Capitulo VI
El
día había pasado demasiado lento, era sábado y Georg no tenía nada que hacer.
Se sentó junto a Michael a mirar la televisión pero pronto esas estúpidas comiquitas
le aburrieron. ¿Quién en su sano juicio crearía a un muñeco tan estúpido como
Barney o Elmo? Locos mentales, y claro, su hermanito de tres años los veía
emocionado todos los días desde que se levantaba hasta que le tocaba ir al
kínder. Triste para él, ese día no había kínder.
Cerró
sus ojos para intentar dormir una siesta. Su mente comenzó a divagar, hasta que
llego a Tom y lo imagino desnudo en su cama. Lo que había pasado el día
anterior había sido increíble, algo que jamás había experimentado con nadie,
ninguna mujer le dio más placer que Tom y sus piernas peludas. Imaginarlo le
hizo sonreír de manera extraña.
—
¡Georg, Maximilian te está llamando al celular!
¿Qué
diablos? ¿Cómo su madre sabía que era Maximilian quien llamaba a su celular?
Reviso sus bolsillos y se dio cuenta como todo idiota que lo había dejado sobre
el mesón de la cocina. Fue hacia ella y observo a su madre preparando la cena. Cogió
su celular y se escapo a la sala de nuevo. Contesto rápido, era una fiesta
estaba seguro.
—Hey
Georg, ¿Qué tal estas? —Dijo Maximilian al otro lado del teléfono.
—Pudriéndome
como una ostra en mí casa. ¿Qué planes tienes? Habla ya, eres mi salvación. —sonrió.
—A
esa voy compañero. Daré una fiesta en mi casa, aprovechando que mis viejos se
han ido de viaje a América. Tengo unas nenas para nosotros, joder están
buenísimas.
Georg
pensó en Tom en vez de en las chicas que su amigo decía que tenía para él. Un
momento, ¿Pensaba en Tom en vez de una mujer? Al diablo, Tom no estaría allí
para mirarlo y no era que él tenía que rendirle cuenta al chaval que al fin y
al cabo solo utilizaba para follar, como a todas sus mujeres.
—Ahí
voy a estar Maximilian, oye men ¿Qué tal están las nenas? —pregunto sonriendo.
—Como
quieren, te tengo una rubia con unas grandes tetas y un culo de infarto. Al
verla querrás llevarla de una al cuarto.
—Como
me gustan. —sonrío con malicia, pero eso no impidió que Tom volviera a aparecer
en su mente.
***
—Tenemos
que ir, tenemos que ir, tenemos que ir, tenemos que ir, tenemos que ir. ¡Por
favor Tom, tenemos que ir a la fiesta de Maximilian! —Gritaba Bill, mientras
saltaba en la cama de su hermano mayor.
Tom
quería patearle la cabeza a su hermano. Estaba adolorido y no quería si quiera
mover un pie. Todavía estaba resfriado, y su episodio sexual con Georg lo había
dejado molido pero satisfecho y feliz hasta que el castaño se fue y le dejo
solo. Odiaba sentirse tan apegado a Georg, tenía claro que no era sano, que eso
no lo iba a llevar a un buen lugar y a nada bueno. Las palabras de Georg, de
que no se enamorara de él, le jodían la cabeza desde la primera vez que
follaron, pero joder, era demasiado tarde; su corazón ya no entendía de jodidas
razones. En un lugar muy profundo de su órgano vital, albergaba la esperanza de
que ese chulito y sensual castaño de ojos verdes se enamorara de él.
—Bill,
estoy enfermo. —tosió un poco. —. En vez de irte de parranda podrías si quiera
cuidar de tu hermanito mayor.
—No.
—el pelinegro detuvo sus saltos y se puso encima de su hermano. —, No hay nada
mejor para el resfriado que una fiesta.
Gustav
observaba desde la puerta a sus dos mejores amigos.
—Gustav
quiere que vayas, todos queremos que vayas. Además, podrías conseguirte un
novio hoy. —Bill jaloneo con fuerza una de las rastas rubias de Tom.
—
¡Bill! —Chillo Tom cuando sintió el jalón que Bill le dio a su rasta. ¡Estaba
sensible por Dios! Hasta el pelo le dolía. —No quiero ir, no quiero un novio. —Pensó
en Georg y sonrió por dentro, ellos eran algo así como… novios. Y mientras
estuviera con él, no estaría con nadie más.
—No
importa entonces, pero tienes que venir con nosotros. —Dijo Gustav finalmente—
te voy a preparar un mejunje que me hacía mi madre cuando vivía conmigo, es muy
delicioso, a base de miel y limón, más otros ingredientes que no revelare,
y yo te aseguro que todo tu malestar se irá
a volar.
Tom
se lo pensó un rato. ¿Estaría bien ir? Sí, lo necesitaba urgentemente y seguro
que, Georg estaría ahí.
—Como
quieran, la única condición es, que nos vamos en taxi. No voy a joder mi bello
auto por andar de borracho. Sé que voy a tomar así que mejor prevenir que
lamentar. —Se sentó suspirando— ve a hacer lo que sea que harás Gustav, siento
que me moriré en cualquier momento.
—Ese
es el Tom que quiero. —Gustav acomodo sus lentes y se levanto, para ir
corriendo a la cocina.
Una
vez que Gustav salió Tom se acostó nuevamente. Bill miraba la puerta y como
gemelo sabía cuando su hermano quería decirle algo pero no encontraba palabras
para decirlo.
—
¿Qué sucede? —pregunto rompiendo el silencio entre ambos.
Bill
poso su mirada sobre la de Tom, estaba un poco serio para como normalmente le
miraba. Tenía las cejas juntas, frunciendo el ceño.
—
¿Te gusta Georg?
El
rostro de Tom perdió todo color, quedo inexpresivo en su totalidad, y dejo de
respirar. ¿Qué le iba a decir a su hermano? Nunca le había mentido, si le
ocultaba algunos secretos pero jamás, nunca en su vida le había mentido y no
podía decirle que no, cuando era sí.
—
¿Qué te hace pensar que me gusta Georg? —pregunto dejando ir todo el aire
acumulado en sus pulmones.
—Solo
quiero saber si te gusta. He notado algo extraño.
—
¿Extraño como qué? —mientras más vuelta le diera, mejor respuesta se le
ocurriría.
—Quizás
es la forma en la que le miras, o el hecho de que de un día para otro Georg y
tú se juntan demasiado. No lo sé, solo quiero que me lo digas, sabes que puedes
confiar en mí. —El pelinegro seguía serio.
—No
me gusta. —trago fuerte odiándose a sí mismo por mentir de esa manera. Bill
jamás se lo perdonaría si se enterase, pero él no deseaba que lo supiera, no
todavía, no cuando las cosas estaban como estaban. Bill era un poco salido
cuando tomaba y sí le llegaba a mencionar algo a Georg, estaba listo para ir al
tártaro. —No me atrae. —se rió para distraerlo y que la tensión desapareciera. —
¿Estas loco? Georg es mi amigo, es como mi hermano y es heterosexual, jamás me
gustaría un hombre que sé, no me va a corresponder.
Bill
parecía no estar creyéndole nada. Joder, lo conocía demasiado bien.
—Te
estoy diciendo la verdad. Te lo juro por…—intento buscar algo en su mente por
lo que jurar y que no se viera perjudicado, pero nada se le ocurría salvo su
madre, sus abuelos y su amado perro scotty quien estaba abajo seguramente
tomando una siesta— te lo juro por scotty Bill. —se maldijo por eso, se merecía
el infierno.
—Te
creo. —Sonrió tomando la mano de su hermano— me lo juras por tu perro y sé que
lo amas mucho. No quiero que nunca haya secretos en nosotros Tommy, los
secretos solo nos dañan y no me gustaría que un día me escondieras algo y
peleemos por ellos. Yo nunca te oculto nada por lo mismo.
El
nudo en su garganta no le permitió decir una sola palabra, se limito a asentir
y se levanto para propinarle un gran abrazo a su pequeño Bibi. Se iba a ganar
el pasaje y la estadía eterna en el infierno por mentiroso y rogaba a Dios que
cuidara a Scotty, había cometido un error enorme.
—
¡Aquí tengo tu bebida! Tómala y te hará muy bien. —Gustav entro interrumpiendo
el abrazo y se detuvo apenado— mierda lo siento, no sabía que estaban en
momento de hermanos.
Tom
se rió. «¡Gracias por llegar Gustav!» —No te preocupes, gracias por esto.
Gustav
se acerco con la taza de té con miel y limón y otras cosas de origen no identificado
que a Tom ni le importo preguntar porque la cosa, estaba deliciosa. Media hora más
tarde, estaba como nuevo, pleno y lleno de energía para esa noche que planeaba
fuera divertida.
***
Georg
caminaba por el área central de la casa de Maximilian. El lugar estaba atestado
de gente, por un lado los jugadores de rugby de la universidad estaban
hartándose de cerveza, por otro lado gente que apenas reconocía bailaba
vulgarmente; frotando sus cuerpos unos con otros al ritmo de la música
electrónica. Pero él buscaba otra cosa, a Maximilian y sus putas para esa
noche, su objetivo no tardo en aparecer cuando el maldito hijo de puta que
buscaba apareció en su campo visual con cuatro chicas de la mano. Todas no
menores de veinte años, con cuerpos de infarto y cabellos rubios oxigenados.
—
¡Amigo! —grito el joven pelinegro de ojos marrones que venía con las chicas.
Maximilian era bastante apuesto, tenía una nariz aguileña y un pequeño hoyuelo
en la barbilla que al parecer era muy atractivo para las chicas, su barba
necesitaba un pequeño corte pero aun así se veía bien.
—Eh,
tío. —Georg le ofreció la mano y luego terminaron chocando el pecho. Él observo
a las cuatro chicas detalladamente, mierda, eran preciosas. Una de ellas llamo
su atención por completo. Era rubia, de ojos marrones que bajo la tenue luz que
había se podían observar motitas verdes. Tenía tetas enormes, una cintura
pequeña y piernas gruesas, bronceadas y perfectas. Traía puesto un vestido
blanco, que apenas le cubría el cuerpo, su cabello era abundante y caía en
cascada hasta su cintura. Odiaba a las chicas con el cabello tan largo pero la
joven era bastante atractiva y le gustaba, aunque le recordaba a alguien.
La
jovencita, sonrió al darse cuenta de cómo Georg la miraba, acomodo su escote y
paso un brazo por los hombros del castaño.
—Te
invito un trago. ¿Quieres? —dijo con sensualidad.
—Encantado.
—él paso su mano por la cintura de ella.
Ambos
se fueron a la sala en donde estaban todas las bebidas, se sirvieron unas
cervezas y tomaron mientras platicaban de cualquiera estupidez. Ella era la típica
chica de mamá y papá que estudiaba solo para complacer a sus padres porque la
señorita, tenía la vida resuelta. Georg se quedo observándola más
detalladamente y se dio cuenta que a quien le recordaba era a Tom, tenían una
nariz parecida y los ojos marrones, su piel estaba bronceada como la de su
amante… negó con la cabeza, ya estaba alucinando. Cerró sus ojos un momento y
volvió a mirar a la chica… No, ella no era Tom.
***
—Nada
de drogas, nada de bebidas extrañas y por favor, si nos dispersamos diríjanse a
la sala principal. ¿Entendido? —Gustav miro a la parte trasera del taxi en
donde se encontraban Bill y Tom.
Los
gemelos asintieron y bajaron del auto. Bill iba vestido como el mismísimo van
helsing, llevaba una gabardina negra gótica, pantalones de cuero y accesorios metálicos
que iban a juego, al bajarse era obvio que llamaría la atención, todo mundo se
le quedo mirando y nadie se atrevía a llamarle marica por llevar maquillaje y
zapatos altos. De ser así, los jodidos imbéciles se llevarían una buena piña de
parte de su gemelo y sus amigos. Tom
camino junto a Gustav y Bill hacia la fiesta, había gente por todos lados, casi
toda la universidad estaba en esa enorme casa.
—
¡Esta fiesta está en su punto! —Bill tuvo que gritar muy alto para ser
escuchado, la música estaba demasiado alta.
—Lo
creo. —Grito Gustav.
Tom
solo asintió e inmediato sus ojos comenzaron a recorrer el lugar en busca de
Georg quien por lo visto no estaba en la fiesta. Como cosa suya decidió
preguntarle a Gustav.
—Gus,
¿Georg no vendrá?
—No
lo sé. —El pelirrubio estaba mirando hacia una chica— creo que sí, él y Max son
buenos amigos por lo que se supone que tendría que estar aquí.
Tom
volvió a asentir. Gustav se perdió entre
el gentío con una chica y cuando fue a mirar a su hermano, estaba en lo mismo.
Perfecto, solo en una fiesta en donde no conocía a la mitad de la gente, habían
muchas mujeres, demasiadas para su gusto y pocos hombres a los que mirar y no es
que quisiera mirarlos mucho.
Camino
por todo el vestíbulo hasta llegar a la sala, encontró las bebidas, se sirvió
una y se instalo en una esquina solo. Era normal que él no socializara mucho en
las fiestas por lo que se limito a mirar a aquella gente bailando como si
tuvieran sexo con ropa. Sonrió, le gustaba aquello.
—
¿Qué haces aquí tan solo?
Tom
miro a su lado. Alto, delgado y pálido, con un nivel alto de atractivo, un
rostro tallado por los mismísimos ángeles y ojos azules que desmayaría a quien
fuera con solo poner la mirada fija. Ese era Rafael, un estudiante de Bioquímica,
muy amigo de Gustav y por ende conocido suyo, era raro que el hombre estuviera
allí. No era el tipo que fuera a fiestas como esas, era un estirado de lo peor.
—Me
hago la misma pregunta. —Él se puso de frente a Rafael y sonrió de medio lado. —
no porque estés solo sino que creí, este no estaba calificado como un sitio en
que pudieras estar tu.
El
aludido se rió levantando la mano en la que tenía la cerveza— No está
calificado para que yo este, pero estoy y es lo que importa.
«
¡Estirado con un palo en el culo! » grito en su mente. Rafael era del tipo que
odiaba, sí quizás él a veces se comportara como uno pero este tío se las ganaba
todas.
—
¿No vas a contestar mi pregunta? —pregunto el de los ojos azules.
—No
socializo mucho. —respondió sin ganas.
—Ya
veo. —Rafael se le quedo mirando fijo a los ojos.
Él
se estremeció al sentir esa mirada fija, bajo la cabeza para evitarla era
bastante intimidante. Rafael sonrió y le dio un beso en la mejilla, Tom estuvo
a punto de golpearlo cuando él agrego.
—Te
veo guapo esta noche, me gustaría que fueras mi compañía.
Tom
se quedo de piedra. ¿Estaba sugiriendo algo indebido? Era obvia la respuesta,
no, pero si estaba coqueteando con él. ¿De cuándo acá Rafael tiraba para este
lado del bando? Eso sí que era una jodida sorpresa.
—Te
parece extraño ¿no? —Rafael suspiro— bueno, resulta que salí del clóset hace
unos meses.
—
¡Uau! eso sí que es una sorpresa, Gustav no nos comento nada.
—Porque
no mucha gente lo sabe en realidad. Mis padres y algunos amigos, pero había
perdido el contacto con Gustav. —el moreno cambio de tema— ¿Te gustaría ser mi
compañía? —pregunto de nuevo.
Tom
no sabía que responder. Por lo que no le dio muchas vueltas al asunto y decidió
que sí, no había nada malo puesto que solo era compañía. Además la necesitaba,
joder se estaba aburriendo como nunca y eso no era lo que tenía planeado para
esa noche. Lástima que Georg no estuviera y eso era bastante raro, nunca se
perdía una buena fiesta.
—Está
bien, hagámonos compañía.
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Mil gracias por sus comentarios. :)