Capitulo
XVII
Los
días pasaban rápido. Tom y Georg ya habían cumplido su segundo mes juntos y
todo permanecía en secreto todavía. Los únicos sabedores de la verdad eran Gustav,
Bill y Raven quien se había vuelto muy cercana ellos, más que todo a Tom.
Era
lunes por la mañana, las vacaciones de verano habían terminado y era hora de
volver a las clases universitarias con un nuevo semestre. Tom estaba feliz de
volver a clases pero al parecer su querido novio no lo estaba.
—Tom,
no quiero ir a la universidad, quiero dormir. —decía mientras se volvía a
enrollar en sus sabanas.
Tom
le dio dos palmadas en el trasero y suspiró. Él debía levantarse. —Hoy es el
primer día, no me quede a dormir aquí por nada. ¡Debemos ir juntos, lo
prometiste!
Georg
se dio la vuelta para encontrarse con el rostro de Tom, él estaba haciendo un
mohín con los labios y eso le causo tanta ternura que se levanto de inmediato y
fue al baño a arreglarse.
Ya
en la universidad todos le miraban extraño y Tom se había percatado de eso
cuando pasaron justo frente al equipo de jugadores de Rugby y ellos comenzaron
a murmurar. Todos en la universidad parecían saber algo que ellos dos
ignoraban.
Llegaron
al laboratorio de Biología y Hannah se
les quedo mirando hasta que se sentaron en sus lugares, muy cerca del
escritorio de la profesora. Tom se estaba volviendo loco y sabía que Georg
también estaba igual que él preguntándose qué mierda pasaba con esa gente que
les miraba como si fueran bichos raros.
Bill
hizo su entrada triunfal haciendo que más de una suspirara y se bajaran las
braguitas para entregárselas. Sonrió mirando a su hermano y camino hasta él sentándose
a su lado.
—Hola
hermanito. —dijo mientras abría su libreta y anotaba la fecha de ese día.
Tom
sonrió de vuelta imaginando que su enorme sonrisa y alegría se debía a cierta
chica castaña que lo tenía atontado. Era bonito ver a su hermano enamorado.
—Ya
me imagino a que se debe tanta sonrisa.
—Te
lo has imaginado bien. Raven me ha dicho que sí quiere ser mi novia.
Las
chicas que estaban detrás dejaron de respirar y cuchichearon acerca de lo que
Bill había dicho. Él sólo sonrió mirando a su hermano, ignorando que las chicas
estuviesen casi llorando por él. Ellas eran patéticas.
La
clase de anatomía fisiológica I comenzó y todos se dedicaron a prestar
atención. La puerta del salón de clases fue abierta y Gustav asomo su cabeza
rubia mirando a la mujer que daba la clase. Bill, Georg y Tom se miraron con
extrañeza.
—Disculpe
profesora, necesito al estudiante Tom Kaulitz, órdenes del centro de
estudiantes. —él se acomodo sus gafas.
Tom
paso saliva no entendiendo nada. ¿Qué tenía que hacer en el centro de
estudiantes? A juzgar por el rostro de Gustav no se trataba del centro de
estudiantes, era algo urgente. Su querido amigo no sabía mentir.
—Adelante
señor Kaulitz. —le dijo la profesora.
Él
se levanto rápido y salió del salón.
—
¿Qué pasa? Ya sé que mentiste.
Gustav
asintió y dejo escapar un suspiro. — Tom, no vayas a reaccionar mal.
¿Entendido?
—Vale.
—Tom se cruzo de brazos.
—En
la universidad corre el rumor de que tú y Georg son novios. Sabemos que eso es
verdad pero se dice que Georg está contigo por una apuesta que hizo con
alguien.
Tom bajo sus brazos mirando fijamente el
rostro de su amigo. ¿Apuesta? Joder pero sería una apuesta muy larga porque ya
llevaban dos meses juntos.
—Tiene
que ser mentira. ¿Quién diablos ha regado ese maldito rumor? Lo conseguiré y lo
mataré.
—No
es lo peor, dicen que Georg está con una chica que recién entro aquí este
semestre. Se llama Casside pero ella no ha venido hoy y no sé cómo se hizo tan
grande esta cuestión.
A
Tom no le importo irrumpir la clase, entro al salón de nuevo y jalo del brazo a
Georg. Todos se le quedaron viendo. Bill se levanto yendo detrás de ellos y una
vez afuera Tom enfrento la mirada de Georg quien parecía confundido.
—Explícame
por qué demonios dicen que tú estás conmigo por una apuesta y porqué dicen que
tú tienes a otra persona también. —Tom estaba calmado pero por dentro furioso y
dolido.
—
¿Cómo demonios se enteraron de lo nuestro? —susurró. Parecía que no quería que
nadie los escuchara.
Tom
no presto atención a eso. — No lo sé, dime tú.
—Yo
no sé nada. —él estaba diciendo la verdad, no sabía nada en los absoluto.
Del
salón de al lado salió Rafael y al verlos se acercó sonriendo, ¡hipócrita!
—
¿Les ha gustado mi rumor? Mierda en esta universidad son todas unas estrellas
del drama y los chismes. Se corren demasiado rápido.
—Hijo
de puta. —le grito Tom lanzándose hacia él pero Bill lo detuvo.
Todos
salieron de sus salones para estar de espectadores de lo que sucedía.
Georg
parecía querer huir de allí. Tom lo supo cuando observo que mantenía la mirada
fija en el suelo. Estaba avergonzado, él lo sabía.
—Mejor
calla tu hocico y devuélvete a donde no molestes a nadie. —le dijo Bill viendo
que nadie decía nada.
—Escuchen
todos. —Rafael alzo las manos sonriendo, le divertía ver como Georg bajaba la
cabeza y Tom lo miraba esperando que dijera algo. — Tom y Georg están juntos
desde hace un buen tiempo.
Todo
mundo murmuro por lo bajo y Tom se sintió acorralado, odiaba ser el centro de
atención, aunque esta vez no estaba solo.
—
¿Creían que Georg era heterosexual? Pobres de ustedes señoritas, pero aquí, el
muchacho en cuestión le gusta follar con hombres, y quién mejor para follar que
el tonto hermano de su mejor amigo.
El
corazón de Tom latía acelerado y sus manos le hormigueaban porque quería
golpear a ese hijo de puta para que se callara. Georg estaba en silencio
mientras que los hombres se reían de él y las muchachas hacían gestos de asco.
Eso era un infierno.
—
¡No es problema tuyo ni de nadie! —Grito Tom enojado— Sí, él y yo estamos
juntos pero ¿hay algún maldito problema? Nos queremos. —él le tomo la mano.
Georg
le soltó la mano y camino por el pasillo hasta desaparecer. Tom ignoro que los demás
decían cosas y se fue tras él. ¿Qué diablos pasaba con él? Sí los descubrieron
era mejor así podrían andar libres.
—
¡Georg, espera!
Pero
el castaño no se detenía. Llego a su auto, abrió la puerta y entro, Tom detuvo
la puerta antes de que se cerrara. Se sentía confundido y extrañado de la
reacción de Georg.
—
¡Suelta la maldita puerta! —Le grito Georg de repente—
—
¡No lo haré hasta que me digas porque te pones así, era algo que iba a suceder
tarde o temprano! —grito él también.
Georg
se bajo del auto y lo agarro por los brazos zarandeándolo. — ¡Porque quedé en
ridículo delante de toda la universidad por culpa de ese hijo de puta que está
enamorado de ti! ¡Todo esto ha sido tu culpa Tom, tu jodida culpa!
Tom
se quedo en silencio y Georg lo soltó recostándose a la puerta del auto. Estaba
arrepentido de lo último.
—Sí
me quisieras Georg, eso no te importara.
—No
era el tiempo de que los demás lo supieran, no estaba preparado para decirlo
Tom. —suspiró y se acerco a abrazarlo pero Tom se quedo paralizado.
Tom
no dijo nada; no lloro; no hablo, no hizo nada más que quedarse quieto. Georg
se aparto y subió a su auto dejándolo allí, solo, con todos en la universidad
hablando sobre ellos.
***
El
día siguiente Tom no se levanto para ir a la universidad porque se sentía en
mal estado. Había amanecido con muchas nauseas y mareado, en los últimos días
también se había sentido muy soñoliento y cansado. Bill le recomendó que se
quedara y él no se había negado porque tampoco quería ir a la universidad después
del escandalazo provocado por el estúpido Rafael.
Recibió
dos mensajes de Georg pidiéndole disculpas pero eso había sido todo. Tom estaba
más que seguro que se avergonzaba de su relación, y eso dolía lo suficiente
como para quitarle el ánimo y las ganas de seguir en pie.
—Tom,
me voy a la universidad pero Raven estará libre hoy y me dijo que ella cuidaría
de ti.
Raven
siempre tan servicial. Suspiró asintiendo y se enrolló en su cama esperando que
su hermano saliera y luego regresara con Raven.
Bill
regreso a la habitación con Raven pisándole los talones, ambos entraron y su
gemelo se despidió porque llegaría tarde. Ella se sentó en la esquina de la
cama colocando su mano sobre su pie.
—Se
que te sientes mal por lo de Georg. —Suspiró— pero yo hable con él ayer.
Tom
escucho eso y se levanto de forma brusca aunque eso le provocara mareos. — ¿Qué
te dijo?
—
¿Estas bien? —pregunto ella al ver que Tom se agarraba la cabeza.
Él
asintió. — ¿Qué fue lo que te dijo?
—Me
dijo que sabía que no debía haber tomado esa reacción pero que tenías que
entenderlo, sólo eso, y siéndote sincera yo no lo entiendo. ¿Estás seguro qué te sientes bien?
Tom
iba a decir algo pero sintió nauseas y tuvo que ir al baño a vomitar todo lo
que había comido en el desayuno que le había preparado su madre. Ella estaba un
poco más atenta con él, y tenía que admitir que tanta atención era extraña pero
la aceptaba porque nunca la había tenido.
Raven
entro al baño, en sus manos traía un vaso con agua y se lo ofreció. Él lo tomo y se bebió el contenido entero, se recostó en la
pared y espero a que su cuerpo se estabilizara, sentía el cuerpo flojo y tenía
ganas de dormir eternamente. ¿Qué le sucedía?
—
¿Necesitas un medico? Deberías ir a uno, estas pálido y demacrado. ¿Has estado
comiendo bien?
Él
asintió y se lavo la cara con agua fría. Se observo en el espejo y era cierto,
su piel estaba demacrada y las ojeras le llegaban al piso. Pero lo que él tenía
era llamado: Síndrome de Georg Listing, lo estaba padeciendo desde siempre y le
jodía que ese estúpido muchacho le pidiera que lo entendiera. ¿Qué iba a
entender? ¿Qué se avergonzara de la relación que tenía? Ok, él entendía que
fuera difícil pero dejarlo solo en medio de un pabellón de la universidad
entero, alborotado por la noticia, era un acto de cobardía que no podía
perdonar.
Decidió
salir del baño e ir a acostarse en la cama mientras esperaba que el mundo
dejara de girar. Una vez estable abrió los ojos y miro los de Raven.
—No
puedo entender su acto de cobardía, sinceramente no lo esperé. Yo pensé que
actuaria diferente, que defendería lo nuestro pero me equivoque. —acaricio su
abdomen pues sentía movimientos extraños, de seguro tenía daño estomacal. —
Georg nunca iba a decirlo a nadie, ahora me doy cuenta de eso.
Y
se sentía pendejo por eso. Raven se quedo con él un largo rato hasta que la
llamaron por teléfono y tuvo que retirarse, de todas maneras Bill ya venía en
camino.
Mientras
esperaba a su hermano, el sueño se apoderó de él y cerró sus ojos quedándose
dormido.
El
ruido de los ladridos juguetones de Scotty lo hizo despertarse. Su bebé sólo
ladraba de esa forma cuando salían juntos o cuando Georg llegaba. ¿Estaría
Georg allí? No podía creer que fuera tan cabeza dura y se apareciera en su casa
con quién sabe qué excusas para endulzarlo. Él salió disparado al baño para
acomodarse un poco, se miro al espejo y pellizco sus mejillas para que le viera
un poco de color, tenía que ir al médico, Raven tenía razón.
—
¿Tom, estas aquí?
La
voz de Georg sonó clara y fuerte. Él salió del baño con la cabeza en alto y le
miro, era difícil no hacerlo cuando era la mirada y la belleza de Georg lo que
tanto adoraba ver. El castaño llevaba una camiseta de cuadros, tenis y jeans,
lo típico de él. Sus miradas se encontraron y toda tensión desapareció. Georg cerró
la puerta y sin decir ninguna palabra se acerco a Tom y lo beso hasta dejarlo
sin oxigeno.
Tom
por su parte reacciono como se temía que lo haría cuando ellos se vieran. Solo
había pasado un día y se deseaban el uno al otro. El beso se extendió hasta que
tocaron la puerta, pero ellos no pensaban abrir, para nada, ellos más bien se
lanzaron a la cama sin dejar de besarse y acariciarse frotando sus cuerpos.
Horas
fueron las que pasaron entregándose el uno al otro, hasta que Tom por el
cansancio y la fatiga tuvo que parar. Su vista estaba nublada y su corazón latía
de forma irregular, lo habían hecho de todas las formas que se pudieran conocer
en el mundo y se sentía satisfecho pero mareado y fatigado.
—
¡Paremos! —exclamo bajándose del vientre de Georg. Éste se quejo pero asintió
recuperándose del orgasmo demoledor que acababa de tener.
Los
dos se abrazaron haciendo cucharita y cerraron los ojos. Aquello era lo que Tom
deseaba pero a la vez sentía su corazón entristecido, a él no se le olvidaría
fácilmente lo ocurrido en la universidad.
—
¿Por qué hiciste eso en la universidad?
Georg
se mostro sorprendido. Él nunca había tenido que dar explicaciones de sus
actos, solo había tenido una novia formal y a ella nunca había tenido que
explicarle nada (Además de que el problema era diferente) él pensó que un buen
polvo haría que Tom se olvidara de lo sucedido el día anterior. Mierda, tenía
unos meses con Tom y aun no aprendía como tratar a otro mientras estaban en una
relación.
—Tu
silencio no es agradable. Necesito una explicación creíble, no esa de que es mi
culpa, es tu culpa, es culpa de todos. No. Yo quiero que me digas sí te
avergüenzas de nuestra relación Georg.
Georg
había estado pensándolo mucho después de salir de la universidad con su
reputación por el suelo. No se avergonzaba, pero ver a todas esas personas
reírse de él era algo a lo que siempre había temido. Por ese maldito bocazas
(Al que tenía jurado darle una muerta digna de un violador) había perdido el
respeto de muchos.
—O
hablas, o te vas.
Tom
se levanto y se coloco una sabana encima mirando fijamente al castaño que yacía
acostado sobre su cama. Él corazón latía a un ritmo irregular pero esta vez era
por la molestia que sentía de que su novio (o ex novio, dependía de lo que
dijera) no respondiera algo que no tenía ciencia, era responder si o no y
porqué.
—No
me avergüenzo. —respondió Georg, al fin. — pero fue de sopetón que todos se
enteraron y yo no supe qué hacer ni dónde meterme. No me avergüenza tener una
relación contigo pero… no fue agradable pasar por lo de ayer.
—
¿Te importa más lo que piensen los demás? —La ira se apoderaba de él, no daba
crédito a lo que sus oídos escuchaban. Claro que sí se avergonzaba, de lo
contrario no le importara lo que dijeran. ¡No había una maldita excusa! ¡No la
había!
—
¡No me importa! —Georg grito mientras se levantaba de la cama— ¡Pero yo no
quería que nadie se enterase todavía! ¿No puedes entenderlo?
Bill
comenzó a tocar la puerta. — ¡Hey chicos ¿Estáis bien?!
Tom
se le quedo mirando a Georg fijamente. Podía ver las dudas en los ojos de él,
podía ver cuánto deseaba no volver a la universidad por vergüenza.
—
¡Es mentira, tú lo único que querías era mantener todo en secreto hasta que te
cansaras de mi! —le grito más fuerte.
—
¡Chicos voy a tirar la maldita puerta si no abrís!
Georg
se puso sus calzoncillos y el pantalón. Estaba molesto porque Tom no le creía
nada. ¿De qué le valía decir algo verdadero, sí Tom no le creía?
—
¡Piensa lo que te de la puta gana ¿vale?! Estoy diciéndote que no me importa lo
que digan los demás pero como no me quieres creer, muere con la mentira.
Georg
abrió la puerta y paso por encima de Bill. Él no se preocupo por el castaño que
se iba, lo hizo por su hermano que estaba parado frente a él mirando con los
ojos llorosos el lugar que Georg había ocupado minutos atrás.
—No
llores Tom. —Bill lo abrazo, pero su hermano apenas y pestañeaba. — no lo vale.
Había
sido una pelea estúpida, una ridiculez. Debió dejar que todo pasara y seguir
como si nada, pero venga, era un pendejo comportándose como una mujer malcriada
y llorona. Todo era su culpa, su maldita culpa y Georg tenía toda la razón.
ay que cosas por dios me encanto voy al otro me dejas siempre muy intrigada un beso
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