Capitulo V
Había
pasado una semana entera desde que Tom había consumado el amor que tenía hacía
Georg, entregándose a él. En todo lo que iba de esa semana el susodicho había
actuado un poco distante con Tom y eso le preocupo al joven que sentía que el
encanto había desaparecido.
La
lluvia caía a cantaros esa tarde, hacía un frío infernal y Tom sentía que su
cuerpo enfebrecido no podía doler más. Lo peor de todo es que esa tarde se
encontraba solo, su hermano estaba haciendo su trabajo de biomatemática con
Nadia y sus padres se habían ido a reunir con sus abuelos y por supuesto, el
niño enfermo tenía que quedarse en casa haciendo el trabajo solo, porque ni
siquiera su compañero que se suponía tenía que estar allí ayudándolo daba
señales de vida. Suspiro, sabía que eso sucedería quisiera o no.
El
timbre de la casa sonó despertando al joven que apenas había cogido el sueño.
Se levanto del sofá y camino arrastrando los pies por todo el pasillo hasta
llegar a la puerta.
—
¿Quién es? —dijo con la nariz taponeada por la mucosa. No tenía ganas de ver a
nadie.
—Soy
Georg, ábreme.
El
joven abrió los ojos asombrado y abrió
rápidamente ocultando cualquier emoción que Georg pudiera notar. Sí, estaba
feliz de verlo pero no iba a demostrárselo. Georg pasó a la casa y se quito el
abrigo, su cabello estaba mojado y sus zapatos ensuciaban el pasillo. A Simone
seguramente le daría un infarto de ver su piso sucio.
—
¿Qué haces aquí? Está cayendo un diluvio y te apareces así, sin más. —Dijo Tom
molesto, exigiendo explicaciones.
Georg
estaba harto de tanta cháchara así que decidió callar a Tom con un beso. Tom
por supuesto no se negó y más bien rodeo la cintura del muchacho con sus brazos
profundizando aquel delicioso beso, chocolate, sí, sabía a chocolate.
Se
aparto, consciente de que tenia gripe.
—Joder,
te voy a pegar la peste que tengo.
—No
importa, sí así te callabas yo era feliz y mira que, ese beso no estuvo nada
mal. —Georg sonrío con picardía. — te pediría que me dieras otro pero chico, si
mañana amanezco enfermo me cuidaras tú.
Tom
ladeo la cabeza frunciendo el ceño—Te cuidará tu mamá, yo suficiente tengo con
tener que cuidarme yo solo. —Suspiro— ¿Qué haces aquí?
—Se
supone que tenemos un trabajo que hacer, así que por eso estoy aquí, además
tenemos una semana que ni siquiera hablamos y necesito. —Suspiro dando a
entender que lo que necesitaba era sexo— dame una toalla.
Como
buen muchacho, Tom obedeció y busco una toalla para que se secara. Él se quito
la camisa, el pantalón y se quedo solo en bóxers mientras la ropa se secaba en
el cuarto de lavado. Tom no podía dejar de mirar el cuerpo de Georg, cuando
este se dio la vuelta su culo quedo justo en su campo visual, lamio sus labios.
—
¿Qué me miras? ¿El culo? —Georg camino hacia Tom hasta quedar frente a frente,
sin un centímetro de distancia. Observo las delicadas mejillas del menor, estaban
tenuemente ruborizadas, la respingona nariz de Tom también estaba colorada y
sus ojos estaban cerrados. Su amigo era bastante guapo y tenía rasgos estilizados,
femeninos como los de su hermano. Algo que no había notado nunca era que los
labios de Tom eran más sensuales de lo que había visto en todo lo que lo
conocía. No se toco el pecho para levantar la mano y tocarlos. Deseaba hacerlo,
algo en su pecho golpeaba con insistencia extraña ¿Era su corazón?
Tom
estaba quieto con los ojos cerrados, todavía aquel contacto tan íntimo lo ponía
nervioso y podía sentir como el deseo crecía dentro de él. Era solo un joven
con las hormonas de un chaval de quince años deseando todo el tiempo que su
amigo estuviera entre sus piernas.
—Estoy...
enfermo.
—Lo
sé. —Con dificultad para dejar de admirar los rasgos de Tom, Georg se hizo a un
lado y camino hacia las escaleras, para esperarlo. ¿Qué le pasaba? Se
preguntaba una y otra vez. Aquel deseo infernal de no solo follarselo si no acariciarlo
y hacerle sentir conforme no era normal.
El
chico rastudo apretó los puños y suspiro yendo hacia las escaleras donde Georg
lo esperaba. El hombre se veía como una escultura griega de algún Dios, su piel
pálida brillaba y sus ojos esmeraldas estaban fijos sobre los marrones de él.
Que Dios lo agarrara confesado, tenía muchísimas ganas de estar con él.
—Deja
de mirarme así o no respondo.
Tom
bajo la mirada al escuchar ese comentario y sonrió para sí mismo. Subió
corriendo las escaleras y ni siquiera sabía de donde había sacado fuerzas,
minutos atrás no podía mover un pie sin que ese le doliera. Llegando a la
habitación, Tom le ofreció una de sus anchas camisas para que se la pusiera y
Georg acepto porque el frío le estaba calando los huesos, sus labios estaban
morados.
—
¿Quieres un chocolate caliente o algo así? —pregunto Tom algo preocupado.
—No
quiero eso. —Sonrió— ¿Sabes que es bueno para este frío matador?
Tom
negó con la cabeza, pero claro que lo sabía, solo que no iba a decirlo en voz
alta.
—Sí
lo sabes, pero no quieres decirlo. —Georg se sentó en la cama— ven aquí y entremos
en calor.
El
adolescente interior de Tom dio saltos dentro de su pecho. ¡Eso quería!
Contacto intimo.
—Te
voy a pegar la peste pero eso es lo que quieres. —sonrió.
Georg
puso los ojos en blanco y se acostó en la cama esperando a que el rubio se le
sentara a un lado. Tom puso su trasero en la cama y se acostó dejando su cabeza
caer en brazo izquierdo del moreno, respiro profundo y a pesar de que no tenía
el olfato trabajando como era, pudo captar el olor de Georg, no tenía perfume.
Era un olor único, muy masculino y lo volvió un gatito, deseoso y con ganas de
que lo mimaran. Tanto así que ronroneo sin saberlo.
—
¿Acabas de ronronear? —pregunto Georg riendo.
Tom
se quedo paralizado y escondió su rostro en la almohada muerto de pena.
—Eso
fue sensual. —susurro él mayor al oído del menor. — tú deseas que estemos
juntos de nuevo.
¿Qué
sí lo deseaba? ¡Lo había esperado toda una jodida semana! Lo había soñado, lo
había fantaseado y luego había hecho lo que nunca antes. Se la había estado
jalando mientras veía porno gay en su laptop pensando que era él quien lo
masturbaba. Se quito la almohada de la
cara y decidió tomar la iniciativa subiéndose sobre Georg. Su amante ya estaba más
que preparado, estaba empalmado y lo podía sentir completo en su trasero. Movió
las caderas de atrás hacia adelante repetidas veces observando el rostro de
Georg excitado, lo estaba haciendo bien.
—Sabes
lo que haces ¿Eh?
Georg
sonrió al muchacho colocando sus manos en las caderas de él.
—Te
gusta tener el control.
Tom
asintió mordiéndose el labio inferior. —Esta vez quiero ser yo el que tome las
riendas de esta situación.
El
moreno estuvo de acuerdo. Tom se puso de pie, dejando las piernas lado a lado
de las caderas de Georg y se deshizo de su pantalón, su camisa y sus bóxers.
Esa escena y debía admitirlo le recordaba a la película tres metros sobre el
cielo (2) y se rió de sí mismo porque se comportaba como una adolescente. Su erección salto de sus bóxers hasta el
ombligo, y se ruborizo un poco.
Georg
sonrió y acaricio las peludas piernas de su amigo, en otro caso habría hecho
algún comentario chistoso sobre ello pero le atraían esas largas y delgadas
piernas. Tom bajo y se sentó sobre la
erección de Georg rozándola con sus nalgas, gimió bajo.
—Oh...
—El moreno gimió dirigiendo sus manos de nuevo a las caderas de Tom, ese chico
le hacía sentir cosas diferentes y no es que se sintiera gay, aun seguían gustándole
las mujeres, pero con Tom era diferente, joder.
El
menor se inclino un poco hacia adelante y beso al mayor mientras hábilmente
habría la gaveta de su mesita de noche y buscaba el tubo de crema lubricante
que había comprado mucho tiempo atrás. Se aparto a regaña dientes de los labios
de su amante dejando un hilito de saliva entre ellos dos y abrió la crema.
—
¿De dónde has…? —Georg rió. — ya veo que te gusta dilatarte solito.
—No
arruines el momento. —Tom le gruño jadeando. Coloco un poco de pomo en sus
dedos índice y medio para después dirigir sus manos a su trasero, con una abrió
sus nalgas y con la otra comenzó a mover los dedos en su ano, mirando con
fijeza aquellos ojos verdes, brillantes de excitación.
—
¡Maldición! —exclamo Georg atrayendo el rostro de Tom hacia el suyo y
besándolo, aquello que él estaba haciendo lo hacía querer correrse hasta morir.
Tom
ya completo y listo, se empalo con el miembro duro como roca de Georg y gimió
todo lo alto que pudo, no se cohibió, nadie estaba en casa. Georg tomo las
caderas del rastudo, sonrió y observo el movimiento rápido y violento que hacia
Tom con sus caderas. Se volvió loco. Sus manos viajaron por el cuerpo del joven
y presiono los pezones erectos, los jaloneo y lo escucho gemir.
Aquella
unión en los dos era única y Tom la amaba tanto como amaba a Georg. «Él no te
ama» escucho sus propios pensamientos y disminuyo el ritmo de sus movimientos,
el corazón se le puso pequeño pero decidió suprimirlo y disfrutar de eso que no
quería perder.
Georg
se sentó y abrazo el delgado y musculoso cuerpo de Tom mordisqueándole el
hombro derecho, sus manos viajaban acariciando tan delicada piel. Tom tenía la
piel suave y su aroma masculino le penetro las fosas nasales, 212 men de
Carolina Herrera. Respiro en el delgado y largo cuello hasta apoderarse de él y
dejar un chupetón.
—
¡Georg! —logro decir Tom mientras sentía que su cuerpo se calentaba aun mas y
sudaba pegado al de Georg, ¡Un chupetón podría verlo todo el mundo! — No… joder...
—jadeo cuando su amante volvió a chupar su piel y subir hasta lamer el lóbulo
de su oreja.
Georg
se rió del muchacho, las manos juguetonas de Tom también hicieron de las suyas,
no tenía las uñas muy largas pero si lo suficiente como para clavarlas en las
espalda de él y rasguñarlo hasta sacar sangre, satisfecho Tom lo miro a los
ojos y le beso mordiéndole el labio inferior.
—Pequeño
pimpollo hijo de Simone. —Le susurro Georg al oído, y no de mala gana, lo dijo
riendo.
Ambos
estaban al límite, pronto llegarían al orgasmo. Tom no soporto mas dejándose ir
en el vientre de Georg gimiendo y sintiendo todo el cuerpo tembloroso. El castaño
dejo al rubio debajo y culmino embistiendo con rudeza al muchacho, el orgasmo
estaba en puerta, sus testículos estaban pesados y deseando descargar toda la
semilla, así que salió de él y se corrió sobre su vientre. Un chorro de liquido
blanco y espeso cayó en el vientre plano de Tom, a este no le importo porque todavía
estaba sintiendo espasmos del orgasmo arrasador que había tenido.
—
¡Tom, ya estoy en casa, te he traído un consomé de pollo que te preparo tu
abuela!
Los
dos jóvenes, se levantaron de un salto de aquella cama. Georg apenas podía con
su cuerpo luego de aquel orgasmo pero la adrenalina comenzó a correr por sus
cuerpos. Tom observo su vientre cubierto de semen y se ruborizo, ¡Su madre lo
iba a matar! —en tal caso de que lo descubriera— ¡Diablos!
—Ponte
rápido la jodida ropa. —le dijo Georg en voz baja. — Saca unos libros y yo me
vestiré.
Tom
no podía dejar de mirar a Georg, estaba helado.
—
¡Qué lo hagas joder!
Desde
allí se escuchaba el taconeo de los zapatos de Simone subiendo las escaleras.
¡Mierda! Las manos de Tom trabajan torpemente mientras se colocaba su ropa,
buscaba los libros y las hojas, abría la laptop y tecleaba cualquier cosa en
google. Estaba de espaldas cuando la puerta se abrió y escucho a su madre
hablar con su dulce voz.
—
¡Georg!
Tom
pensó lo peor. Georg no estaba vestido y los habían descubierto. Lo siguiente
fue el nudo en su garganta, se dio la vuelta y miro a su madre.
—Georg,
cariño no sabía que estaban en casa. —Simone le sonrío y luego frunció el ceño.
— ¿Qué le paso a tu ropa?
Tom
miro a Georg y tuvo que colocarse una mano en la boca para no reírse. Tenía
puesto una camisa negra que seguramente era de Bill, le quedaba pegadísima al
cuerpo y ni siquiera le cubría el vientre, y eso no era todo, llevaba puesta
una bermuda que era de cuando habían estado de vacaciones en las maldivas. ¿Dónde diablos había estado eso?
Georg
miro a Tom queriendo matarlo. —Vine aquí y su hijo me dejo afuera por un largo
rato y me empape todo, mi ropa esta en el cuarto de lavado y como puede
observar, Tom no tuvo una mejor idea que darme una de las camisas de Bill y sus
bermudas extrañas.
El
rubio abrió la boca para decir algo. ¡Eso era mentira! Simone miro a Tom
frunciendo el ceño.
—Tom.
Tu ropa le queda mejor. —Simone rió un poco y miro a Georg— ponte otra cosa que
con eso pareces algo extraño. —Miro a Tom de nuevo— mamá te ha mandado caldo de
pollo para tu resfriado, me ha dicho que te cuides y que quiere que la visites.
Voy a preparar la cena. ¿Te quedas Georg?
El
moreno asintió y una vez que Simone salió por la puerta y cerro, puso su mirada
seria en Tom.
—Esta
me las vas a pagar. ¿Lo entiendes?
—Esto
no es culpa mía. —Tom se rió— es tuya. ¿De donde sacaste eso?
—Estaba
en esa gaveta. —señalo las gavetas del estante de la ropa interior. — y tomé lo
primero que vi, que puto mal gusto tienes. Y Bill, por el amor de Dios, ¿Cómo
puede usar estas camisas? Son horribles.
—Pues
a Bill le quedan bien porque es tan delgado que casi desaparece y a ti. —el
rastudo frunció los labios. — horribles.
—Idiota
—le miro con mala cara— lleva mi ropa interior al cuarto de lavado.
Tom
alzo la ceja. ¿Acaso creía que él era su muchacha? Estaba muy equivocado. Tenia
que decir por favor o no se movería a ningún lado.
—¿Cómo
se dice?
Georg
alzo la ceja. —¿Por favor?
—Gracias.
—Tom sonrío agarrando la camisa que Georg había usado antes de que follaran. El
recuerdo le hizo sonrojar. Levanto los bóxers y luego toda su ropa sucia para
llevarlas al cuarto de lavado. Antes de salir, Georg le dio una nalgada que le dolió
bastante, no por lo fuerte, el culo le dolía después de haber sido follado como
le gustaba.
—Para
la próxima, cierra bien esa puerta, con llave de manera que tu madre no entre
mientras nos vestimos. —se dio la vuelta y cogió la laptop que estaba sobre la
cama, la coloco en el escritorio y se sentó frente a ella. — para que veas que
no soy un desagradecido, haré la tarea yo.
Con
el corazón ensanchado de agradecimiento Tom asintió y salió de la habitación.
***
—Oh
Bill, vamos no puedes negar lo que es evidente. A tu hermano le gusta Georg
desde hace mucho tiempo. —Decía Nadia, la compañera de clases que Bill había
escogido. No planeaba que la pelirroja estuviera hablando y hablando de
tonterías, quería estar con ella por ser una chica bonita.
—Escucha
Nadia, a mi hermano no le gusta Georg. —Alzo la ceja viendo los azules y
grandes ojos de la chica. Que disparate estaba diciendo la pobre, veía cosas
donde no había nada. —Sí así fuera yo lo sabría, conozco a mi hermano.
—Allá
tú si quieres creerme o no. Yo confío en lo que veo y esas miradas que tu
hermano le estaba echando a Georg en el salón de clases me…
Bill
detuvo la cháchara de su hablachenta compañera, con un beso de aquellos que te
dejaban lela y en coma por muchos días. Se subió encima de ella y le acaricio
las caderas metiéndose entre sus piernas. Era mejor cuando tenía los labios
puestos en su boca y no decía esas barbaridades.
¿Tom enamorado de Georg? Era la idea más
estúpida del planeta. En primera, porque Tom ya se lo hubiese contado y como él
conoce a su hermano se habría dado cuenta desde el principio y segundo porque
Tom no buscaría enamorarse del hombre más heterosexual y masculino del planeta
tierra. Aunque pensándolo bien… una vez Georg estando borracho le había echo un
comentario fuera de lugar acerca de su hermano en ese momento no lo había
entendido pero ahora que esta señorita entre sus piernas había sembrado la
duda…
(2)
se refiere a la escena en la que Babi le hace un baile “erótico” a H en su habitación.
ayyy no casi los pescan me encanto espero el siguiente cuidate
ResponderEliminarsantos peluditos DD: por poco...
ResponderEliminarOficialmente amo el TORG! *ç*
me encanto...
Ojalá Georg se enamoré de Tom
Cuídate y un abrazo :D