jueves, 6 de febrero de 2014

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo XXVI



Capitulo XXVI
—Tanto tiempo sin vernos. El destino quiso volver a juntarnos. —sonrió malicioso.
Maravilloso era ese día. Ya cuando se sentía la mierda en su estado puro, aparecía éste tipejo con porte celestial (que de celestial no tenía nada más que el porte) y le hablaba como si nada. Deseaba no tener que hablar mucho tiempo más, la sola presencia de Rafael le daban arcadas.
—No creo en esas cuestiones del destino. —dijo, aunque de una mentira se tratase. El jodido destino era el que lo tenía verde hasta las pelotas.
—Vale, pero porqué tan a la defensiva corazón, no te voy a comer. A menos que quieras que lo haga. —sonrió con lascivia fijando su intensa mirada azul sombre el cuerpo del moreno, recorriéndole de arriba abajo.
Tom le miró con detenimiento, observando cada movimiento de sus manos. Así evitaría cualquiera mala jugada.
Rafael no había cambiado mucho en esos años, seguía siendo condenadamente guapo y seguro de sí mismo. Su cabello rubio danzaba junto con el viento dándole un aspecto angelical y tentador. Pero ¿Qué ganaba con eso?
—Voy apurado. Tal vez, y espero que no, nos volvamos a ver por ahí.
El rubio chasqueó la lengua negando con la cabeza.
—La última vez que te vi ibas con un mocoso de la mano. ¿Sobrino? ¿Hijo?
Su venita protectora lo puso aun más a la defensiva, Moritz no era ningún mocoso.
—Es mi hijo. Antes de que preguntes, no te voy a decir nada sobre él, así que con permiso.
Tom caminó pero Rafael lo detuvo tomándole el antebrazo.
— ¿Tienes pareja o algo así? No me digas que tú lo pariste porque sería el colmo. —se rió socarrón.
La sangre le hirvió. —Sí, lo parí yo, lo tuve nueve meses en mi vientre y me importa un pepino lo que opines.
El rubio soltó una carcajada. — He de imaginar que el padre es Georg ¿no?
Tom se soltó de su agarre dándole la espalda para empezar a caminar rápido.
Rafael le iba pisando los talones. ¡Jodido fuera ese rubito!
—Por tu expresión debo decir que no están juntos.
El moreno se detuvo mirándolo a los ojos.
—No estamos juntos, no es tu problema joder. —le gritó tratando de alejarlo. — ¿Por qué me sigues? No quiero tenerte cerca.
—La última vez que te vi y hablamos Georg te salvó, pero ahora nadie puede hacerlo.
Él no lo entendió hasta que sintió un pinchazo en el antebrazo. Al mirarse, se dio cuenta que Rafael le había inyectado algo en el brazo.
—Aquí te pillo, aquí te follo. —rió burlón.
—Maldito.
Su última palabra antes de caer en un sueño profundo.
***
Hacía mucho frió, la cabeza le estaba dando vueltas y no podía sentir sus brazos, sentía el frió calarle los huesos, estaba desnudo lo supo porque  no sentía la tela sobre su piel. Abrió sus ojos con desasosiego observando el techo. Había un enorme espejo que le permitió verse atado de manos y pies en una cama en forma de corazón. Poseía solamente el bóxer, pero su pene estaba afuera. ¿Qué demonios…?
— ¡Joder! —gritó moviéndose. Las cuerdas en sus muñecas le lastimaban.
—Qué bueno que ya despertaste, llevo horas esperando a ver tus bellos ojos abrirse.
Tom volteó a ver quien hablaba. Ver a su agresor le provoco arcadas.
— ¿Qué mierda estás haciendo? Cuando salga de ésta voy a matarte.
—No vas a salir Tom. Por mucho tiempo te desee, cuando me fui a Francia para tratar de olvidarme, me di cuenta que si no eras mío, no eras de nadie. Pero me descubrieron haciendo cosas indebidas con animales y pasé los últimos dos años en un psiquiátrico en Leipzig. Recién llegué a Berlín hace unos meses y di contigo.
El corazón de Tom latía asustado. Comenzó a sudar, su cuerpo entero comenzó a temblar de miedo. ¿Por qué le pasaban todas esas cosas? Tenía que estar maldito.
—No me hagas daño.
— ¿Por qué no hacerlo? —el de orbes azules empuñó un cuchillo de cocina en sus pálidas manos. Sonreía tal cual un asesino en serie.
Tenía que pensar rápido qué hacer. Buscar soluciones rápidas, estudiar el lugar e idear algo para hacer que Rafael no le hiciera daño. Toda esa mierda era como una película de terror o un episodio de “Mentes criminales” sin ir muy atrás “Escena del crimen”
Rafael pasó la punta del cuchillo por la planta del pie de Tom. Éste se estremeció cerrando sus ojos con temor de lo que pudiera ocurrir a continuación.
—Siempre desee poseer tu cuerpo. —le miraba con lascivia inyectada en sus ojos, esos que ya no eran más como de ángeles, sino que ahora parecían del mismísimo diablo.
Tom tragó fuerte. — Cariño, vamos a hablar con calma…—su voz era apenas audible, tenía muchísimo miedo y las lagrimas se amontonaban en sus ojos. — desátame y te prometo que haré todo lo que tú quieras.
El rubio le miró con los ojos fuera de órbita. Parecía drogado, confundido, enfermo.  Se sentó a un lado de la cama, levantando el cuchillo en lo más alto.
— ¡Por favor no me mates!
Tom cerró sus ojos esperando lo peor, cuando sintió que las ataduras de sus muñecas fueron retiradas de un solo tajo. El alivió llegó cuando abrió los ojos y pudo bajar las manos dejando que la sangre corriera.
—Lo hago porque dijiste que harías lo que yo quisiera. —susurró Rafael ahora pareciendo una persona dócil y sin problemas. Como un cachorrito que necesita de amor.
Él observó el cuchillo y decidió comportarse, mientras de manera lenta trataba de sacar el pie de una de las cuerdas que le ataban. El plan era desatarse, esperar que se distrajera y buscar una salida rápida.
«Ver todos los episodios de CSI, las películas y mentes criminales me tiene que servir para algo» pensó mordiéndose el labio inferior.
—Sí me haces una mala jugada voy a matarte a ti y a tu mocoso. ¿Lo entiendes?
La sola mención de su hijo le provocó un escalofrió aterrador que le recorrió toda la columna. Tenía que hacer las cosas bien.
—No haré nada Rafael, me quedaré quieto, lo prometo. —dijo tragándose las mil y una malas palabras, el llanto y las ganas de gritar hasta quedarse ronco. Era un jodido hombre, no una damisela en peligro, debía actuar como lo que era, un hombre hecho y derecho, que aunque era homosexual y había tenido un hijo, hombre al fin y al cabo era.
—No confío en ti.
Tom tragó saliva al ver como se acercaba de nuevo. El cuchillo en su mano era lo que más preocupaba al joven atado de pies. Los nervios lo estaban matando pero era más fuerte que ellos, la única persona que llegó a su mente y por la que tenía que lograr salir de ahí, era su hijo.
—Odio a Georg por ser el que tiene tu corazón. —agarro una silla cercana, le dio la vuelta y se sentó mirándole fijamente. — porque sé que aún lo quieres.
—No lo quiero. —susurró tratando de creérselo él mismo.
— ¡No me mientas! —gritó Rafael.
— ¡No te miento! Él desapareció de mi vida hace mucho tiempo y ya no lo quiero. —su voz era fuerte, hablaba lo más serio que podía.
—Entonces tengo la oportunidad ¿no? —colocó el cuchillo en la cama sonriendo y fijando su gélida mirada sobre el cuerpo de Tom.
El joven se mordió el labio inferior tan fuerte, que se hizo sangre. El cuchillo estaba ahí, frente a él, pero si lo agarraba y forcejeaban estando él amarrado de pies, el resultado podría ser fatal.
—Sí, la tienes pero por favor ¿podrías desatarme los pies? Esas cuerdas están cociéndome la piel.
Espero alguna respuesta del rubio. Después de unos minutos, se levantó con el cuchillo en mano y le quitó las cuerdas de los pies, se sorprendía de que Rafael fuera tan tonto.
—Hablemos Rafael. —necesitaba ganar tiempo. — cuéntame porque estuviste internado en un psiquiátrico, quiero ayudarte.
En un principió dudo, pero  luego se acomodo a su lado y suspiró. —Siento placer asesinando animales… —sonrió con malicia. — y personas.
Tom volvió a tragar bien fuerte. ¿Cómo había sido posible que un joven adinerado, proveniente de una buena familia y estudiante de una carrera importante, cayera tan bajo?
—Yo…
—No sabes que decir ¿No? No te esperabas que te lo dijera así de sopetón. —se rió. — no te preocupes, no me da vergüenza decirlo, quiero que algún día el mundo me reconozca por ser un asesino en serie.
Estaba chiflado, muy chiflado.
— ¿Por qué?  —se le ocurrió preguntar.
—Siempre he sido así, además hay voces en mi cabeza que me dicen siempre que hacer. Siempre me han dicho que te busque porque tú eres para mí y una vez que te posea y te despelleje voy a ser famoso. —sonrió como si de una cosa normal hablara.
—No puedes estar hablando en serio. —rió por causa de los nervios.
—Estoy hablando muy en serio. Primero voy a estar contigo, fundirme dentro de ti, derramar mi semilla dentro de ti. —Suspiró y cerró los ojos— y después voy a quitarte toda la bonita piel que tienes y me la comeré. Porque tú, mi querido Tom, siempre has sido mi objetivo desde que te vi en el salón de mi querido amigo Gustav.
***
Bill caminaba de un lado a otro intentado comunicarse con Tom. Se había enterado de lo que había ocurrido en la cafetería de Gustav y sabía —porque lo sentía en su ser— que su hermano no estaba bien.  Él no aparecía desde muy temprano en la mañana, y para rematar el colmo, Moritz estaba ardiendo en fiebre y él, ya no sabía qué hacer.
—Tío Bill, quiero ver a mi papi. —lloriqueó el niño con sus mejillas rojas por la fiebre.
—Ya vendrá Moritz.
Su preocupación se hizo más grande, cuando sintió que su hermano sentía dolor. ¿Dónde demonios estaba?
El timbre de la casa sonó. Él corrió a abrir con la esperanza de que fuera Tom pero se equivocó, era Raven con Gustav y ambos tenían rostro preocupado.
— ¿Qué le pasa a mi gordito? —preguntó Raven entrando rápidamente, dirigiéndose a la sala, en donde Moritz estaba tendido sobre el sofá.
—Tiene mucha temperatura y dice que le duele la garganta, le he dado medicina pero no está mejorando, por eso los he llamado. —dijo Bill acercándose a ellos.
— ¿Dónde está Tom? —preguntó Gustav.
—No lo sé, desde esta mañana que se fue a encontrarse contigo no lo he visto, y para rematar, tampoco contesta su jodido celular. —llevó una mano a su pecho. — no sé porqué siento que algo no anda bien, es un pequeño dolor en el pecho que me alerta que Tom está en peligro.
Gustav se sentó en el sofá pesando en la última vez que lo había visto. Se sintió mal porque lo trató mal cuando no había sido a propósito nada de lo que sucedió en la cafetería.
  Mientras pensaba se le vino a la mente la posibilidad de que Tom estuviera con Georg.
—Ya sé, llamaré a Georg. —El rubio chasqueó los dedos buscando su celular.
—¿Qué? ¿Para qué vas a llamar a ese inútil? —Bill le quitó el celular. — no tiene ni arte ni parte en esta situación.
—La tiene, lo sabes que sí. —Gustav miró a Moritz en los brazos de Raven, tenía las mejillas menos coloradas, eso quería decir que la fiebre estaba bajando.
Bill también puso la mirada en su sobrino, tenía un poco de razón.
—Tal vez, cabe la mínima posibilidad de que se encuentren juntos. —murmuró sentándose en el sofá al lado de Raven.
—Estoy casi seguro que sí.

2 comentarios:

  1. Ay no que ese loco no le haga nada a tom por dios esto me dejo de nervios leo el siguiente

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  2. sabía que era él... me encanta la fic... no había podido comentar pero los leía

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