Capitulo
XVIII
Georg
se levantó de un salto caminando de un lado a otro. No podía creer lo que Tom
acababa de decir. ¿Su hijo? ¿Cómo que su hijo?
Tom
por su parte estaba más aterrado de lo que jamás había estado. Georg caminaba
de un lado a otro tratando aceptar lo que acababa de oír. Cuando llegó a esa
casa lo que quería decirle era eso y de la forma más calmada, no que le
descubriera por darse cuenta de su cesárea.
—
¿Cómo ocurrió? ¿Por qué? yo jamás me lo hubiese imaginado ¿Qué paso después que
me fui?—preguntó sentándose en la esquina de la cama. Se sentía un poco
aturdido.
—Yo
ovulé como una mujer y por eso pude concebir a Moritz. Pasó porque era voluntad
de Dios que ese niño naciera. Después que te fuiste, oculté mi embarazo de la
vista de todos, sólo lo sabían Raven, Gustav y Bill, cuando mis padres se
enteraron me sacaron de casa y me vi obligado a trabajar para mantener mi
embarazo, aunque Gustav se hacía cargo de mi cuando Bill me abandono también,
yo no quería ser una carga para nadie. Nació moritz y desde entonces trabajo
para mantenernos y estamos bien. —sus ojos se nublaron por las lagrimas. Había
pasado por mucho, por culpa de la
persona con la que había hecho el amor minutos atrás y que ahora se enteraba
que tenía un hijo. Aunque dijera que lo había perdonado, un poco de rencor se
guarda en su corazón, él jugó con sus sentimientos y dolía todavía. — No tienes
porque hacerte cargo, al final tú me abandonaste a mí sin saber que esperaba un
hijo tuyo así que no importa nada, sólo quería que supieras que por ahí en el
mundo, tienes un pequeño idéntico a ti.
Tom
se levantó buscando sus bóxers y su pantalón, se los colocó y miró a Georg con
los ojos fijos en una esquina de la habitación.
—No
voy a preguntarte nada, no quiero saber nada, ya dije lo que tenía que decir.
Se
acercó a la puerta y salió con las lágrimas encharcando sus mejillas. Tenía el
pecho oprimido por su corazón adolorido. Bajó las escaleras y se sintió aun
peor porque Georg ni siquiera bajaba a decirle algo, sabía que eso sucedería.
—
¡Espera! —gritó Georg desde arriba, ahora iba vestido con una pantalón negro de
hacer ejercicios y una camisa manga larga gris.
Tom
se dio la vuelta para mirarle. Georg bajó las escaleras corriendo, saltándose
el último escalón hasta llegar al menor.
—Me
alejé de ti porque pensé que sí lo hacía no te haría sufrir. Mi madre descubrió
lo nuestro y amenazó con alejarme de mi padre y mi hermano. No es justificativo
pero en esos momentos no quería alejarme de ellos, no quise hacer que tu vida
se convirtiera en un infierno después de que todos en la universidad se
enteraron de lo nuestro así que por eso accedí a los deseos de mi madre de
llevarme de nuevo a Holanda con los abuelos, ella planeaba hacértelo pasar mal
y no podía permitirlo. Estaba pasándola muy mal porque deseaba verte pero decidí
dejarte esa carta haciéndote pensar que yo no te quería, la verdad es que no he
pasado ni un solo momento sin dejar de pensar en tu sonrisa y en tu forma de
caminar. Te he echado de menos durante todo este jodido tiempo y es momento de
que te diga lo que tanto deseaste escuchar cuando fuimos novios, te amo más que
a nadie en este jodido mundo y es por eso que he vuelto. Quiero que estemos
juntos, que nuestras almas se hagan una sola y vivamos felices. —Tomó el rostro
masculino de él y le besó suavemente los labios— Enséñame a amarte más de lo
que ya lo hago.
El
rostro de Tom era todo un poema, las lágrimas salían una detrás de otra. El
rencor ya no existía pero aún así le dolía recordar todo lo que había pasado.
No había sido completamente culpa de Georg, había sido culpa también de su
madre y de todos lo que no aceptaban su relación. No lo justificaba, más bien
odiaba que lo hubiera hecho, pero ahora que le había dicho que lo amaba su
corazón saltaba de emoción. Aunque su
mente estaba diciéndole que no le creyera.
—Júrame
que todo lo que dices es cierto Georg, dime que no es uno de tus juegos
estúpidos y que no vas a volver a destrozarme. —susurró con los ojos cerrados.
—Abre
los ojos y dime sí ves que te estoy mintiendo.
Tom
abrió los ojos mirando los de Georg, tan bellos como siempre. No podía notar
ninguna pizca de mentira pero aún así la duda estaba ahí.
—Te
juro que no es mentira, todo lo que te he dicho es cierto, puedes preguntarle a
mi padre que es por él que estoy aquí. Sabe todo lo que yo sufrí, se dio cuenta
al ver que yo ya no salía como antes y que mis días eran oscuros como si ya no
tuviera más nada por lo que vivir. Él es el único que me apoyo en esta
situación y te acepta, me ha dicho que no puedo volver a Holanda si no es
contigo de la mano. ¿Vendrás conmigo Tom? me ayudaras a demostrarle a todo el
mundo que te amo con todo lo que soy y no me avergüenzo.
Todo
ese palabrerío era tentador pero algo en su interior lo hizo apartarse. Temor,
ya no podía confiar como antes.
—Perdóname.
Como
un rayo salió de esa casa y corrió hasta salir de esa urbanización y llegar a
la parada de autobús. Necesitaba escapar y pensar en todo lo que había pasado,
algo como lo que él hizo no podía ser perdonado tan fácilmente.
***
«Lo
he perdido para siempre» pensó Georg sentándose en el primer escalón de las
escaleras, observando la puerta por donde Tom había desaparecido.
Era
difícil perdonar lo que había hecho. Él no se podría perdonar nunca haber hecho
pasar por tantas cosas al hombre que amaba. Ahora que sabía que tenía un hijo,
no podía dejar de pensar en que ese hijo los uniría porque sí. Aunque nunca
imaginó que Moritz fuera su hijo, siempre pensó que él niño era un amor y
deseaba que fuera suyo también, tal vez y ese era el llamado de la sangre.
Cogió
su teléfono celular y le marcó a Gustav. Él sabía ya toda la verdad y por eso
sabía que Tom iba a llegar a su casa.
— ¿Qué pasó? ¿Os habéis arreglado? —preguntó
Gustav del otro lado.
—Le
he dicho todo lo que ha pasado y ha salido corriendo de aquí, creo que está
demasiado impactado y me odia. —pasó una mano por su cara mientras se levantaba
y caminaba hacia la puerta para cerrarla. —no he querido seguirlo porque no
quiero hacer que se sienta peor.
— ¡joder! Bueno, tienes que
entenderlo, sabes que él sufrió demasiado por todo esto.
—Gustav se quedó en silencio un momento y luego habló de nuevo. — ¿no te dijo más nada?
—Me
ha dicho que Moritz es mi hijo. —dejó escapar un largo suspiró y esta vez las
lagrimas ya estaban en sus mejillas. — tengo un hijo Gustav y sin saberlo ya lo
quería muchísimo.
—Dios
mío, Tom debe estar vuelto loco, te ha
soltado todo y tú se lo has soltado también. —suspiró. — Él iba exactamente a eso, iba a decirte que
Moritz es tu hijo.
—Iré
a buscarlo Gustav, no puedo estar aquí sabiendo que él está por ahí mal por mi
culpa de nuevo.
—Si no lo encuentras rápido, búscalo en el
parque al que íbamos cuando éramos unos niños, estoy seguro de que ahí está.
—Lo
haré Gustav.
Cortó
la llamada y corrió a su habitación a ponerse algo más caliente para ir en
busca de Tom.
***
Él
iba sin rumbo, ya no sabía a dónde quería ir. Hacía muchísimo tiempo que no sufría tanto como en
esos momentos. No lo soportaba, quería escapar.
Llegó
al parque abandonado, ese en donde jugaba con su hermano gemelo, Georg y
Gustav. En realidad, ahí no jugaban, allí sólo cotorreaban y hablaban de las
locuras que habían hecho en clases. Era su lugar de reunión.
Aún
recordaba cada vez que jugaban futbol y siempre le tocaba con Georg, por torpe
y estar pendiente del castaño, siempre terminaba en el suelo y Georg le
protegía como ni siquiera lo hacía su hermano gemelo. Aquellos tiempos en los
que ni siquiera sabía lo que era el dolor por abandono, dolor por rechazo,
dolor de amor.
Sinceramente,
nunca esperó que la reacción de Georg fuera todo lo contrario a lo que había
imaginado. No rechazó a Moritz, no se escandalizó, lo aceptó y le pidió perdón
por todo lo que había pasado. Y eso… eso le aterró más que cualquier cosa. Trataba de creer en Georg, pero era bastante
difícil después de todo lo que había pasado. ¿Reconciliarse con él? ¿Tan
rápido? No sabía sí eso era lo más correcto e inteligente que podría
hacer.
Abatido
se sentó en una piedra cerca de los juegos abandonados. Sus manos fueron a
parar directamente en su cara, mojándose de sus lágrimas. Le dolía muchísimo la
cabeza pero no dejaría de llorar.
—
¿Tom?
Escuchó
una voz femenina llegarle desde un lado. Alzó la mirada y la vio, rubia, de
ojos azules, preciosa como en los años de universidad. Era Hannah, la chica que
había estado enamorada suyo.
—
¿Hannah?
—Soy yo Tommy. ¿Qué te ocurre? Hace tanto tiempo que
deje de verte, lo último que supe de ti es que ya no estudiarías más en la
universidad. —ella se puso en cuclillas y le tomó las manos.
—Han pasado tantas cosas desde que no nos vemos.
—suspiró.
—A mí también, hace unos meses que me gradué y tengo
un bebito de tres meses llamado Tom. —se ruborizó acariciando la mejilla del
moreno.
Tom abrió sus ojos sorprendido. — ¿Tom? ah pero qué
bonito nombre. —se rió un poco tratando de olvidar lo que pasaba.
—Lo sé, yo nunca…—ella hizo una pequeña pausa. —
nunca te he olvidado y pues le puse Tom a mi bebito porque es rubiecito como tú
cuando eras bebé.
Tom se sintió alagado.
—Oh, gracias.
—Ahora me puedes decir que es lo que te ocurre.
Él miró por arriba de la cabeza de Hannah y vio a
Georg llegar y detenerse al verlo con ella. Bajó la mirada e hizo algo que
jamás se espero de él. La beso en los labios.
— ¡Tom! —se sorprendió ella luego de que el beso
terminara.
—Lo siento. —se disculpó bajando la mirada.
—Yo no. —susurró ella ruborizada. — ¿Por qué lo
hiciste?
—Hannah, ¿Tiene novio? Ya sé que tienes un hijo pero
no mencionaste casamiento o algo así. —Estaba loco, no podía hacer eso con quien
recién se encontraba, pero lo haría de todas formas. Era mejor mentirle a
Georg.
—No tengo, el padre de Tommy huyó antes de que le
dijera que iba a ser papá. —ella bajo la mirada.
Tom le tomó las mejillas suavemente y se sintió
identificado con ella. ¡Habían pasado por lo mismo joder!
—Sé que nos acabamos de reencontrar pero Hannah, ¿Te
gustaría que lo intentáramos?
— ¿Qué? —preguntó ella sorprendida.
—Que tú y yo vivamos juntos, sé que te gusto
todavía, y yo… bueno yo a pesar de sentirme atraído por los hombres, hubo una
sola mujer que me atrajo, eras tú. —Algo en sus palabras no era mentira, él sí
se había sentido un poco atraído hacia ella, por ser tan dulce y tranquila.
Ella no daba crédito a lo que escuchaba. Pero quería
a Tom y por eso asintió.
—Siempre te he querido Tom. —lo abrazó fuerte.
Tom correspondió al abrazo y le besó la mejilla,
mirando como Georg retrocedía y se iba de allí. Le dolía el corazón.
—Pero antes de venirte conmigo, tengo que decirte
que tengo un hijo llamado Moritz, yo lo tuve nueve meses en mi vientre.
Ella no se quedó sorprendida y lo único que dijo fue
que se llevaría bien con su pequeño bebé.
Estaba cometiendo un grave error. Y aún así, no se
iba a retractar.
¡DIOS MIO! ¿Que le pasa? bueno, es dificil perdonar pero, esta metiendo la patota de un modo que...¿Ves lo que haces? me emto en la historia porque me encanta espero otro capitulo un beso y que todo mejore
ResponderEliminarjoder lloro :'(
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