Capitulo
XXVIII
Ya
no deseaba seguir hablando con él, ya no quería seguir en aquella habitación de
motel sacada de alguna película pornográfica de bajo presupuesto. El hedor a
nicotina, hierba y orine invadían su sentido del olfato, en esos momentos lo
único que deseaba, era salir de ahí y ver a su familia.
Pero
Rafael tenía otros jodidos planes para él. A pesar de que lo tenía desatado, él
no estaba para nada despistado. Cada movimiento, cada abrir y cerrar de ojos,
el hombre frente a él lo captaba.
Estaba
sentado frente a él parloteando sobre los asesinatos a animales que había
cometido. Las arcadas llegaron cuando mencionó que había asesinado a un hombre que
vagaba por las calles de parís.
—Y
esa es toda mi historia mi querido Tom. —sonrió y le dio una calada profunda a
su cigarrillo. — me estoy cansando, quiero sexo.
El
cuerpo entero del joven se tensó al escuchar esas cuatro letras. S-E-X-O
¿Estaba loco? Jamás permitiría que ese hombre asqueroso le pusiera una mano
encima.
—Será
mejor que te quedes tranquilo o no dudaré en matarte, un poco de necrofilia no
estaría mal. Ya lo hice una vez y no fue tan malo, lo único que de verdad si
fue malo, es que el cuerpo no duro caliente por mucho tiempo. —hizo una mueca
con la boca.
Tom
se ayudó con los talones a subir hasta topar con el espaldar de la cama. Lo
peor que le podía pasar en la vida era ser violado. Y joder, había pasado
suficientes cosas como para que su vida terminara de esa manera.
«Ten
calma Tom, debes actuar como si quisieras, puedes aprovechar el momento y
escapar» se dijo a sí mismo tratando de calmarse y sonreír.
—Seré
paciente contigo, debes tener ese hueco estrecho. —rió.
«Vulgar»
pensó Tom sonriendo un poco para hacerle creer que quería estar con él.
—Ven,
estoy preparado para ti.
Las
palabras parecieron sorprender al de orbes azules. Se paró en una esquina de la
cama y lo jaló por el pie, hasta dejarlo acostado de nuevo.
—Disfrutaras,
lo sé.
Fue
la última palabra que dijo antes de lanzarse sobre Tom y comenzar a besarlo
desesperado. Las ganas de vomitar no tardaron en hacer acto de presencia, él se
removía en los brazos de aquel hombre asqueroso.
Lloró
por su hijo, lloró por faltar a su promesa de no estar con nadie más. Mientras
estaba estirando los brazos, sintió el cuchillo sobre la cama. Abrió los ojos
como platos y disimuló hasta que pudo cogerlo con sus manos.
—
¡Quítate! —gritó quitándoselo de encima con una sola patada.
—
¿Qué mierda…? —Rafael miró el cuchillo en su mano y se carcajeó. — No tengo
miedo a eso Tom, ¿Sabes que no puedo sentir dolor? Estoy jodido por todas
partes.
—Que
no sientas dolor no quiere decir que no puedas morir, da un paso más hacia mí y
no dudaré en matarte. —le gritó saltando de la cama y señalándolo con el arma
blanca. En su corazón no estaba querer matarlo pero tenía que defenderse,
sobrevivir al ataque del enfermo.
—No
seas tonto Tom, no te busques una muerte dolorosa. —El rubio se acercó más a
él, la sonrisa en su rostro no mostraba nada de miedo.
Tom
no quería lastimarlo, no soportaría lastimarlo pero sí era necesario lo haría
para salvarse de ese depravado. Caminó lentamente hasta la puerta pero cuando casi
llegaba, Rafael decidió saltar sobre él, y no tuvo más remedio que clavar el
cuchillo en el abdomen de su agresor.
Logró
abrir la puerta y corrió hasta divisar la recepción del hotel. Estaba desnudo,
el frío lo estaba matando y Rafael lo perseguía. Miró hacía atrás y no pudo ver
a nadie seguirlo, quizás estaba muerto.
La
chica en la recepción lo vio entrar y se asustó dejando escapar un gritó de
terror.
—No,
no haré nada, me… me secuestraron y pude escapar. —jadeaba mientras recuperaba
el aire. — llama a la policía por favor, mi secuestrador esta herido y… y no
quiero que muera.
La
presión, los nervios y todo influyó para que su cuerpo cediera y se desplomara
sobre los brazos de la joven asustada.
***
Tom
despertó con dolor de cabeza y la sensación de haber sido atropellado por un
camión de doble carga. Le pesaban los ojos, le ardían las rodillas y la nariz
le dolía muchísimo.
—
¡No me hagan daño! —gritó abriendo los ojos de par en par, al recordar todo lo
que había pasado.
—shuuu,
tranquilo Tom. —la voz de Bill le llegaba muy lejana.
¿Estaría
soñando?
Logró
enfocar la mirada en el cuerpo de su hermano gemelo.
—
¡Bill! ¿Dónde está Moritz? Quiero verlo por favor. —sollozó observando a su
hermano. Se sentía desesperado. Lo único que lo haría sentirse mejor era ver
que su hijo estaba bien.
—Está
aquí Tom, cálmate por favor. —le dijo acostándolo de nuevo y besándole la
frente. —estás bien, todo ya pasó.
Eso
lo tranquilizó un poco, pero más lo tranquilizaría que le dieran a su hijo.
Tom
cerró los ojos tratando de calmar sus nervios, estaba en el hospital y el
peligro ya había pasado. Pero ahora en lo único que podía pensar era en el
asesinato que había cometido, porque sentía que Rafael había muerto.
—Bill…
—Ya
vienen con Moritz Tommy, estate tranquilito que ya ese desgraciado no podrá
hacerte nada.
—
¿Murió? —preguntó abriendo los ojos llenos de lagrimas. Nunca en su vida pensó
en matar a alguien, jamás.
Bill
se quedó en silencio un rato.
—Murió
¿verdad? Soy un asesino e iré a la cárcel. —su corazón latía desbocado.
—No
murió. —dijo el rubio finalmente. — pero sí lo dejaste mal herido, vivirá y será
recluido en un lugar fuera de aquí, en Leipzig lo estaba buscando la policía
porque había escapado del psiquiátrico.
Tragó
saliva y aunque no debía se sintió aliviado de no haberlo matado.
—No
presentaran cargos en tu contra porque reconocen que fue en defensa propia,
además de que ya la policía de Berlín conoce su antecedente y su daño mental.
Tom
cerró sus ojos dejando escapar todas las lágrimas que contuvo estando en
cautiverio.
—Tuve
mucho miedo, pensé que ese sería mi final Bill, creí que no los volvería a ver.
—sollozó aún más fuerte liberando todo lo que había en su cuerpo.
—Lo
sé Tom, yo creí morir cuando sentí que estabas en peligro. —el gemelo menor se
sentó al lado de su hermano en la camilla y lo abrazó fuerte.
Mientras
estaban abrazándose la puerta de la habitación se abrió y Georg entró con
Moritz acurrucado en su pecho. El pequeño llevaba el pijama puesto y su
dinosaurio azul en los bracitos.
Cuando
Tom puso la mirada sobre Georg lo único que deseo fue molerle la cara a golpes.
¡Todo le pasaba por su culpa!
—
¿Qué haces aquí? —trató de decir lo más calmado que pudo.
—Tú
no deberías estar aquí ni siquiera cargando al niño. —se levantó Bill,
acercándose a Georg y cargando a Moritz para dárselo a Tom.
—El
niño me ha visto y no ha querido con nadie más, además he venido porque me
preocupa Tom. —respondió serio.
—
¿Te preocupa? Ja, ahora sí te preocupa mi hermano…
Tom
no quiso escuchar más a los dos que peleaban cerca de él. Abrazó con fuerza a
su niño y entre sollozos lo besó como si hubiese tenido años sin verle.
—Mi
Moritz. —susurró haciendo que los dos presentes que discutían se quedaran en
silencio al verlo abrazar a su hijo.
—Papi.
—Moritz se impulsó con la cama para rodear el cuello de su papi y abrazarlo con
fuerza. — ¿Dónde estabas? Te extrañé mucho.
—Mi
niño. —Tom le besaba la frente— estaba haciendo algunas cosas pero estoy y
estaré aquí siempre para ti. Te amo cariño.
Moritz
se aferró más a su padre, aún se sentía un poco enfermo y estar con su papá le
ayudaba a sentirse mejor.
Georg
observaba enternecido aquella escena. Ignoraba la cara de perro con rabia que
tenía Bill y se centraba en esos dos que se abrazaban demostrándose tanto amor.
Moritz era un niño precioso que le recordaba demasiado a cuando él era un niño,
incluso se parecía muchísimo a su hermano menor Michael, cuando tenía esa edad.
Tom
levantó la mirada hacía Georg. No quería verlo, no deseaba hacerlo después de
todo lo que había pasado. Tenerlo cerca cuando se sentía tan vulnerable era
peligroso, muchísimo.
—Retírate
por favor. —pidió amablemente.
—Quiero
quedarme contigo. —respondió el castaño acercándose a la cama.
—Alto
ahí nariz de tucán. —Bill alzó su dedo índice señalando a Georg. — mi hermano
te ha dicho que te retires y de muy buena manera, yo no soy él y a mí no se me
ha olvidado lo que hiciste, así que mueve tu asqueroso trasero de aquí o te lo
muevo yo a patadas.
Georg
bajó el dedo de Bill con un manotazo, miró a Tom y suspiró acerándose hasta
darle un beso a Moritz en la frente y uno en la frente a Tom.
—No
importa cuanto tenga que esperar, me vas a escuchar algún día.
Sin
esperar que dijeran nada, salió de la habitación con el corazón en los pies.
Tom
sintió su cuerpo estremecerse cuando Georg le dio ese pequeño y casto beso en
la frente. También se conmovió de ver lo paternal que era con Moritz, aún sin
saber que era su hijo.
—Conozco
esa mirada Tom. —Bill entrecerró los ojos. — estas conmovido y eso te pone en peligro.
El
moreno suspiró besando la frente de su hijo, justo ahí donde Georg deposito un
beso.
—He
pensado que debo decirle, sin importar lo que me diga o lo que pueda hacer,
debe saber que tiene un hijo. —su pequeño Moritz ya estaba dormido.
—
¡¿Qué dices?! Escucha estoy de acuerdo que tiene que saber pero cuando le digas
y por cómo se está comportando me hace pensar que viene en busca de otra cosa y
por favor Tom, no puedes caer de nuevo. ¿Te imaginas que la historia se repita
y quedes embarazado de nuevo?
Tom
lo miró con mucha seriedad y respondió dolido.
—Yo
no puedo tener hijos.
***
Una
semana más tarde Tom iba camino a la casa en la que Gustav le había mencionado
que vivía Georg. Después de haberle dado tantas vueltas al asunto, decidió que
aunque Georg lo rechazara, iba a decirle que tenía un hijo y ese niño era
Moritz.
La
casa quedaba cerca de la urbanización en donde vivían cuando eran más jóvenes.
Al llegar supo que era la casa específica porque la camioneta de Georg estaba
aparcada en frente.
Tenía
los nervios recorriéndole el cuerpo. ¿Qué tan difícil podía ser decirle que era
padre? De todas maneras no podía reclamarle no haberle dicho, él fue el que se
fue y no dijo a dónde iba.
Una
vez frente a la puerta sintió ganas de salir corriendo. Justo cuando iba a
retirarse la puerta se abrió mostrando a un Georg desnudo de la cintura para
arriba, con el cabello alborotado y mojado, y sólo una toalla envolviéndole la
cintura.
Joder.
Ave
maría purísima.
Líbralo
de todo mal pensamiento.
—Creo
que no llegue en buen momento. —Se dio la vuelta tragando fuerte.
La
mano de Georg envolvió su mano jalándolo hacia adentro.
—No
llegas a mala hora, estaba esperándote.
Tom
se quedó de piedra. ¿Esperándolo? ¿Y quién le había dicho que él iría hasta allí?
El único que sabía era Gustav…
—
¿Te ha dicho Gustav que venía a verte? —preguntó sin darse la vuelta, sintiendo
la cálida respiración de Georg sobre su oreja. El corazón le iba a explotar en
el pecho.
—Cómo
lo he sabido no importa, lo único que me importa es que estas aquí.
De
un jalón lo puso frente suyo y le arrebató un besó más apasionado del que se
habían dado en la cafetería de Gustav. La cabeza y el cuerpo entero de Tom
volaron permitiéndole al castaño follarle la boca con la lengua.
Y
joder como lo hacía perfecto.
El
deseo y el anhelo pudieron más que la razón y la mente del moreno. Su mente se
nubló y lo único que podía sentir eran las caricias de Georg sobre sus brazos y
los besos propinados en su largo cuello.
No
hacía falta que se calentaran más. Georg estaba duro como una roca esperando el
momento para entrar a ese lugar que le pertenecía desde siempre. Llevó a Tom
hasta el sofá más cercano y allí lo sentó deshaciéndose de la camisa. Tom
estaba un poco avergonzado y no podía pensar nada más que en la necesidad que
sentía su cuerpo de aquel contacto físico. Joder, él no había ido a esa casa
para eso…
—No
te molestes en apartarte, no voy a dejarte.
Susurró
Georg al oído de Tom acostándolo sobre el sofá y montándose sobre él. Lo iba a
exprimir hasta lo último.
—No…
no quiero aquí. —susurró Tom en los labios del castaño. Tenía las mejillas
ruborizadas y una gotita de sudor corriéndole por la sien.
Georg
se detuvo un momento.
—
¿Dónde deseas?
—En
la cama. —susurró el moreno aún más apenado.
El
mayor sonrió con vehemencia y le tomó de la mano conduciéndolo directamente
hacía la primera habitación de la casa. Una vez allí la ropa de Tom voló por
los aires junto con la toalla que tenía Georg alrededor de su cintura.
Tom
bajó la mirada hasta el miembro de Georg y dejó de respirar. Estaba tan grande
como lo recordaba y lo único que deseo fue arrodillarse y meterlo todo en su
boca.
—Chúpame.
—Le ordenó autoritario, mirando como Tom se bajaba y le cogía la polla.
Cayendo
y corriendo. El miembro de Georg entró casi completo en la boca de Tom, lo
lamió, lo chupo y lo exprimió hasta hacer volar al castaño.
Georg
se sentó sobre la cama perdido en el orgasmo que tuvo al sentir la lengua de
Tom sobre su pene. Y joder, se lo iba a montar en grande con él.
El
mayor lanzó al menor sobre la cama y lo abrió de piernas estimulando su ano con
el dedo, cuando lo vio listo, introdujo la punta de su pene observando el
rostro adolorido pero placentero de su acompañante. Era bastante excitante.
Tom
sintió que veía estrellitas cuando todo el pene de Georg se introdujo en su
pequeña entrada y le tocó lo más profundo. Jadeó y se mordió los labios hasta
sentir que el dolor disminuía y su cuerpo le aceptaba como debería. Hacía tanto
tiempo que no estaba con nadie que dolía como la jodida primera vez.
Las
embestidas comenzaron, despacio y luego una detrás de la otra con fuerza, con
dulzura y eso hizo que el corazón de Tom se derritiera. La pasión se desbordaba
sobre esos dos cuerpos que anhelaban estar juntos desde hacía mucho tiempo.
Estocada, tras estocada Tom sentía que tocaba el cielo.
Después
de un largo periodo de posiciones y penetraciones rudas, Georg se corrió dentro del moreno y se tumbó
a su lado besándole el hombro derecho. Los dos estaban jadeando y observando el
techo mientras esperaban que su vista se aclarara y su mente regresara a sus
cuerpos.
Estar
juntos siempre había sido como una droga.
—Tom…—Georg
se levantó un poco observando el rostro ruborizado de su chico.
—
¿Sí? —susurró Tom con sus ojos cerrados. Se sentía volando.
—
¿Qué te pasó aquí? —Georg colocó una mano sobre la incisión que le habían hecho
para sacar a Moritz.
El
alma le bajó a los pies, y todo lo que había disfrutado minutos antes se disipó
haciendo que se sentara y mirara a los ojos esmeralda del hombre que amaba.
—Es
una larga historia.
—Quiero
saberla.
Tom
tragó saliva. —Por ahí sacaron a Moritz de mi vientre, es la cicatriz de mi cesárea.
El
castaño se quedó paralizado, luego se rió nervioso.
—
¿Estas bromeando? No pudiste haber tenido a Moritz.
—Lo
tuve. —dijo serio.
Georg
comenzó a divagar, a sacar las cuentas
hasta llegar a una conclusión.
—Moritz
nació meses después que yo me fui, eso quiere decir que…—no pudo terminar de
hablar.
—Es
tu hijo Georg, Moritz es tu hijo.
¡SANTO CRISTO MILAGROSO! GEORG no es tan tonto saco las cuentas por dios ¿QUE VA A PASAR? ME URGE SABERLO UN BESO
ResponderEliminarDios :OOOOOOOO estoy que muero x.x
ResponderEliminarojala georg reaccione bien
sube pronto Rai amo la fic :3