martes, 3 de septiembre de 2013

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo I



 Nota del Escritor: Hola, he aquí yo de nuevo con una nueva historia para ustedes, espero les guste. :)


Título: Te he echado de menos

Autor: Raibelys

Clasificación: NC-17

Categoría: Slash

Género: Lemon, TORG, Universo Alterno, romance, Mpreg, Relación establecida, Drama.

Advertencia: Ninguna.

Disclaimer: Todos los personajes reconocibles en las historias son propiedad de sus respectivos dueños, las acciones y los hechos pertenecen a su autor.

“—Solo una cosa más. —Georg se puso serio— No te enamores perdidamente de mí. No valgo la pena.
Esas palabras provocaron en Tom un cambio notorio por lo que Georg coloco sus manos en los hombros del joven.
—Promételo.
—Lo prometo. —soltó Tom con la mirada fija en la de Georg.”

Resumen: Tom Kaulitz es un joven de veinticuatro años con un hijo de tres años llamado Moritz. Nadie conoce la historia de cómo llego ese niño a excepción de los padres, el hermano gemelo de él y su mejor amigo Gustav. Con su corazón agujereado Tom ha logrado sobrellevar la vida sin la persona que ha amado desde que tiene catorce años de edad.
 Hace tres años, nueve meses, ocho horas y cinco segundos que no ve al padre de su “Gordito”  pero eso cambia, cuando la persona que jamás pensó volvería a ver apareció en su sitio de trabajo ordenando que se le atendiera. Georg aparece en el mejor (O peor) momento de la vida del muchacho.




Capítulo I

Invierno. La última hoja del árbol caía sobre la nieve, un joven muchacho la recogía y sonreía admirándola, la guardo en el bolsillo de su abrigo y continúo su camino. Observaba la belleza de aquella ciudad cubierta de nieve blanca y pura, como su corazón.
El joven, iba camino hacia su trabajo en la cafetería que pertenecía a su amigo, ansiaba tanto volver a trabajar de nuevo después de que... El sonido de la bocina de un auto lo hizo detenerse, estaba tan distraído que no había podido ver que un auto se acercaba, pidió disculpas y siguió con su camino.
Llego a la cafetería y entro, vio a Guadalupe acomodando algunas mesas, su amigo estaba haciendo algunas cuentas en el mostrador por lo que se acerco hasta él y le saludo.
—Hey, Gustav ¿Qué tal estas? —pregunto.
El hombre de cabellos rubios y lentes le dedico una agradable sonrisa.
—Encantado de verte Tom, hoy será un buen día.
—Estoy completamente seguro de que así será. —sonrío.
Tom se dio la vuelta para mirar como Guadalupe ordenaba las servilletas y los manteles de cada mesa, esa chica era una buena trabajadora. Ella le descubrió mirándole, se ruborizo y él se vio obligado a levantar la mano para saludarle.
— ¿Cómo estas, Lupita?
Ella sonrío tímidamente, paso una mano por su larga cabellera negra y suspiro. —No muy bien pero espero que este día pase algo que me alegre.
— ¿Qué sucede, problemas en casa? —pregunto de manera amable.
Lupita dejo escapar de nuevo un suspiro.
—Mi novio, es un idiota, termine con él.
—Oh cuanto lo siento.
Él sabía perfectamente lo que era tener un novio idiota y hablar de eso no era lo que planeaba para su mañana.
—Espero que todo se arregle, cariño, si él te hizo mal era mejor dejarlo.
—Sip. —ella lo deslumbro con una sonrisa adorable. — ¿Cómo está el gordito?
Tom sonrío cuando ella pregunto por el gordito, era su alegría todos los días.
—Lo deje en el kínder hace unos treinta minutos, oh señor no sabes lo que es tener que dejarlo, el pobre estuvo llorando desde que le dije que tenía que quedarse. —Hizo una mueca— no me gusta que lloré.
—Te entiendo —ella suspiro— pero es un proceso, ya verás que se va a acostumbrar.
—Eso espero.
Su conversación no se extendió mucho más porque era hora de abrir el lugar. No pasaron diez minutos cuando una mujer y dos niños entraron al local, se sentaron en una mesa y Guadalupe llego a atenderlos, Tom se quedo observándolos, ellos le recordaban mucho a su gordito.
El día había pasado lento, clientes entraban y salían mientras que él estaba pendiente de la hora para ir a buscar al gordito en el kínder. A la final, Gustav se ofreció a ir por él y él, acepto porque el lugar estaba lleno y se necesitaba ayuda extra en el mostrador.
Media hora más tarde, un niño de mejillas regordetas y coloradas entro junto con Gustav a aquel lugar, Tom sintió su corazón hincharse de la emoción al ver a su gordito tan sonriente y feliz. El pequeño lo saludo con euforia y se fue junto con Gustav hacia la parte trasera mientras que Tom se dispuso a limpiar una mesa. En la cafetería, él hacía todo lo que pudiera, era mesero, atendía el mostrador y todo en lo que se necesitara porque  para eso estaba allí.
Tom limpiaba la mesa con afán de que quedara completamente limpia, tenía una pequeña compulsión con la limpieza así que tenía que quedar brillante.
—Buenas tardes, ¿Podría atenderme usted? No hay nadie en el mostrador.
El joven se envaro al escuchar aquella voz que conocía perfectamente, no podía ser. Alzo su mirada para llevarse una gran sorpresa, era él, después de tanto tiempo era él.
— ¿Tom?
La cabeza comenzó a doler y los recuerdos invadieron su mente, tuvo que sentarse un momento para recuperarse.
— ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Espera voy a...
— ¡No! —exclamo, alzando la mirada hacia el hombre frente a él, setenta kilos aproximadamente de puro musculo, ojos esmeralda y cabello corto, castaño. — Georg, ¿Qué estás haciendo aquí?
El castaño frunció el ceño, se sentó en una silla y suspiro.
—Tengo cosas que arreglar, por eso estoy aquí, jamás me imagine que te iba  a encontrar en este lugar, fui a casa de tus padres pero me dijeron que no vivías allí desde hace tres años.
Tom no podía creer lo que estaba escuchando ¿Lo había ido a buscar? ¡Después de que lo había abandonado! Sus manos comenzaron a temblar y trato de calmarse respirando suavemente.
—No hablo con mis padres desde hace mucho tiempo, ¿Qué haces buscándome? Creí que tú habías sido suficiente claro al decir que ya no podías estar conmigo Georg. —respondió con rabia acumulándose en su interior.
El joven frente a él dejo escapar un suspiro y le tomo la mano, él la esquivo.
—Se que te estarás haciendo muchas preguntas, pero solo quiero conversar contigo.
El ambiente estaba tenso, si se lo contaban, él jamás lo iba a creer.
— ¿Cómo has estado?
Tom frunció el ceño conteniendo sus ganas de lagrimear. Tanto tiempo anhelo con verlo y que todo lo que había pasado fuera mentira. En definitiva Georg no se merecía ni una sola lagrima.
—Muy bien, he estado bien ¿y tú? —respondió sonriendo, no iba a demostrar que aun había algo.
—Regrese de Holanda hace unos días, extrañaba estar aquí.
—Que bueno. —Tom volteo para ver a Lupita mirarlos desde la ventanilla de la cocina. — Tengo que irme, debo trabajar.
— ¿Por qué ya no estás con tus padres? Cuando mencione tu nombre a tu madre hizo una mueca extraña y me dijo que no te buscara en esa casa, ¿Paso algo cuando yo me fui?
¿Qué si había pasado preguntaba? Era su culpa, por él había sido echado de aquella casa que tanto amaba, alejado de todo lo que había tenido un día y obligado a trabajar para mantenerse y mantener a su hijo, lo único que amaba más que a sí mismo.
—Es algo que no quisiera platicar contigo Georg, —él le miro a los ojos— así que con tu permiso.
Tom se dio la vuelta para caminar hacia la cocina pero su gordito estaba asomado por la puerta mirándolo, se puso como una piedra, no quería que Georg lo viera, ese niño era su hijo.
El adorable niño gordito, con mejillas grandes y coloradas, tan pálido y parecido a su padre salió corriendo hasta llegar a él, Tom no tuvo más remedio que levantarlo y acurrucarlo en su pecho, era su bebé, su milagrito y por lo único que seguía vivo.
—Papi, ¿Quién es tu amiguito? —pregunto el niño curioso, observando a Georg frente a ellos.
Él no sabía que responder.
—Soy Georg pequeño. —dijo sonriendo un poco, extendiendo su mano para dársela al niño. — ¿Tú cómo te llamas?
—Me llamo Moritz Kaulitz. —sonrío tiernamente, sus ojitos verdes brillaban felices.
— ¿Moritz? Qué bonito nombre, yo me llamo Georg Moritz.
Tom seguía dándole la espalda a Georg, su corazón martilleaba su pecho, se había quedado sin palabras. Su hijo y su padre, juntos por primera vez en sus vidas.
—Moritz, cariño... papá te ha dicho que no debes salir a fisgonear cuando estoy trabajando, quedamos en que ibas a quedarte en la oficina con el tío Gustav ¿o no? —le regaño suavemente.
Moritz suspiro—Papi, el tío Gustav me dijo que podía venir por un dulce y yo vine y te vi con tu amiguito. ¿Es malo eso?
—No, —dijo Tom colocándose de frente— pero ya mi amiguito se va ¿No es cierto? —miro a Georg.
—Sí, me voy en un rato más.
El rostro de Georg se veía confundido y seguro que estaba sacando conclusiones sobre ese niño que le decía “papi” cuando la verdad es que el niño era una pequeña parte de ambos.
—Ve con Lupita y pídele que te dé un poco de helado de Vainilla. —Palmeo el traserito acolchado por el pañal de su niño y deposito un beso en su mejilla— yo iré en un rato. —Lo bajo de su regazo.
Moritz se fue corriendo y sonriendo por la buena noticia de que le dejarían comer helado. Tom regreso su mirada a Georg quien permanecía callado observando la puerta por donde el pequeño había desaparecido.
— ¿Es tú hijo? ¿Cuándo lo tuviste? ¿Con quién?—pregunto de repente.
—No es tu problema. —respondió de manera neutra.
—Tienes razón, lo siento. Oye me gustaría que habláramos, tenemos mucho tiempo de no vernos y yo quiero arreglar ciertas cosas contigo ¿Te parece que nos veamos en algún lugar esta noche?
« ¿Estas jodidatamente loco?» pensó.
—Creo que eso no podrá ser posible, yo tengo muchas cosas que hacer esta noche con mi hijo así que, lo siento. —sonrío falsamente.
—Entiendo, pero debes tener otros días libres. —insistió.
—Para ti no.
Se dio la vuelta y se fue hasta la cocina en donde Moritz estaba jugando con su helado de vainilla y tenía la boca sucia. Miro a Lupita y suspiro.
— ¿Puedes ir a atender a ese hombre que estaba conmigo? Tengo algo que hacer con este grosero. —Le beso la mejilla y sonrío sintiendo el sabor de la vainilla en sus labios— que posiblemente me coma porque sabe rico.
Moritz se carcajeo al recibir los besitos de su papá.
—Será un placer atender a ese bombonaso ¿Cómo dices que se llama?
Tom la miro con mala cara—Pregúntaselo tú.
 Lupita obedeció y salió de allí con cara de “A este tío me lo cojo porque sí” provocando celos y pensamientos asesinos en Tom. Aunque pasaran mil años, él siempre amaría a Georg, a su único y primer amor, había tenido muchos y muchas amantes en su vida pero Georg fue al que amo y amaba en la actualidad aunque este le hubiese hecho tanto daño.
 
Un comentario es bien recibido, bueno o malo sabre apreciarlo.

3 comentarios:

  1. AAAAAAAAHHHHHHHHHHH ¡POR DIOS! ME ENCANTA ESPERO MAS POR FAVOR CUIDATE UN BESO

    ResponderEliminar
  2. Owwwww el gordito :'3
    Dios Rai estas haciendo que me gusten mucho estas historias :3
    Espero subas pronto...
    Que ya me quedé picada...
    Cuídate y un abrazo :D

    ResponderEliminar
  3. Recien empiezo a leer y me encanta♥

    ResponderEliminar