Capitulo
X
—Yo…
—Tom coloco su mano sobre la que Georg tenía en su mejilla y suspiro apartándolo—
te perdone hace bastante rato.
Georg
trago saliva como si sus palabras estuvieran trancadas en su garganta. Él había
pasado semanas pensando en Tom de una manera diferente a cuando comenzó todo
esto. Se planteaba la posibilidad de sentir algo más que atracción física por
ese chico que tenía en frente. Era hermoso como ningún otro, sus facciones
delicadas eran adorables y esos labios… esos labios rosados y perfectos, moría
por besarlos de nuevo, sentir aunque sea un poquito de la suave piel de sus
labios. ¿Sería bueno entonces decirle qué quería intentarlo? La respuesta era
positiva pero no sabía si Tom estuviera de acuerdo con eso.
Si
tenía dos dedos de frente, era seguro que no.
—Me
tengo que ir Georg, no puedo seguir aquí. —Al ver que Georg no decía nada, Tom
decidió retirarse. Se dio la vuelta y camino con el corazón roto en dos de
nuevo.
El
castaño corrió hacia él y se planto en frente. — Vamos a intentarlo.
Al
decir eso, Tom lo miro fijamente abriendo sus ojos con demasiada sorpresa y en
su cabeza sólo sonaba la palabra “Intentarlo” ¿Qué acaso no era eso lo que
había dicho en un principio? Sí y él cayó redondito. Le molesto pensar que
Georg quería jugar de nuevo.
—Deja
de actuar Georg, por el amor a Dios, no estoy para jueguitos. Mi hermano te
odia y jamás me permitiría estar con…
La
voz de Bill llego desde algún lugar cerca de ellos. Tom se puso rígido y empujo
a Georg hacia el armario del conserje que casualmente —seguro era obra “divina”
— estaba a su lado. Él no entro, dejo medio cuerpo afuera mirando hacia los
lados a ver si venia Bill. No le tenía miedo, no iba de eso, el problema era
que no quería un enfrentamiento entre Georg y su hermano. Eso lo haría sentir
como una niña sobreprotegida.
—Escúchame
Georg, hablemos esto luego, si Bill te ve, se mataran los dos y no quiero eso.
Georg
sonrió ante la idea de hablar en otro lugar. —Ve al parque que está cerca de mi
casa a eso de las cuatro de la tarde.
Tom
asintió haciéndose el desinteresado y camino por el pasillo. Dio con su hermano
y Gustav que iban saliendo de la sala de informática y respiro aliviado de no
ser visto con Georg.
—
¡Tommy! Te hemos estado buscando por el campus ¿Dónde andabas? —Bill frunció el
ceño observando la palidez en el rostro de su hermano. — ¿Te pasa algo? Parece
como si hubieses visto un ente o algo como eso.
Tom
negó con la cabeza sonriendo despreocupado. —Nah, estoy bien es sólo que ya
quiero irme de aquí, necesito dormir una eternidad.
El
gemelo menor sonrió. —Vámonos, tengo un hambre mortal.
Bill
desvió su mirada de su hermano mirando a la castaña que pasaba detrás de Tom.
El gemelo mayor desvio la mirada para ver quien robaba la atención de su
hermano.
—
¿Ella es Raven? —pregunto sonriendo. Era una bonita chica, se sorprendió un
poco porque a Bill no le llamaban la atención las chicas como ella. Raven tenía
el cabello castaño cayéndole hasta los hombros, usaba gafas cuadradas que le
daban un aspecto de mujer intelectual y educada. A Bill siempre le han gustado
las chicas delgadas pero esta era diferente; Raven era llenita y sonreía con
timidez. Ahora entendía porque su hermano quería conquistarla.
El
pelinegro carraspeo un poco ocultado su emoción de verla y asintió.
—Sí, ella es Raven. —Miro a Gustav— ¿por
casualidad tú la mencionaste a Tom? porque yo nunca le dije nada.
El
muchacho rubio levanto las manos negando con la cabeza. —A mi no me mires, yo
no sé nada.
Bill
suspiro regresando la mirada hacia la chica. La mirada avellanada de ella se
encontró con la acaramelada de él. Ella no era exactamente el modelo perfecto
de su chica ideal pero le encantaba y tenía que admitirlo. No tenía un rostro
envidiable, no tenía la piel perfecta pero era ella quien lo traía vuelto loco
aunque le costase admitirlo en voz alta.
—No
te preocupes, igual yo me iba a dar
cuenta de que te gusta alguien. —Dijo Tom sacando a Bill de sus pensamientos.
—
¡No me gusta! Sólo me gustaría pasar el rato. —sus mejillas se ruborizaron, no
era eso lo que quería en realidad.
—Sí,
claro. —Tom frunció los labios— hazle daño y te mato Bill. No es que la conozca
o algo parecido pero jugaron conmigo no se te olvide eso y no es agradable
Bill, no lo es.
El
pelinegro asintió observándola irse, su hermano tenía toda la razón y él no
tenía la intensión de herir a esa chica. Su alborotado corazón no lo
soportaría.
Los
tres chicos se encaminaron hacia el auto, Gustav bromeaba con Bill respecto a
Raven pero Tom estaba sumido en sus pensamientos. Las palabras de Georg
resonaban con fuerza en su cabeza y se planteaba la pequeña posibilidad de que
fuera verdad todo lo que él le dijo. Era un tormento, Georg sólo le traía
tormento. Si él hubiese aparecido una semana después de terminar las clases
hubiese logrado olvidarse de él, pero no, tenía que aparecer con su porte de
machito, sus hechizantes ojos verdes y su chulería máxima.
***
Ir
o no ir. Tom se debatía entre ir a su cita con Georg o quedarse en casa
pensando y atormentándose. ¿Por qué no
se podía decidir de una buena vez y sacarse todo lo que tenia adentro? Era un
inseguro de mierda, eso era.
—
¿Qué tienes Tom? tengo un jodido dolor en el pecho y la boca del estomago y no
puede ser por otra cosa más que tú. —Bill entro en la habitación, el pelinegro
tenía el rostro cubierto de crema para el cuidado de la piel.
Tom
frunció el ceño, su hermano era amante del cuidado de su piel. Suspiro dejando
su cuerpo caer sobre la cama, no podía contarle a Bill a dónde iba pero tampoco
podía mentirle. Scotty entro también a la habitación, se subió a la cama
meneando su rabito, como hacía cada vez que veía a su amo.
A
Tom se le prendió el bombillo.
—Voy
al parque a pasear a scotty, no tengo nada estoy bien son cosas tuyas. —sonrió
esperando que Bill no preguntara nada más.
—Oh,
vale. Te acompañaría pero luego de aplicarme esto no puedo salir de casa, el
sol podría hacer que mi rostro se quemara y sí eso sucediera Tommy, me
suicidaría. —dijo agregando una nota dramática a la última palabra.
—Eres
tan raro Bill, el gay aquí soy yo pero es otro el que parece tirar para el otro
bando. —se rió.
El
aludido alzo su bien peinada ceja. — Soy andrógino, me encanta usar maquillaje,
además es sólo cuestión de la sociedad que dice que uno no puede usar
maquillaje porque somos hombres. Gilipolladas, el maquillaje es maquillaje y
nada más, no me hace menos hombre usarlo y
bueno las chicas se vuelven locas por mí. —se carcajeo. — y eso me
encanta.
Tom
puso los ojos en blanco. —Vale, pero Raven no se ha vuelto loca por ti.
La
expresión de Bill cambio y Tom se arrepintió de haberlo dicho. Aunque no lo
admitiera su hermano gustaba de esa chica, mucho más de lo que pensaba, no lo
decía pero le molestaba que ella no le prestara la más mínima atención. Ese era
el karma, su hermano había lastimado a muchas mujeres en su carrera de chulito
y su lema de; soy-el-puto-Dios-del-sexo-me-las-follo-a-todas.
—Lo
siento. —se disculpo el de rastas.
—Está
bien, está bien, no te preocupes, no me afecta. Algún día, no muy lejano, Raven
caerá en mis redes, ya lo veras. —sonrió pero esa sonrisa no llego a sus bellos
ojos.
Tom
se sintió culpable pero su hermano merecía pasar por eso para que se diera
cuenta lo que era amar de verdad a alguien. Así como Georg también tenía que
pasar por eso algún día.
Pasadas
las tres y treinta de la tarde Tom salió de su casa con Scotty. Él decidió
caminar las cinco cuadras que le tomaría llegar al parque porque no quería
pedirle prestado el auto a su padre y caminar haría que pudiera pensar un poco
mejor las cosas.
Scotty
iba caminando como el perro feliz que era y él sonreía observándolo. Amaba con
toda el alma a ese pequeño ser que lo entendía tanto y fue un gran apoyo
emocional aunque lo único que le chico podía decir era “¡Guau!”
El
parque estaba lleno de niños jugando, aprovechando que el día estaba soleado y
un poco cálido. Tom se sentó en una banca para soltarle la correa a su chico y
dejarlo que fuera a olisquear el lugar y jugueteara, levanto la manga de su
abrigo y miro la hora; eran las cuatro y diez minutos. Suspiro llevándose una
mano a la frente, era un tonto por haber venido, se iba a arrepentir…
—Pensé
que me dejarías plantado.
Georg
se sentó al lado de Tom, él levanto la cabeza encontrándose con la mirada
esmeralda del amor de su vida. Su corazón exploto y sus manos empezaron a
sudar, jodidos fueran esos cambios químicos en su cuerpo.
—Sólo
vine porque quiero aclarar algunas cosas contigo.
—Te
escucho.
Tom
desvió su mirada hacia su perro, el can jugaba con unos niños que le lanzaban
la pelota. Él no sabía que decir en realidad, estaba pensando, hasta que por
fin se decidió a hablar.
—Se
que tú me dijiste que no me enamorara de ti, pero ya eso estaba hecho, siempre
lo había estado. Creí que tu de verdad si sentías algo. Cuando dijiste que yo
te gustaba pensé que podría llegar a más pero después supe que no, que yo había
actuado por lo que sentía en mi pecho y no había usado mi razonamiento para
darme cuenta la clase de persona que eres.
El
castaño escuchaba atento lo que el de rastas estaba diciendo. Tom suspiro
cuando el nudo en su garganta casi no lo dejaba respirar.
—Sólo
te basto una semana para follarte a otra persona y eso Georg, fue grosero. A ti
no te van los tíos de verdad, tu sólo quisiste experimentar conmigo, me usaste
pero ¿sabes? No voy a reclamarte ni reprocharte por ello porque, lo que paso ya
paso. —él sonrió un poco. — sólo quería que supieras que aunque me hiciste daño
no te guardo rencor y espero que encuentres a alguien que te haga ver la vida
desde otra perspectiva. En esta vida puedes follar y estar con quien se te
plazca pero un día necesitaras a alguien que te haga sentir querido, sea quien
sea, hombre o mujer, todos necesitamos a alguien que nos quiera.
Tom
esperaba que Georg dijera algo pero éste estaba en completo silencio mirándolo
como si no hubiese nadie más en ese lugar, esa acción lo incomodo.
—Ya
he dicho todo lo que quería así que mi acto siguiente es retirarme. —se levanto
con la correa de scotty en la mano.
Georg
le tomo la mano obligándolo a sentarse de nuevo. Él cayó sorprendido.
—Ahora
te toca escucharme a mí Tom.
La
mirada del castaño estaba nublada, no quería llorar, no quería demostrar
debilidad ante él pero ¿Cómo no podría? Había pasado semanas afligido por culpa
de ese estúpido chico con rastas y eso era inconcebible, eso no podía estarle
pasando a él. Era algo nuevo para él, jamás se había lamentado por lastimar a
nadie.
—Algo
debes hacer para que se me quite esto que tengo aquí adentro. —Señalo su
pecho— eres el culpable de mi aflicción
este mes que no te he visto.
Tom
le miro confundido pensando que ahora sí, Georg se había vuelto loco de remate.
—
¿De qué estás hablando Georg? —el de rastas se confundió.
—De
lo que estoy sintiendo. Tengo una jodida y dolorosa presión en el pecho en este
momento, quiero llorar pero no puedo, estuve un mes entero con este dolor cada
vez que yo pensaba en ti. Cuando estábamos juntos yo me sentía bien y a gusto a
pesar de que fue por un corto tiempo, quería hacerte sentir bien y folle
contigo más de una vez, ¿Sabes lo que es eso? ¡Yo jamás había repetido nada con
nadie! Llegas tú y lo cambiaste todo. ¿Qué me hiciste Tom? no sé qué es esto.
El
rubio abrió los ojos por la sorpresa que le daba escuchar esas palabras. Si no
se equivocaba Georg podría estar… ¿Enamorado de él?
—Tengo
un nombre para eso pero no sé si sea yo quien deba decírtelo. —no podía ocultar
la sonrisa y alegría que le daba pensar si quiera que Georg estuviese
enamorado, no podía.
—Dímelo,
no me importa sólo quiero que esto pare porque me molesta, me jode estar
sintiendo todas estas cosas y no entender un pepino. —Él se veía preocupado y
confundido.
Tom
sintió ganas de lanzarse sobre él y pedirle que dejara de ser tan tonto, el
corazón del muchacho estaba destrozando su caja torácica de tan rápido que latía,
estaba a punto de gritar por la ternura que irradiaba Georg en eso de “no sé qué
me pasa” cuando era evidente que estaba sintiendo algo más que “querer follar”
por él.
—Eso
se llama amor Georg, te estás preocupando por alguien más que por ti.
¿Amor?
¿Eso era amor? la sola mención del amor hizo que el castaño quedara
desconcertado. ¿Sentía amor por Tom? viéndolo desde ese punto… No, no podía ser
eso, o quizás lo era pero era tan cobarde que no podía admitirlo en voz alta.
Tom
miraba a Georg pensativo, era seguro que tenía una pelea enorme entre sus
pensamientos y sentimientos y lo entendía perfectamente bien.
—Entonces
es amor lo que yo siento. —dijo Georg saliendo de su ensimismamiento, eso fue
mas una afirmación que una pregunta.
—Sí.
—Tom asintió suavemente, no quería caer, no quería que Georg lo dañara de nuevo
si es que quería que lo intentaran otra vez.
—
¿Estarías dispuesto a darme otra oportunidad si te la pidiera? —Él de ojos
verdes esperaba que Tom lo hiciera, lo deseaba desde lo más profundo de su
corazón. Aunque todavía se sentía confundido respecto a todo eso, no sabía si
realmente era eso que decía Tom sobre amor o las ganas que tenía de seguir
follandolo.
¡Din,
Din, Din, Din! La pregunta que estaba esperando. Su mirada viajo hasta sus
masculinas manos, se quedo en blanco pero sabía cuál era la respuesta.
Tom
levanto la mirada de nuevo. —Demuéstrame que quieres que esto funcione y yo te
daré una respuesta.
Dicho
eso él se levanto de la banqueta, fue por su perro y se encamino de nuevo a su
casa con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Georg tendría que
enamorarlo de nuevo (y más de lo que estaba) si quería que ellos dos tuvieran
algo de nuevo. Era hora de ponerse romántico.
***
—
¿Cómo diablos puedo ponerme romántico? ¡Nunca lo he sido! Jamás en la vida le
he regalado una rosa a ninguna mujer, excluyendo a mi madre, a ella sí. ¿Qué
piensa ese chico?
Georg
caminaba de un lado a otro en su habitación mientras que Michael le miraba
curioso. El niño de dos años y ocho meses fruncía los labios tratando de descifrar
lo que su hermano quería decir. Desde que había llegado de su salida del parque
tres días atrás, había notado que su hermano pensaba mucho y estaba distraído
hasta el punto de dejarlo mirar sus caricaturas cuando le tocaba a él mirar sus
programas de lucha libre.
—Gigi
¿Qué te pasa? ¿Te puedo ayudar? —pregunto inocente.
El
mayor se quedo sorprendido al darse cuenta de que Michael estaba sentado en el
piso mirándolo como caminaba de un lado a otro. Se echo a reír, estaba tan
distraído.
—A
lo mejor no me entenderás. —dijo él arrodillándose frente a su hermano. Él no tenía
amigos a los que confiarle lo que sentía por Tom, ni tampoco a los que pedirle
ayuda. Corrección, sí tenía pero los había perdido por imbécil. — pero me gusta
alguien…
—
¿Alguien? ¿Así como a mí me gusta la hija de la amiguita de mami? Esa niña es
linda. —los ojos grandes del niño brillaron.
Georg
asintió sintiendo adoración por su hermanito. —Ese es mi hermano. Exactamente,
me gusta alguien como a ti, peo esto es diferente yo ya estoy grande.
—Yo
también, yo tengo así —el niño alzo tres deditos— y soy grande, eso dijo papi.
El
castaño asintió sonriendo. —Tienes dos y medio, no te hagas, pero es cierto, ya
estas grandote.
—Síp,
¿A ti quién te gusta?
«El
hombre más gay que pudo haber pisado la tierra, ese» — Una persona que tú
conoces pero que yo necesito impresionar y darle a entender que no quiero
lastimarle, que si quiero y deseo hacerle feliz. —suspiro sintiéndose estúpido
por estarle diciendo esas cosas a su hermano de apenas dos años y medio.
—Dale
dulces, a mi me gustan los dulces y a Sally también —coloco sus manitos a los
lados de su boca y se acerco a su hermano susurrando— Sally es la niña que me
gusta, es muy bonita.
Georg
abrazo a su hermano con fuerza palmeando el pañal, ese renacuajo era la ternura
andando y él lo quería mucho a pesar de que no lo demostrara.
—Hacen
que el corazón de mamá se hinche de ternura. ¿Pueden ser mas lindos ustedes
dos?
Karla,
la madre de ambos estaba parada en la puerta abrazándose a sí misma y
emocionada por ver a sus dos hijos compartiendo como hermanos.
—
¡Mami, llegaste! —Michael soltó a Georg y corrió a los brazos de su madre, ella
lo cargo en sus brazos.
Georg
se levanto acercándose a su madre y dándole un beso en la mejilla. —Hola mamá,
¿Cómo estuvo tú jornada de trabajo hoy?
La
hermosa mujer de cabello rubio cenizo suspiro. —Hoy un paciente murió en mis
brazos, era un niño de cuatro años. —apretó a Michael besándole la mejilla y acaricio el cabello de su hijo mayor. — es
difícil ver como la vida de un pequeño se va de esa manera, sufrió un accidente
de tránsito y el más afectado fue él.
—Oh
—Georg abrazo a su madre— lo siento mucho mamá.
—Gracias
hijo. —Ella decidió cambiar de ánimo para sus hijos— ¿Cómo está eso de que te gusta alguien mi Moritz?
El
aludido puso los ojos en blanco. — ¿Estuviste escuchando no es así?
—Sólo
un poquito, bueno ya todo pero quiero ayudar soy mujer, se lo que deseamos
todas cariño.
Georg
se rió cuando menciono la palabra “mujer” si supiera que era por un hombre quizás
no le agradaría mucho la idea de ayudarlo.
—Invítale
a cenar a un lugar bonito y tranquilo, si es al aire libre mucho mejor, procura
que hayan velas, un buen vino y comida riquísima, te dirá que sí sin pensarlo
dos veces. —La joven madre beso a Michael de nuevo— aunque también puedes
enviarle chocolates o llevarle a algún lugar mágico en el que puedan conocerse
mejor.
Georg
arrugo la nariz cuando su madre salió y le dejo solo. ¿Una cena? ¿Chocolates?
Diablos, su madre era una romántica sin remedio, y bueno Tom no se quedaba muy atrás, seguro
como la mierda que le encantaría eso.
Cogió
su celular y marco el número de Anna, su amiga que tenía una casa en las
afueras de Berlín, esa casa sería perfecta para una cita de esa magnitud.
—Estoy
poniendo mucho empeño en esto, sí Tom me dice que no, le pongo todo por la
cabeza.
omg! ¡me encanto este capitulo bueno todo lo que escribes espero el siguiente un beso
ResponderEliminarJoder, ya quiero ver la cara de Tom, al sentir que su chulo quiere enamorarlo, parece que cupido le flechó a Georg, espero por más siguele que amo todos tus capítulos. c;
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