Capitulo
XX
Tom,
Raven y Bill salieron de la clínica con una enorme sonrisa en sus rostros. El
joven embarazado tenía mucho tiempo sin sentirse a gusto con alguien. Junto a
su hermano y Raven se sentía tranquilo, aunque no del todo.
Los
cuatro (contando al bebé) se fueron al centro de la ciudad a comprar ropa para
bebé, todo por petición de Bill.
Todo
iba perfecto, el día tenía buena pinta, nadie lo miraba extraño y lo que
estaban comprando para el niño era bonito.
Tom
llego a la casa agotadísimo, sus piernas dolían mucho y sus pies estaban
hinchados. Subió a su habitación sin detenerse a saludar a quién sea que estaba
en la sala. Entró, se deshizo de su ropa y se metió a la ducha para darse un
baño relajante, dejando que el agua relajara su cuerpo pesado.
Se
sentó sobre su cama y reviso su correo electrónico mientras esperaba que Bill
hiciera acto de presencia con la comida
que le dijo le subiría en cuanto estuviera lista. Se acostó de lado acariciando
su vientre con delicadeza, tendría un pequeño varoncito. Comenzó a imaginarse
cómo sería ese pequeño.
Al
ver que Bill tardaba mucho decidió bajar y dirigirse hacia la cocina, allí
encontró a su madre preparando la cena.
—Tommy,
mi niño, estoy preparando la cena para que nos sentemos juntos en la mesa.
—Gracias
mamá. —sonrió un poco y se dirigió a la nevera para tomar una manzana. — ¿Dónde
está mi hermano?
—Acaba
de salir a comprar algo para mí, regresa en un rato.
Él
suspiró y justo cuando se iba a dar la vuelta para retirarse, dos manos
femeninas se posaron en su vientre descubriendo su secreto. Se movió tan rápido
como pudo pero era demasiado tarde, al ver la mirada de su madre el mundo se le
cayó encima.
—Dime
que eso no es nada de lo que deba preocuparme.
Tom
no sabía que decir.
—
¿Estás... estás embarazado? —preguntó Simone con los ojos ensanchados.
El
joven no sabía dónde meterse ni hacía dónde ir. Negó con la cabeza y se escabulló
de la cocina, encontrándose con su padre llegando a casa. Estaba acorralado.
Simone
salió de la cocina armando un alboroto.
—
¡¿Qué sucede?! —gritó Jörg mirando a la histérica Simone.
—Papá…
yo…—Tom miraba el rostro confundido de su padre, tenía ganas de llorar, de
gritar, de huir. Pero el momento había llegado y no de muy buena manera.
—Está
embarazado Jörg. ¡Va a tener un bastardo! —dijo Simone con cierto veneno en sus
palabras.
Jörg
se sorprendió pero luego se echo a reír.
—
¿Estás de broma mujer? Nuestro hijo no puede pasar por eso —Él miró a su hijo. —
¿No es cierto Tom?
Tom
cerró sus ojos, él no quería decepcionar a sus padres, no quería estar pasando
por todo aquello pero ya no podía ocultar lo evidente. ¿Cómo iba a desmentir
algo cómo eso? Se armo de valor y respiró profundo antes de hablar.
—Estoy
embarazado papá.
Jörg
perdió la sonrisa que había estado en sus labios minutos antes, se acercó a su
hijo tocándole el vientre para descubrir un avanzado embarazo y airado cometió
el error de golpearlo haciendo que el
labio inferior de Tom sangrara y de
nalgas cayó sobre el primer escalón de las escaleras. Tom trato de soportar su
peso con las manos para evitar una caída que le hiciera perder a su hijo.
—
¿Cómo puede ser esto posible? ¡Eres un hombre!
Simone
ni siquiera se movia, observaba todo al lado de su marido. Se sentía
avergonzada del hijo que tenía.
Tom
no lloro, se levanto enfrentándose al padre que pensó le apoyaría por ser más
comprensible que su madre.
—Pasó
y no tienes que preguntar, voy a tener un hijo.
Simone
llevó una mano a su pecho y la otra a su frente negando con la cabeza. Jörg estaba
en silencio para evitar darle otro golpe a su hijo más preciado. A pesar de que
le había confesado su homosexualidad, él lo amaba pero no podía soportar un
embarazo ¿Qué dirían los demás?
—Vete
de la casa. —dijo Simone mirándolo.
El
corazón del joven se hizo pedazos. ¿A dónde iba a ir? ¿Qué iba a hacer? Esas
fueron las primeras preguntas que se le cruzaron por la cabeza.
—Papá,
sé que estas enojado conmigo pero es tu nieto, es sangre de tu sangre ¿Me vas a
dar la espalda? —Él no quería irse, no quería alejarse de su familia, que
aunque fuera un poco desunida y con problemas, quería permanecer en ella ahora
con su hijo también, porque él también era parte de su disfuncional familia.
Jörg
abrió su boca para decir algo pero fue Simone quién hablo por él.
—Te
vas de esta casa, ese niño es una aberración, ese niño es un pecado, es hijo de
Satanás y no lo queremos aquí.
Los
ojos de Tom se volvieron una cascada de lágrimas. Podría soportar que le
insultaran a él, pero no al ser humano que crecía dentro de él, ese pequeño que
no tenía la culpa de nada.
—¡No
llames aberración a mi hijo, no tiene la culpa de nada! —gritó mirando a su
madre. — si no le quieres, esta bien, ¡Pero no insultes a lo que esta dentro
mío!
—
¡Lo hago porque es cierto, ese niño no es nada mío, ni de nuestra familia!
Tom
no podía creer cuanta ignorancia y veneno había en las palabras de su madre.
Jörg no decía nada y entonces él decidió subir a su habitación, empacar todo lo
que pudiera y fuera de suma importancia. Mientras empacaba las lágrimas eran
torrentes de agua cristalina y salada que le empapaban las mejillas. No podía
creer que su propia familia estuviera dándole la espalda de esa manera. Cogió
todo el dinero que guardaba en su habitación, sus tarjetas, su laptop, su iPad y
todo lo que fuera de valor y comprado con su propio dinero, quizás eso le
serviría para conseguir más dinero.
Una
vez todo listo, bajó las escaleras con dos maletas grandes y dos bolsos en sus
hombros. Simone estaba en la puerta y no se mostraba ni siquiera un poco dolida
con lo que sucedía. Su padre ni siquiera lo miraba y eso le dolió más que las
mil palabras venenosas que había lanzado su madre en todo lo que tenía de existencia.
Él
se detuvo en la puerta, mirando a su madre.
—Esto
siempre lo deseaste mamá. Deseaste que me fuera de esta casa porque no aceptas
lo que soy. Pero ahora te doy el gusto, algún día te arrepentirás de lo que has
hecho y vendrás a pedirme perdón, he de decirte que ya te he perdonado pero no
quiero volver a verte más nunca. Ni mi hijo, ni yo vamos a molestarte de eso
puedes estar segura.
Simone
no dijo nada y se limito a alzar la barbilla viendo como su hijo mayor salía
por esa puerta para quizás no volver
nunca más.
***
El
teléfono de Tom sonaba con insistencia, era su hermano gemelo quien le llamaba desesperado.
Él no quería hablar con nadie.
Al salir de casa buscó un taxi para que le
llevara a un hotel para pasar la noche. Había decidido que no quería llevarse
el auto que le regalo su padre y que debía pensar en lo que tenía que hacer
ahora que su dinero era limitado.
Su
cuerpo pedía a gritos un baño relajante, sus piernas dolían mucho y la espalda
lo estaba matando. El peso de la barriga lo empeoraba todo, y su aspecto era el
peor que había tenido en años. Una vez en su habitación de hotel, decidió
contestar la decimo primera llamada de Bill.
— ¡¿Dónde diablos estás Tom?! —gritó el
gemelo a través del auricular.
Tom
apartó el auricular y lo puso en altavoz. Lo que menos deseaba en esos momentos
era que le gritaran, se sentía demasiado mal y con dolor excesivo en el vientre
y la parte baja de la espalda.
—En
un hotel, estoy a punto de descansar por favor Bill, no quiero escuchar nada de
nadie. —suspiró.
—Está
bien, no lo hagas pero dime dónde estás, quiero estar contigo.
—Quiero
estar solo.
—Por
el amor a Dios, o me dices dónde estás o empiezo a buscarte en todos los
hoteles de Berlín.
A
Tom no le quedó de otra más que decirle a su hermano dónde se encontraba.
Media
hora después, Bill estaba plantado en la puerta de le habitación con dos bolsas
de comida en las manos. Entró y las dejó sobre la mesa.
—Es
horrible lo que esta sucediendo. —dijo Bill dejando escapar un suspiro melancólico.
—No
quiero hablar de eso. —susurró, pero al parecer su hermano no le escucho.
—No
he podido creer que mamá te botara de casa, cuando le pregunté a papá no dijo
nada, está encerrado en su despacho.
Las
ganas de llorar de nuevo.
—No
quiero hablar de eso Bill. —dijo Tom acostándose en la cama y cerrando los
ojos. Desde la caída dolía mucho su parte trasera y el vientre.
—Tom…
Tom
no quería moverse, se sentía cómodo en posición fetal.
—Tom…
Silencio
de su parte, de repente tenía mucho sueño.
—
¡Tom, estas sangrando! —gritó Bill.
***
Tom
despertó y se dio cuenta que se encontraba en el hospital, lo último que
recordaba era haberse quedado dormido en la habitación del hotel con Bill y…
¡Sangre, su hermano había gritado que sangraba!
—
¡Bill! —gritó desesperado tocándose la barriga.
—Shuuu,
tranquilo estoy aquí. —Bill se acerco hacía él y le acaricio la cabeza.
Tom
no podía estarse quieto, su bebé tenía que estar bien. Las lágrimas se hicieron
presentes cayendo una detrás de la otra, su corazón latía acelerado temiendo
por la vida de lo único que lo mantenía en pie.
—Está
bien Tom, tú y el bebé están bien. Fue por el estrés y todo lo que sucedió
temprano que te desmayaste y el sangrado fue por la caída pero todo está
perfecto.
Él
en ese momento se dio cuenta de cuánto le importaba esa criatura que tenia
adentro. Sí algo le hubiera pasado, no le hubiese perdonado nunca a su padre
haberlo golpeado.
Una
hora más tarde el doctor decidió que era hora de ir a descansar en casa. Bill se
llevo a su hermano hasta el hotel y se quedó junto a él hasta que Tom cedió y
fue a caer en los brazos de Morfeo.
***
En
el séptimo mes de embarazo su vida había pasado de ser normal y tranquila a ser
estresante y triste para él. Su barriga ya no podía crecer más y los dolores de
espalda aumentaban con ello.
Bill
pocas veces le visitaba porque debido a su éxito como modelo estaba ocupado la
mayoría del tiempo. Ya casi ni se comunicaban.
El
dinero que había obtenido por todas sus pertenencias de valor estaba
acabándose, entre consultas medicas, medicamentos para su embarazo y el pequeño
departamento que había rentado todo ese dinero se había esfumado. La única
persona que seguía visitándolo y ayudándolo con la comida y los quehaceres era
Raven y últimamente ella la estaba pasando mal por culpa de Bill. Los dos
concordaban en que Bill había cambiado de manera brusca y a pesar de querer
saber porqué Raven sufría tanto, ella no le decía nada, tal vez para no
preocuparlo o hacerle sentir más decepcionado de lo que estaba.
Decidió
que tenía que conseguir un trabajo a cómo fuera de lugar. Sabía que con su
avanzado embarazo sería tarea difícil pero nada perdía con buscar, podría usar
ropa ancha y hacerse pasar por un hombre gordo aunque ni siquiera lo pareciera,
su rostro seguía siendo fino y sus brazos delgados.
Gustav
le ofreció ayudarle con el embarazo pero él no se lo permitió por el simple
hecho de que no quería ser mantenido por nadie más que él mismo. Además de que
Gustav no tenía que hacerse responsable de él.
Luego
de una larga y ajetreada semana, logró conseguir un trabajo de medio tiempo en
un restaurante cercano a la universidad. La que estuvo obligado a dejar por su
embarazo y por no tener cómo pagar el semestre.
Como
mesero le iba bien, no era mucho lo que le pagaban, pero suficiente para
ayudarle con el departamento y alguno que otros gastos que eran necesarios.
Las
dos semanas que llevaba trabajando eran duras, sus pies vivían hinchados y sus
caderas dolían cada vez que se movia, pero no iba a dejar de hacerlo porque
dinero era lo que le hacía falta.
Gustav
al final de todo era el único que permanecía a su lado porque Raven había
decidido irse a Venezuela unos meses para resolver sus propios problemas
emocionales provocados por su gemelo, de quien no sabía nada más que lo que
decían en la televisión y los periódicos. Él no se opuso a que ella se fuera
porque, desde lo lejos se notaba lo mal que ella estaba. No entendía que era lo
que su gemelo le había hecho pero sabía que Bill la hirió de una manera tan
cruel que hizo que esa mujer tan fuerte se derrumbara por completo.
Limpiar
y servir mesas no era lo que había pensado que estaría haciendo en el último
mes. Su barriga de embarazo ahora sí que no daba para más y ya se encontraba en
el penúltimo mes de gestación. Él niño (que aun no tenía nombre) no dejaba de
moverse y patearle con insistencia cuando se sentía triste o enojado. Para
dormir era otro problema porque ese pequeño pateaba toda la noche y lo mantenía
despierto casi toda la madrugada.
La
tarde estaba perfecta, corría el mes de junio y Tom estaba limpiando una mesa.
Desde la mañana había sentido dolorcitos en la parte baja de la espalda, pero
los ignoró porque lidiaba con ellos desde dos semanas atrás. De repente se
sintió mareado y una especie de corriente le recorrió la columna y el vientre.
—
¿Estás bien? —pregunto la joven que estaba sentada en la mesa de enfrente.
Él
trató de sonreír pero otra contracción le hizo rechinar los dientes de puro
dolor.
—
¿Estás…? ¡Oh mi Dios! —gritó la chica levantándose de su lugar y ayudándole a
sentarse. — Estas a punto de parir, inhala y exhala. Voy a llamar a una
ambulancia.
Tom
negó con la cabeza incapaz de decir alguna palabra coherente. El dueño del
restaurante hizo acto de presencia al ver que un gentío se amontonaba para ver
a Tom sufrir por sus dolores de parto.
—
¡¿Qué está pasando aquí?! —apartó a muchas personas para poder pasar. Al ver a
la chica sobar la barriga enorme de Tom se impactó tanto que no pudo seguir
hablando.
El
joven sintió vergüenza de tener que pasar por eso frente a todas esas personas
pero el dolor era más grande y eso lo llevo a ignorar los murmullos de los demás.
La
ambulancia llego y justo cuando estuvo dentro su presión bajo y lo último que
pudo escuchar antes de desmayarse fue al paramédico decir:
—Todo
va a salir bien.
ay no pobrecitoy que mal lo de sus padres y su hermano pobre de raven espero el siguiente un beso
ResponderEliminardgfuatgtfudsf oh por dios D:
ResponderEliminarTommy va dar a luz *n*
amo esta fic :3
Amo el TORG :') pero odio a Georch aquí :c
Sube pronto Rai me encantaron los capitulos :3