Capitulo
XII
Tom
estaba impaciente, esperar nunca había sido una cualidad de él, nunca le ha
gustado tener que esperar por algo que desea y odia que lo dejen con la
curiosidad. Tres días nada más, sólo tres días para saber qué era lo que Georg
tenía planeado.
—Cariño,
voy a salir con papá, Bill ira a la casa de Andreas así que te quedaras solito.
—Dijo Simone entrando en la habitación.
A
veces él despreciaba que su madre fuera tan poco comunicativa con él. A pesar
de que ella y su padre lo habían aceptado cuando dijo que era gay, sabía que
había sido difícil porque guardar las apariencias era muy importante para
ellos. Su padre lo trataba como siempre y lo amaba pero ella era más seca y
pocas veces platicaba con él. Él deseaba poder contarle a su madre lo que sucedía
pero jamás querría escucharlo.
—Está
bien mamá, yo no saldré hoy a ninguna parte. —suspiro devolviendo la mirada al
libro que tenía en sus manos.
—En
la nevera hay comida pero si gustas puedes pedir una pizza o comida Coreana, tú
decides.
—Está
bien. —Tom asintió sin mirarla.
La
pelirroja se dio la vuelta para retirarse y él suspiro viendo cómo salía de la
habitación. Estuvo a punto de llamarla pero sabía que sería en vano. A ella no
le gustaría escuchar los desastres amorosos de su hijo con otro hombre. A veces
pensaba que su madre sólo actuaba que le aceptaba y se preocupaba por él,
sinceramente no creía que fuera real porque su madre se mordería una uña de mil
euros antes de aceptarle un novio formal y eso lo sabía bien.
***
El
astro sol iluminaba el rostro del chico de las rastas. Llegaba desde la ventana
de enfrente y él maldecía por no haberla cerrado en la noche. No quería
levantarse, se había desvelado leyendo una novela de Agatha Christie. Se
levanto perezosamente para cerrar la cortina y se devolvió a la cama para enrollarse
en sus sabanas y dormir otro rato más.
Su
iPhone comenzó a sonar y él no sabía en qué parte de la jodida cama se
encontraba el muy desgraciado. Se revolcó buscándolo hasta que quedo de
rodillas con la cobija encima sin hallarlo, y todavía seguía sonando.
—
¡¿Dónde maldita sea estas?!
Levanto
sus almohadas y no estaba, frustrado miro hacia un lado y lo vio en su mesita
de noche. Quería arrancarse la cabeza.
—Teléfono
hijo de puta. —dijo agarrándolo y mirando quien llamaba. Era Georg.
Tom
sonrió y todo el mal humor que tenía desapareció, contesto rápido.
—Aló—se
sentó y quito las sabanas de su cabeza. — ¿A
qué debo tu llamada?
—Hola Tom, sólo quería recordarte
que tenemos una cita hoy así que espero estés listo en media hora porque pasaré
por ti. —Tom escuchaba la respiración suave de Georg desde
el auricular y suspiro también.
—Sí,
estoy arreglándome, yo te aviso cuando esté listo.
—Está bien Tommy, no vemos en media
hora.
Tom
sintió de nuevo mariposas y aguijones en su estomago al escuchar el diminutivo
de su nombre. Dejo caer el celular sobre la cama y miro hacia el techo blanco,
estaba muy ilusionado con esa cita que… ¡Mierda se había olvidado! Se levanto
corriendo hacia el baño para darse un duchazo y correr por toda su habitación
para buscar que ponerse.
—Estuve
esperando por esto un semana y se me olvida el día, joder, cuando nacieron los
idiotas nací yo de primerito. —Suspiró mirándose en el espejo. Su piel estaba pálida
debido a que tenía mucho tiempo sin tomar sol, y estaba más delgado que antes,
pero gracias a Dios que no había perdido su trabajado cuerpo.
«Nota mental: Ir al gimnasio desde
la próxima semana a recuperar lo que había perdido.»
Opto
por lo de siempre, pantalones anchos, camisa enorme y sus reebook. Sí, así estaba
perfecto. Bajo las escaleras mientras le enviaba un mensaje a Georg diciéndole
que ya estaba listo, llegando abajo escucho a su madre platicando con Jörg, su
padre.
—No
sé qué haré cuando Tom tenga a un novio formal, tengo la esperanza de que esto
de su homosexualidad sea sólo porque aun esta joven.
El
corazón de Tom se detuvo, sus ojos sorprendidos se nublaron al escuchar esas
palabras.
—Mujer,
Tom es así y tú como madre siempre has sabido que nuestro muchacho siempre ha
mostrado interés por su mismo sexo. ¿Qué no recuerdas la vez que lo conseguiste
jugando muñecas con la hija de tu hermana? Ó esa vez en que te dijo que le
gustaba el hijo de la vecina. No seas mente cerrada.
Simone
refunfuño— No, eso era cuando era un niño. ¿Por qué él no puede ser cómo
nuestro Bill? Él es bastante femenino lo sé, pero es heterosexual y siempre
tiene chicas con él.
Tom
trago saliva con los ojos húmedos por las lágrimas que se agolpaban y
encharcaban sus ya sonrosadas mejillas. Algo que había odiado toda la vida, era
que su madre prefiriera mas a Bill, claro que él adoraba a su hermano gemelo,
era su vida y jamás permitiría que le pasara nada pero Bill siempre había sido
el hijo preferido y aunque él nunca lo dijera, dolía que su madre lo echara a
un lado por no ser como Bill. Él siempre fue criado para cuidar y cumplir todos
los caprichos de su hermano gemelo; Porque es el más pequeño; porque es el más
frágil; porque no se sabe defender, y todo eso.
—No
deberías decir eso Simone, ¿Estás loca? Es tu hijo.
—Lo
sé —ella suspiro— pero tú deberías apoyarme, ¿pensaste alguna vez en tener un
hijo gay?
El
de rastas ya no podía seguir escuchando aquella conversación que le estaba
rompiendo el alma y el corazón. Su padre era el mejor del mundo pero su madre…
ya no sabía si quiera que decir sobre ella.
Se
las arreglo para salir de casa por la parte trasera sin hacer ruido. Una vez
afuera rompió a llorar y corrió hacia el patio delantero, no tenía idea hacia
donde iba pero corrió hasta que sus pulmones estaban ardiendo por la necesidad
de oxigeno. Se sentó en el frio suelo a respirar pensando en todo lo que había
dicho la mujer que lo trajo al mundo.
—
¿Tom? Hey Tom ¿Qué te pasa?
Tom
levanto la mirada para encontrarse con la de Georg y no pensó dos veces alzar
sus brazos y rodearle el cuello, llorando desconsoladamente. No había llorado
así desde la noche de la fiesta y por más que odiara que el castaño le viera
llorando necesitaba desahogarse con alguien.
—Tom
¿Qué te sucede? Por el amor a Cristo, ¿Quién te ha hecho llorar así? —El
castaño ayudo al de rastas a levantarse, le rodeo la cintura con los brazos
pegándolo a su cuerpo y lo consoló.
El
de rastas rubias presionaba sus ojos en el hombro de Georg, no quería llorar ni
sentirse de esa manera pero las palabras de su madre le destrozaron. Su
inclinación sexual no era un pecado, no era una abominación, él era feliz
siendo como era.
Georg
permanecía en silencio acariciándole la espalda. Nunca le había gustado que las
personas lloraran cerca de él por el simple hecho de que nunca sabía cómo
reaccionar. ¿Por qué lloraba su rubio? ¿Quién le había hecho llorar de esa
manera tan desconsoladora?
—Vamos
al auto.
Tom
asintió apartándose apenado. Georg le tomo de la mano y caminaron juntos la
corta distancia en la que estaba el auto. El castaño abrió la puerta y él se subió
sin decir nada, su pecho subiendo y bajando aun por su carrera, y las lágrimas
aun mojando su rostro. Él puso el auto en marcha y escuchaba los sonidos
lastimeros que hacía Tom mientras lloraba, sabía que tenía que esperar a que el
chico quisiera hablar, pero la espera lo mataba, le mataba verlo tan frágil y
callado, ese no era el chico que le gustaba, sinceramente no le gustaba que
estuviera así, le rompía el alma.
—Todo
está bien Tom.
Pero
nada estaba bien para la torturada alma del joven. Tom relajo su cuerpo
repentinamente exhausto y dejo su cabeza arrecostada al vidrio con los ojos cerrados.
—Tom,
no me gusta verte así.
En
otra ocasión Tom hubiese saltado de emoción por ver a Georg preocupado por él,
esta vez era diferente, no soportaba el dolor en su pecho.
Georg
no sabía qué hacer ya, mientras manejaba se le ocurrían miles de cosas que
podrían pasarle a Tom pero no quería preguntar y equivocarse, opto por agarrar
la masculina y preciosa mano del muchacho para que él sintiera que estaba a su
lado y no lo dejaría sólo.
Tom
abrió sus ojos de repente y miro de reojo la mano de Georg cubriendo la suya,
sus lagrimas salieron de nuevo pero esta vez de ternura y agradecimiento. Era
bueno tener aunque sea el apoyo de Georg en ese momento tan difícil.
—He
arruinado la cita ¿verdad?
—Aun
no ha comenzado la cita. —Georg le beso la mano.
El
menor suspiro sonriendo de lado y mirando la ruta que tomaban. ¿A dónde lo iba
a llevar? Se alejaban de la ciudad. Tampoco quiso preguntar. Coloco su cabeza
en el cojín, sintiendo los dedos de Georg acariciarle los nudillos, aquello era
una bonita sensación. De repente sus ojos no podían estar abiertos, dolían y
seguro estarían hinchados. El sueño se apodero de él. En los brazos de Morfeo él fue a caer.
***
—Tom,
despierta por favor.
Georg
se había bajado del auto, tenía la puerta del copiloto abierta y observaba el
rostro angelical de Tom mientras dormía, demonios ¿Cuándo paso qué él había
empezado a adorar a ese muchacho? Acaricio suavemente la mejilla del joven, su
piel era lisa, tierna y sus labios entre abiertos provocaban. Él se acerco
lentamente para besarlo, no podía aguantarse mucho tiempo más.
—
¿Qué haces Georg? —Pregunto Tom abriendo los ojos de repente, él había sentido
todas las caricias, estaba liberando hormonas que causaban estragos en su
cuerpo, estaba enamorado hasta los huesos de ese chico y también deseaba
besarlo, pero todavía no lo haría.
—Lo
siento. —El castaño se aparto frunciendo el ceño.
Ambos
se alejaron del auto y caminaron por un jardín enorme, desde ahí se podía
divisar una enorme casa de campo. ¿De dónde había sacado Georg esa casa? Aunque
sus padres tenían dinero, él dudaba que fuera una propiedad de la familia
Listing. La curiosidad en él aumentaba cada vez que se acercaban.
—
¿Qué es este lugar Georg? —pregunto observando todo el lugar, los colores
invadían su vista, lila, amarillo, naranja, blanco… un campo lleno de hermosas
flores.
—Es
la casa de campo de una buena amiga mía.
Tom
alzo la ceja deteniéndose. — ¿Amiga tuya?
Georg
sonrió ante esa reacción, lo había dicho así apropósito.
—Deja
los celos, es una amiga nada mas, le pedí prestada su casa y dijo que sí.
—No
estoy celoso. —Tom hizo un mohín y camino para dejar a Georg atrás. En realidad
sí, estaba celoso porque pensaba que el muy imbécil lo había traído a una casa
en donde había estado con otra mujer.
Georg
no tardo en alcanzar a Tom y tomarle la mano. Juntos entraron a la casa, era
aun más hermosa por dentro, no se veía lujosa, se veía hogareña, de esos
lugares en los que desearías criar a tus hijos y hacerlos hombres y mujeres de
bien. Tom no evito reírse de aquel
pensamiento tan tonto y suspiro. «Hijos, claro cómo si algún día pudiera
tenerlos» pensó.
El
castaño le llevo al jardín trasero, allí estaba la piscina y otro jardín enorme
en el que Scotty juguetearía hasta el cansancio. Una mesa con un montón de
comida le esperaban a ambos, una mujer de cabello blanco como la nieve les
sonreía desde allí. Él estomago de Tom empezó a gruñir y él se ruborizo
recordando que había salido de casa sin comer nada.
—Dime
algo Tom ¿Comiste algo en casa?
—Nada.
—dijo bajando la mirada, se sentía apenado por culpa de su estomago delatador.
—Lo
imagine y tu estomago me lo acaba de confirmar. —Georg sonrió con ternura.
Tom
lo miro a los ojos, examino esa sonrisa y determino que Georg estaba actuando
extraño, él no sonreía de esa manera tan dulce, que por cierto, tenía que parar
antes de que le diera diabetes por tanta ternura.
—Buenos
días señores, espero que el desayuno sea de su agrado. —dijo la mujer de
cabello blanco cuando ellos estuvieron cerca de la mesa.
—Muchas
gracias Matilde, esto se ve buenísimo, agradezco que te quedaras aquí para
ayudarme. —dijo Georg tomando la mano de la anciana y besándosela.
—No
hay de que niño Georg, iré a preparar lo otro y luego me iré a casa de mi
hermana. —ella miro a Tom— niño, deberías comer y descansar, te ves un poco
enfermo.
Tom
se ruborizo asintiendo y vio como ella se despedía de Georg y se iba directo
hacia la cocina. Ambos tomaron asiento y se dispusieron a comer en silencio,
sólo hasta que Tom hablo.
—
¿Desde cuándo conoces a la señora?
—Desde
que tenía dieciséis, los dueños de esta casa eran padres de Anna, y Anna iba
con nosotros a la secundaria.
Tom
frunció el ceño. — ¿Anna? —él no recordaba a ninguna Anna.
—Ella
era más alta que las niñas de nuestro salón, tenía el cabello largo hasta las
caderas, siempre llevaba una trenza, tenía acné
y usaba lente. ¿No la recuerdas?
Tom
entrecerró los ojos tratando de recordar hasta que como un flash, la imagen de
la chica llego a su cabeza. Él y su gemelo, se mantenían alejado de la chica
por ser… rarita.
—Sí,
ya sé que la recuerdas, era esa niña de la que todos se burlaban por ser
inteligente y “fea” pero en realidad nunca la vi fea. —Georg mordió la
salchicha en su tenedor.
—
¿Cómo es que nunca te vimos con ella? ¿Por qué no dijiste nada? —Tom estaba
sorprendido, jamás se espero que Georg viera a alguien que lucía de la manera
de Anna.
—Escucha
Tom, a mi me parecía atractiva, incluso llegue a pedirle que saliéramos pero
ella no acepto, me di cuenta de que le gustaba alguien más y decidí ser su
amigo nada más. ¿Recuerdas a la rubia con la que saliste cuando tenías
dieciocho y estábamos saliendo de la secundaria?
Tom
echo cabeza y abrió los ojos al comparar a Anna de dieciséis y Anna de
dieciocho. ¡Eran las mismas! Sólo que Anna de dieciocho tenía un cuerpo de
diosa, dientes perfectos y no tenía acné.
—Tiene
que ser mentira.
—Nop,
ella es mi única mejor amiga en todo el mundo, saliste con ella gracias a mi y
gracias por tratarla bien. —Georg sonrió.
—Es
increíble. —Tom tomo un sorbo de su jugo.
—jamás
dijimos nada porque ella quería mantener la amistad en secreto y estuve de
acuerdo.
Tom
se sintió avergonzado por haber tratado mal a esa chica en sus años de escuela.
Era increíble que Georg hubiese sido así con esa chica, en definitiva había
muchas cosas de Georg que él no sabía pero descubriría pronto.
Pasada
la hora del almuerzo, Georg pidió a Tom que dieran un paseo por el jardín y así
podrían platicar. Tom no podía sentirse más a gusto y relajado, se le había
olvidado todo lo malo que había pasado y su corazón latía en paz.
—Es
hora de hablar de nosotros Tom.
Tom
se detuvo en seco dándose la vuelta para mirar a Georg.
—Hablemos
entonces.
Georg
asintió. —He estado dándole muchas vueltas a este asunto de mis sentimientos
hacia ti y sí, creo que me siento más atraído hacia ti y no de forma sexual
sino de forma sentimental. Me pediste que hiciera algo que te demostrara que sí
quiero tener algo serio contigo y se me ocurrió venir aquí. —él hizo una pausa.
Tom sólo observaba sorprendido y emocionado, no tardaría mucho en saltarle
encima y pedirle que se callara y lo besara, como había dicho anteriormente,
estaba hasta los huesos de ese hombre. — Es un lugar tranquilo y debo ser
sincero contigo, yo no soy romántico, demonios jamás he sido romántico y hacer
esto me ha costado mucho. —Tom se rió de él. Georg le tomo ambas manos— cometí
el enorme error de hacerte daño, no tengo justificación pero en mi favor puedo
decir que nunca antes sentí nada parecido a esto por lo que actué como un
idiota y lo lamento.
—No
vayas por ahí Georg. —Tom no quería acordarse de eso, le dolía.
—Tengo
qué. Yo no aceptaba nada de esto hasta que deje de verte durante un mes en el
que estaba torturándome, no sabía si llamarte o presentarme en tu casa aunque
Bill me asesinara. —suspiró, Georg allí estaba derramando sus sentimientos, su
corazón se estaba abriendo y eso era lo que quería mostrarle a Tom. Que él
supiera que estaba dispuesto. — Estoy dispuesto a comenzar todo de nuevo, quizás
sea un poco difícil pero quiero hacerlo. ¿Me dejas quererte?
AWWWWWMORI DE TERNURA CON ESOS DOS POR DIOS QUE COSA MAS BELLA ME ENCANTO ESPERO QUE SUBAS PRONTO
ResponderEliminar:') Joder llore como nunca... Fueron capítulos muy lindos Rai
ResponderEliminar