Capitulo
XXXI
Mientras
alistaba sus cosas para irse a casa. El castaño se percató que alguien estaba
observándolo desde la puerta de la sala de casilleros en donde los médicos
guardaban sus cosas. Levantó la mirada poniéndola fija en la mujer que apareció
en su campo visual.
Para
su sorpresa era Hannah.
—Hola
Georg. —se acercó ella a pasos agigantados.
Georg
se incomodó. Ella no le caía mal, pero desde que vivía con Tom no podía
soportarla.
—Hola.
—Sé
que te preguntas que hago aquí, pero sólo quería decirte que tienes que volver
con Tom.
Vale,
eso él ya lo sabía. Lo deseaba pero era Tom quien no quería estar con él.
—Deberías
de decirle a él que me dé la segunda oportunidad, pero por lo visto no vas a
hacerlo porque le amas y porque, me vas a disculpar, eres una tonta enamorada
de alguien que ni siquiera siente atracción física por ti.
Eso
había dolido, pero Hannah ni se molesto en decir algo.
—Sé
que Tom no me quiere, sé que nunca lo hará porque al único que quiere y desea
es a ti. Lo que pasa es que el orgullo y el temor de que todo salga mal aún está
alojado en su corazón. No me duele que me digas todas estas cosas, porque yo ya
las sabía.
—Si
sabes que no te quiere ¿Para qué estás con él? —preguntó algo molesto.
—Yo
ya no vivo con él desde ayer, me contó lo que tú le dijiste y decidí dejarlo
porque no soporté tanto. Pensé que él llegaría a quererme un poquito, pero no
es así, no puedo obligar a una persona que ama a otra a quererme a mí.
—No
pareciera que me amara todavía. Se niega rotundamente a darme una segunda…
—recordó que no era la segunda, era la tercera— oportunidad.
—Tenle
paciencia Georg, está dolido todavía, ya te lo dije. Pídele matrimonio.
Ella
se dio la vuelta y antes de que Georg dijera otra cosa, se fue. ¿Matrimonio? Claro, eso haría… Seguramente
Tom le pondría el anillo por la cabeza y lo mandara a contar pajaritos en el
parque.
***
—Está
preciosa la niña. —sonrió Tom cargando a la pequeña Mariana en sus brazos.
Era
una niña preciosa, de mejillas grande y tan rubia como su padre Gustav. Se
parecía muchísimo a Raven pero sus ojos marrones eran idénticos a los de su
papá.
—Lo
sé, y mi varoncito también lo está. —Dijo Gustav acercándose a él con el
pequeño Giordano en brazos.
—Estoy
tan feliz por ustedes chicos. —le pasó la niña a Raven y suspiró. Él habría
deseado tener una niña después de Moritz.
—Siento
que estas pasando por algo triste. Cuéntame. —Raven se acomodó en la cama para
amamantar a la niña.
Bill
hizo su acto de presencia sentándose a un lado de Gustav. Ellos tenían una
buena relación a pesar de que Bill todavía amaba a Raven.
—Hoy
fui al hospital para descartar un embarazo.
Los
presentes abrieron los ojos como platos.
—
¿¡Qué!?
Tom
puso los ojos en blanco.
—Sabía
que iban a gritar de esa manera cuando se los mencionara.
—
¿Estás embarazado de nuevo Tom? —preguntó Bill sorprendido.
—No
puedo creer que sucediera, yo pensé que…
El
moreno interrumpió a Gustav.
—No
lo estoy, cálmense dramáticos. —suspiró. — la prueba de embarazo dio negativo,
mis síntomas se deben a una baja de plaquetas y algo de estrés, desde que Georg
está aquí es lo único que he tenido.
Bill
pareció aliviado. —No mal interpretes mi alivio pero me alegro que no estés en
embarazo de Georg, no quiero verte sufrir de nuevo.
Gustav
frunció el ceño. Él si creía en la palabra de Georg y le molestaba un poco que
Tom fuera tan cabeza dura y se negara a aceptarlo.
—Yo
también estoy aliviado de no estar embarazado.
—
¿Hay algo más que quieras decir Tom? —preguntó Raven.
—Me
encontré con Georg y Moritz le dijo que era lo que estábamos haciendo en el
hospital. Él se emocionó tanto ante la idea de tener otro hijo que me hizo
pensar que de verdad quiere estar conmigo. Me llevó arrastra al consultorio de
la ginecóloga pero tuve que decirle que los resultados eran negativos.
Bill
iba a hablar pero Gustav se adelantó.
—Sé
que no quieres escuchar consejo de nadie, pero te puedo decir que Georg todavía
te ama. Me ha confesado todo y con lágrimas en los ojos me ha dicho que te ama,
pero eres tú quien no se quiere dar la oportunidad de sanar las heridas del
pasado. El pasado se queda atrás, el futuro es lo importante y tu hijo merece
tener a sus dos padres amándose, porque aunque te cueste aceptarlo tú amas a
Georg.
—Pero
Tom no tiene porque…
El
moreno interrumpió a su hermano. —Quizás sea muy cierto lo que tú dices Gustav,
tal vez él me ame y yo lo ame pero ya nada es lo mismo.
—Sí
no te arriesgas a darle una oportunidad de nuevo, no vas a saber sí en verdad
cambió o no.
***
Tom
disfrutaba de su pequeño escape de la vida cotidiana. Se encontraba en un spa
esperando para que le dieran un masaje y relajar su cuerpo de todas las
tensiones y el estrés que le estaba provocando pensar en la decisión que tenía
que tomar acerca de Moritz y Georg.
Era
mejor no pensar en eso mientras se acostaba boca abajo en la camilla y se
relajaba con la música y el aroma a frutilla que había en el lugar.
Ese
lugar que le recomendó Raven era precioso y le encantaba la atención que le
dieron desde que había puesto un pie en el establecimiento.
Cerró
sus ojos, sintió la puerta abrirse y supo que la masajista había llegado. Él no
podía verla pero podía sentir sus pasos. Cuando estuvo cerca sintió que vertía
aceite sobre su espalda desnuda y comenzaba a masajearle. Eran manos de una
Diosa, aunque se sentían un poco ásperas y grandes, como si fueran de un
hombre. Pero que le importaba ¡Le estaba dando el mejor masaje de su vida!
—Oh
mi Dios, esto es bastante relajador. —dejó escapar un pequeño gemido.
—Me
encanta escucharte gemir así.
Tom
se tensó al escuchar esa voz masculina y se levantó pegando un saltó que
provocó la caída de la toalla que cubría su desnudez.
—
¿Georg? ¿Qué puta mierda haces aquí? —dijo impresionado recogiendo la toalla
para colocársela.
—
¡No te la pongas! Venga, me encanta verte desnudo eres como una escultura
Italiana combinada con una griega. ¡Eres perfecto!
Eso
lo hizo ruborizarse. Desde que tuvo a Moritz dejó de sentirse seguro con su
cuerpo. A pesar de que no tenía ni una sola estría y su abdomen era casi tan
plano como antes.
Él
estaba demasiado sorprendido de encontrar a Georg ahí.
—No
digas esas cosas. ¿Qué haces aquí?
—Estoy
tratando de reconciliarme contigo. De aquí no podrás salir hasta que lleguemos
a algo, tengo la jodida llave y pues no dejaré que te me escapes. Puedes
gritar, puedes decirme todo lo que desees. —Georg estaba decidido a
reconciliarse.
Tom
quería huir de ahí pero sabía bien que era un acto de cobardía. Suspiró dándose
por vencido, se sentó en la silla al lado de la camilla y miró a Georg
—
¿Qué quieres de mí? Quiero que me digas lo que exactamente quieres para
cumplirlo. Yo lo único que deseo en esta vida es que tú me digas que me amas de
nuevo, que me des la oportunidad de estar junto a ti otra vez. ¿Es eso mucho
pedir? Quiero que te desahogues, que me golpees si así lo deseas.
Las
palabras de Georg sonaban sinceras. Tom se levantó y se acercó a él dejando
poco espacio entre ellos. Iba a decirle toda la mierda y el amor que tenía por
dentro.
—Sé
que siempre te lo digo pero tú destrozaste lo que quedaba de mí, me hiciste
frío, temeroso, tonto, llorica, estúpido y no podría parar de enumerar todo lo
que hiciste conmigo.
—Lo
siento. —Suspiró.
—Pero
por más que intento odiarte, que deseo sacarte de mi corazón no puedo y eso me
molesta más de lo que puedes imaginar.
—Pero
te he pedido perdón, te he dicho que quiero estar contigo y nuestro hijo. —Georg
lo abrazó besándole el hombro. — Te amo, no sé de qué otra forma te lo tengo
que decir.
Tom
apretó los puños por unos segundos. Iba a ceder, sentía su corazón y su mente
poniéndose de acuerdo, quería estar con Georg, lo amaba, lo amaba más que a
nada en el mundo. Sus manos fueron a parar justo en la cintura del mayor.
Más
allá de todo lo malo, estaba Moritz y él se lo merecía por ser tan buen hijito.
Y uno también necesita perdonar a los demás para ser feliz. El rencor y el
dolor del pasado sólo te trae amargura y más sufrimiento.
—Yo
te amo Georg. —el llanto se hizo presente. — te amo como jamás voy a amar a
nadie.
Georg
se sintió emocionado y al borde de las lágrimas también.
—Somos
unos malditos lloricas pero joder. —las lágrimas se le escaparon junto con una
pequeña risa. — ¿De verdad me estas perdonando y aceptando? No juegues conmigo.
—Lo
estoy haciendo. —rió Tom alzando su mirada para encontrarse con la de Georg.
—Te
amo tanto que mi corazón explotara en algún momento. —lo besó repetidas veces
en los labios.
Tom
recibió cada uno de esos besos que anhelaban su cuerpo y su corazón. Enterró su
rostro en el cuello de Georg y respiró todo su aroma masculino. Lo quería
tanto, tanto.
Georg
recibió aquel movimiento como una señal clara de que harían el amor en ese
lugar. Era lo que ambos estaban deseando más que nada en la tierra, estar
unidos.
Con
un movimiento rápido, el castaño se deshizo de la toalla que llevaba Tom sobre
sus caderas, lo observó detenidamente y le acostó sobre la camilla porque iba a
besarle cada parte de su cuerpo.
Tom
se sintió un poco apenado pero se relajó y miró como Georg dejaba plantado
besos sobre su pecho y el puente que cruzaba su ombligo y vientre. Estaba tan
excitado. El mayor llegó hasta su miembro y le dio un leve tironcito para luego
metérselo en la boca, demasiado a gusto con aquello.
—Oh
Georg…—gimió bajito levantando una pierna y bajando la otra. Iba a ver
estrellitas.
El
mayor se deleitó saboreando el pene de Tom como si de un chupete se tratara. Le
gustaba su sabor. Lo chupó, lo mordisqueó y sintió las piernas de Tom temblar
cuando el orgasmo llegó y él, por primera vez en su vida, tragó todo el semen.
—Pe-perdón…—susurró
Tom apenado, era tanto su placer que no le había dado tiempo de avisar que se
corría.
Georg
sonrió sin darle importancia y se limpió la boca quitándose toda la ropa. Su
erección saltó hasta su ombligo y luego la puso apuntando directamente el
rostro de Tom. Ambos se rieron.
—Hazme
el amor como sólo tú sabes que me encanta. —dijo sentándose y atrayendo a Georg
hasta besarle los labios.
El
beso se hizo demasiado largo. Sus cuerpos estaban ardiendo mientras se rozaban
el uno con el otro. Georg le quitó la coleta que Tom tenía puesta y acarició su
largo cabello lacio, debajo de él había más o menos cuatro rastas y sonrió.
—Me
encanta tu cabello pero te prefería con rastas.
—Me
encantaba tu cabello largo pero decidiste deshacerte de él. —suspiró. Una de
las cosas que más le había atraído del Georg que había pasado la pubertad, era
su cabello largo.
—Lo
corté porque era necesario, en la facultad me pidieron que lo hiciera. —bajó
hasta sus clavículas mordisqueándolas y dejando pequeño chupetones.
—Déjatelo
crecer, quiero verlo largo de nuevo. —gimió.
Georg
asintió alzando las caderas de Tom y con dos dedos dilató al joven para entrar
en él. Tom se arqueó cerrando sus ojos y sintió como su amor entraba lentamente
haciéndole temblar.
El
movimiento fue lento para disfrutar del momento. Lo único que reinaba en aquel
pequeño cuarto era el amor y la pasión de dos amantes que se adoraban. Sus
movimientos se acoplaron y entraron en un frenesí.
Tom
miraba a los ojos de Georg y él miraba los suyos, su conexión era poderosa y mágica.
Los
minutos pasaron demasiado lentos y fue Tom quien se corrió primero derramando
su semilla en su vientre. Georg tardó un poco más sintiendo como Tom apretaba
su pene con fuerza. Estaba tocando el cielo. Se corrió derramándose
completamente dentro de él.
—Te
amo. —susurró Georg besándole los labios.
—Te
amo con todo mi corazón, mi alma y mi
cuerpo. —El moreno suspiró cerrando sus ojos, abrazando al castaño.
Georg
dejó caer su cuerpo sobre el de Tom sin salir de su interior. Él cerró sus ojos
también y se quedaron dormidos.
Ese
había sido el mejor sexo de reconciliación del mundo. Ahora lo único que
quedaba por hacer era ir a casa y darle la buena nueva a todo el mundo.
***
Después
de salir del spa la parejita se dirigió directamente hasta la casa para
contarle todos que ya el dolor se había acabado y que estaban juntos.
Tom
estaba un poco nervioso por la reacción de Bill, él no lo aceptaría tan
fácil. Más allá de él, sabía que Moritz
estaría contento.
—
¿Estás nervioso? —preguntó Georg tomándole la mano y besándola.
—Un
poco, pero que el que más me importa es Moritz. —Sonrió— se pondrá feliz de
saber que sus papás están juntos.
Georg
asintió sonriendo también. — Sé que sí. Además de que eso le hará pensar en
tener un hermanito.
El
castaño insistía en querer tener otro hijo. Eso de que no se podía no lo había creído
mucho. Le hacía ilusión pensar en Tom embarazado.
Por
su parte Tom sintió un yunque caer en su cuerpo. Georg no lo entendía cuando le
había dicho que no podía tener más hijos. Una lágrima rebelde bajó por su mejilla
derecha y la limpió rápido.
—Georg,
ya te dije que no puedo tener hijos.
—
¿Por qué? cuando te lo pregunté no me lo quisiste decir delante de Moritz.
Tom
recordó lo que le había dicho el doctor después del nacimiento del niño.
“Señor Kaulitz, debido a una
pequeña complicación en la cesárea, tuvimos que remover el útero. Usted ha
quedado libre del aparato reproductor femenino por ende no podrá tener más
hijos”
Su
corazón se alegró en el momento pero también sintió pesar porque había
imaginado que tal vez algún día podría tener una niña a la que llamaría
Krystal.
—Cuando
me hicieron la cesárea tuve una pequeña complicación y tuvieron que sacarme
todo, por eso ya no puedo tener más hijos.
Georg
se sintió mal por aquello pero lo aceptó con pesar.
—Entiendo.
—suspiró, él quería tener otro hijo.
—Perdóname
por no poder darte otro hijo.
—No
me pidas perdón por nada Tom, ya me diste uno al que amo con todo mi corazón. Sólo
que me hacía ilusión verte embarazado. ¿Nunca tomaste alguna foto estando
embarazado?
Tom
sonrió un poco.
—De
cada mes que llevé a Moritz en mi vientre, ya en las últimas se me ve como una
gran ballena embarazada.
—Jajaja
me encantaría ver eso.
Llegaron
al departamento de Gustav y ahí se encontraban todos. Bill estaba dándole el
biberón a Mariana y Gustav estaba dándole el biberón a Giordano, Moritz se
encontraba a su lado acariciando el pie del niño.
—Quiero
uno así tío Gustav. —el niño beso el pie desnudo del bebé.
Tom
hizo un mohín viendo a su hijo y se le acercó besándole las mejillas. No podía
prometerle uno.
—Oh
mi bebé. —suspiró y luego miró a su hermano. —Tengo una noticia que darle.
—Tenemos.
—dijo Georg entrando en la sala, colocándose frente a todos.
—Tenemos.
—repitió Tom cargando a Moritz en sus brazos y acercándose a Georg, tenían que
dar la noticia en familia.
Bill
dejó de darle el biberón a la niña y se la colocó en el hombro para sacarle los
gases mientras miraba a su hermano. Ya sabía por dónde iba todo.
—Tal
vez les sea extraño vernos a Georg y a mí juntos. —Tom miró al castaño
sonriendo. — pero hemos limado asperezas y admitimos que nos amamos. Los
errores del pasado ya más nunca nos van a quebrar. Hemos decidido que nos vamos
a dar otra oportunidad para ser felices, por nosotros y por el hijo que tenemos.
—besó la mejilla de Moritz.
El
niño miró a sus dos padres y los abrazo de manera emotiva.
—
¡Sí! —los besó a ambos.
Tom
y Georg se conmovieron por la eufórica respuesta de su pequeño hijo.
—Estoy
feliz por ustedes. —dijo Bill dejándolos sorprendidos a todos. — Y no me vean
así, después de analizar todo lo que ha pasado y el cambio de Georg, me di
cuenta que mi hermano merece estar con quien ama y le ama. Y si Georg vuelve a
cagarla esta vez sí lo voy a matar.
Todos
rieron.
—Gracias
por darme el voto de confianza y de una vez la advertencia. —dijo Georg.
—No
hay de qué.
—Bueno
basta de cháchara, vamos a brindar por ellos. —Raven llegó con cuatro copas
llenas de champaña y dos de jugo de durazno. Las repartió tomando la de durazno
para ella y pasándole la otra a Moritz. — para Momo y para mí jugo porque pues
somos los niños.
Georg
cargó a Moritz.
—Claro
que sí. —Rió alzando su copa— brindo por la felicidad de Tom y mía, que seamos
felices siempre. Y que en el matrimonio
nos vaya bien.
Todos
hicieron silencio. Tom miró a Georg con los ojos bien abiertos. ¿Matrimonio?
—
¿Creías que nos íbamos a vivir juntos y ya? Sí vamos a ser una familia, seremos
una familia completa, con todas las de la ley. —sonrió dejando a Moritz en el
suelo. Sacó una cajita de su bolsillo y se arrodilló. — ¿Te quieres casar
conmigo?
—
¡Papi dile que sí! —gritó Moritz dando un pequeño saltito.
—Ay
Dios, pero yo tengo que grabar esto. —dijo Raven emocionada.
—Ya
lo estoy haciendo desde el principio, sospeché que sucedería. —dijo Gustav
grabando con su celular.
Tom
no los escuchaba a ellos. Estaba tan emocionado que se le había olvidado que
tenía que responder.
—
¡Acepto! —gritó.
Georg
se levantó y lo besó hasta dejarlo sin alientos. Luego le colocó el anillo
sonriendo.
—Pensé
que dirías que no.
—
¿Estás loco? Siempre quise esto.
—Ahora
sí podemos chocar las copas. —dijo Bill levantándose y levantando su copa. —
por la nueva familia.
—Por
la nueva familia. —dijeron todos.
AWWWWWWW estuvo bueno tuvo de todo pasion,amor,matrimonio ay es una lastima que termine pero lo bueno tiene que ser asi muchas gracias por escribir cosas tan hermosas rai un beso
ResponderEliminarperdón por no haberlo comentado antes...
ResponderEliminarme encanto estuvo super lindo... por fin todos felices... me sorprendió lo de Bill
Ahsj sjaajjsnsj lo mas hermoso *-*
ResponderEliminar