domingo, 10 de noviembre de 2013

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo X



Capitulo X
—Yo… —Tom coloco su mano sobre la que Georg tenía en su mejilla y suspiro apartándolo— te perdone hace bastante rato.
Georg trago saliva como si sus palabras estuvieran trancadas en su garganta. Él había pasado semanas pensando en Tom de una manera diferente a cuando comenzó todo esto. Se planteaba la posibilidad de sentir algo más que atracción física por ese chico que tenía en frente. Era hermoso como ningún otro, sus facciones delicadas eran adorables y esos labios… esos labios rosados y perfectos, moría por besarlos de nuevo, sentir aunque sea un poquito de la suave piel de sus labios. ¿Sería bueno entonces decirle qué quería intentarlo? La respuesta era positiva pero no sabía si Tom estuviera de acuerdo con eso.
Si tenía dos dedos de frente, era seguro que no.
—Me tengo que ir Georg, no puedo seguir aquí. —Al ver que Georg no decía nada, Tom decidió retirarse. Se dio la vuelta y camino con el corazón roto en dos de nuevo.
El castaño corrió hacia él y se planto en frente. — Vamos a intentarlo.
Al decir eso, Tom lo miro fijamente abriendo sus ojos con demasiada sorpresa y en su cabeza sólo sonaba la palabra “Intentarlo” ¿Qué acaso no era eso lo que había dicho en un principio? Sí y él cayó redondito. Le molesto pensar que Georg quería jugar de nuevo.
—Deja de actuar Georg, por el amor a Dios, no estoy para jueguitos. Mi hermano te odia y jamás me permitiría estar con…
La voz de Bill llego desde algún lugar cerca de ellos. Tom se puso rígido y empujo a Georg hacia el armario del conserje que casualmente —seguro era obra “divina” — estaba a su lado. Él no entro, dejo medio cuerpo afuera mirando hacia los lados a ver si venia Bill. No le tenía miedo, no iba de eso, el problema era que no quería un enfrentamiento entre Georg y su hermano. Eso lo haría sentir como una niña sobreprotegida.
—Escúchame Georg, hablemos esto luego, si Bill te ve, se mataran los dos y no quiero eso.
Georg sonrió ante la idea de hablar en otro lugar. —Ve al parque que está cerca de mi casa a eso de las cuatro de la tarde.
Tom asintió haciéndose el desinteresado y camino por el pasillo. Dio con su hermano y Gustav que iban saliendo de la sala de informática y respiro aliviado de no ser visto con Georg.
— ¡Tommy! Te hemos estado buscando por el campus ¿Dónde andabas? —Bill frunció el ceño observando la palidez en el rostro de su hermano. — ¿Te pasa algo? Parece como si hubieses visto un ente o algo como eso.
Tom negó con la cabeza sonriendo despreocupado. —Nah, estoy bien es sólo que ya quiero irme de aquí, necesito dormir una eternidad.
El gemelo menor sonrió. —Vámonos, tengo un hambre mortal.
Bill desvió su mirada de su hermano mirando a la castaña que pasaba detrás de Tom. El gemelo mayor desvio la mirada para ver quien robaba la atención de su hermano.
— ¿Ella es Raven? —pregunto sonriendo. Era una bonita chica, se sorprendió un poco porque a Bill no le llamaban la atención las chicas como ella. Raven tenía el cabello castaño cayéndole hasta los hombros, usaba gafas cuadradas que le daban un aspecto de mujer intelectual y educada. A Bill siempre le han gustado las chicas delgadas pero esta era diferente; Raven era llenita y sonreía con timidez. Ahora entendía porque su hermano quería conquistarla.
El pelinegro carraspeo un poco ocultado su emoción de verla y asintió.
 —Sí, ella es Raven. —Miro a Gustav— ¿por casualidad tú la mencionaste a Tom? porque yo nunca le dije nada.
El muchacho rubio levanto las manos negando con la cabeza. —A mi no me mires, yo no sé nada.
Bill suspiro regresando la mirada hacia la chica. La mirada avellanada de ella se encontró con la acaramelada de él. Ella no era exactamente el modelo perfecto de su chica ideal pero le encantaba y tenía que admitirlo. No tenía un rostro envidiable, no tenía la piel perfecta pero era ella quien lo traía vuelto loco aunque le costase admitirlo en voz alta.
—No te preocupes, igual yo me iba  a dar cuenta de que te gusta alguien. —Dijo Tom sacando a Bill de sus pensamientos.
— ¡No me gusta! Sólo me gustaría pasar el rato. —sus mejillas se ruborizaron, no era eso lo que quería en realidad.
—Sí, claro. —Tom frunció los labios— hazle daño y te mato Bill. No es que la conozca o algo parecido pero jugaron conmigo no se te olvide eso y no es agradable Bill, no lo es.
El pelinegro asintió observándola irse, su hermano tenía toda la razón y él no tenía la intensión de herir a esa chica. Su alborotado corazón no lo soportaría.
Los tres chicos se encaminaron hacia el auto, Gustav bromeaba con Bill respecto a Raven pero Tom estaba sumido en sus pensamientos. Las palabras de Georg resonaban con fuerza en su cabeza y se planteaba la pequeña posibilidad de que fuera verdad todo lo que él le dijo. Era un tormento, Georg sólo le traía tormento. Si él hubiese aparecido una semana después de terminar las clases hubiese logrado olvidarse de él, pero no, tenía que aparecer con su porte de machito, sus hechizantes ojos verdes y su chulería máxima.
***
Ir o no ir. Tom se debatía entre ir a su cita con Georg o quedarse en casa pensando  y atormentándose. ¿Por qué no se podía decidir de una buena vez y sacarse todo lo que tenia adentro? Era un inseguro de mierda, eso era.
— ¿Qué tienes Tom? tengo un jodido dolor en el pecho y la boca del estomago y no puede ser por otra cosa más que tú. —Bill entro en la habitación, el pelinegro tenía el rostro cubierto de crema para el cuidado de la piel.
Tom frunció el ceño, su hermano era amante del cuidado de su piel. Suspiro dejando su cuerpo caer sobre la cama, no podía contarle a Bill a dónde iba pero tampoco podía mentirle. Scotty entro también a la habitación, se subió a la cama meneando su rabito, como hacía cada vez que veía a su amo.
A Tom se le prendió el bombillo.
—Voy al parque a pasear a scotty, no tengo nada estoy bien son cosas tuyas. —sonrió esperando que Bill no preguntara nada más.
—Oh, vale. Te acompañaría pero luego de aplicarme esto no puedo salir de casa, el sol podría hacer que mi rostro se quemara y sí eso sucediera Tommy, me suicidaría. —dijo agregando una nota dramática a la última palabra.
—Eres tan raro Bill, el gay aquí soy yo pero es otro el que parece tirar para el otro bando. —se rió.
El aludido alzo su bien peinada ceja. — Soy andrógino, me encanta usar maquillaje, además es sólo cuestión de la sociedad que dice que uno no puede usar maquillaje porque somos hombres. Gilipolladas, el maquillaje es maquillaje y nada más, no me hace menos hombre usarlo y  bueno las chicas se vuelven locas por mí. —se carcajeo. — y eso me encanta.
Tom puso los ojos en blanco. —Vale, pero Raven no se ha vuelto loca por ti.
La expresión de Bill cambio y Tom se arrepintió de haberlo dicho. Aunque no lo admitiera su hermano gustaba de esa chica, mucho más de lo que pensaba, no lo decía pero le molestaba que ella no le prestara la más mínima atención. Ese era el karma, su hermano había lastimado a muchas mujeres en su carrera de chulito y su lema de; soy-el-puto-Dios-del-sexo-me-las-follo-a-todas.
—Lo siento. —se disculpo el de rastas.
—Está bien, está bien, no te preocupes, no me afecta. Algún día, no muy lejano, Raven caerá en mis redes, ya lo veras. —sonrió pero esa sonrisa no llego a sus bellos ojos.
Tom se sintió culpable pero su hermano merecía pasar por eso para que se diera cuenta lo que era amar de verdad a alguien. Así como Georg también tenía que pasar por eso algún día.
Pasadas las tres y treinta de la tarde Tom salió de su casa con Scotty. Él decidió caminar las cinco cuadras que le tomaría llegar al parque porque no quería pedirle prestado el auto a su padre y caminar haría que pudiera pensar un poco mejor las cosas.
Scotty iba caminando como el perro feliz que era y él sonreía observándolo. Amaba con toda el alma a ese pequeño ser que lo entendía tanto y fue un gran apoyo emocional aunque lo único que le chico podía decir era “¡Guau!”
El parque estaba lleno de niños jugando, aprovechando que el día estaba soleado y un poco cálido. Tom se sentó en una banca para soltarle la correa a su chico y dejarlo que fuera a olisquear el lugar y jugueteara, levanto la manga de su abrigo y miro la hora; eran las cuatro y diez minutos. Suspiro llevándose una mano a la frente, era un tonto por haber venido, se iba a arrepentir…
—Pensé que me dejarías plantado.
Georg se sentó al lado de Tom, él levanto la cabeza encontrándose con la mirada esmeralda del amor de su vida. Su corazón exploto y sus manos empezaron a sudar, jodidos fueran esos cambios químicos en su cuerpo.
—Sólo vine porque quiero aclarar algunas cosas contigo.
—Te escucho.
Tom desvió su mirada hacia su perro, el can jugaba con unos niños que le lanzaban la pelota. Él no sabía que decir en realidad, estaba pensando, hasta que por fin se decidió a hablar.
—Se que tú me dijiste que no me enamorara de ti, pero ya eso estaba hecho, siempre lo había estado. Creí que tu de verdad si sentías algo. Cuando dijiste que yo te gustaba pensé que podría llegar a más pero después supe que no, que yo había actuado por lo que sentía en mi pecho y no había usado mi razonamiento para darme cuenta la clase de persona que eres.
El castaño escuchaba atento lo que el de rastas estaba diciendo. Tom suspiro cuando el nudo en su garganta casi no lo dejaba respirar.
—Sólo te basto una semana para follarte a otra persona y eso Georg, fue grosero. A ti no te van los tíos de verdad, tu sólo quisiste experimentar conmigo, me usaste pero ¿sabes? No voy a reclamarte ni reprocharte por ello porque, lo que paso ya paso. —él sonrió un poco. — sólo quería que supieras que aunque me hiciste daño no te guardo rencor y espero que encuentres a alguien que te haga ver la vida desde otra perspectiva. En esta vida puedes follar y estar con quien se te plazca pero un día necesitaras a alguien que te haga sentir querido, sea quien sea, hombre o mujer, todos necesitamos a alguien que nos quiera.
Tom esperaba que Georg dijera algo pero éste estaba en completo silencio mirándolo como si no hubiese nadie más en ese lugar, esa acción lo incomodo.
—Ya he dicho todo lo que quería así que mi acto siguiente es retirarme. —se levanto con la correa de scotty en la mano.
Georg le tomo la mano obligándolo a sentarse de nuevo. Él cayó sorprendido.
—Ahora te toca escucharme a mí Tom.
La mirada del castaño estaba nublada, no quería llorar, no quería demostrar debilidad ante él pero ¿Cómo no podría? Había pasado semanas afligido por culpa de ese estúpido chico con rastas y eso era inconcebible, eso no podía estarle pasando a él. Era algo nuevo para él, jamás se había lamentado por lastimar a nadie.
—Algo debes hacer para que se me quite esto que tengo aquí adentro. —Señalo su pecho—  eres el culpable de mi aflicción este mes que no te he visto.
Tom le miro confundido pensando que ahora sí, Georg se había vuelto loco de remate.
— ¿De qué estás hablando Georg? —el de rastas se confundió.
—De lo que estoy sintiendo. Tengo una jodida y dolorosa presión en el pecho en este momento, quiero llorar pero no puedo, estuve un mes entero con este dolor cada vez que yo pensaba en ti. Cuando estábamos juntos yo me sentía bien y a gusto a pesar de que fue por un corto tiempo, quería hacerte sentir bien y folle contigo más de una vez, ¿Sabes lo que es eso? ¡Yo jamás había repetido nada con nadie! Llegas tú y lo cambiaste todo. ¿Qué me hiciste Tom? no sé qué es esto.
El rubio abrió los ojos por la sorpresa que le daba escuchar esas palabras. Si no se equivocaba Georg podría estar… ¿Enamorado de él?
—Tengo un nombre para eso pero no sé si sea yo quien deba decírtelo. —no podía ocultar la sonrisa y alegría que le daba pensar si quiera que Georg estuviese enamorado, no podía.
—Dímelo, no me importa sólo quiero que esto pare porque me molesta, me jode estar sintiendo todas estas cosas y no entender un pepino. —Él se veía preocupado y confundido.
Tom sintió ganas de lanzarse sobre él y pedirle que dejara de ser tan tonto, el corazón del muchacho estaba destrozando su caja torácica de tan rápido que latía, estaba a punto de gritar por la ternura que irradiaba Georg en eso de “no sé qué me pasa” cuando era evidente que estaba sintiendo algo más que “querer follar” por él.
—Eso se llama amor Georg, te estás preocupando por alguien más que por ti.
¿Amor? ¿Eso era amor? la sola mención del amor hizo que el castaño quedara desconcertado. ¿Sentía amor por Tom? viéndolo desde ese punto… No, no podía ser eso, o quizás lo era pero era tan cobarde que no podía admitirlo en voz alta.
Tom miraba a Georg pensativo, era seguro que tenía una pelea enorme entre sus pensamientos y sentimientos y lo entendía perfectamente bien.
—Entonces es amor lo que yo siento. —dijo Georg saliendo de su ensimismamiento, eso fue mas una afirmación que una pregunta.
—Sí. —Tom asintió suavemente, no quería caer, no quería que Georg lo dañara de nuevo si es que quería que lo intentaran otra vez.
— ¿Estarías dispuesto a darme otra oportunidad si te la pidiera? —Él de ojos verdes esperaba que Tom lo hiciera, lo deseaba desde lo más profundo de su corazón. Aunque todavía se sentía confundido respecto a todo eso, no sabía si realmente era eso que decía Tom sobre amor o las ganas que tenía de seguir follandolo.
¡Din, Din, Din, Din! La pregunta que estaba esperando. Su mirada viajo hasta sus masculinas manos, se quedo en blanco pero sabía cuál era la respuesta.
Tom levanto la mirada de nuevo. —Demuéstrame que quieres que esto funcione y yo te daré una respuesta.
Dicho eso él se levanto de la banqueta, fue por su perro y se encamino de nuevo a su casa con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Georg tendría que enamorarlo de nuevo (y más de lo que estaba) si quería que ellos dos tuvieran algo de nuevo. Era hora de ponerse romántico.
***
— ¿Cómo diablos puedo ponerme romántico? ¡Nunca lo he sido! Jamás en la vida le he regalado una rosa a ninguna mujer, excluyendo a mi madre, a ella sí. ¿Qué piensa ese chico?
Georg caminaba de un lado a otro en su habitación mientras que Michael le miraba curioso. El niño de dos años y ocho meses fruncía los labios tratando de descifrar lo que su hermano quería decir. Desde que había llegado de su salida del parque tres días atrás, había notado que su hermano pensaba mucho y estaba distraído hasta el punto de dejarlo mirar sus caricaturas cuando le tocaba a él mirar sus programas de lucha libre.
—Gigi ¿Qué te pasa? ¿Te puedo ayudar? —pregunto inocente.
El mayor se quedo sorprendido al darse cuenta de que Michael estaba sentado en el piso mirándolo como caminaba de un lado a otro. Se echo a reír, estaba tan distraído.
—A lo mejor no me entenderás. —dijo él arrodillándose frente a su hermano. Él no tenía amigos a los que confiarle lo que sentía por Tom, ni tampoco a los que pedirle ayuda. Corrección, sí tenía pero los había perdido por imbécil. — pero me gusta alguien…
— ¿Alguien? ¿Así como a mí me gusta la hija de la amiguita de mami? Esa niña es linda. —los ojos grandes del niño brillaron.
Georg asintió sintiendo adoración por su hermanito. —Ese es mi hermano. Exactamente, me gusta alguien como a ti, peo esto es diferente yo ya estoy grande.
—Yo también, yo tengo así —el niño alzo tres deditos— y soy grande, eso dijo papi.
El castaño asintió sonriendo. —Tienes dos y medio, no te hagas, pero es cierto, ya estas grandote.
—Síp, ¿A ti quién te gusta?
«El hombre más gay que pudo haber pisado la tierra, ese» — Una persona que tú conoces pero que yo necesito impresionar y darle a entender que no quiero lastimarle, que si quiero y deseo hacerle feliz. —suspiro sintiéndose estúpido por estarle diciendo esas cosas a su hermano de apenas dos años y medio.
—Dale dulces, a mi me gustan los dulces y a Sally también —coloco sus manitos a los lados de su boca y se acerco a su hermano susurrando— Sally es la niña que me gusta, es muy bonita.
Georg abrazo a su hermano con fuerza palmeando el pañal, ese renacuajo era la ternura andando y él lo quería mucho a pesar de que no lo demostrara.
—Hacen que el corazón de mamá se hinche de ternura. ¿Pueden ser mas lindos ustedes dos?
Karla, la madre de ambos estaba parada en la puerta abrazándose a sí misma y emocionada por ver a sus dos hijos compartiendo como hermanos.
— ¡Mami, llegaste! —Michael soltó a Georg y corrió a los brazos de su madre, ella lo cargo en sus brazos.
Georg se levanto acercándose a su madre y dándole un beso en la mejilla. —Hola mamá, ¿Cómo estuvo tú jornada de trabajo hoy?
La hermosa mujer de cabello rubio cenizo suspiro. —Hoy un paciente murió en mis brazos, era un niño de cuatro años. —apretó a Michael besándole la mejilla  y acaricio el cabello de su hijo mayor. — es difícil ver como la vida de un pequeño se va de esa manera, sufrió un accidente de tránsito y el más afectado fue él.
—Oh —Georg abrazo a su madre— lo siento mucho mamá.
—Gracias hijo. —Ella decidió cambiar de ánimo para sus hijos— ¿Cómo está eso  de que te gusta alguien mi Moritz?
El aludido puso los ojos en blanco. — ¿Estuviste escuchando no es así?
—Sólo un poquito, bueno ya todo pero quiero ayudar soy mujer, se lo que deseamos todas cariño.
Georg se rió cuando menciono la palabra “mujer” si supiera que era por un hombre quizás no le agradaría mucho la idea de ayudarlo.
—Invítale a cenar a un lugar bonito y tranquilo, si es al aire libre mucho mejor, procura que hayan velas, un buen vino y comida riquísima, te dirá que sí sin pensarlo dos veces. —La joven madre beso a Michael de nuevo— aunque también puedes enviarle chocolates o llevarle a algún lugar mágico en el que puedan conocerse mejor.
Georg arrugo la nariz cuando su madre salió y le dejo solo. ¿Una cena? ¿Chocolates? Diablos, su madre era una romántica sin remedio, y  bueno Tom no se quedaba muy atrás, seguro como la mierda que le encantaría eso.
Cogió su celular y marco el número de Anna, su amiga que tenía una casa en las afueras de Berlín, esa casa sería perfecta para una cita de esa magnitud.
—Estoy poniendo mucho empeño en esto, sí Tom me dice que no, le pongo todo por la cabeza.

viernes, 1 de noviembre de 2013

One-Shot "Delirium" TWC

  Nota del escritor: Gracias por sus comentarios en las otras historias y por seguir mi blog, espero este shot sea de su agrado. 
Autor: Raibelys
Clasificación: NC-17  
Categoría: Slash  
Género: Lemon, primera vez, Twc no relacionado, Universo Alterno, horror, fantasía.
Advertencia: Muerte de personaje principal.  
Disclaimer: Todos los personajes reconocibles en las historias son propiedad de sus respectivos dueños, las acciones y los hechos pertenecen a su autor.


Resumen: Tom vio a un chico en una fiesta de Halloween. Lo siguió y para su gran sorpresa, entró al lugar al que más temía desde que era un pequeño niño. 
Él cementerio.
 
Capitulo único.
“Negra fue la noche en la que se entregó a sus pensamientos más débiles.”

“Negra fue la noche en la que se entrego a sus pensamientos más débiles.”
El cementerio municipal era uno de los lugares a los que el joven y castaño muchacho le temía desde que era un niño. Había escuchado historias espeluznantes de ese tétrico lugar, desde espíritus malignos hasta personas que profanaban las tumbas de los recién sepultados para robarle sus pertenencias o los órganos y hacer pactos satanistas. Solamente pasar por ahí hacia que a él se le erizara la piel. Las estatuas que parecían estar cuidando la entrada eran terroríficas y al entrar, así fuera de día, provocaba escalofríos a cualquiera persona.
El joven se hallaba sentado bajo el frondoso árbol de manzanas que estaba en su casa con su amigo Andrew y Tyron. Estos dos hablaban de lo genial que estaría ir a la fiesta de halloween que organizaban en la secundaria.
Ellos ya iban a la universidad pero podrían entrar sin problemas.
—Qué dices Tom. ¿Iras a la fiesta de Halloween? —preguntó Andrew acomodando su largo y lacio cabello negro hacia atrás de sus orejas. Sus ojos azules brillaban con emoción pues Halloween era su fecha favorita del año.
—Estoy ansioso por ir —respondió Tom sonriendo, también era su fecha favorita, más que todo porque siempre se hacían fiestas buenísimas en su comunidad —Ya tengo mi disfraz, este año seré el conde Dracula —puso un gesto misterioso mostrando sus dientes. —morderé muchos cuellos ese día.
Tyron estalló con una carcajada.
—He oído que la fiesta será en un local cerca del cementerio, eso le dará el toque especial a la noche. ¿Se imaginan qué entren espíritus a la fiesta y se hagan pasar por personas? ¡Eso sería espeluznante y genial!
Tom lo fulminó con la mirada.
—Tú estás viendo muchas películas de terror mi querido amigo. Esas cosas pasan por culpa de nuestra propia mente, tú ves lo que tu mente quiere ver.
Tyron frunció el ceño y Tom continuó la plática con Andrew, con respecto a lo que se iba a poner para la fiesta, sólo faltaba una semana.
No era que Tom no creyera en los fantasmas, espíritus, demonios y todas esas cosas. Él creía pero no quería darle la importancia que no merecía. Él jamás había visto algún espíritu, nunca había jugado la ouija, juegos de brujería ni nada de eso así que no le sumaba importancia alguna. Lo único a lo que temía era al cementerio municipal y era sólo porque su fachada era terrible y nunca le había gustado estar en ese tipo de lugares.
***
— ¡Tom, ¿Estás listo?!¡Es hora de irnos!
Tyron estaba parado al pie de la escalera esperando que Tom saliera rápido para poder irse a la fiesta.
Era miércoles, la temperatura ese día era estable y los ánimos crecían entre los jóvenes de esa localidad, todos emocionados por la gran fiesta anual de Halloween.
Tom bajó las escaleras portando un traje negro, una capa del mismo color que le cubría los hombros, su cabello castaño recogido en una coleta baja y el típico maquillaje de vampiro. Los pupilentes rojos le iban de maravilla, era la representación del verdadero conde Vlad Draculea.
Andrew estaba al lado de Tyron, chasqueó la lengua y babeó por su amigo a quien amaba en secreto.
—Santos Dioses nórdicos. —susurró Andrew.
—Vas a morder muchos, muchos cuellos hoy conde Chocula —Tyron sonrió malicioso.
—Oh sí. —Tom llegó al último escalón y miró a Andrew. Él iba disfrazado de… ¿Dé que iba disfrazado? — ¿Dé qué estás disfrazados tú?
— ¿Yo? Oh, y eh… estoy disfrazado de William Lemp él fue un hombre de negocios que se suicido en 1940 —él pasó una mano por su traje. — genial ¿no?
—Síp, lo es. —respondió Tom algo indiferente, en realidad era un traje simple, lo único que parecía tétrico era la sangre artificial que tenía la camisa blanca que tenia.
Los tres amigos se subieron al auto de Tyron. Llegaron al a fiesta en donde ya había un ambiente bueno.
No había nadie en esa fiesta que no estuviera disfrazado, desde brujas hasta demonios, ángeles caídos y monstruos terroríficos. Tom no tardó mucho en sentirse a gusto.
Tyron se fue a buscar a su novia y él se quedo junto a Andrew quién lo abandonó para ir en busca de un trago.
— ¿Por qué tan solo mi Tommy?
Tom se dio la vuelta para encontrarse frente a frente con Hada. Una molesta chica de secundaria que vivía cerca de su casa y quería algo con él. Sonrió por educación y le saludó.
—Hola Hada. No pensé que te dejaran venir tus padres, escuche que estabas castigada.
Ella rodó sus verdes ojos.
—Va, sí, estoy castigada pero no iba a dejar de venir a esta fiesta además esperaba encontrarte corazón. —se lanzó sobre él y le robó un beso.
Él la apartó procurando no ser brusco con ella.
—Te he dicho miles de veces Hada, que no quiero tener nada que ver contigo. ¡Mi madre me mataría! Y tus padres me demandarían por abuso a una menor —Suspiró— deja de insistir ¿vale? Tienes quince años, eres una niña que debería darse a respetar.
Ella lo miró con indignación fingida, hizo un gesto de malcriada y se dio la vuelta retirándose.
« ¡Gracias a Dios!» exclamó Tom en sus pensamientos.  No quería que nadie le arruinara la noche.
Él se decidió a caminar por el lugar saludando a sus amigos que se encontraban en la fiesta.
Llegó al sitio de las bebidas y se sirvió un ponche, comió unas galletas de chocolate y posó su mirada sobre toda la gente en la pista, escaneó a todos hasta detenerse en un chico que estaba parado en la esquina mas apartada de las personas bailando. El chico vestía de blanco y llevaba puesta una bata manga larga que se arrastraba. Entrecerró los ojos para verle bien porque también parecía ser una chica. Curioso, se acerco aun más hacia donde estaba la chica ó chico con el cabello negro como el ébano. Cada vez que estaba más cerca podía observar los rasgos físicos de esa persona. Era demasiado alto para ser mujer y tenía un rostro demasiado bello y femenino como para ser un hombre. Cuando quiso llegar más a ese ser este se dio la vuelta para caminar hacia la puerta de salida de emergencia, él se detuvo pensando en no seguirle pero no se contuvo y corrió hasta salir del lugar y ver que en el callejón no había nadie.
—Mierda, le perdí. —suspiró sintiéndose extrañamente derrotado.
Se decidió a volver a la fiesta,  pero antes de darse la vuelta miró un pedazo de tela blanca arrastrándose a la salida del callejón y supo que era él o ella, así que corrió hasta allí. Vio al ser no identificado alejarse caminando calle abajo, caminó despacio recuperando el aliento hasta que vio donde se metía esa persona.
—Pero  ¿Qué diablos? ¿Qué demonios va a hacer en el cementerio? —se preguntó sorprendido.
Dicen que la curiosidad mató al gato. La calle estaba sola, y el frío se intensificó en ese momento. Las puertas del cementerio estaban abiertas y las estatuas de piedra eran los  rígidos vigilantes. Tragó saliva porque el miedo se apoderó de él. Había escuchado mucho sobre ese lugar al que sólo pisaba de día y una vez al año con el propósito de visitar la tumba de su difunta abuela.
—Bueno Tom, es hora de que pierdas el miedo —se animó a sí mismo realizando respiraciones profundas para liberarse de su miedo. ¿Qué podría pasar?
Entró al lugar y la temperatura bajo dos grados. Él sintió sus dedos congelándose, se abrazó a sí mismo y se permitió seguir caminando, mirando hacia los lados. Las estatuas de arcángeles cuidando los cuerpos de los difuntos le daban ese toque de película de terror. ¿Quién en su sano juicio entraba allí a esas horas y con ese frío? Él y quién quiera que fuese la persona que le había llevado hasta ahí. Tom se adentró mucho mas sin darse cuenta de que se estaba alejando de la salida, la brisa que vino a continuación hizo que se le erizara la piel.
— ¿Por qué me estas siguiendo?
Tom dio un salto dándose la vuelta para encontrarse con el ser más hermoso que podría haber visto en su vida. Era la misma persona de la fiesta y a la que había estado siguiendo. Era un hombre no le cabía la menor duda. La piel de él era tan pálida como la de un muerto, sus labios estaban pintados de morado, y sus rasgos eran delicados y bien definidos, tenía pómulos demasiado marcados, y eso para él era un maquillaje increíble. Su cabello era tan negro como la noche, poseía reflejos rubios dándole un toque gótico, no pasaba de los veinte, de eso estaba seguro. Él respiró aliviado al ver que era una persona real y no un fantasma.
—Me has asustado —se sobó la nuca y frunció el ceño. —Sólo quería saber quién eras y te seguí hasta aquí.
Él joven frunció los labios ladeando la cabeza, gesto que provocó una sonrisa en Tom. Estaba intrigado por saber quién era él.
— ¿Me dirías tu nombre? Yo nunca te he visto por aquí ¿Dónde vives? ¿Dónde estudias? —Preguntó, después se detuvo a pensar en que había formulado muchas preguntas juntas.
—Me llamo Bill —respondió el pelinegro mirando a los ojos rojos del muchacho. — Vivo aquí y no, no estudio —suspiró a lo último.
— ¿Aquí? —Tom frunció el ceño— querrás decir cerca de aquí.
—No, yo vivo aquí, en el cementerio —Él joven frente a él no parecía temblar ante la idea de vivir en un cementerio.
Tom abrió los ojos sorprendido. Dioses, él tenía que estar loco como para vivir allí. Pero bueno, cada quien con sus desvaríos mentales.
Lo que sucedía con él era que se sentía muy atraído por ese muchacho joven y hermoso.
—Oh, qué bien.
Bill sonrió tímido y se sentó en una lapida cruzando sus piernas.
— ¿Tú cómo te llamas? —preguntó curioso.
—Tom, yo me llamo Tom —él sonrió sentándose al lado de Bill.
—Oh, lindo nombre. —Bill sonrió.
—Gracias.
Los dos se quedaron en silencio hasta que Tom volvió a tomar la palabra. El castaño comenzó a sentirse más a gusto mientras seguía platicando con Bill, un hombre de ensueño. Él se moría por tocar ese rostro tallado por los mismísimos ángeles pero se contenía respetando el espacio personal de ambos. Apenas y se conocían, pero no podía negar que la atracción iba más allá, era como sí lo conociera de mucho tiempo atrás. Tal vez así fuera, según Bill, tenía muchísimo tiempo viviendo en ese lugar.
El reloj marcó las once y cincuenta y ocho minutos. Bill se levantó con una expresión temerosa y miró a Tom.
—Tienes que irte ahora —dijo mirando hacia la parte más oscura del cementerio.
Las ramas de los arboles comenzaron a crujir y a moverse por el viento. La temperatura volvió a bajar de repente y Tom sintió el corazón en la garganta.
— ¿Te quedarás aquí esta noche?
—Debo hacerlo, nunca podre salir de aquí —le dijo posando su triste mirada sobre él.
Tom sintió el corazón arrugársele al ver la expresión en el rostro maquillado de su nuevo amigo. Le tomó las manos para consolarlo y se dio cuenta de que estaba más frío de lo que podría estar un humano.
—Tu-tus manos están congeladas ¿Seguro qué quieres quedarte?
Bill miró con sorpresa las masculinas y bellas manos de Tom presionando las suyas. Eso era imposible. Los ojos de él se llenaron de lágrimas y Tom no entendía por qué.
—Pu-puedes tocarme —susurró Bill olvidando que debía sacar a Tom de allí.
—Claro que puedo tocarte. Todo ser vivo puede tocarte, estamos vivos.
Un ruido provino desde la entrada del cementerio, Tom se vio obligado a mirar hacia allá y vio que alguien cerraba las puertas.
— Ven conmigo, están cerrando las puertas —le dijo a Bill.
Bill le soltó una mano y decidió echarse a correr con él. Tom no podía ver bien donde estaban porque todo se iba haciendo más y más oscuro. El corazón le martilleaba el pecho y ya no podía respirar bien, necesitaba aire, mucho aire para poder seguir.
— ¡Detente, necesito respirar!
— ¡No podemos, no todavía, te harían daño! —gritó Bill.
Las piernas de Tom ya no darían para mucho y cuando pensó que iba a desmayarse por la falta de oxigeno Bill se detuvo frente a un mausoleo. Él se pegó al muro de cemento y dejo su cabeza caer hacia atrás recuperando el aliento.
—Venga Bill, ¿Por qué me hiciste correr tanto? —Bajó la mirada y se encontró con un Bill de forma etérea. Sus ojos se ensancharon y su respiración se cortó.
— ¡No entres en pánico, por favor! —le dijo Bill acercándose un poco.
Tom quiso echarse más para atrás pero el muro no le permitía mucho, a menos que él pudiera traspasarlo. Bill brillaba y sus pies no parecían estar tocando el suelo pues su bata ya no se arrastraba.
—Dime que no eres un fantasma, dime que no un fantasma —Tom lo miraba sin poder creer nada de lo que estaba pasando. Era una pesadilla, tenía que estar durmiendo. Necesitaba despertarse.
Bill bajó la mirada y tomó la mano de su acompañante. Tom sintió su cuerpo entero calentarse al sentir ese toque, él le estaba transmitiendo una paz interior que hacía que el miedo que tenía se disipara.
—Estoy muerto desde hace cien años —dijo Bill suspirando y volviendo a su forma normal —No te asustes por favor.
¿Cómo le pedía eso? Él estaba asustado hasta la medula y pensaba que se desmayaría en cualquier momento.
— ¿Co-cómo te moriste? —preguntó cuando pudo emitir algún sonido.
Bill suspiró
—Ocurrió en mil novecientos, era el hijo de un banquero y una mujer campesina. Mi madre tuvo mucha suerte de que mi padre se casara con ella. Para ese tiempo casarse con una campesina no era bien visto por las personas que tenían mucho dinero como mi padre. Cuando cumplí los veinte años, mi madre y yo íbamos de viaje a visitar a una tía, nos acorralaron varios hombres y fuimos llevados a un oscuro lugar en donde fuimos torturados hasta morir. En ese tiempo capturaban a la gente de dinero y las torturaban cruelmente. —bajo la cabeza eliminando la lágrima qué corría por su mejilla — los cuerpos de mi madre y mío fueron encontrados y devueltos a mi padre quien construyó este lugar para nosotros.
Tom supo que él no le haría ningún daño. Relajó su cuerpo y le dio un leve apretón a la mano de Bill, él se sorprendió y sonrió de lado.
—No sé porque tú puedes verme, nadie vivo puede verme excepto tú.
—Yo tampoco lo sé —respondió sincero.
—Ni tocarme, hace muchísimos años que nadie me ha tocado.
Tom sonrió ya sin ningún tipo de miedo pero luego se sintió curioso por saber ¿Quién le haría daño?
— ¿Por qué dijiste que me harían daño?
Bill le encamino hacia el mausoleo y al entrar cerró las puertas, dentro estaban tres tumbas, la lapida de una de ellas decía:
“Elizabeth Joanna María Williams mi esposa y la mujer que mas amé, descanse en paz.”
En la segunda decía: “Bill Alejandro De Arimatea Jansen, el mejor hijo que pude tener, te amaré siempre, descanse en paz.”
Y la tercera era del padre de Bill seguramente: “Eric Jansen, marido y fiel amante de su esposa, descanse en paz.”
Tom sintió respeto por el padre de Bill y se sintió terrible de saber que había muerto de una forma tan inhumana.
—Cada año en Halloween podemos caminar libremente por este plano y mezclarnos con los humanos en sus extrañas fiestas. Nunca antes había salido del cementerio pero este año sentí la curiosidad de ir a una de esas fiestas humanas, claro, nadie podía verme porque yo no quería, pero tú me viste y eso es extraño, más que todo porque pudiste tocarme.
— ¿Llamas a eso extraño? Extraño es para mí todo esto. —dijo Tom sentándose en una roca—jamás pensé que iba a ver a un espíritu y jamás imaginé que entrara aquí de noche.
Bill sonrió.
—Ellos, los espíritus errantes, mejor conocido como demonios pudieron haberte visto y llevarse tu alma. Ellos sólo aparecen por aquí en Halloween cuando necesitan almas de humanos estúpidos que deciden venir a meter sus narices en donde nadie les está llamando. Sin ofenderte.
—Tranquilo, vine siguiéndote porque creí que estabas vivo.
Bill esbozó una tierna sonrisa y Tom sintió el deseo de tocarle la mejilla. Levantó su mano dirigiéndola hacia el bellísimo rostro observando cómo Bill se tensaba y le miraba la mano, seguramente él no estaba acostumbrado a ser tocado por nadie.
La mejilla de Bill ya no estaba fría, tenía una temperatura agradable para su piel. Bill cerró los ojos suspirando y Tom anheló besar eso fríos labios. Probablemente estaba teniendo un delirio porque deseaba besar a Bill con todas sus fuerzas, como nunca lo había sentido con nadie. Ese joven muchacho había sufrido cosas terribles y él sólo sentía necesidad de protegerlo, no entendía el porqué, ya que Bill estaba muerto pero quería quedarse allí con él y abrazarlo… eternamente.
—Si-si-sigue haciendo eso.
Bill se mordió el labio inferior y Tom no se cohibió de acercarse al bello rostro y besarle en los labios. El castaño colocó sus manos en la cintura del pelinegro mientras presionaba sus labios a los de él, abrió un poco sus ojos y vio los de Bill abiertos de par en par, seguramente, por la sorpresa de haber sido besado.
Él se apartó para escuchar alguna palabra de Bill, pero no decía nada.
— ¿Bill?
En la parte izquierda de Bill se encendió una especie de luz roja intermitente. Los dos estaban sorprendidos, más que todo Bill, eso nunca le había sucedido.
— ¿Qué sucede? —preguntó Tom preocupado, preguntándose si eso significaba algo malo.
—No lo sé  —admitió el pelinegro observando su pecho.
—Eres como Rodolfo el reno de la nariz roja, sólo que no es tu nariz la que brilla, sino tu corazón —Tom se rió y comenzó a sacar algunas conclusiones.
Bill también lo hizo y la luz intermitente en su corazón se desapareció. Tom frunció el ceño y se acercó para comprobar algo. Sí su teoría descabellada era cierta, Bill podría sentir como si estuviera vivo.
— ¿Quieres sentir de nuevo Bill?
Él asintió sin pensarlo, era su más grande deseo desde que había quedado atrapado en este lado. Tom lo besó de nuevo pero esta vez lo hizo más salvaje, colocó las manos en sus caderas y jugó con la cinturilla del pantalón experimentando un calor interno que lo sofocaba pero le hacía querer más de él.
Mientras lo recostaba en su propia tumba se detuvo a pensar en lo que estaba haciendo. ¿De verdad iba a tener sexo con un fantasma? ¿Era eso si quiera posible? Al parecer lo era porque Bill sentía todo, absolutamente todas las caricias y los besos que él le estaba dando.
Bill nunca había sido acariciado de esa manera tan intima y delicada, nunca había experimentado el calor en su cuerpo de ser acariciado por otra persona, ni siquiera estando vivo y ahora siendo un espíritu era realmente maravilloso.
Tom se deshizo de su ropa y de la de él para descubrir que para ser hombre, Bill tenía un cuerpo curvilíneo y bastante femenino. Tenía una cintura pequeña y lo único que le demostraba lo hombre que era de verdad, era su miembro engrosado, bien dotado.
¿Cómo es que podía experimentar todo eso?  Millones de ideas recorrían su cabeza pero eso no lo iba a detener. Le haría el amor a ese chico porque era lo que más deseaba en esos momentos.
Los dos descansaron uno al lado del otro después del coito, hasta que fue Tom quien se quedó dormido.
***
La noche estaba más oscura que nunca, un aullido y las ramas de los arboles quebrándose fue lo que despertó a Tom del letargo. Se sentía un poco cansado pero satisfecho. Miró a los lados y se dio cuenta donde estaba.
—Entonces no era un sueño —susurró sentándose sobre la tumba y buscando algún rastro de Bill.
Su ropa estaba perfecta sobre su cuerpo, se bajó de la tumba y buscó a Bill con la vista pero no encontró nada « ¿Será qué todo si fue realmente un sueño?» pensó mientras abría las puertas del mausoleo y entrecerraba sus ojos para poder ver aunque sea un poco en esa oscura y tenebrosa noche. El miedo se apodero de él de nuevo al verse sólo en ese lugar, decidió caminar derecho hasta la luz más cercana sintiéndose a la vez decepcionado.
— ¿A dónde vas? —preguntó alguien por detrás.
Tom se envaró y su corazón se detuvo.
—No tengas miedo.
Él reconoció esa voz melodiosa y se dio la vuelta para encontrarse con un Bill diferente al que había conocido temprano. Ya no tenía el rostro tan pálido, ni tenía ojeras muy pronunciadas debajo de sus ojos, él ahora tenía un color carmesí adorable, sus labios rosados y brillosos.
—Eres hermoso —fue lo único que pudo decir antes de acercarse a él para abrazarlo, cosa que no pudo lograr. Traspasó su cuerpo.
Bill ensanchó sus ojos e intentó buscar una explicación para ello.
Tom volvió la mirada hacia Bill mirando como los ojos marrones de él se cristalizaban.
—Pensé que todo había sido un sueño, que habíamos hecho el amor y todo había sido un sueño y ahora no puedo tocarte —dijo Tom con un tonó de desesperación evidente. Era amor lo que habían hecho, eso lo tenía muy claro.
Bill miró hacia el cielo y supo que pronto amanecería, él volvería a vagar como alma en pena por el cementerio hasta la próxima noche de Halloween en la que pudiera salir como un vivo. Su corazón se sentía extrañamente adolorido porque aunque sonara estúpido, estaba enamorado.
—Todo se acabó Tom, tienes que irte —dijo el pelinegro sintiéndose frío de nuevo.
—Quiero quedarme contigo —Tom se le acercó sabiendo que no podría tocarlo —no puedo irme así.
— ¿Qué puedes esperar? Soy un alma en pena, un ser que no pudo cruzar la línea y está condenado eternamente a vagar por este lugar. Tú estás vivo, tú puedes conseguir algo más allá. Debes irte, no puedes hacer nada más porque nunca podrás volver a tocarme hasta el siguiente Halloween.
Tom pensó en los pros y los contras de lo que estaba por hacer. La única manera de poder quedarse era morirse y eso haría. Porque Bill había llenado el vacio que tenía adentro cuando su acto sexual había terminado, porque Bill había encendido esa llama muerta en su corazón y deseaba permanecer con él hasta la eternidad.
Él miró hacia los lados buscando algo con que llevar a cabo su suicidio. Encontró una estaca, agradeció a Dios y sin pensarlo dos veces, sin escuchar los gritos ahogados de Bill, la hundió profundamente en su corazón, sin dolor, sin tristeza.
***
— ¿Tommy?
Bill observaba el alma de Tom salir de su cuerpo estacado en el frío suelo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas por ver a su amado muerto. El alma de Tom desapareció de repente y se asustó pensando lo peor.
— ¡No te vayas por favor! —gritó a todo pulmón arrodillándose en el suelo, se sentía desdichado y culpable de la muerte de alguien inocente que en su delirio decidió morir para permanecer con él eternamente y ahora ni siquiera sabía dónde estaba.
—No llores Bill.
Una dulce y masculina voz llego a sus oídos, al darse la vuelta Tom estaba de pie junto a él, vestido de negro, sus ojos avellana brillando  y su aspecto ahora era pálido, ojeroso pero sonriente.
—Dios mío Tom —el pelinegro se levantó y envolvió al castaño en un abrazo demoledor. Ahora si podían tocarse, ahora si podían besarse.
Tom besó los labios cálidos de su Bill sintiendo su sabor y su olor. Era perfecto.
—Tom, pensé que te habías ido para siempre, pensé… yo pensé…—el joven hacía mohines con las lagrimas cubriéndole los ojos.
—Estoy aquí, estaré aquí contigo eternamente —le dijo besándole suavemente los labios.
—No tenias que hacerlo, tu-tu  familia, tus amigos, todo el mundo lamentara tu muerte. —Bill se apartó de él — ¿No pensaste en eso?
—No, y aunque me importa, ellos lo superaran y yo estaré feliz contigo —lo acerco de nuevo hacia su cuerpo fundiéndose otra vez en un largo beso— al final de todo nadie jamás iba a llenarme como tú.
El cuerpo de Bill se relajó pensando que esté era el mejor momento de su vida y la mejor demostración de amor que alguien podía hacerle.
Tom se aparto de él y le tomó la mano caminando hacia su cuerpo estirado sobre el suelo, su boca había quedado abierta y sus ojos abiertos. Bill se inclinó para cerrarle los ojos, él sólo se despidió de su cuerpo y sonrió admirando la hermosura del que tenía a su costado. Sabía que esa era la mejor decisión que había tomado en su vida. La muerte era su felicidad ahora que estaría en la eternidad con él.
—Los días oscuros que dejé atrás, ya nunca más me quebrarán —Susurró Tom hasta perderse con su nuevo amor hasta la eternidad.