jueves, 6 de febrero de 2014

Fic "Te he echado de menos" TORG Capitulo XXVIII



Capitulo XXVIII
Ya no deseaba seguir hablando con él, ya no quería seguir en aquella habitación de motel sacada de alguna película pornográfica de bajo presupuesto. El hedor a nicotina, hierba y orine invadían su sentido del olfato, en esos momentos lo único que deseaba, era salir de ahí y ver a su familia.
Pero Rafael tenía otros jodidos planes para él. A pesar de que lo tenía desatado, él no estaba para nada despistado. Cada movimiento, cada abrir y cerrar de ojos, el hombre frente a él lo captaba.
Estaba sentado frente a él parloteando sobre los asesinatos a animales que había cometido. Las arcadas llegaron cuando mencionó que había asesinado a un hombre que vagaba por las calles de parís.
—Y esa es toda mi historia mi querido Tom. —sonrió y le dio una calada profunda a su cigarrillo. — me estoy cansando, quiero sexo.
El cuerpo entero del joven se tensó al escuchar esas cuatro letras. S-E-X-O ¿Estaba loco? Jamás permitiría que ese hombre asqueroso le pusiera una mano encima.
—Será mejor que te quedes tranquilo o no dudaré en matarte, un poco de necrofilia no estaría mal. Ya lo hice una vez y no fue tan malo, lo único que de verdad si fue malo, es que el cuerpo no duro caliente por mucho tiempo. —hizo una mueca con la boca.
Tom se ayudó con los talones a subir hasta topar con el espaldar de la cama. Lo peor que le podía pasar en la vida era ser violado. Y joder, había pasado suficientes cosas como para que su vida terminara de esa manera.
«Ten calma Tom, debes actuar como si quisieras, puedes aprovechar el momento y escapar» se dijo a sí mismo tratando de calmarse y sonreír.
—Seré paciente contigo, debes tener ese hueco estrecho. —rió.
«Vulgar» pensó Tom sonriendo un poco para hacerle creer que quería estar con él.
—Ven, estoy preparado para ti.
Las palabras parecieron sorprender al de orbes azules. Se paró en una esquina de la cama y lo jaló por el pie, hasta dejarlo acostado de nuevo.
—Disfrutaras, lo sé.
Fue la última palabra que dijo antes de lanzarse sobre Tom y comenzar a besarlo desesperado. Las ganas de vomitar no tardaron en hacer acto de presencia, él se removía en los brazos de aquel hombre asqueroso.
Lloró por su hijo, lloró por faltar a su promesa de no estar con nadie más. Mientras estaba estirando los brazos, sintió el cuchillo sobre la cama. Abrió los ojos como platos y disimuló hasta que pudo cogerlo con sus manos.
— ¡Quítate! —gritó quitándoselo de encima con una sola patada.
— ¿Qué mierda…? —Rafael miró el cuchillo en su mano y se carcajeó. — No tengo miedo a eso Tom, ¿Sabes que no puedo sentir dolor? Estoy jodido por todas partes.
—Que no sientas dolor no quiere decir que no puedas morir, da un paso más hacia mí y no dudaré en matarte. —le gritó saltando de la cama y señalándolo con el arma blanca. En su corazón no estaba querer matarlo pero tenía que defenderse, sobrevivir al ataque del enfermo.
—No seas tonto Tom, no te busques una muerte dolorosa. —El rubio se acercó más a él, la sonrisa en su rostro no mostraba nada de miedo.
Tom no quería lastimarlo, no soportaría lastimarlo pero sí era necesario lo haría para salvarse de ese depravado. Caminó lentamente hasta la puerta pero cuando casi llegaba, Rafael decidió saltar sobre él, y no tuvo más remedio que clavar el cuchillo en el abdomen de su agresor.
Logró abrir la puerta y corrió hasta divisar la recepción del hotel. Estaba desnudo, el frío lo estaba matando y Rafael lo perseguía. Miró hacía atrás y no pudo ver a nadie seguirlo, quizás estaba muerto.
La chica en la recepción lo vio entrar y se asustó dejando escapar un gritó de terror.
—No, no haré nada, me… me secuestraron y pude escapar. —jadeaba mientras recuperaba el aire. — llama a la policía por favor, mi secuestrador esta herido y… y no quiero que muera.
La presión, los nervios y todo influyó para que su cuerpo cediera y se desplomara sobre los brazos de la joven asustada.
***
Tom despertó con dolor de cabeza y la sensación de haber sido atropellado por un camión de doble carga. Le pesaban los ojos, le ardían las rodillas y la nariz le dolía muchísimo.
— ¡No me hagan daño! —gritó abriendo los ojos de par en par, al recordar todo lo que había pasado.
—shuuu, tranquilo Tom. —la voz de Bill le llegaba muy lejana.
¿Estaría soñando?
Logró enfocar la mirada en el cuerpo de su hermano gemelo.
— ¡Bill! ¿Dónde está Moritz? Quiero verlo por favor. —sollozó observando a su hermano. Se sentía desesperado. Lo único que lo haría sentirse mejor era ver que su hijo estaba bien.
—Está aquí Tom, cálmate por favor. —le dijo acostándolo de nuevo y besándole la frente. —estás bien, todo ya pasó.
Eso lo tranquilizó un poco, pero más lo tranquilizaría que le dieran a su hijo.
Tom cerró los ojos tratando de calmar sus nervios, estaba en el hospital y el peligro ya había pasado. Pero ahora en lo único que podía pensar era en el asesinato que había cometido, porque sentía que Rafael había muerto.
—Bill…
—Ya vienen con Moritz Tommy, estate tranquilito que ya ese desgraciado no podrá hacerte nada.
— ¿Murió? —preguntó abriendo los ojos llenos de lagrimas. Nunca en su vida pensó en matar a alguien, jamás.
Bill se quedó en silencio un rato.
—Murió ¿verdad? Soy un asesino e iré a la cárcel. —su corazón latía desbocado.
—No murió. —dijo el rubio finalmente. — pero sí lo dejaste mal herido, vivirá y será recluido en un lugar fuera de aquí, en Leipzig lo estaba buscando la policía porque había escapado del psiquiátrico.
Tragó saliva y aunque no debía se sintió aliviado de no haberlo matado.
—No presentaran cargos en tu contra porque reconocen que fue en defensa propia, además de que ya la policía de Berlín conoce su antecedente y su daño mental.
Tom cerró sus ojos dejando escapar todas las lágrimas que contuvo estando en cautiverio.
—Tuve mucho miedo, pensé que ese sería mi final Bill, creí que no los volvería a ver. —sollozó aún más fuerte liberando todo lo que había en su cuerpo.
—Lo sé Tom, yo creí morir cuando sentí que estabas en peligro. —el gemelo menor se sentó al lado de su hermano en la camilla y lo abrazó fuerte.
Mientras estaban abrazándose la puerta de la habitación se abrió y Georg entró con Moritz acurrucado en su pecho. El pequeño llevaba el pijama puesto y su dinosaurio azul en los bracitos.
Cuando Tom puso la mirada sobre Georg lo único que deseo fue molerle la cara a golpes. ¡Todo le pasaba por su culpa!
— ¿Qué haces aquí? —trató de decir lo más calmado que pudo.
—Tú no deberías estar aquí ni siquiera cargando al niño. —se levantó Bill, acercándose a Georg y cargando a Moritz para dárselo a Tom.
—El niño me ha visto y no ha querido con nadie más, además he venido porque me preocupa Tom. —respondió serio.
— ¿Te preocupa? Ja, ahora sí te preocupa mi hermano…
Tom no quiso escuchar más a los dos que peleaban cerca de él. Abrazó con fuerza a su niño y entre sollozos lo besó como si hubiese tenido años sin verle.
—Mi Moritz. —susurró haciendo que los dos presentes que discutían se quedaran en silencio al verlo abrazar a su hijo.
—Papi. —Moritz se impulsó con la cama para rodear el cuello de su papi y abrazarlo con fuerza. — ¿Dónde estabas? Te extrañé mucho.
—Mi niño. —Tom le besaba la frente— estaba haciendo algunas cosas pero estoy y estaré aquí siempre para ti. Te amo cariño.
Moritz se aferró más a su padre, aún se sentía un poco enfermo y estar con su papá le ayudaba a sentirse mejor.
Georg observaba enternecido aquella escena. Ignoraba la cara de perro con rabia que tenía Bill y se centraba en esos dos que se abrazaban demostrándose tanto amor. Moritz era un niño precioso que le recordaba demasiado a cuando él era un niño, incluso se parecía muchísimo a su hermano menor Michael, cuando tenía esa edad.
Tom levantó la mirada hacía Georg. No quería verlo, no deseaba hacerlo después de todo lo que había pasado. Tenerlo cerca cuando se sentía tan vulnerable era peligroso, muchísimo.
—Retírate por favor. —pidió amablemente.
—Quiero quedarme contigo. —respondió el castaño acercándose a la cama.
—Alto ahí nariz de tucán. —Bill alzó su dedo índice señalando a Georg. — mi hermano te ha dicho que te retires y de muy buena manera, yo no soy él y a mí no se me ha olvidado lo que hiciste, así que mueve tu asqueroso trasero de aquí o te lo muevo yo a patadas.
Georg bajó el dedo de Bill con un manotazo, miró a Tom y suspiró acerándose hasta darle un beso a Moritz en la frente y uno en la frente a Tom.
—No importa cuanto tenga que esperar, me vas a escuchar algún día.
Sin esperar que dijeran nada, salió de la habitación con el corazón en los pies.
Tom sintió su cuerpo estremecerse cuando Georg le dio ese pequeño y casto beso en la frente. También se conmovió de ver lo paternal que era con Moritz, aún sin saber que era su hijo.
—Conozco esa mirada Tom. —Bill entrecerró los ojos.  — estas conmovido y eso te pone en peligro.
El moreno suspiró besando la frente de su hijo, justo ahí donde Georg deposito un beso.
—He pensado que debo decirle, sin importar lo que me diga o lo que pueda hacer, debe saber que tiene un hijo. —su pequeño Moritz ya estaba dormido.
— ¡¿Qué dices?! Escucha estoy de acuerdo que tiene que saber pero cuando le digas y por cómo se está comportando me hace pensar que viene en busca de otra cosa y por favor Tom, no puedes caer de nuevo. ¿Te imaginas que la historia se repita y quedes embarazado de nuevo?
Tom lo miró con mucha seriedad y respondió dolido.
—Yo no puedo tener hijos.
***
Una semana más tarde Tom iba camino a la casa en la que Gustav le había mencionado que vivía Georg. Después de haberle dado tantas vueltas al asunto, decidió que aunque Georg lo rechazara, iba a decirle que tenía un hijo y ese niño era Moritz.
La casa quedaba cerca de la urbanización en donde vivían cuando eran más jóvenes. Al llegar supo que era la casa específica porque la camioneta de Georg estaba aparcada en frente.
Tenía los nervios recorriéndole el cuerpo. ¿Qué tan difícil podía ser decirle que era padre? De todas maneras no podía reclamarle no haberle dicho, él fue el que se fue y no dijo a dónde iba.
Una vez frente a la puerta sintió ganas de salir corriendo. Justo cuando iba a retirarse la puerta se abrió mostrando a un Georg desnudo de la cintura para arriba, con el cabello alborotado y mojado, y sólo una toalla envolviéndole la cintura.
Joder.
Ave maría purísima.
Líbralo de todo mal pensamiento.
—Creo que no llegue en buen momento. —Se dio la vuelta tragando fuerte.
La mano de Georg envolvió su mano jalándolo hacia adentro.
—No llegas a mala hora, estaba esperándote.
Tom se quedó de piedra. ¿Esperándolo? ¿Y quién le había dicho que él iría hasta allí? El único que sabía era Gustav…
— ¿Te ha dicho Gustav que venía a verte? —preguntó sin darse la vuelta, sintiendo la cálida respiración de Georg sobre su oreja. El corazón le iba a explotar en el pecho.
—Cómo lo he sabido no importa, lo único que me importa es que estas aquí.
De un jalón lo puso frente suyo y le arrebató un besó más apasionado del que se habían dado en la cafetería de Gustav. La cabeza y el cuerpo entero de Tom volaron permitiéndole al castaño follarle la boca con la lengua.
Y joder como lo hacía perfecto.
El deseo y el anhelo pudieron más que la razón y la mente del moreno. Su mente se nubló y lo único que podía sentir eran las caricias de Georg sobre sus brazos y los besos propinados en su largo cuello.
No hacía falta que se calentaran más. Georg estaba duro como una roca esperando el momento para entrar a ese lugar que le pertenecía desde siempre. Llevó a Tom hasta el sofá más cercano y allí lo sentó deshaciéndose de la camisa. Tom estaba un poco avergonzado y no podía pensar nada más que en la necesidad que sentía su cuerpo de aquel contacto físico. Joder, él no había ido a esa casa para eso…
—No te molestes en apartarte, no voy a dejarte.
Susurró Georg al oído de Tom acostándolo sobre el sofá y montándose sobre él. Lo iba a exprimir hasta lo último.
—No… no quiero aquí. —susurró Tom en los labios del castaño. Tenía las mejillas ruborizadas y una gotita de sudor corriéndole por la sien.
Georg se detuvo un momento.
— ¿Dónde deseas?
—En la cama. —susurró el moreno aún más apenado.
El mayor sonrió con vehemencia y le tomó de la mano conduciéndolo directamente hacía la primera habitación de la casa. Una vez allí la ropa de Tom voló por los aires junto con la toalla que tenía Georg alrededor de su cintura.
Tom bajó la mirada hasta el miembro de Georg y dejó de respirar. Estaba tan grande como lo recordaba y lo único que deseo fue arrodillarse y meterlo todo en su boca.
—Chúpame. —Le ordenó autoritario, mirando como Tom se bajaba y le cogía la polla.
Cayendo y corriendo. El miembro de Georg entró casi completo en la boca de Tom, lo lamió, lo chupo y lo exprimió hasta hacer volar al castaño.
Georg se sentó sobre la cama perdido en el orgasmo que tuvo al sentir la lengua de Tom sobre su pene. Y joder, se lo iba a montar en grande con él.
El mayor lanzó al menor sobre la cama y lo abrió de piernas estimulando su ano con el dedo, cuando lo vio listo, introdujo la punta de su pene observando el rostro adolorido pero placentero de su acompañante. Era bastante excitante.
Tom sintió que veía estrellitas cuando todo el pene de Georg se introdujo en su pequeña entrada y le tocó lo más profundo. Jadeó y se mordió los labios hasta sentir que el dolor disminuía y su cuerpo le aceptaba como debería. Hacía tanto tiempo que no estaba con nadie que dolía como la jodida primera vez.
Las embestidas comenzaron, despacio y luego una detrás de la otra con fuerza, con dulzura y eso hizo que el corazón de Tom se derritiera. La pasión se desbordaba sobre esos dos cuerpos que anhelaban estar juntos desde hacía mucho tiempo. Estocada, tras estocada Tom sentía que tocaba el cielo.
Después de un largo periodo de posiciones y penetraciones rudas,  Georg se corrió dentro del moreno y se tumbó a su lado besándole el hombro derecho. Los dos estaban jadeando y observando el techo mientras esperaban que su vista se aclarara y su mente regresara a sus cuerpos.
Estar juntos siempre había sido como una droga.
—Tom…—Georg se levantó un poco observando el rostro ruborizado de su chico.
— ¿Sí? —susurró Tom con sus ojos cerrados. Se sentía volando.
— ¿Qué te pasó aquí? —Georg colocó una mano sobre la incisión que le habían hecho para sacar a Moritz.
El alma le bajó a los pies, y todo lo que había disfrutado minutos antes se disipó haciendo que se sentara y mirara a los ojos esmeralda del hombre que amaba.
—Es una larga historia.
—Quiero saberla.
Tom tragó saliva. —Por ahí sacaron a Moritz de mi vientre, es la cicatriz de mi cesárea.
El castaño se quedó paralizado, luego se rió nervioso.
— ¿Estas bromeando? No pudiste haber tenido a Moritz.
—Lo tuve. —dijo serio.
Georg comenzó a divagar,  a sacar las cuentas hasta llegar a una conclusión.
—Moritz nació meses después que yo me fui, eso quiere decir que…—no pudo terminar de hablar.
—Es tu hijo Georg, Moritz es tu hijo.

2 comentarios:

  1. ¡SANTO CRISTO MILAGROSO! GEORG no es tan tonto saco las cuentas por dios ¿QUE VA A PASAR? ME URGE SABERLO UN BESO

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  2. Dios :OOOOOOOO estoy que muero x.x
    ojala georg reaccione bien
    sube pronto Rai amo la fic :3

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