Capitulo
XIX
Tom
salió del hospital junto a Raven mientras que Gustav les esperaba en su
camioneta. Era la mañana del día viernes, día en que le dieron el alta luego de
haberle hecho pasar por un tratamiento para mejorar su estado de salud y su
embarazo.
«Embarazo…»
En la cabeza de Tom sólo existía la palabra embarazo.
¿Cómo
podía ser posible eso? El doctor se lo había explicado con detalles específicos
pero él sinceramente no podía creerlo todavía. Si bien él no era el primer caso
de embarazo masculino, se sentía un fenómeno porque nunca había escuchado de
alguno. Siempre pensó en tener hijos adoptados, y ahora resultaba que iba a
tener uno suyo propio.
Colocó
su cabeza sobre la pierna de Raven y suspiró llevando su mano directo a su vientre
que aún no se notaba. Ella le acaricio el cabello suspirando también, a Raven
le afectaba todo lo que le estaba pasando a Tom, porque él es su mejor amigo.
—
¿Te sientes bien Tom? —pregunto imaginando que al rubio le incomodaba algo.
—Estoy
bien. —respondió en voz baja. — sólo quiero pedirte que no digas nada de mi
embarazo a nadie. No quiero que nadie lo sepa hasta que ya no pueda ocultarlo
más. ¿Vale?
Ella
frunció el ceño negando con la cabeza. —No quiero que te molestes conmigo Tom,
pero creo que un embarazo no se puede ocultar, tú necesitas apoyo emocional y
ocultándolo sólo tendrás miedos y preocupaciones que no son buenas ni para ti,
ni para él bebé.
Tom
se quedo pensativo. Ella tenía razón pero él no deseaba que nadie se enterara
todavía. No quería tener que mirar la cara de sus padres al saber que iban a
ser abuelos de una manera un tanto extraña. Bill tal vez lo entendería pero sus
padres eran cabeza dura y no lo aceptarían fácilmente, su madre haría un
escándalo, el drama del siglo, y su padre, que aunque siempre lo apoyaba,
pegaría el grito al cielo.
—
¿Cómo piensas tú ocultar tu embarazo por tanto tiempo? Dentro de unos meses tu
vientre crecerá y será grande ¿Qué vas a decir? ¿Qué tienes parásitos?
—Eso
no es mala idea. —se puso derecho y miró hacia Gustav. — Gus, no quiero que le
digas a nadie sobre mi embarazo.
—Lo
sé Tom. —respondió Gustav mirándole por el retrovisor. — los estoy escuchando.
—
¿Tú también piensas que es un error ocultarlo?
—Sí,
pero es decisión tuya, yo sólo te apoyo en todo lo que tú necesites.
Él
se sintió agradecido de que sus dos mejores amigos le dieran tanto apoyo
emocional.
En
cuanto estuvieron en casa Tom se coloco un suéter manga larga que cubriera los
moretones de las agujas en sus brazos. Entro a casa como si nada hubiese
pasado, y su madre estaba junto a dos de sus amigas platicando. Al verle ella
se levanto con “emoción” y le abrazo.
—Mi
hijo ha regresado de su viaje. —Sonrió— ¿Qué tal te ha ido?
Tom
miró a las señoras sonriendo y para no dejar en pena a su madre sonrió también.
—Me
fue muy bien mamá, estoy cansado y quiero dormir. Rav irá a ver a Bill. ¿Dónde está?
Simone
miró a Raven e hizo una sonrisa torcida que pareció más una mueca de
incomodidad. A ella no le era agradable Rav sólo porque no era el tipo de mujer
que físicamente combinara con su hijo favorito.
—Bill
esta en el jardín jugando con scotty.
Tom
vio la incomodidad de Raven y se encaminó con ella hasta la cocina. Su madre a
veces podía ser hiriente cuando no disimulaba que algo le disgustaba.
—No
le prestes atención, mi hermano te quiere y es lo único que te tiene que
importar. Ella siempre buscará la manera de hacerte sentir incomoda porque no
te conoce bien pero ya se le pasará.
Bill
entro sonriendo junto a scotty que intentaba morderle los zapatos.
—
¡Bill!
Raven
cambió su semblante y sonrió amplió cuando vio a Bill entrar. Se acercó a él y
le dio un abrazo que fue correspondido con tanta ternura y amor que Tom sintió
envidia y un aguijonazo en el pecho, él deseaba que alguien le recibiera así.
Sonrió
para disimular su incomodidad.
—Me
alegra mucho verte. —Dijo Bill dándole un beso en los labios.
—Te
eche de menos mi amor. —ella se puso en puntillas y volvió a besarle los
labios.
Bill
la beso por largo rato y Tom decidió retirarse para no ser el tercero en
discordia. Justo cuando pensaba salir, Bill le llego por detrás y lo abrazo
colocando las manos en su vientre. Por un momento Tom pensó que él ya lo sabía
e iba a decir algo que lo hiriera.
—Te
extrañe mucho, para la próxima deben llevarme.
Tom
sonrió un poco sintiendo algo de alivio de que no lo supiera. Sentía que no era
ese el momento en que debía enterarse, no quería que su único hermano
reaccionara mal o peor aún lo rechazara y echara de cabeza con sus padres.
Se
dio la vuelta y abrazo a su hermano menor.
—Yo
también te extrañe Bibi. —se separó y sonrió.
—
¿Qué hicieron en ese viaje? ¿Se divirtieron sanamente? Me alegro mucho que Rav
te convenciera de salir de tu habitación pues ya todos estábamos muy
preocupados.
Tom
sufrió en silencio. Le mentía a su hermano y obligaba a Raven a mentirle
también. Eso no era bueno en una relación pero a su pensar las cosas tenían que
pasar así hasta que se sintiera preparado para decirlo a toda su familia.
Como
una vez había dicho, tenía el boleto ganador para entrar directo al infierno, y
todo por mentiroso.
***
Llovía
a cantaros, las clases en la universidad estaban suspendidas por la tormenta
eléctrica que caía sobre la ciudad de Berlín. Tom estaba sentado frente a la
ventana de su habitación leyendo un libro mientras escuchaba la lluvia caer.
Bill no estaba en casa y sus padres estarían en el trabajo atascados en la
oficina por la lluvia. Estaba solo,
pensándolo bien ni tan solo, su hijo (o hija) lo acompañaban en ese momento.
Él
dejo el libro a un lado y acuno su vientre dejando escapar una lágrima. Lo
echaba de menos. Georg aun seguía presente en su mente como un recuerdo que era
imposible borrar de su memoria.
En
los últimos dos meses había estado en control con su embarazo, todo a
escondidas de su hermano y sus padres. Su única ayuda eran Raven y Gustav
quienes le aconsejaban hablar pero él no podía; o podía y no quería.
Según
Raven era un niño el que tendría por la forma en que su abdomen tomaba forma,
acotándole a eso, los movimientos extraños que a veces sentía en el vientre,
era como si una serpiente se moviera en el vientre. Él, mostraba poco interés
por su embarazo, se sentía apático, poco emocionado, pero todo tiene una razón,
aún no lograba hacerse a la idea de tener algo ahí que se desarrollaba, que
sentía, y lo acompañaría durante mucho tiempo. Al menos eso lo hacía querer
mantenerse bien y con vida, porque ya no era él solo, ahora era otro ser que
debía cuidar con su vida misma.
No
le gustaba pensar que su hijo tendría que vivir sin su padre, quería buscar a
Georg y decírselo para que también se hiciera cargo de esa vida que llevaba
dentro, pero de nada valdría porque sabía que ese hombre no se haría
responsable de lo que hizo.
«No
se hizo responsable de nuestra relación, menos lo haría de su hijo.» Pensaba
mientras acunaba su pequeño bulto.
Seguía
queriéndole, seguía anhelando volver a verle pero sabía que no sucedería. Nadie
sabía dónde se podía encontrar ese castaño de orbes verde esmeraldas que se
había robado su corazón. Nadie podía dar con ese muchacho que se llevo el
corazón que alguna vez habitó en su pecho. Ahora estaba vacío, y ese órgano en
especial sólo cumplía la función de latir para mantenerle vivo.
La
lluvia cesó de repente. Bill entro en la habitación con una rodaja de pastel en
un plato. A Tom no le era agradable el pastel de arándanos pero al parecer el
bebé se le estaba antojando.
Se
levanto y camino hacia su hermano quitándole el pastel de las manos y llevándose
un buen pedazo a la boca. Bill le miró sorprendido con la boca medio abierta.
Tom
trago y sonrió con la mejilla llena de pastel.
—
¿Qué? —se lamió los labios satisfecho.
—Pensé
que no te gustaba el pastel de arándanos.
—
¡Lo odio! —exclamo buscando un pañuelo para limpiarse la mejilla.
Bill
frunció el ceño. —Pero acabas de comerte más de la mitad en un sólo momento.
Tom
sonrió divertido. —Me provocó. ¿No puedo?
El
pelinegro se quedó mirando a su gemelo y comenzó a sospechar muchas cosas de
las que tal vez sólo estuviera imaginando. Sin prestar mucha atención a las
divagaciones e hipótesis que intentaba sacar su cerebro, salió de la habitación
y se sirvió otro pedazo de pastel.
***
A
los cinco meses y medio de gestación Tom tenía un vientre grande. Ya era casi
imposible ocultarlo por lo que opto por comprarse ropa más ancha de lo normal.
Le parecía que se veía como una ballena enorme o peor aún, como le decía
Gustav. Un palo con una pelotica atorada en medio.
Su
hermano gemelo ahora estaba empezando su carrera como modelo y tenía un gran
éxito, él se alegraba por ello porque su hermano tenía una belleza peculiar que
lo hacía único. Hasta los momentos había desfilado ropa de alta costura siendo
el modelo principal de la marca. Le alegraba muchísimo que su gemelo estuviera
feliz con lo que hacía pero a veces lo envidiaba porque tenía todo lo que él
no. Tenía a Raven, una carrera maravillosa, estaba recibiendo todo lo que
siempre quiso y él, pues él sólo tenía una enorme barriga de embarazo, un ser
que le cambiaría la vida para siempre.
El
peli-rubio se levantó de su cama, se encaminó al baño deshaciéndose de su ropa
y se observo detenidamente frente al espejo, se colocó de lado y miró el
crecimiento de su vientre. No se cohibió de sonreír pues ya le estaba tomando
cariño a eso que crecía allí adentro, ya podía sentir como eran uno solo, ya
podía sentir cuando G se movia en protesta porque no había comido nada en el
día, podía estar despierto toda la noche sintiendo el movimiento ahí adentro
mientras le tarareaba una nana que le cantaba su abuela de pequeño.
Se
dio un rápido baño. Esa mañana se encontraría con Raven en la clínica porque
sería su primera ecografía para saber el sexo del bebé. Sinceramente esperaba
que fuera una niña. De solo imaginarse cuidando a una pequeña princesita le
palpitaba el corazón, ya hasta había ido al centro comercial a mirar ropa de
bebé, enamorándose de un vestidito negro con lunares blancos y zapatillas
negras. Su hija iba a verse muy hermosa.
Una
noche soñó a su hija castaña, de piel pálida y delicada, ojitos verdes
brillantes y la misma sonrisa adorable de su padre.
—Vamos
Tom, no te arruines el día pensando en Georg.
Raven
le esperaba en la recepción de la clínica de maternidad, la cita había sido
pautada para ese día porque Bill tenía una sesión de fotos, iba a ser más fácil
para Raven zafarse del sargento que tenía por novio.
Él entro sonriente, lleno de alegría por al
fin saber cuál sería el sexo del bebé, pero la sonrisa la perdió al ver quién
estaba junto a ella.
Bill
estaba serio, tenía las piernas y los
brazos cruzados. Tom subió y bajo, no pudo evitar la mirada de su gemelo, había
llegado la hora de que la cámara secreta se abriera. El único movimiento que
hizo fue para acomodarse la camisa.
—Perdóname
Tom, me ha seguido hasta aquí y no me ha
dejado enviarte un mensaje para advertirte. —decía Raven mientras le tomaba las
manos.
Tom
sólo miraba los ojos de su gemelo. Bill se levantó y se puso delante de él
mirándole el abdomen, levanto la mano derecha y la colocó sobre el bulto oculto
detrás de esa camisa tan grande, abrió sus ojos por la sorpresa. Tom miro hacia
otro lado intentando no ponerse a llorar antes de que las palabras malas (o
buenas) llegaran.
—
¿Por qué no me lo has dicho? —preguntó dejando caer su mano.
Tom
no quería mirarlo, pero se obligo a hacerlo para enfrentarlo.
—Porque
tengo miedo de tu reacción, tengo miedo de que vayas a contarle a mamá o a papá
y yo… no sé lo qué pasaría. —suspiró acariciando su abdomen.
Bill
aún no podía creer que su hermano estuviese en estado. Le enojaba saber que se
lo había ocultado tanto tiempo pero no podía enojarse con su hermano sólo por
estar en embarazo. Más rápido que imposible, lo envolvió en un abrazo enorme,
cargado de amor. Porque él sabía que lo único que su gemelo necesita era amor,
comprensión y fuerza.
—
¡Voy a ser tío! —lanzó eufórico provocando que los demás pacientes le pidieran
hacer silencio. Claro que Bill los ignoró a todos.
Tom
no lo podía creer, sus ojos se pusieron lagrimosos y sonrió devolviendo el
abrazo. ¡Malditas hormonas de embarazo y sus efectos en él!
—No
puedo enojarme contigo cuando vas a darme un sobrino. Sinceramente no pensé que
yo iba a tener uno, pero me agrada la idea. Lo consentiré mucho, lo mimaré será
más mío que tuyo. ¡Diablos Tom, vas a parir!
Raven
estaba sonriendo mirando a los gemelos. Tom estaba tan sorprendido y emocionado
que se le había olvidado que estaban en la clínica para hacerse la ecografía.
—
¿Vas a quedarte a ver si es niño o niña?
Bill
asintió. —Ya estoy aquí ¿no?
El
embarazado sonrió y los tres juntos se fueron a sentar en la sala de espera.
Media hora después los cuatro (contando al bebé) entraron en el consultorio.
Tom se acostó sobre la camita, levanto su camisa, y el doctor le unto un gel
azul.
—
¿Nervioso? —preguntó el doctor acomodando el equipo de ecografías.
—Un
poco. —admitió. Se sentía más que todo ansioso por saber que iba a tener.
«Sea
lo que sea, por favor que esté bien Dios» rezó a Dios en su mente.
—Relájate,
ya vamos a saber que tienes ahí adentro.
Tom
asintió y se relajo observando a su hermano.
Se sintió apoyado de verdad y dio gracias a Dios por ese momento. El
doctor empezó a mover el transductor sobre el abdomen y encontró al pequeño
ser.
Mostro
sus manitos ya formadas, sus pies pequeños, su cabecita, su barriguita… El
corazón de Tom crecía de tal manera que no podía aguantar tanta presión
emocional. Su pequeño órgano estaba funcionando para más que mantenerlo vivo,
su corazoncito estaba amando a esa pequeña criatura.
—Ahí
podemos observar a bebé. —sonrió viendo el monitor. — es bastante grande,
cuando crezca va a ser altísimo. —dijo asombrado.
—Una
jirafa como el padre y el tío. —bromeó Raven mirando a Bill.
—No
le daremos danonino para que crezca entonces. —Bill beso la frente de Raven.
Tom
sonrió también pero no hizo comentario. El doctor siguió buscando hasta dar con
el sexo del bebé. Era un poco confusa, como todas las ecografías y Tom trataba
de entenderla a la perfección.
—
¿Qué voy a tener doctor? —preguntó emocionado.
—Aquí
puedes observar—señalo el monitor. — que no tiene nada que le cuelgue así que
eso significa que tendrás una niña.
Tom
sintió el corazón latirle con mucha fuerza. Una lagrima resbalo por su mejilla,
era su princesa, la que había soñado.
—Espera.
—el doctor seguía mirando el monitor con sorpresa. — es un niño. El polluelo ha
tapado sus partes íntimas con su manito y no me he dado cuenta. —se rió y miro
a Tom. —Felicidades Tom, vas a tener un varoncito.
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Muchas gracias por leer mi historia. las quiero.
awwwwwww un niño que emocion y que bien reacciono bill con la noticia ahora voy con el siguiente un beso
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