Antes de que comiencen a leer me gustaría decirles que esto sera un minific (3 o 4 capitulos maximo) así que espero que sea de su agrado.
Título:
Besar a un ángel.
Autor:
Raibelys
Clasificación:
NC-17
Categoría:
Slash
Género:
Lemon, primera vez, Twc no relacionado, Universo Alterno, romance, angustia.
Advertencia:
Muerte de personaje principal.
Disclaimer:
Todos los personajes reconocibles en las historias son propiedad de sus
respectivos dueños, las acciones y los hechos pertenecen a su autor.
Resumen:
Cuando te dicen que te queda poco tiempo de vida, sientes que tu mundo se
derrumba por completo. Piensas en las cosas que necesitas hacer antes de irte y
en las cosas que no quieres dejar. Bill desea con todo su corazón amar y ser
feliz aunque sea por el tiempo que le queda, es entonces cuando él llega y le
da nuevas esperanzas. Ese muchacho de rastas rubias y ojos hechizantes, taladra
y despierta su corazón dormido.
Capitulo I
Mientras
él se dejaba caer de rodilla y lloraba,
miraba en todas direcciones. Como había supuesto, a esa hora, el parque estaba
vacío. El sol estaba escondido entre aquellas nubes negras que confirmaban que
una tormenta se acercaba. El frío entraba por la piel de aquel joven
taladrándole los huesos y haciéndole temblar. Seis meses de vida aproximadamente,
nada más.
El
pelinegro observaba el vacío parque, mientras se sentaba y secaba sus lágrimas.
No iba a pensar que la vida era injusta, porque las cosas sucedían por que
debían suceder. Pero jamás se imagino que a tan temprana edad él tendría que
irse, abandonar aquello que tanto amaba; la vida y la libertad. Cubrió su
rostro con sus manos y sollozo en aquel solitario lugar en el que siempre se
sentaba, solo que esta vez estaba en el suelo.
La
lluvia comenzó a caer sobre su cabeza, pequeñas gotas cristalinas le empaparon
todo el cuerpo. Alzo la mirada hacia el cielo buscando algún consuelo divino. —Si
era que existía— y no consiguió nada. Estaba ennegrecido. El joven pego sus
rodillas al pecho y metió su cara entre ellas para seguir sollozando. No debía
estar llorando, tenía que afrontar aquella enfermedad con valentía.
Alguien
se acuclillo a su lado y comenzó a hablar. Él se quedo inmóvil por un momento y
escucho con atención a quien le estaba hablando.
—No
he evitado verte desde el restaurante que está del otro lado del parque, te vi
de refilón. La verdad que no evite acercarme a preguntar qué estás haciendo
aquí. Está cayendo una tormenta y tú aquí como si nada. ¿Qué pasa contigo,
chaval?
Él
levanto su cabeza solo para quedarse sorprendido con aquel chico que tenía en
frente. Un chico con rastas rubias, de ojos marrón claro y acaramelados, tenía
unos labios de infarto y le observaba con preocupación. Frunció el ceño
levemente tratando de procesar lo que le había dicho.
—Chico,
levántate y ven conmigo, te vas enfermar.
Irónico
porque ya estaba bastante enfermo. El chico rubio— que no recordaba haber visto
en ningún lado— le ayudo a levantarse y le ofreció un impermeable que
seguramente había traído desde el restaurante. Juntos caminaron hasta el otro
lado y entraron en el elegante local. No había nadie a esa hora, era normal, no
estaba abierto.
—Solo
a un muchacho como tu se le puede ocurrir estar en pleno chaparrón. ¿Quieres
morirte de una pulmonía o algo así?
El
pelinegro lo miro sorprendido y no evito sonreír un poco. ¿Qué si quería morirse?
Buena pregunta, no quería pero de todas maneras moriría, en seis meses para ser
exacto.
—
¿De qué sonríes? ¿Te quieres morir? —El rubio frunció los labios, luego sonrío.
—espérame aquí, voy por una toalla para que te seques. —se dio la vuelta— ah,
se me olvido. —Se volteo de nuevo para mirar al pelinegro con carita de modelo—
mi nombre es Tom.
Se
dio la vuelta y termino de irse. «Que chico tan lindo» pensó el pelinegro
mientras comenzaba a temblar nuevamente del frío. Tom tenía mucha razón, si no
pescaba un resfriado era de milagro. ¿Quería adelantar su muerte? Era un tonto
sin remedio.
El
rubio no tardo mucho tiempo en llegar con una toalla. Se la dio y comenzó a
secarse. Olía delicioso, a detergente de bebé. Sonrío y termino pero no tenía remedio
que su ropa estuviera empapada. Tenía que irse a casa antes de que de verdad le
diera una neumonía o algo por el estilo. Antes debía agradecerle a ese muchacho.
—Gracias
por esto Tom, te debo una.
—La
cuenta será saldada si me dices tu nombre y aceptas una invitación para salir
conmigo.
Eso
lo dejo mas sorprendido. No se imaginaba que a ese chico tan masculino le
fueran los tíos. Eso sí que era una sorpresa bastante grande. ¿Iba a aceptar la
invitación? Ni pensarlo, lo que menos quería era una relación, ya suficiente
tenía con tener que decirles a sus amigos que iba a morir en poco tiempo.
—
¿Te comieron la lengua los ratones? —pregunto Tom sin dejar de observarlo.
Él
negó con la cabeza y sonrío. —No, discúlpame. Acepto tu propuesta, y mi nombre
es Bill.
—Entonces
es una cita, el viernes a las ocho de la noche. —sonrío.
Bill
estaba un poco confundido, ¿Por qué él? Además estaba sorprendido por su
respuesta porque se suponía iba a decir que no.
— ¿Dónde nos veremos?
—Yo
pasaré por ti a tu casa, solo dame tu dirección.
El
pelinegro alzo una ceja. Qué tal si era un violador o uno de esos que entran a
robar casas. Era mejor concertar la cita en otro lugar, ¿Cómo iba a tener una
cita con él si pensaba que iba a robarlo?
—Podemos
encontrarnos en alguna parte.
Tom
se echo a reír. — ¿Crees que voy a violarte o algo por el estilo?
Él
se ruborizo e inmediatamente Tom se dio cuenta.
—No
lo haré, ¿Por quién me tomas, Chaval?
Bill
lo miro con duda todavía.
—Yo
no sé si me estás diciendo la verdad, tú puedes decir cualquier cosa.
«Chico
listo» pensó Tom, era mejor que así fueran las cosas.
—Ummm,
bueno si quieres una referencia mía puedo llamar a Alicia
El
joven se volteo y grito llamando a quien sea que fuese Alicia. Quizás era su
novia y el era bisexual buscando una aventura. Bill no evito sentir un poco de
decepción al pensar aquello, en realidad era demasiado bonito para ser cierto.
Oculto la posible muestra de decepción de su rostro, espero a que una mujer
despampanante, posiblemente rubia y de ojos claros saliera de la parte trasera
del lugar, a juzgar por el porte y la majestuosa manera de caminar que tenia Tom,
era seguro que le gustasen del tipo modelo.
Pero
no fue así. Una mujer de contextura gruesa, pelinegra y de alrededor de los
cuarenta años se quedo detrás del mostrador.
—
¿Qué sucede Tom? —ella se quedo observando a Bill. —Niño, pero si pareces pollito
mojado, te vas a enfermar, ven conmigo.
La
mujer, que viéndolo bien se parecía mucho a Tom, salió de donde estaba y llego
hacia Bill tomándole la mano y llevándole arrastras hasta la parte trasera. Él
quería poner resistencia porque ¿Qué tal si le quería asesinar? Ok, tenía que
dejar de pensar que en ese lugar querían matarlo o violarlo. Negó con la cabeza
hasta que llegaron a la cocina y sintió un gran alivio recorrerle el cuerpo, el
lugar estaba cálido y olía a salsa para pasta y orégano. Quedo tan perdido en
aquellos olores que no escucho lo que la señora le estaba diciendo.
—Muchacho.
Tomate esto —le ofreció una taza con chocolate caliente. —te hará bien para que
entres en calor, chiquito, pero tienes esos labios morados.
Bill
bajo la mirada hacia la taza y la cogió con las dos manos. Oh señor, era como
estar en el cielo en ese momento que estaba muriendo del frío. La dulce y
amable señora Alicia le busco una silla y lo sentó para cubrirlo con una manta
roja. ¿Por qué le daban tanta atención?
—Estas
pálido, ¿Haz comido o algo así?
—Alicia.
Ella
alzo la vista hacia Tom y sonrío. —No me digas nada, el pobre muchacho estaba
congelado y mi corazón de pollo no podía mirarle así, no te quejes, tú me
llamaste, mi pequeño pastelito.
El
pelinegro sonrío un poco mientras tomaba su delicioso chocolate provocando que
le cayera un poco sobre los pantalones. Eso le hizo ruborizar levemente. Era un
torpe.
Tom
estaba completamente ruborizado observando a su tía Alicia y ella solo sonreía
mostrando todos sus dientes delanteros.
—Tía
Alicia, creo que no era necesario que me llamaras pastelito.
—Pero
amo decirte pastelito, no me llames tía, me haces sentir vieja. —ella frunció
el ceño.
Bill
no pudo evitar sonreír nuevamente esta vez (Y solo porque había dejado la taza
sobre la mesa) no derramo chocolate sobre su pantalón negro y se dedico a mirar
a Alicia. Con razón se parecía a Tom, era su tía.
Era
adorable y poseía los segundos ojos
dorados más dulces del mundo, los primeros los había tenido su madre.
—Creo
que yo voy a llevar a Bill a su casa. —dijo Tom colocando una mano sobre el
hombro de Bill. — ¿Me lo permites?
Bill
se tenso un poco y como cosa bastante extraña en él, se estremeció ante su
tacto poniéndose nervioso al instante.
—No
crees, lo harás, este muchachito tiene que irse a casa a cambiarse de ropa. —la
tía Alicia le acaricio la mejilla suavemente, aquel contacto le recordaba a su
difunta madre, ella era una hermosa mujer. — ¿Te pasa algo pollito? ¿Estuviste
llorando? Alicia sabe cuando una persona esta triste y necesita hablar sobre
ello, sé que no me conoces pero a veces es mejor contarles las cosas a personas
extrañas para sentirte mejor.
Bill
tenía los ojos húmedos. No iba a ponerse a llorar, no delante de aquellos
desconocidos pero agradables seres.
Sonrío
falsamente y le beso la mano a la mujer.
—No
se preocupe por mi señora Alicia, estoy bien. —miro la mano de Tom que aun
seguía en su hombro. —Aceptare que me lleves a casa, espero no sea mucha
molestia para ti.
—Sera
un gusto.
Tom
le dio un leve apretón al hombro y Bill levanto la mirada para encontrase con
aquellos ojos acaramelados y brillantes. « ¿Cómo podía ser tan lindo?» Ah, un
momento. No era el momento para enamorarse de alguien y mucho menos a quien
recién conocía.
Alicia
carraspeo y río. —Creo que antes de irte, voy a darte un poco de mi sopa
especial de vegetales, esta recién hecha así que te gustara, cortesía de la
casa.
Ella
se aparto de ambos que seguían mirándose fijamente. Las chispas saltaban en
ambos. Era evidente la atracción de los dos. Pero Tom retiro la mirada primero
y camino hacia la puerta para salir al callejón.
—Mi
auto espera al salir de aquí, ponte el impermeable por favor, sigue lloviendo.
Y
salió. Bill se quedo observando el lugar que había ocupado solo segundos antes
y se imagino por un instante ser abrazado por aquel chico, no eran muy
diferentes en cuanto a estatura, pues él era unos dos centímetros más alto.
Imaginar que lo cubría le hacía sentir un cosquilleo extraño en su estomago y
algo en el pecho. ¿Sera que se estaba volviendo loco? Se levanto de la silla y
se envolvió completamente en la manta. ¡Dioses! Estaba tan calientita que no
quería dejarla.
—Puedes
llevártela y ponerte esto también. —Alicia apareció en su campo visual
colocándole un impermeable encima y alzando la capucha para cubrirle la cabeza.
— muchacho, Tom no es de los que sale a buscar a alguien que se está mojando en
la lluvia así que debes importarle.
El
abrió los ojos. ¿Importarle? Pero si ni siquiera se conocían.
—Espero
verte por aquí pronto. —ella coloco la taza con la sopa en una bolsa y le
amarro bien para que no se abriera. — por cierto, no me gusta que me traten de
usted, como ya sabes soy Alicia y soy tía de Tom pero no le permito que me
llame tía, no me gusta me hace sentir vieja así que si no quieres que me
moleste contigo, llámame Alicia.
Bill
asintió y le agradeció a Alicia por lo que había hecho por él. Era una mujer agradable
y cariñosa, que suerte tenía Tom de tener una tía como esa, él solo tenía a
Georg, Taemin y su perrita Dahim. Sus tías no le querían, le veían como el
bicho raro porque utilizaba maquillaje y se había teñido el cabello cuando
apenas tenía nueve años. Pero que importaba, ellas eran unas hurracas que vivían
hablando mal de los seres que más amó en la tierra, sus padres; y eso era pecar
contra él.
Eliminando
todo mal pensamiento de sus terribles tías, alzo un poco la vista para divisar
el único auto que había en el callejón. Un auto negro con vidrios polarizados
que lo asusto un poco. Camino a pasos agigantados y se detuvo frente a la
puerta del copiloto, tenía miedo de subirse. En realidad no era el auto lo que
le diera miedo, era quien lo manejaba y lo que había despertado en él.
—
¿Vas a subir?
Tom
había bajado el vidrio para hablarle al distraído muchacho. Este negó con la
cabeza y abrió la puerta, se subió y comenzó a balbucear con nerviosismo una
disculpa.
—Perdóname,
yo solo… no me…—hizo una pequeña pausa para suspirar— no me siento bien.
Y
era cierto, estaba un poco mareado y tenía un dolor de cabeza tan fuerte que
estaba a punto de soltar las lágrimas. Eran los dolores que lo habían llevado
al médico unos meses atrás y por lo que le habían diagnosticado su enfermedad.
El
rostro de Tom cambio notoriamente. Paso de un estado tranquilo a uno
preocupado, era adorable.
« ¿Por qué se preocupa por mi?, santo Dios soy
un desconocido para él»
—Yo
solo, a mi… bueno me duele la cabeza pero se me quitara pronto.
—Cuando
llegues a casa te tomas una aspirina y te quitas toda esa ropa, te metes bajo
tus cobertores y duermes. Te ves cansado y así no pescaras resfriado. —le
aconsejo.
De
verdad es que no entendía cuanta atención del joven pero le gustaba.
Nunca,
jamás, nadie le había mirado de aquella manera, Georg y Taemin eran los únicos
pero con este muchacho lo sentía de una manera diferente.
—Ahora
no tienes excusas para decirme dónde vives. —dijo el rubio volviendo a su
expresión calmada y poniendo el auto en marcha.
Bill
sonrío mirándose las manos.
—Igual
si iba a decírtela, ¿Qué ibas a hacer si no?
—Iba
a amarrarte en una silla y torturarte hasta que me lo dijeras. Yo planeaba
robarte.
Bill
abrió los ojos sorprendido y levanto la mirada para quedársele viendo.
—Pero
que cara —el rubio soltó una carcajada— era una broma, si no querías dármela
igual nos encontraríamos en otro lado. Agradezco haber llamado a Alicia, fue más
fácil.
—Eres
un tonto. —se río, había caído en la broma. Por un momento se lo había
imaginado amarrado a una silla siendo torturado por aquel rubito de rostro y
cuerpo agraciado, que apenas y conocía.
Hubo
unos segundos de silencio hasta que hablo para indicarle donde vivía. Luego de
eso unos minutos más en silencio incomodo.
—
¿Qué hacías en el parque tan solo y llorando?
La
pregunta lo tomo bajo guardia. No quería hablar de ello con quien le había
estado sacando sonrisas.
—
¿Yo llorando? Yo no estaba llorando.
—Ah,
vas a decirme que fue la lluvia el torrente de lágrimas que vi en tus ojos.
Tom
seguía con la vista fija en la carretera. Bill estaba ensimismado pensando en
si decirle o no. La respuesta era negativa, no quería decirle nada.
—No
fue nada, solo me sentía mal, cuando me siento mal lloro para desahogarme.
Tom
asintió haciendo que le creía.
—Si
no quieres decirme está bien, yo lo
entiendo. —Sonrío— espero que no sea por alguna chica o chico. —se detuvo
frente al semáforo volteando a verlo.
Bill
sintió el corazón latirle tan rápido que posiblemente se le saldría del pecho.
Esa mirada era… no sabía cómo explicarlo. Su mirada lo hipnotizo.
—
¿Estás bien? —Tom frunció el ceño.
Bill
negó con la cabeza y la bajo ruborizado. —lo siento. Ah, yo… no, no es por
ningún chico o chica. No me van las chicas. —susurro.
Tom
sonrío echando a andar de nuevo el auto. —Es un alivio saberlo.
El
pelinegro tenía todavía las mejillas encendidas en un adorable color carmín.
Ese chico lo ponía nervioso y eso no le gustaba, no era indicio de algo bueno.
Luego
de aquella confesión no hablaron nada más hasta que llegaron al edificio donde
él vivía.
—Bien,
muchas gracias por traerme Tom, y gracias por todo esto.
—No
debes agradecerme nada hasta dentro de cinco días. Espero que hagas lo que te
dije.
Bill
asintió nuevamente ruborizado y estuvo a punto de acercarse a ese chico con
rastas rubias y besarle la mejilla, normalmente lo hacía con sus amigos para
despedirse pero este era un recién conocido y además lo ponía nervioso. Fue Tom
quien lo saco de sus pensamientos cuando le dio un leve beso en la mejilla.
—Hasta
el viernes.
El
pelinegro se bajo del auto un poco aturdido.
Ese beso en la mejilla había despertado su corazón dormido. Sonrío
mientras caminaba hasta el edificio y entraba para dirigirse hasta el ascensor
y subió, no entendía por qué tanta sonrisa pero se sentía feliz y hasta se había
olvidado de todo lo que lo acongojaba, se sentía algo tonto porque en todo el
camino hacia su departamento no pudo borrar esa sonrisa de su rostro.
Al
entrar en su departamento se encontró con Georg y con su novia Ángela. Ambos se
veían tan felices juntos y eso le alegraba mucho porque por lo menos Georg, su
mejor amigo y hermano, iba a tener a alguien que estuviera con él cuando ya
llegara el momento de su partida. No pudo evitar sentir un nudo hacerse en su
garganta.
—Hola
chicos. —sonrío ampliamente olvidándose de sus problemas. — ¿Qué tal están?
—Nosotros
estamos bien cachorrito. ¿Dónde estabas? Estuve buscándote desde la mañana. Me
levante temprano y ya no estabas. —Dijo Georg levantándose para ir y abrazarlo.
—Estas mojado, ¿Te cayo la lluvia?
—Sí,
lo siento por no decirte nada pero necesitaba hacer algunas cosas. —sonrío abrazándolo
fuerte y suspiro. —Voy a mi habitación para desvestirme, me congelo.
—Ve,
cuando acabes regresas aquí cachorro, que Ángela y yo debemos decirles algo a
ti y a Taemin. —Frunció el ceño—, eso me hace recordar que ese sur coreano de
pacotilla no ha regresado con el helado. De seguro y se quedo coqueteando con
algún chico. ¿Qué haré yo con ese niño?
Ángela
sonrío—Georg, él ya no es un niño. Es como si Bill también coqueteara con
alguien, ya no son bebés.
Georg
frunció el ceño. —son mis niños.
Bill
sonrío.
—Eres
como nuestro papá, pero Angie tiene la razón, ya no somos niños.
Los
padres de Bill habían muerto en un accidente cuando este apenas tenía nueve
años. Georg era el hijo mayor de una de las amigas de su madre y le conocía
desde que él era un bebé. A los diez años Bill huyo de la casa de sus tías y se
alojo en la casa de la madre de Georg hasta que ella murió y entonces Georg y
él se fueron a vivir en un departamento. Cuando cumplió los dieciocho pudo ser
libre y disponer del dinero que su madre y su padre le habían dejado y desde
ese entonces estaba contento con su vida. Taemin era un primo lejano de Georg, que
había llegado desde Corea del sur a los quince y ya no se quería ir. Era un
niño adorable.
El
nudo en la garganta de Bill se hizo presente de nuevo. A donde quiera que fuese
seguramente iba a extrañar a sus amigos, ellos eran más que eso, sus hermanos.
Antes
de ponerse a llorar, se fue corriendo hacia su habitación y se comenzó a desvestir.
Tomo su medicamento para el dolor y se metió bajo los cobertores, se hizo un
ovillo mientras entraba en calor y dejaba escapar todas las lagrimas que se
acumulaban.
El
único consuelo que tenía en esos momentos era pensar en ese chico que había
conocido en el parque. Había sido tan dulce, atento y delicado con él que lo
único que hizo desde que le ofreció su ayuda fue sonreír, y eso era algo que no
hacía con mucha frecuencia. La actitud y gracia al caminar de Tom le impacto
pero fueron los ojos de aquel hombre los que le taladraron el pecho, el cerebro
y todo.
No
supo cuanto tiempo estuvo divagando sobre Tom, lo único que le saco de sus
pensamientos fue el sonido de la puerta de su habitación.
—Bill,
ya llego Taemin, necesito que vengas a la sala, necesito decirles algo.
—Ya
voy.
No
tenía ganas de levantarse pero lo hizo porque debía ser algo importante para
Angie y Georg, asi que se metió en el baño para darse una ducha rápida. Tardo
unos veinte minutos en arreglarse y se fue a la sala, en ella estaba Taemin con
la perrita en sus piernas y Georg junto a Ángela tomándole la mano.
—Hasta
que sales hombre. —Georg se levanto y se acerco a él. — siéntate por favor.
Bill
frunció el ceño y se sentó al lado de Taemin acariciando a su dulce perrita
cocker spaniel llamada Dahim. ¿Cuál era el misterio con Georg?
—Se
preguntaran porque tanto misterio pero bueno tiene que ser así. Ustedes saben
que Ángela y yo nos amamos y que queremos estar juntos siempre…
Taemin
interrumpió. — ¿Se van a casar?
—
¡Taemin! Haz silencio —le regaño Georg.
Bill
se río y le alboroto el cabello teñido de rubio de su niño, así le gustaba
decirle.
—No
nos vamos a casar precisamente pero si vamos a vivir juntos porque…—Georg miro
a Ángela con una dulce sonrisa dibujada en su fino rostro. — estamos esperando
un bebé.
—Querrías
decir que ella está esperando porque los hombres no tiene ovarios, ni útero. —en
el rostro de Taemin se formo una enorme sonrisa, amaba molestar a Georg.
Georg
frunció el ceño, puso los ojos en blanco y suspiro. —De verdad yo no sé que voy
a hacer contigo. En fin, Ángela y yo seremos padres y pronto estará viviendo
con nosotros.
La
noticia cayó como un balde de agua fría sobre Bill pero no porque Ángela fuera
a vivir con ellos, no porque ella fuera a tener un hijo con Georg, si no,
porque él se iba a perder el nacimiento de su sobrino. No iba a estar para
apoyar a la única persona que le había brindado el apoyo cuando lo necesito.
Sus
ojos se llenaron de lágrimas y se levanto, se fue corriendo sin decir nada.
Encerrado
en su habitación deseo que su enfermedad fuera una equivocación y que el doctor
estuviese equivocado en los meses que le quedaban. Deseo tener un poco más de
tiempo. ¡No quería morir, tenía demasiadas cosas que hacer! Quería amar, quería
tener una familia, quería tantas cosas. La puerta de la habitación se abrió de
repente, Georg se quedo parado en el marco y suspiro.
—Se
que no quieres que Ángela este aquí pero no debiste escapar de esa manera,
debes entendernos, tendremos un hijo y además le hiciste sentir muy mal, ella
no quiere…
Es
que Georg no lo entendía, él adoraba a Ángela, era una buena mujer.
—
¡Calla Georg! No es porque Ángela viva aquí, no es por que vayan a tener un
hijo. —se cubrió completamente con su cobertor.
—Si
no es por eso entonces ¿Por qué es?
—Porque
yo no voy a estar para cuando nazca tu bebito, yo no…no voy a estar para ver lo
feliz que serás.
Georg
se río y se sentó en la esquina de la cama dándole una palmada en la cadera.
—
¿De qué hablas? No te vas a ir a ninguna parte.
—Me
queda poco tiempo de vida Georg.
Georg
se quedo helado ante aquella respuesta y jalo el cobertor dejando a su pequeño
al descubierto. Lo tomo por los brazos y le obligo a mirarlo a la cara.
—No
juegues con estas cosas conmigo, ¿Cómo que te queda poco tiempo de vida?
¿Estuviste consumiendo? ¿Te drogaste con todo ese poco de pastillas que te
tomas todos los días? Dime que no tengo que llamar a un psiquiatra porque te
volviste loco.
Bill
bajo la cabeza negando y mordió su labio. Ojala fuera una mentira, ojala
estuviera drogado solamente, pero no, la verdad era diferente y era que se iba
a morir.
—
¿Qué? —Georg le abrazo con tanta fuerza que le traquearon los huesos— ¿Qué
tienes?
—Hace
unos meses fui al médico porque yo estaba teniendo demasiados dolores de
cabeza, tenia mareos y estaba perdiendo la vista, aparte del dolor en mis
extremidades y eso me preocupo demasiado. Me fui a una consulta y me envió a
hacerme una resonancia magnética, los resultados no fueron los esperados y me
enviaron a hacer un montón de exámenes hasta que descubrieron que tengo cáncer
cerebral. Un tumor en el cerebro que crece muy rápido y que pronto acabara con
mi vida. ¿Recuerdas esos cuatro meses del año pasado que te dije que iba a hace
un pequeño viaje? Estaba en el médico, me hicieron muchos análisis, analizaron
mi tumor y este es el resultado.
El
rostro de Georg era inexpresivo.
Bill
se fue soltando suavemente de él y suspiro, no quería arruinarle el día pero en
algún momento tenía que decírselo.
—
¿Por qué no me dijiste antes? Bill, esto tiene que ser una mentira.
—Pero
no lo es. —Alzo la mirada conteniendo las lágrimas— es una realidad que estoy tratando
de aceptar y quiero que me ayudes. Pronto iré debilitándome mucho más de lo que
ya ves, he querido soportar todo esto solo con los medicamentos que viste y lo
que necesito de ti es que me ayudes a que mis últimos días en esta tierra sean agradables.
Georg
trato de no soltar las lagrimas pero le fue imposible y lo abrazo.
—Me
voy a asegurar que estos meses sean los mejores para ti, no puedo creerlo.
—Pero
debes hacerlo, y cuando yo no esté cuida mucho a Taemin, es solo un niño de
dieciséis años que necesita mucho del amor de un padre, y tú no eres el suyo
pero puedes dárselo, trata de comprender su orientación sexual así como lo
hiciste conmigo, tu y Ángela pueden con él y con el bebé que viene en camino.
—No
hables así, no te despidas todavía. —sollozo.
Bill
jamás había visto a Georg llorar y le conmovió que lo hiciera por él.
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Un comentario sería bien recibido, bueno o malo, de ante mano gracias por tomarse el tiempo para leer.
Raibelys Miranda ;-------; me has hecho reír y llorar :'( ¿cuándo es el siguiente? espero el siguiente TT.TT Mil gracias por escribir y por compartirlo *-* sos un amor ;---;
ResponderEliminarAYY ESO ESTUVO DE MIL EMOCIONES PERO AL FINAL CASI LLORO ME ENCANTO ESPERO EL SIGUIENTE UN BESO
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