follar, como a todas sus mujeres.
—Ahí voy a estar Maximilian, oye men ¿Qué tal están las nenas? —pregunto sonriendo.
—Como quieren, te tengo una rubia con unas grandes tetas y un culo de infarto. Al verla querrás llevarla de una al cuarto.
—Como me gustan. —sonrío con malicia, pero eso no impidió que Tom volviera a aparecer en su mente.
***
—Tenemos que ir, tenemos que ir, tenemos que ir, tenemos que ir, tenemos que ir. ¡Por favor Tom, tenemos que ir a la fiesta de Maximilian! —Gritaba Bill, mientras saltaba en la cama de su hermano mayor.
Tom quería patearle la cabeza a su hermano. Estaba adolorido y no quería si quiera mover un pie. Todavía estaba resfriado, y su episodio sexual con Georg lo había dejado molido pero satisfecho y feliz hasta que el castaño se fue y le dejo solo. Odiaba sentirse tan apegado a Georg, tenía claro que no era sano, que eso no lo iba a llevar a un buen lugar y a nada bueno. Las palabras de Georg, de que no se enamorara de él, le jodían la cabeza desde la primera vez que follaron, pero joder, era demasiado tarde; su corazón ya no entendía de jodidas razones. En un lugar muy profundo de su órgano vital, albergaba la esperanza de que ese chulito y sensual castaño de ojos verdes se enamorara de él.
—Bill, estoy enfermo. —tosió un poco. —. En vez de irte de parranda podrías si quiera cuidar de tu hermanito mayor.
—No. —el pelinegro detuvo sus saltos y se puso encima de su hermano. —, No hay nada mejor para el resfriado que una fiesta.
Gustav observaba desde la puerta a sus dos mejores amigos.
—Gustav quiere que vayas, todos queremos que vayas. Además, podrías conseguirte un novio hoy. —Bill jaloneo con fuerza una de las rastas rubias de Tom.
— ¡Bill! —Chillo Tom cuando sintió el jalón que Bill le dio a su rasta. ¡Estaba sensible por Dios! Hasta el pelo le dolía. —No quiero ir, no quiero un novio. —Pensó en Georg y sonrió por dentro, ellos eran algo así como… novios. Y mientras estuviera con él, no estaría con nadie más.
—No importa entonces, pero tienes que venir con nosotros. —Dijo Gustav finalmente— te voy a preparar un mejunje que me hacía mi madre cuando vivía conmigo, es muy delicioso, a base de miel y limón, más otros ingredientes que no revelare, y  yo te aseguro que todo tu malestar se irá a volar.
Tom se lo pensó un rato. ¿Estaría bien ir? Sí, lo necesitaba urgentemente y seguro que, Georg estaría ahí.
—Como quieran, la única condición es, que nos vamos en taxi. No voy a joder mi bello auto por andar de borracho. Sé que voy a tomar así que mejor prevenir que lamentar. —Se sentó suspirando— ve a hacer lo que sea que harás Gustav, siento que me moriré en cualquier momento.
—Ese es el Tom que quiero. —Gustav acomodo sus lentes y se levanto, para ir corriendo a la cocina.
Una vez que Gustav salió Tom se acostó nuevamente. Bill miraba la puerta y como gemelo sabía cuando su hermano quería decirle algo pero no encontraba palabras para decirlo.
— ¿Qué sucede? —pregunto rompiendo el silencio entre ambos.
Bill poso su mirada sobre la de Tom, estaba un poco serio para como normalmente le miraba. Tenía las cejas juntas, frunciendo el ceño.
— ¿Te gusta Georg?
El rostro de Tom perdió todo color, quedo inexpresivo en su totalidad, y dejo de respirar. ¿Qué le iba a decir a su hermano? Nunca le había mentido, si le ocultaba algunos secretos pero jamás, nunca en su vida le había mentido y no podía decirle que no, cuando era sí.
— ¿Qué te hace pensar que me gusta Georg? —pregunto dejando ir todo el aire acumulado en sus pulmones.
—Solo quiero saber si te gusta. He notado algo extraño.
— ¿Extraño como qué? —mientras más vuelta le diera, mejor respuesta se le ocurriría.
—Quizás es la forma en la que le miras, o el hecho de que de un día para otro Georg y tú se juntan demasiado. No lo sé, solo quiero que me lo digas, sabes que puedes confiar en mí. —El pelinegro seguía serio.
—No me gusta. —trago fuerte odiándose a sí mismo por mentir de esa manera. Bill jamás se lo perdonaría si se enterase, pero él no deseaba que lo supiera, no todavía, no cuando las cosas estaban como estaban. Bill era un poco salido cuando tomaba y sí le llegaba a mencionar algo a Georg, estaba listo para ir al tártaro. —No me atrae. —se rió para distraerlo y que la tensión desapareciera. — ¿Estas loco? Georg es mi amigo, es como mi hermano y es heterosexual, jamás me gustaría un hombre que sé, no me va a corresponder.
Bill parecía no estar creyéndole nada. Joder, lo conocía demasiado bien.
—Te estoy diciendo la verdad. Te lo juro por…—intento buscar algo en su mente por lo que jurar y que no se viera perjudicado, pero nada se le ocurría salvo su madre, sus abuelos y su amado perro scotty quien estaba abajo seguramente tomando una siesta— te lo juro por scotty Bill. —se maldijo por eso, se merecía el infierno.
—Te creo. —Sonrió tomando la mano de su hermano— me lo juras por tu perro y sé que lo amas mucho. No quiero que nunca haya secretos en nosotros Tommy, los secretos solo nos dañan y no me gustaría que un día me escondieras algo y peleemos por ellos. Yo nunca te oculto nada por lo mismo.
El nudo en su garganta no le permitió decir una sola palabra, se limito a asentir y se levanto para propinarle un gran abrazo a su pequeño Bibi. Se iba a ganar el pasaje y la estadía eterna en el infierno por mentiroso y rogaba a Dios que cuidara a Scotty, había cometido un error enorme.
— ¡Aquí tengo tu bebida! Tómala y te hará muy bien. —Gustav entro interrumpiendo el abrazo y se detuvo apenado— mierda lo siento, no sabía que estaban en momento de hermanos.
Tom se rió. «¡Gracias por llegar Gustav!» —No te preocupes, gracias por esto.
Gustav se acerco con la taza de té con miel y limón y otras cosas de origen no identificado que a Tom ni le importo preguntar porque la cosa, estaba deliciosa. Media hora más tarde, estaba como nuevo, pleno y lleno de energía para esa noche que planeaba fuera divertida.
***
Georg caminaba por el área central de la casa de Maximilian. El lugar estaba atestado de gente, por un lado los jugadores de rugby de la universidad estaban hartándose de cerveza, por otro lado gente que apenas reconocía bailaba vulgarmente; frotando sus cuerpos unos con otros al ritmo de la música electrónica. Pero él buscaba otra cosa, a Maximilian y sus putas para esa noche, su objetivo no tardo en aparecer cuando el maldito hijo de puta que buscaba apareció en su campo visual con cuatro chicas de la mano. Todas no menores de veinte años, con cuerpos de infarto y cabellos rubios oxigenados.
— ¡Amigo! —grito el joven pelinegro de ojos marrones que venía con las chicas. Maximilian era bastante apuesto, tenía una nariz aguileña y un pequeño hoyuelo en la barbilla que al parecer era muy atractivo para las chicas, su barba necesitaba un pequeño corte pero aun así se veía bien.
—Eh, tío. —Georg le ofreció la mano y luego terminaron chocando el pecho. Él observo a las cuatro chicas detalladamente, mierda, eran preciosas. Una de ellas llamo su atención por completo. Era rubia, de ojos marrones que bajo la tenue luz que había se podían observar motitas verdes. Tenía tetas enormes, una cintura pequeña y piernas gruesas, bronceadas y perfectas. Traía puesto un vestido blanco, que apenas le cubría el cuerpo, su cabello era abundante y caía en cascada hasta su cintura. Odiaba a las chicas con el cabello tan largo pero la joven era bastante atractiva y le gustaba, aunque le recordaba a alguien.
La jovencita, sonrió al darse cuenta de cómo Georg la miraba, acomodo su escote y paso un brazo por los hombros del castaño.
—Te invito un trago. ¿Quieres? —dijo con sensualidad.
—Encantado. —él paso su mano por la cintura de ella.
Ambos se fueron a la sala en donde estaban todas las bebidas, se sirvieron unas cervezas y tomaron mientras platicaban de cualquiera estupidez. Ella era la típica chica de mamá y papá que estudiaba solo para complacer a sus padres porque la señorita, tenía la vida resuelta. Georg se quedo observándola más detalladamente y se dio cuenta que a quien le recordaba era a Tom, tenían una nariz parecida y los ojos marrones, su piel estaba bronceada como la de su amante… negó con la cabeza, ya estaba alucinando. Cerró sus ojos un momento y volvió a mirar a la chica… No, ella no era Tom.
***
—Nada de drogas, nada de bebidas extrañas y por favor, si nos dispersamos diríjanse a la sala principal. ¿Entendido? —Gustav miro a la parte trasera del taxi en donde se encontraban Bill y Tom.
Los gemelos asintieron y bajaron del auto. Bill iba vestido como el mismísimo van helsing, llevaba una gabardina negra gótica, pantalones de cuero y accesorios metálicos que iban a juego, al bajarse era obvio que llamaría la atención, todo mundo se le quedo mirando y nadie se atrevía a llamarle marica por llevar maquillaje y zapatos altos. De ser así, los jodidos imbéciles se llevarían una buena piña de parte de su gemelo y sus amigos.  Tom camino junto a Gustav y Bill hacia la fiesta, había gente por todos lados, casi toda la universidad estaba en esa enorme casa.
— ¡Esta fiesta está en su punto! —Bill tuvo que gritar muy alto para ser escuchado, la música estaba demasiado alta.
—Lo creo. —Grito Gustav.
Tom solo asintió e inmediato sus ojos comenzaron a recorrer el lugar en busca de Georg quien por lo visto no estaba en la fiesta. Como cosa suya decidió preguntarle a Gustav.
—Gus, ¿Georg no vendrá?
—No lo sé. —El pelirrubio estaba mirando hacia una chica— creo que sí, él y Max son buenos amigos por lo que se supone que tendría que estar aquí.
Tom volvió a asentir.  Gustav se perdió entre el gentío con una chica y cuando fue a mirar a su hermano, estaba en lo mismo. Perfecto, solo en una fiesta en donde no conocía a la mitad de la gente, habían muchas mujeres, demasiadas para su gusto y pocos hombres a los que mirar y no es que quisiera mirarlos mucho.
Camino por todo el vestíbulo hasta llegar a la sala, encontró las bebidas, se sirvió una y se instalo en una esquina solo. Era normal que él no socializara mucho en las fiestas por lo que se limito a mirar a aquella gente bailando como si tuvieran sexo con ropa. Sonrió, le gustaba aquello.
— ¿Qué haces aquí tan solo?
Tom miro a su lado. Alto, delgado y pálido, con un nivel alto de atractivo, un rostro tallado por los mismísimos ángeles y ojos azules que desmayaría a quien fuera con solo poner la mirada fija. Ese era Rafael, un estudiante de Bioquímica, muy amigo de Gustav y por ende conocido suyo, era raro que el hombre estuviera allí. No era el tipo que fuera a fiestas como esas, era un estirado de lo peor.
—Me hago la misma pregunta. —Él se puso de frente a Rafael y sonrió de medio lado. — no porque estés solo sino que creí, este no estaba calificado como un sitio en que pudieras estar tu.
El aludido se rió levantando la mano en la que tenía la cerveza— No está calificado para que yo este, pero estoy y es lo que importa.
« ¡Estirado con un palo en el culo! » grito en su mente. Rafael era del tipo que odiaba, sí quizás él a veces se comportara como uno pero este tío se las ganaba todas.
— ¿No vas a contestar mi pregunta? —pregunto el de los ojos azules.
—No socializo mucho. —respondió sin ganas.
—Ya veo. —Rafael se le quedo mirando fijo a los ojos.
Él se estremeció al sentir esa mirada fija, bajo la cabeza para evitarla era bastante intimidante. Rafael sonrió y le dio un beso en la mejilla, Tom estuvo a punto de golpearlo cuando él agrego.
—Te veo guapo esta noche, me gustaría que fueras mi compañía.
Tom se quedo de piedra. ¿Estaba sugiriendo algo indebido? Era obvia la respuesta, no, pero si estaba coqueteando con él. ¿De cuándo acá Rafael tiraba para este lado del bando? Eso sí que era una jodida sorpresa.
—Te parece extraño ¿no? —Rafael suspiro— bueno, resulta que salí del clóset hace unos meses.
— ¡Uau! eso sí que es una sorpresa, Gustav no nos comento nada.
—Porque no mucha gente lo sabe en realidad. Mis padres y algunos amigos, pero había perdido el contacto con Gustav. —el moreno cambio de tema— ¿Te gustaría ser mi compañía? —pregunto de nuevo.
Tom no sabía que responder. Por lo que no le dio muchas vueltas al asunto y decidió que sí, no había nada malo puesto que solo era compañía. Además la necesitaba, joder se estaba aburriendo como nunca y eso no era lo que tenía planeado para esa noche. Lástima que Georg no estuviera y eso era bastante raro, nunca se perdía una buena fiesta.
—Está bien, hagámonos compañía.


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Mil gracias por sus comentarios. :)

jueves, 19 de septiembre de 2013

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo V



 Capitulo V

Había pasado una semana entera desde que Tom había consumado el amor que tenía hacía Georg, entregándose a él. En todo lo que iba de esa semana el susodicho había actuado un poco distante con Tom y eso le preocupo al joven que sentía que el encanto había desaparecido.

La lluvia caía a cantaros esa tarde, hacía un frío infernal y Tom sentía que su cuerpo enfebrecido no podía doler más. Lo peor de todo es que esa tarde se encontraba solo, su hermano estaba haciendo su trabajo de biomatemática con Nadia y sus padres se habían ido a reunir con sus abuelos y por supuesto, el niño enfermo tenía que quedarse en casa haciendo el trabajo solo, porque ni siquiera su compañero que se suponía tenía que estar allí ayudándolo daba señales de vida. Suspiro, sabía que eso sucedería quisiera o no.

El timbre de la casa sonó despertando al joven que apenas había cogido el sueño. Se levanto del sofá y camino arrastrando los pies por todo el pasillo hasta llegar a la puerta.

— ¿Quién es? —dijo con la nariz taponeada por la mucosa. No tenía ganas de ver a nadie.

—Soy Georg, ábreme.

El joven abrió  los ojos asombrado y abrió rápidamente ocultando cualquier emoción que Georg pudiera notar. Sí, estaba feliz de verlo pero no iba a demostrárselo. Georg pasó a la casa y se quito el abrigo, su cabello estaba mojado y sus zapatos ensuciaban el pasillo. A Simone seguramente le daría un infarto de ver su piso sucio.

— ¿Qué haces aquí? Está cayendo un diluvio y te apareces así, sin más. —Dijo Tom molesto, exigiendo explicaciones.

Georg estaba harto de tanta cháchara así que decidió callar a Tom con un beso. Tom por supuesto no se negó y más bien rodeo la cintura del muchacho con sus brazos profundizando aquel delicioso beso, chocolate, sí, sabía a chocolate.

Se aparto, consciente de que tenia gripe.

—Joder, te voy a pegar la peste que tengo.

—No importa, sí así te callabas yo era feliz y mira que, ese beso no estuvo nada mal. —Georg sonrío con picardía. — te pediría que me dieras otro pero chico, si mañana amanezco enfermo me cuidaras tú.

Tom ladeo la cabeza frunciendo el ceño—Te cuidará tu mamá, yo suficiente tengo con tener que cuidarme yo solo. —Suspiro— ¿Qué haces aquí?

—Se supone que tenemos un trabajo que hacer, así que por eso estoy aquí, además tenemos una semana que ni siquiera hablamos y necesito. —Suspiro dando a entender que lo que necesitaba era sexo— dame una toalla.

Como buen muchacho, Tom obedeció y busco una toalla para que se secara. Él se quito la camisa, el pantalón y se quedo solo en bóxers mientras la ropa se secaba en el cuarto de lavado. Tom no podía dejar de mirar el cuerpo de Georg, cuando este se dio la vuelta su culo quedo justo en su campo visual, lamio sus labios.

— ¿Qué me miras? ¿El culo? —Georg camino hacia Tom hasta quedar frente a frente, sin un centímetro de distancia. Observo las delicadas mejillas del menor, estaban tenuemente ruborizadas, la respingona nariz de Tom también estaba colorada y sus ojos estaban cerrados. Su amigo era bastante guapo y tenía rasgos estilizados, femeninos como los de su hermano. Algo que no había notado nunca era que los labios de Tom eran más sensuales de lo que había visto en todo lo que lo conocía. No se toco el pecho para levantar la mano y tocarlos. Deseaba hacerlo, algo en su pecho golpeaba con insistencia extraña ¿Era su corazón?

Tom estaba quieto con los ojos cerrados, todavía aquel contacto tan íntimo lo ponía nervioso y podía sentir como el deseo crecía dentro de él. Era solo un joven con las hormonas de un chaval de quince años deseando todo el tiempo que su amigo estuviera entre sus piernas.

—Estoy... enfermo.

—Lo sé. —Con dificultad para dejar de admirar los rasgos de Tom, Georg se hizo a un lado y camino hacia las escaleras, para esperarlo. ¿Qué le pasaba? Se preguntaba una y otra vez. Aquel deseo infernal de no solo follarselo si no acariciarlo y hacerle sentir conforme no era normal.

El chico rastudo apretó los puños y suspiro yendo hacia las escaleras donde Georg lo esperaba. El hombre se veía como una escultura griega de algún Dios, su piel pálida brillaba y sus ojos esmeraldas estaban fijos sobre los marrones de él. Que Dios lo agarrara confesado, tenía muchísimas ganas de estar con él.

—Deja de mirarme así o no respondo.

Tom bajo la mirada al escuchar ese comentario y sonrió para sí mismo. Subió corriendo las escaleras y ni siquiera sabía de donde había sacado fuerzas, minutos atrás no podía mover un pie sin que ese le doliera. Llegando a la habitación, Tom le ofreció una de sus anchas camisas para que se la pusiera y Georg acepto porque el frío le estaba calando los huesos, sus labios estaban morados.

— ¿Quieres un chocolate caliente o algo así? —pregunto Tom algo preocupado.

—No quiero eso. —Sonrió— ¿Sabes que es bueno para este frío matador?

Tom negó con la cabeza, pero claro que lo sabía, solo que no iba a decirlo en voz alta.

—Sí lo sabes, pero no quieres decirlo. —Georg se sentó en la cama— ven aquí y entremos en calor.

El adolescente interior de Tom dio saltos dentro de su pecho. ¡Eso quería! Contacto intimo.

—Te voy a pegar la peste pero eso es lo que quieres. —sonrió.

Georg puso los ojos en blanco y se acostó en la cama esperando a que el rubio se le sentara a un lado. Tom puso su trasero en la cama y se acostó dejando su cabeza caer en brazo izquierdo del moreno, respiro profundo y a pesar de que no tenía el olfato trabajando como era, pudo captar el olor de Georg, no tenía perfume. Era un olor único, muy masculino y lo volvió un gatito, deseoso y con ganas de que lo mimaran. Tanto así que ronroneo sin saberlo.

— ¿Acabas de ronronear? —pregunto Georg riendo.

Tom se quedo paralizado y escondió su rostro en la almohada muerto de pena.

—Eso fue sensual. —susurro él mayor al oído del menor. — tú deseas que estemos juntos de nuevo.

¿Qué sí lo deseaba? ¡Lo había esperado toda una jodida semana! Lo había soñado, lo había fantaseado y luego había hecho lo que nunca antes. Se la había estado jalando mientras veía porno gay en su laptop pensando que era él quien lo masturbaba.  Se quito la almohada de la cara y decidió tomar la iniciativa subiéndose sobre Georg. Su amante ya estaba más que preparado, estaba empalmado y lo podía sentir completo en su trasero. Movió las caderas de atrás hacia adelante repetidas veces observando el rostro de Georg excitado, lo estaba haciendo bien.

—Sabes lo que haces ¿Eh?

Georg sonrió al muchacho colocando sus manos en las caderas de él.

—Te gusta tener el control.

Tom asintió mordiéndose el labio inferior. —Esta vez quiero ser yo el que tome las riendas de esta situación.

El moreno estuvo de acuerdo. Tom se puso de pie, dejando las piernas lado a lado de las caderas de Georg y se deshizo de su pantalón, su camisa y sus bóxers. Esa escena y debía admitirlo le recordaba a la película tres metros sobre el cielo (2) y se rió de sí mismo porque se comportaba como una adolescente.  Su erección salto de sus bóxers hasta el ombligo, y se ruborizo un poco.

Georg sonrió y acaricio las peludas piernas de su amigo, en otro caso habría hecho algún comentario chistoso sobre ello pero le atraían esas largas y delgadas piernas.  Tom bajo y se sentó sobre la erección de Georg rozándola con sus nalgas, gimió bajo.

—Oh... —El moreno gimió dirigiendo sus manos de nuevo a las caderas de Tom, ese chico le hacía sentir cosas diferentes y no es que se sintiera gay, aun seguían gustándole las mujeres, pero con Tom era diferente, joder.

El menor se inclino un poco hacia adelante y beso al mayor mientras hábilmente habría la gaveta de su mesita de noche y buscaba el tubo de crema lubricante que había comprado mucho tiempo atrás. Se aparto a regaña dientes de los labios de su amante dejando un hilito de saliva entre ellos dos y abrió la crema.

— ¿De dónde has…? —Georg rió. — ya veo que te gusta dilatarte solito.

—No arruines el momento. —Tom le gruño jadeando. Coloco un poco de pomo en sus dedos índice y medio para después dirigir sus manos a su trasero, con una abrió sus nalgas y con la otra comenzó a mover los dedos en su ano, mirando con fijeza aquellos ojos verdes, brillantes de excitación.

— ¡Maldición! —exclamo Georg atrayendo el rostro de Tom hacia el suyo y besándolo, aquello que él estaba haciendo lo hacía querer correrse hasta morir.

Tom ya completo y listo, se empalo con el miembro duro como roca de Georg y gimió todo lo alto que pudo, no se cohibió, nadie estaba en casa. Georg tomo las caderas del rastudo, sonrió y observo el movimiento rápido y violento que hacia Tom con sus caderas. Se volvió loco. Sus manos viajaron por el cuerpo del joven y presiono los pezones erectos, los jaloneo y lo escucho gemir.

Aquella unión en los dos era única y Tom la amaba tanto como amaba a Georg. «Él no te ama» escucho sus propios pensamientos y disminuyo el ritmo de sus movimientos, el corazón se le puso pequeño pero decidió suprimirlo y disfrutar de eso que no quería perder.

Georg se sentó y abrazo el delgado y musculoso cuerpo de Tom mordisqueándole el hombro derecho, sus manos viajaban acariciando tan delicada piel. Tom tenía la piel suave y su aroma masculino le penetro las fosas nasales, 212 men de Carolina Herrera. Respiro en el delgado y largo cuello hasta apoderarse de él y dejar un chupetón.

— ¡Georg! —logro decir Tom mientras sentía que su cuerpo se calentaba aun mas y sudaba pegado al de Georg, ¡Un chupetón podría verlo todo el mundo! — No… joder... —jadeo cuando su amante volvió a chupar su piel y subir hasta lamer el lóbulo de su oreja.

Georg se rió del muchacho, las manos juguetonas de Tom también hicieron de las suyas, no tenía las uñas muy largas pero si lo suficiente como para clavarlas en las espalda de él y rasguñarlo hasta sacar sangre, satisfecho Tom lo miro a los ojos y le beso mordiéndole el labio inferior.

—Pequeño pimpollo hijo de Simone. —Le susurro Georg al oído, y no de mala gana, lo dijo riendo.

Ambos estaban al límite, pronto llegarían al orgasmo. Tom no soporto mas dejándose ir en el vientre de Georg gimiendo y sintiendo todo el cuerpo tembloroso. El castaño dejo al rubio debajo y culmino embistiendo con rudeza al muchacho, el orgasmo estaba en puerta, sus testículos estaban pesados y deseando descargar toda la semilla, así que salió de él y se corrió sobre su vientre. Un chorro de liquido blanco y espeso cayó en el vientre plano de Tom, a este no le importo porque todavía estaba sintiendo espasmos del orgasmo arrasador que había tenido.

— ¡Tom, ya estoy en casa, te he traído un consomé de pollo que te preparo tu abuela!

Los dos jóvenes, se levantaron de un salto de aquella cama. Georg apenas podía con su cuerpo luego de aquel orgasmo pero la adrenalina comenzó a correr por sus cuerpos. Tom observo su vientre cubierto de semen y se ruborizo, ¡Su madre lo iba a matar! —en tal caso de que lo descubriera— ¡Diablos!

—Ponte rápido la jodida ropa. —le dijo Georg en voz baja. — Saca unos libros y yo me vestiré.

Tom no podía dejar de mirar a Georg, estaba helado.

— ¡Qué lo hagas joder!

Desde allí se escuchaba el taconeo de los zapatos de Simone subiendo las escaleras. ¡Mierda! Las manos de Tom trabajan torpemente mientras se colocaba su ropa, buscaba los libros y las hojas, abría la laptop y tecleaba cualquier cosa en google. Estaba de espaldas cuando la puerta se abrió y escucho a su madre hablar con su dulce voz.

— ¡Georg!

Tom pensó lo peor. Georg no estaba vestido y los habían descubierto. Lo siguiente fue el nudo en su garganta, se dio la vuelta y miro a su madre.

—Georg, cariño no sabía que estaban en casa. —Simone le sonrío y luego frunció el ceño. — ¿Qué le paso a tu ropa?

Tom miro a Georg y tuvo que colocarse una mano en la boca para no reírse. Tenía puesto una camisa negra que seguramente era de Bill, le quedaba pegadísima al cuerpo y ni siquiera le cubría el vientre, y eso no era todo, llevaba puesta una bermuda que era de cuando habían estado de vacaciones en las maldivas.  ¿Dónde diablos había estado eso?

Georg miro a Tom queriendo matarlo. —Vine aquí y su hijo me dejo afuera por un largo rato y me empape todo, mi ropa esta en el cuarto de lavado y como puede observar, Tom no tuvo una mejor idea que darme una de las camisas de Bill y sus bermudas extrañas.

El rubio abrió la boca para decir algo. ¡Eso era mentira! Simone miro a Tom frunciendo el ceño.

—Tom. Tu ropa le queda mejor. —Simone rió un poco y miro a Georg— ponte otra cosa que con eso pareces algo extraño. —Miro a Tom de nuevo— mamá te ha mandado caldo de pollo para tu resfriado, me ha dicho que te cuides y que quiere que la visites. Voy a preparar la cena. ¿Te quedas Georg?

El moreno asintió y una vez que Simone salió por la puerta y cerro, puso su mirada seria en Tom.

—Esta me las vas a pagar. ¿Lo entiendes?

—Esto no es culpa mía. —Tom se rió— es tuya. ¿De donde sacaste eso?

—Estaba en esa gaveta. —señalo las gavetas del estante de la ropa interior. — y tomé lo primero que vi, que puto mal gusto tienes. Y Bill, por el amor de Dios, ¿Cómo puede usar estas camisas? Son horribles.

—Pues a Bill le quedan bien porque es tan delgado que casi desaparece y a ti. —el rastudo frunció los labios. — horribles.

—Idiota —le miro con mala cara— lleva mi ropa interior al cuarto de lavado.

Tom alzo la ceja. ¿Acaso creía que él era su muchacha? Estaba muy equivocado. Tenia que decir por favor o no se movería a ningún lado.

—¿Cómo se dice?

Georg alzo la ceja. —¿Por favor?

—Gracias. —Tom sonrío agarrando la camisa que Georg había usado antes de que follaran. El recuerdo le hizo sonrojar. Levanto los bóxers y luego toda su ropa sucia para llevarlas al cuarto de lavado. Antes de salir, Georg le dio una nalgada que le dolió bastante, no por lo fuerte, el culo le dolía después de haber sido follado como le gustaba.

—Para la próxima, cierra bien esa puerta, con llave de manera que tu madre no entre mientras nos vestimos. —se dio la vuelta y cogió la laptop que estaba sobre la cama, la coloco en el escritorio y se sentó frente a ella. — para que veas que no soy un desagradecido, haré la tarea yo.

Con el corazón ensanchado de agradecimiento Tom asintió y salió de la habitación.

***

—Oh Bill, vamos no puedes negar lo que es evidente. A tu hermano le gusta Georg desde hace mucho tiempo. —Decía Nadia, la compañera de clases que Bill había escogido. No planeaba que la pelirroja estuviera hablando y hablando de tonterías, quería estar con ella por ser una chica bonita.

—Escucha Nadia, a mi hermano no le gusta Georg. —Alzo la ceja viendo los azules y grandes ojos de la chica. Que disparate estaba diciendo la pobre, veía cosas donde no había nada. —Sí así fuera yo lo sabría, conozco a mi hermano.

—Allá tú si quieres creerme o no. Yo confío en lo que veo y esas miradas que tu hermano le estaba echando a Georg en el salón de clases me…

Bill detuvo la cháchara de su hablachenta compañera, con un beso de aquellos que te dejaban lela y en coma por muchos días. Se subió encima de ella y le acaricio las caderas metiéndose entre sus piernas. Era mejor cuando tenía los labios puestos en su boca y no decía esas barbaridades.

 ¿Tom enamorado de Georg? Era la idea más estúpida del planeta. En primera, porque Tom ya se lo hubiese contado y como él conoce a su hermano se habría dado cuenta desde el principio y segundo porque Tom no buscaría enamorarse del hombre más heterosexual y masculino del planeta tierra. Aunque pensándolo bien… una vez Georg estando borracho le había echo un comentario fuera de lugar acerca de su hermano en ese momento no lo había entendido pero ahora que esta señorita entre sus piernas había sembrado la duda…





(2) se refiere a la escena en la que Babi le hace un baile erótico a H en su habitación.