miércoles, 19 de febrero de 2014

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo XXX



Capitulo XXX
—Ge-Georg, aléjate. —trató de quitárselo de encima, pero su olor masculino lo derritió. Adoraba el perfume de Georg.
—Déjame amarte, déjame compensar todos esos años que te amé y te hice daño. —Se acercó más a su rostro casi rosándole los labios. — te hice muchísimo daño, estoy arrepentido y te amo.
Tom tragó saliva. Había anhelado esas palabras desde que estaba enamorado de él. Cerró los ojos apartándolo.
—Tengo que pensarlo mucho más Georg, ahora tengo a Hannah y…
— ¡Y qué mierda me importa a mi Hannah! —explotó el mayor. — tú la metiste en esto porque creíste que yo pensaría que la quieres. ¡La utilizas de una manera muy baja! ¡Ella te quiere por el amor de Dios! Sólo un tonto de culo como tú no podría darse cuenta que ella está contigo porque te quiere.
Tom se quedó en silencio. Georg tenía razón, estaba usando a Hannah, le estaba haciendo lo mismo que Georg le hizo años atrás. ¿En que se estaba convirtiendo?
—Le estás haciendo lo mismo que yo te hice y eso es injusto para una mujer que acaba de tener un bebé y esta tan vulnerable. ¡Te aprovechas!
El moreno sabía que era cierto. El nudo en su garganta era bastante difícil de tragar. Estaba tratándolo mal pero lo merecía por estar haciéndole el mal a alguien que ciertamente lo quería más de lo que él podía imaginar.
—Escúchame Tom. —Georg se calmó un poco. — tienes miedo a lo que pueda pasar con nosotros dos si decidimos estar juntos de nuevo. Pero yo te amo, siempre lo he hecho, he sido idiota y lo he pagado caro, ahora quiero remediar mis errores contigo y cuidar de nuestro hijo, nosotros dos juntos, como la familia que Moritz merece. —caminó hacia la puerta de la cocina. — te voy a dar una sola semana Tom, sí tu en esa semana no me das una respuesta, voy a conseguir el permiso para llevarme a Moritz a Holanda, me importa que busques un abogado, mil abogados, yo merezco pasar tiempo con mi hijo, y quiero que conozca a mi  padre, a su tío y mis abuelos. ¿Entendido?
Y se fue. Tom se quedó en silencio, asustado hasta la medula por las palabras que había dicho Georg.
Tenía que decidir sí quería acabar con el sufrimiento o pelear con Georg hasta que todo llegase un triste final. Dos opciones difíciles.
***
Era martes por la mañana. Moritz estaba sentado en su cama jugado con algunos de sus muñecos. Tom entró en la habitación co el desayuno para su niño, no había escuela ese día así que lo mimaría un poquito.
—Moritz, he traído todo lo que te encanta desayunar.
El niño sonrió alegre mirando a su padre sentarse a su lado con una bandeja llena de comida y frutas de las que le encantaban.
— ¡Gracias papi! —Le besó la mejilla— papi, puedes llamar a papá Giog y decirle que venga a comer con nosotros.
Tom suspiró. Moritz todos los días quería que Georg estuviera en la casa, cenara con él, almorzaran juntos, cenaran juntos… estaba un poco celoso de que su niño le diera tanta atención al otro padre, pero era de entenderse que los dos necesitaban establecer la relación padre/hijo.
—Papá no puede venir porque esta de guardia en el hospital donde trabaja, ayer te dijo que podrá venir en la tarde. —sonrió un poco.
—Oh, es cierto. —el pequeño mordió una banana. — las bananas son tan ricas papi. —sus ojitos brillaron.
El padre sonrió viendo a su hijo comer sus frutas y los hotcakes que había preparado especialmente para él. Mientras terminaba pensaba en la discusión que había tenido con Hannah la noche anterior. Él le había comentado todo lo que había pasado con Georg y esta había reaccionado como él no lo esperaba. Ella se alteró  y recogió todas sus cosas para irse. Él no quería que eso sucediera pero las cosas se salieron de control y no tuvo otro remedio que dejar que ella le abandonara.
Y pensándolo bien, era mucho mejor así. Él la quería nada más como una amiga y viviendo bajo el mismo techo, sería hacerle más daño, y aun mas cuando delante de su hermano y sus amigos tenían que actuar como si de verdad fueran pareja. Tom siempre notó que Hannah adoraba que ellos llegaran a casa, sólo para estar encima de él la mayoría del tiempo. Era un poco molesto siendo que a él no le gustaba tanto contacto físico con una mujer.
Estaba dándole tantas vueltas al asunto sobre Georg que se le olvido por completo que debía ir a la clínica a buscar sus resultado. Alistó a su pequeño Moritz y lo llevó con él hasta el hospital, seguro que el niño estaría feliz de que por casualidad se encontrara a su papá.
Estando en el hospital los nervios se apoderaron de él. No quería estar embarazado de nuevo, no creía que fuera posible pero lo mejor era descartar aquella situación.
La consulta con el médico fue rápida. Los mareos y todos los demás síntomas que tenía se debía a una baja de plaquetas, no era más que eso. Se sintió aliviado de saber que no estaba embarazado.
Moritz miraba por todos los pasillos a ver si encontraba a su padre. Tom lo observaba sonriendo de lo desesperado que se le veía.
—Calma mi niño, vamos a llamarlo a ver si esta aquí. —sacó su celular y marcó, caía la contestadora. —No contesta el celular, seguro está ocupado mi amor. ¿Te parece si nos vamos por un helado?
—Pero yo quiero ver a mi papá. —suspiró entristecido.
—Lo veras ahora más tarde mi gordo. Tenemos que ir a casa, vamos por un helado primero. ¿Quieres?
El niño asintió desganado. El padre se sintió mal de ver a su niño triste, pero no podía hacer nada. Caminando hacia la salida, se encontró con Georg, Moritz saltó de alegría y corrió a abrazarlo. Probablemente las casualidades existían.
— ¿Qué hacen aquí? —preguntó besando la mejilla de su hijo.
—Mi papi vino a saber si iba a tener un bebé. —dijo Moritz con total inocencia, jugando con los lápices en el bolsillo de la bata de Georg.
Tom quería que se lo tragara la tierra. Debía haberle dicho a su niño bocón que no dijera nada de lo que hizo en la consulta. La expresión de Georg era todo un poema (literal) su boca se entreabrió y sus ojos se pusieron mas grandes por la sorpresa.
— ¿Estás embarazado de mí? ¿Vas a tener un hijo mío? —preguntó directo.
—No, estoy de Gustav, tú sabes, no me pude resistir. —dijo con sarcasmo. — ¡Crees que yo me acuesto con todo el pendejo que se me ponga en frente! —exclamó irritado.
—Vale, no grites. —Georg colocó una mano sobre el hombro de Tom. quería calmarlo, eso no le haría bien al bebé.
—Entonces no me cabrees.
Moritz formó una “O” grande con la boquita.
—Oh, papi dijo una grosería.
Tom se sintió avergonzado. Estaba tan ruborizado.
—Lo siento bebé, no la volveré a decir. Tú nunca la repitas ¿Entendido? —miró a su hijo a los ojos.
El niño asintió. Georg seguía tocándolo para relajarlo. Estaba emocionado con la idea de tener otro hijo con Tom, eso tendría que ayudarlo.
—Vamos a la sala de maternidad. Te voy a poner en control desde ya con la doctora Tammy, ella es una buenísima ginecóloga y te aseguro que tomara control de todo desde ya. —Tomó la mano de Tom jalándolo para que caminara.
Tom no se lo podía creer. Se le veía demasiado emocionado por la sola mención del “embarazo” tanta emoción le causo a él, que deseo estar embarazado de verdad. Pero no podía mentirle de esa manera tan cruel.  
Jaló su brazo liberándose del agarre de Georg. Él se detuvo mirándolo.
—Sé que no quieres que te toque pero tendremos otro hijo y quiero ser parte de su crecimiento en tu vientre y su nacimiento y todo lo que tenga que ver con él o ella.
El moreno quería llorar de emoción. Pero eso lo haría ver como un llorica.
—Escúchame Georg. —suspiró. — Yo no estoy embarazado.
Georg tragó fuerte. ¿Cómo que no?
—Pero Moritz y tú dijeron…
Interrumpió. —Moritz dijo que yo vine a saber si lo estaba. Yo te dije lo demás con sarcasmo, no estoy embarazado, ni quiero estarlo, ni podré estarlo nunca más. ¿Entiendes?
Recordó aquel día después del nacimiento de Moritz. Cuando el doctor le había dicho que no podría tener hijos más nunca. Ese día sintió un peso más alojarse en su pecho, quizás porque albergaba la esperanza de tener otro. Aunque también se alegró de no tener que volver a pasar por un parto. Era doloroso, más para un hombre.
— ¿Por qué no puedes? Tuviste a Moritz.
—Es algo que no quiero hablar con Moritz presente, yo sólo quiero ir a casa. —mordió su labio impaciente. — Ven Moritz. —abrió sus brazos para que su hijo entrara en ellos.
Moritz miró el rostro entristecido de Georg y lo  abrazó consolador. Luego fue a los brazos de Tom y también le abrazo con fuerza. Aunque no entendía mucho de lo que sucedía, sabía que sus dos padres estaban tristes y sufriendo.
—Papi, quiero que tengas un bebé ahí adentro para que mi papá Giog no se sienta triste.
Esas palabritas funcionaron porque se sintió más mal de lo que estaba.
—No puedo hacer eso bebé, pero tu papá se sentirá bien más tarde. ¿Verdad?
—Sí.
Fue lo único que dijo. Se acercó a Moritz y le besó la frente, seguido de eso, le besó la mejilla a Tom y se fue.
Tom se sentía mal por Georg.

2 comentarios:

  1. ayyyyy el otro ya todo feliz porque seria padre de nuevo jajajaj pobre voy al siguiente me encanto como siempre un beso

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