Capitulo
XV
Tom
estaba sentado en una banqueta del
parque mirando a scotty juguetear con otros perros. Esa tarde estaba tranquila
y un poco soleada, muy buena para salir a dar un paseo. Le menciono a Georg lo
que iba a hacer pero esté le había dicho que no podría ir porque tenía algunas
cosas que hacer.
La
hoja de un árbol cayó entre sus piernas y él la cogió detallándola. Era naranja
y bella. Tenía la costumbre de guardar las hojas secas que caían de los árboles
y coleccionarlas, costumbre bastante extraña pero cada hoja que encontraba
tenía algo especial. La guardo en el bolsillo de sus pantalones y continúo
mirando a su perro.
—
¿Tom?
Él
escucho a alguien decir su nombre y miro hacia el lado derecho para encontrarse
con la azulada mirada de Rafael. Santos cielos, ese hombre estaba guapísimo
hasta decir basta. Tenía un aspecto elegante pero a la vez casual. Él le sonrió
amablemente y se levanto para darle la mano y saludarlo, después de todo eran
amigos.
—No
pensé encontrarte aquí. —él de orbes azules sonrió. — estas cambiado.
—
¿Cambiado? —Tom frunció el ceño y se sentó.
—Sí,
no lo sé, te veo diferente, creo que más alegre y estas un poco mas llenito. La
última vez que te vi estabas pálido, demacrado y delgadísimo.
—oh.
—Tom se rió de eso, tenía mucha razón. Un mes atrás parecía un muchacho
enclenque y desaliñado debido a su apatía por la vida. — Gracias.
—
¿Qué ha sido de ti? —Rafael se sentó a su lado.
—No
mucho, las vacaciones han sido buenas, estuve fuera de la ciudad por un tiempo
corto, y nada más. —conveniente no era que mencionara a Georg. —todo tranquilo.
¿Qué tal te ha ido a ti? Supe por Gustav que te enviaron a hacer un curso de
química en Francia.
—Jo,
me alegro por ti pequeño. —dijo alegre. — me fue genial en Francia, siempre me
ha gustado estar allá, su gente es adorable.
Tom
asintió sonriendo. Rafael no parecía el mismo desde la última vez que lo vio,
se veía diferente también, estaba alegre y no se veía tan déspota. ¿Qué le
pasaba a los hombres que conocía? Últimamente habían estado extraños. Bill
actuaba diferente porque estaba saliendo con Raven y Gustav estaba atontado con
su nueva novia, en definitiva el amor hace el cambio en las personas que menos
esperas.
Rafael
seguía hablando y Tom prestaba atención a todo lo que decía porque se sentía a
gusto, además de que le hacía falta una pequeña distracción porque estar solo
comenzaba a aburrirle.
—
¿Cómo te va en el amor? ¿Ya tienes un novio? —pregunto Rafael de repente.
Tom
sabía que lo preguntaría así que no se sorprendió mucho. No sabía que
responderle porque a pesar de que quería gritar a los cuatro vientos que es
feliz estando con Georg, no podía hacerlo para no causar problemas.
—Tengo
a alguien. —respondió serio esperando que no le preguntara mas.
El
de ojos azules suspiró. —Oh, me alegra saber eso. ¿Lo conozco?
«Sí,
y bastante bien» —No, no lo conoces.
—Siento
que hablar de este tema te incomoda —Rafael negó con la cabeza—, y no entiendo
porqué, a mi me quedo muy claro que no quieres nada conmigo. —entrecerró los
ojos. — ¿Es muy cercano a mi?
Tom
negó con la cabeza y miro hacia otro lado. Rafael le agarro las mejillas con
una mano y le beso los labios. Él no supo qué hacer en ese momento porque paso
demasiado rápido, cuando reacciono se aparto de él y le dio una gran cachetada.
—Tom
¿Qué está pasando aquí?
La
voz de Georg llego desde atrás provocando que Tom se asustara y volteara de una
vez.
—Pue-do
puedo explicarlo…—fueron las únicas palabras que salieron de su boca.
Georg
camino hacia Rafael pasándole por un lado a Tom e ignorándolo por completo.
Rafael estaba de pie sonriendo y al de rastas le provoco asesinarlo porque
había fingido falsa amabilidad.
—
¿Tú eres su novio? —pregunto Rafael riendo. — no me digas que lo elegiste a él
en vez de a mí.
Tom
quiso correr a golpearlo pero Georg fue más rápido y a pesar de que Rafael le
sacaba tres centímetros más, lo cogió por el cuello y lo estampo contra un muro
de cemento.
—No
es tu problema saber quién diablos sea yo. Te veo molestando a Tom de nuevo y
juro por mi hermano que parto toditos y cada uno de tus huesos. ¿Me estas
entendiendo?
Rafael
se rió y empujo a Georg con los pies, recupero el aire. — No tienes por qué ser
tan violento Georg. Mejor cuídalo, donde lo vea de nuevo me importa muy poco lo
que haga para escaparse, esa vez no estarás para cuidarlo.
Rafael
se dio la vuelta para irse y Tom detuvo a Georg antes de que este fuera a
matarlo de verdad. ¿Qué se estaba creyendo Rafael? Era un miserable hijo de
nadie.
—No
le hagas caso, está loco de remate. —Tom se coloco frente a Georg— es un imbécil.
Georg
le miro fijamente y luego se dio la vuelta para retirarse. ¿Pero qué demonios…?
Se hacia el muy machote defendiéndolo y ahora ni siquiera le dirigía la
palabra.
—
¡¿Qué pasa contigo?! —le grito cuando lo vio alejarse de verdad.
El
castaño no se daba la vuelta así que él perdió el orgullo corriendo hacia él.
—
¡Georg! —le toco el hombro haciendo que él, detuviera sus pasos. — todo fue un
mal entendido, yo no quería, yo…
Ni
siquiera tiempo para respirar le dio cuando Georg le planto un beso en los labios.
Ese beso lo sentía en lo más profundo de su ser, comenzó siendo fiero y
delirante, sus lengua hicieron contacto y se peleaban por ser las dominantes.
La mano de Georg bajo por toda la espalda del joven, descansando en la
cinturilla de sus pantalones, al contrario de las de Tom que viajaron desde la
espalda hasta los hombros de su gran hombre. La verdadera máquina para detener
el tiempo se llama: beso.
A
Ellos no les importaba nada más que estar sumidos en ese gran beso, no
importaban espectadores, ni nadie más que ellos dos. Tom tuvo que separarse
porque el oxigeno en sus pulmones ya era nulo, tomo una bocanada de aire y
abrazo fuerte a su compañero.
—No
me hables cuando este enojado Tom, puedo lastimarte. —le susurró Georg al oído.
Tom
se aferro a él cerrando los ojos y sonriendo de emoción.
—Sabes
que no fue culpa mía, debiste ver que él fue quien me beso.
—Lo
sé, pero me sentía airado con él, no contigo. —le beso el cuello y se aparto un
poco para mirarle a los ojos. — no quiero ni siquiera que lo veas, sí se te
acerca de nuevo avísame para matarlo.
El
rastudo asintió depositando un beso dulce en los labios de él. Que ardiente se veía
su Georg celoso, era sin lugar a dudas el hombre más sexy que había conocido en
su jodida vida.
***
—Tommy
cariño, he venido aquí con alguien que deseaba verte desde hace mucho.
Tom
estaba sentado en su cama, con la laptop en su regazo. La dejo a un lado cuando
escucho a su madre abrir la puerta de su habitación. ¿Quién quería visitarle?
Georg no sería, él no pisaba esa casa por Bill, y Gustav tampoco, a él lo había
visto la noche anterior.
—Hola
Tom.
Él
levanto su ceja derecha, mirando a la esbelta chica que estaba parada al lado
de su madre. ¿Qué demonios? De ojos verdes, cabello castaño y tez pálida.
Cassandra estaba más alta de lo que la recordaba ¿Cuántos años tenía sin verla?
¿Cuatro ó cinco? Que importaba, lo que quería saber era qué diablos hacía ella
en su casa, luciendo bastante provocativa con su falda tan corta que no dejaba
nada a la imaginación y su escote lucia unos grandes y operados pechos.
—Cassi
quiso venir a verte, está de visita en la casa de la abuela y paso a verte.
—sonrió Simone.
Tom
supo más rápido que inmediato, que su madre lo único que buscaba con eso era
que hiciera algo con Cassandra. Se sintió
decepcionado de la mujer que tenía como madre así que para ahorrarle las
molestias a todo el mundo, se levanto de su cama, cogió una chaqueta negra de
su armario y sin siquiera detenerse a saludar a la chica se abrió paso para
salir de la habitación.
—
¡Tom Kaulitz, no seas grosero! —grito Simone pisándole los talones.
El
rubio se dio la vuelta quedando frente a frente con su madre quien era unos
centímetros más baja que él. Miro a la castaña observar desde la puerta y luego
volvió a ver a su madre.
—
¿Qué querías que pasara mamá? ¿Crees qué yo soy estúpido? ¡Conozco tus
intenciones! Lo único que tú deseas es que yo me acueste con ella.
La
joven no pareció molesta por lo que él había dicho y eso le hizo comprobar que
era cierto. Su madre tenía los ojos abiertos por la sorpresa y las mejillas
ruborizadas, apenada.
—
¿Me equivoco? —pregunto enojado.
Simone
no decía nada, estaba en silencio mirando hacia el suelo.
—
¿Crees qué no sé que tú no me aceptas como soy? Te he escuchado mamá. Te
escuche hablando con mi padre sobre mi “Anormalidad” y que esperas que esto
mejore. Pero te lo diré ahora mismo. —Simone levanto la mirada mirándole
sorprendida—, yo soy homosexual, a mi me encantan las pollas y los pechos
planos, me encantan el aroma masculino. Yo soy gay y me importa mucho lo que tú
pienses, fingiste apoyarme y eso duele más que cualquier otra palabra que me
hayas dicho.
Ella
negó con la cabeza tratando de decir algo pero estaba tan sorprendida que no
podía, sus palabras estaban trancadas en su garganta. Bill salió de su
habitación al escuchar los gritos y vio a su hermano parado frente a su madre
con la cara roja de la cólera.
—
¿Qué demonios está pasando aquí?
Tom
tenía el corazón tan dolorido que ignoro la pregunta de su gemelo. Bajo las
escaleras y salió de esa casa como alma que se lleva el diablo, se subió a su
auto y manejo sin tener rumbo. Estaba tan obstinado de todo. Saco su celular y
llamo al único que podría ayudarlo en esos momentos pero le caía la
contestadora, no le quedo de otra que manejar hasta la casa de Georg y
presentarse sin invitación previa.
Llegando
a la casa de Georg, vio el auto de la madre de él estacionado en frente de la
casa, no quería tener que soportar los desplantes de esa mujer por lo que opto
por esperar a que Georg saliera al jardín, tenía que hacerlo en algún momento.
La
espera se hacía eterna y él ya no podía estar mucho más ahí, se iba a matar.
—Por
favor Georg, por favor.
La
madre de Georg salió de la casa y se subió a su auto, lo puso en marcha y él lo
observo hasta que desapareció. Sin más, salió del auto y corrió hasta la puerta
y pulso el botón del timbre y fue el padre de Georg, el señor Paul, el que le
abrió y sonrió amablemente. Georg se parecía a su padre sólo en la nariz
perfilada y el cabello castaño, todo lo demás era de la madre.
—Buenas
tardes señor Paul. ¿Esta Georg? —pregunto tratando de no sonar muy desesperado.
—Hola
muchacho, él está en su habitación ó eso creo, pasa y búscalo. —le sonrió y le
abrió paso para que entrara.
Tom
asintió y paso adelante esperando encontrarlo en su habitación para evitar un
drama ante los ojos de Paul. Subió las escaleras y luego camino hasta dar con
la habitación de Georg. Entro y consiguió a su novio jugando con su Xbox.
—Geo…
Las
lágrimas que estaba conteniendo hacía rato empezaron a agolparse en sus ojos,
cayendo una detrás de la otra. Georg se levanto tan rápido como su humano
cuerpo se lo permitió y lo primero que hizo fue abrazarlo y cerrar la puerta de
la habitación.
Georg
no podía ver a Tom llorar así, le beso la frente y luego los labios tratando de
calmarlo. Lo llevo a su cama y ambos se sentaron allí. Pacientemente Georg
escucho los sollozos de su novio hasta que lo único que pudo escuchar fueron
respiraciones suaves y sentimentales.
—
¿Qué ocurrió Tom?
—Mi
madre de nuevo. —respondió entre sollozos.
—
¿Qué te hizo esa vieja ahora?
—Llevo
a una mujer para que seguramente se acostara conmigo y le grite en su cara que
me gustan las pollas. —suspiró.
Georg
tenía ganas de matar a la madre de Tom, era una cabezota de las peores y odiaba
que lastimara a SU chico.
—Sabes
una cosa, esta noche te quedas en mi casa, por hoy no vuelvas ni llames a
nadie, quédate conmigo a ver si tu madre se preocupa aunque sea un poquito por
ti y recapacita todo lo que dijo.
Tom
se aparto de él mirándolo. —Pero tu madre te mataría si me ve aquí.
—No
me importa, además mamá está de guardia nocturna como todo este último mes así
que no te preocupes por eso. —Georg le beso los labios.
—No
llores mas, sabes cuánto odio que lo hagas. Tranquilo ¿sí? Ella algún día
tendrá que aceptar lo que eres y no hay mas, sonríe para mí y todo estará bien.
Tom
se le guindo del cuello sonriendo. De verdad Georg estaba para él cuando más lo
necesitaba y él valoraba mucho eso.
***
Bill
se había cansado de llamar al celular de Tom, estaba apagado y conocía bien a
su hermano, no le contestaría hasta quién sabía cuándo.
Bajo
las escaleras y se dirigió a tomar su abrigo para salir a distraer su cabeza y
ver si podía conseguir el auto de Tom estacionado en cualquier lugar de la gran
ciudad, tenía que estar metido en algún lado. De camino a la puerta se
consiguió a su madre sentada en el sofá de la sala, ella tenía la mirada
perdida y las lagrimas rodándole por las mejillas. Se preocupo porque más allá
de todo ella es su madre.
—Mamá…
Ella
volteo a mirarlo y suspiró secándose las lágrimas con sus manos. —No vengas a
regañarme Bill, te lo pido por favor.
Bill
trago fuerte, odiaba ver a una mujer llorar y más si esta mujer era su madre
pero era la propia culpa la que no la dejaba tranquila.
—No
voy a regañarte pero si voy a decirte que hiciste todo mal.
—Ya
lo sé Bill, ya sé que hice todo mal, que no debí juzgar y menospreciar a mi
hijo por ser homosexual pero entiéndeme yo nunca desee esto para mi hijo.
—Él
es una persona normal con un gusto diferente, no tiene nada de malo, debes
amarlo. Yo aprendí a amarlo mas de lo que ya lo hacía antes de saber sus
preferencias personales. Antes que todo es un ser humano y merecer ser tratado
y respetado como tal.
Simone
asintió, ella se sentía solo un poco arrepentida de haber tratado así a su hijo
pero eso no quería decir que lo iba a aceptar del todo.
—Lo
entiendo Bill, ahora ve y busca a tu hermano, necesito pedirle perdón.
Bill
sabía que su madre no estaba siendo del todo sincera y le molestaba eso. Sin
decir nada más, salió de casa.
Manejo
hasta el centro de la ciudad y decidió aparcar su auto frente a una cafetería.
No quería bajarse del auto porque se sentía triste, demasiado triste para estar
rodeado de gente. Agarro su celular y marco el numero de teléfono de Raven, era
el primero en su lista de marcación rápida. Ella por su puesto tardo en
contestar.
—Raven
¿Puedes venir a St. Oberholz? Necesito hablar con alguien por favor.
Raven
tardo en responder, segundos que le parecieron eternos. — Vale, pero no
recuerdo la dirección.
—Está
en Rosenthaler platz (1), no hay perdida.
—Estaré
ahí en un rato.
—Ok.
—Ok.
El
pelinegro se decidió a bajar del auto y entrar a la cafetería. Al entrar el
dulce y a la vez amargo aroma del café recién hecho inundo sus fosas nasales y
se sintió a gusto cuando vio que en el recinto no había muchas personas. Se sentó
en la mesa cerca del ventanal que daba hacia la Rosenthaler platz y miro a las
personas caminar, pasear a sus perros y disfrutar de la belleza de ese lugar.
La
tristeza de Tom lo estaba poniendo demasiado sentimental y cualquier cosa lo hacía
suspirar. Aparte de eso todo su mundo estaba cambiando por la señorita que
haría acto de presencia en unos minutos. Ella, a pesar de no ser una típica
chica de revista, era la que lo tenía de rodillas por asi decirlo.
Raven
estaba tardando mucho, comenzó a morderse el dedo pulgar por la espera así que cogió
su celular y marco el numero de Tom de nuevo para ver si esta vez le contestaba
y se dejaba de huevadas. Desaparecer no era la decisión que tenía que tomar. La
contestadora fue la única voz que escucho y se sintió frustrado por lo que
lanzo el teléfono contra la mesa.
—Mierda,
le hago eso a mi iPhone y estoy segura que después estaría lloriqueando.
Bill
levanto la mirada para ver a Raven en su look informal y adorable. Ella traía
puestos un suéter de lana blanco manga larga y sin escote dejando ver solo sus
casi no visibles clavículas que a él le parecían provocativas. Su cabello iba
recogido en una cebollita y su fleco yacía a un lado. Sus gafas tenían una
montura nueva de color morado y traía puesto un pantalón negro pitillo. Ella
era una diosa en todo su máximo esplendor.
Él
se levanto para saludar a la recién llegada. Ella traía un perfume nuevo, olía
a durazno y su cabello desprendía un olor a frutas que lo volvió loco. Él se le
quedo mirando y sonrió al ver las mejillas canelas de ella ruborizarse
tenuemente mientras que apartaba los ojos. De repente parecía como que todos
sus problemas se habían quedado en el olvido, siempre era así, siempre era por
ella. Le aparto un mechón rebelde de su bonito rostro y la beso de nuevo, esta
vez en los labios.
—Bi-Bi-Bill…
Ella
no se movió, dejó que él volviera a besarla con esa delicadeza con la que la
había tocado cuando llego. El corazón de ambos latía al mismo ritmo. Ella fue
quien se aparto de él y se sentó en la mesa dejándole a él con la mirada fija
en otro lugar del local.
—
¿Qué te sucede Bill?
Bill
se sentó sin poder dejar de sonreír. En el último mes habían ocurrido avances y aunque ella
fuera testaruda y a veces demasiado seria para su gusto ahí estaba pasando algo
más, y ella tenía que darse cuenta que todo en él había cambiado. Desde el
primer beso no había ocurrido un segundo, ese era el segundo y el más hermoso.
Los
problemas volvieron a la cabeza del pelinegro quien suspiró bajando las manos
de la mesa para no mostrar lo nervioso que le ponía estar hablando de sus
problemas con alguien más. Siempre era Georg quien le escuchaba y él no estaba,
más bien era la razón de su problema.
—Mi
hermano es homosexual como ya sabes y tuvo problemas con mi madre hoy. Se ha
ido de casa apresurado y estoy preocupado, no siento que le haya pasado algo
malo pero si siento su tristeza y desearía poder ayudarlo pero apago su celular
y me jode que haga eso conmigo ¡Soy su hermano! —Comenzó a hablar rápido y a
mover las manos sin darse cuenta— Me tiene hasta los huevos con sus misterios y
estoy seguro de que…
—
¡Bill! —Raven le tomo las manos y lo miro a los ojos. — yo vi a tu hermano hace
unas horas.
Bill
se detuvo y miro las manos de Raven.
—
¿Qué?
—Lo
vi hace unas horas, yo vivo cerca de ese amigo tuyo, el del cabello castaño y
ojos verdes. Vive a unas seis casas de la mía, fui a casa de mi tía que vive en
frente y lo vi bajarse a toda prisa.
—No-puede-ser.
awwww yo tengo colección de hojas :'3
ResponderEliminarpobre Tom :c
AHHHHHHH QUE COSA POR DIOS! LEO EL SIGUIENTE UN BESO
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