Capitulo
XVI
Tom
estaba acostado boca arriba en la cama con Georg tratando de subírsele encima.
Todos sus problemas se habían esfumado como por arte de magia y disfrutaba en
esos momentos de hacer forcejeos con
Georg para que no le tocara.
—
¡Para Georg! —le grito a sabiendas de que el castaño no lo haría. No lo dejaría
en paz.
Georg
le inmovilizo las manos y lo beso con tanta fuerza y deseo que su cabeza quedo
dando vueltas. Pero eso no significaba que iba a ceder. Un poco de juego era
bueno.
—
¡Te he dicho que no quiero!
—Pero
yo si quiero cervatillo.
El
rubio detuvo el forcejeo y lo miró alzando su gruesa ceja castaña. ¿Le había
llamado cervatillo?
—
¿Qué pasa Bambi? Ya vas a ceder ¿Tan rápido? —Georg se burlo descaradamente
buscando provocarlo. Cuando Tom se molestaba podía ser un arma mortal y eso en
el sexo era perfecto.
—
¡Yo no soy Bambi! —le grito forzándolo a que le soltara los brazos y poder
saltarle encima como una fiera.
Georg
apretó los brazos de Tom con más fuerzas hasta hacerlo gemir. Tom por su parte
no iba a ser el sexo débil así que busco su fuerza interior y se quito al
castaño encima de él dejándolo debajo inmóvil. Se deslizo hacia abajo rozándole
la creciente erección en sus pantaloncillos y sonrió con victoria.
—No
cantes victoria Bambi, el cazador puede voltear la tortilla.
¡Maldito
fuera Georg y su mierda de Bambi! Le jodía que lo llamara así porque sentía que
era el débil y aunque fuera cierto no le gustaba que se lo recordara todo el
tiempo.
—Fueras
idiota.
Tom
encontró de casualidad unos cordones e hizo una cuerda para amarrarle la mano
derecha a la esquina de la cama, con otros dos más termino el trabajo y se
levanto de la cama.
Georg
frunció el ceño esperando a que Tom hiciera otra cosa pero este solo le miraba
sonriendo desde la esquina de la cama. Habría sonreído igual si no fuera por el
dolor que le provoco mover las muñecas.
—
¿Qué harás? —pregunto comenzando a asustarse ¿A Tom le iba el BDSM? Mierda, eso
sí que era un dato impresionante. — ¿Me vas a sodomizar?
Tom
no dijo ni sí, ni no. Se saco la ropa de forma lenta permitiéndole mirar la
sensualidad que se desprendía de ese bendito cuerpo delgado. La vista era
perfecta para Georg quien se quedo quieto y volvió a mover las muñecas
quejándose. Quería tocarle, quería fundirse en su cuerpo; besarlo; morderlo;
comérselo entero, pero con sus jodidas muñecas atadas ¿Qué diablos podía hacer?
Ahora sí se arrepentía de haberlo llamado cervatillo.
—Tommy,
niño bonito ¿Podrías desatarme para poder follarte hasta que chilles del
placer?
La
erección de Tom reacciono a ese comentario. De solo imaginarlo su cuerpo
temblaba pero no iba a desatarlo porque quería tomarlo y dejarlo colado. En realidad
Tom no sabía que podía hacer todas esas cosas sensuales y es porque nunca había
querido ni sentido comodidad con ninguna persona.
—Anda
bebé yo sé que tú quieres, me deseas tanto como yo a ti, esto no me gusta.
Tom
se subió sobre Georg y le retiro los pantaloncillos de cuadros que tenía. Su
erección dio un salto hasta quedar reposando en el ombligo del muchacho así que
el rubio aprovecho para tomarla en sus manos y besar la punta hasta metérsela
completa en su boca.
El
castaño cerro sus ojos sintiendo la lengua de Tom torturarle su masculinidad. Movió
sus caderas, subió y bajo gimiendo lo más bajo que podía mientras miraba a los
ojos de su novio. Él solo quería darle placer.
Tom
se entretuvo bastante rato con el pene del de ojos esmeralda hasta que este se
corrió en su boca derramando toda la semilla. El liquido bajo por su garganta y
lo saboreo, eso realmente no sabía a nada y era un poco espeso. Limpio su boca
mirando la cara orgásmica de Georg mientras recuperaba su respiración. Sus
mejillas estaban ruborizadas y una línea de sudor corría por un lado de su
frente. Él, se sentó sobre el abdomen del castaño y se dispuso a masturbarse
delante de él.
—Oh
Tom, que guarro eres.
Georg
sonrió mirando como Tom movia de arriba hacia abajo su mano y hacía caras
orgásmicas mientras se acariciaba. Él era un jodido monumento y lo ponía a mil
que hiciera todas esas cosas guarras. Tom estuvo masturbándose hasta correrse
sobre el pecho de su novio, se inclino y lo beso en los labios. Fue un beso
salado pero lleno de pasión. Georg intento moverse de nuevo pero el jodido
amarre lo lastimaba y sabía que Tom no lo desamarraría.
—Te
amo Georg, te amo con todo lo que soy.
Esas
palabras salieron desde lo más profundo del corazón de Tom, él jamás las había
dicho en voz alta por miedo al rechazo pero ahora que se entregaba a ese hombre
podía decirlo con libertad. Dejo de besar a Georg y lo desamarro. Él no sabía cómo
podría reaccionar su novio pero de igual manera lo había dejado salir.
Georg
bajo sus manos lentamente hasta recuperarse del entumecimiento. “Te amo Georg”
esas palabras le taladraron un hoyo en la cabeza ¿Amaba a Tom? ¿O solo quería
protegerlo porque le había hecho daño? ¿Qué era lo que sentía en verdad? Su
cabeza era un dilema que decidió ignorar. Él no estaba preparado para decir
nada de eso por lo que se dispuso a pegar a Tom contra el respaldo de la cama y
prepararlo para invadirle su canal.
Tom
gimió en respuesta a Georg, quien se había puesto rudo. Sintió un pequeño
aguijonazo en el pecho por no haber escuchado esas palabras que deseaba pero
sabía que no sería fácil para Georg. Se
propuso disfrutar sin pensar en ello.
Georg
entro en Tom invadiéndolo completo. Le encantaba hacerlo por detrás porque
adoraba ver la unión de ambos mientras se disfrutaban el uno del otro. Los
embistió suave en un principio hasta que el orificio se adapto al mete
saca.
Las
manos de Tom temblaron cuando se corrió sobre las sabanas, su cuerpo flaqueo
pero Georg le retuvo hasta que le lleno todo el canal de su semilla. Los dos
cayeron tendidos sobre la cama haciendo cucharitas. Georg no quería abandonar
la cálida sensación que le daba estar dentro de Tom.
Suspiró
besando la nuca y descubriendo que su querido niño se había hecho un tatuaje pequeño
que decía en letras cursivas: “You & I” eso le pareció sexy y adorable al
mismo tiempo. Tom estaba recuperando la normalidad en su respiración.
—
¿Cuándo te hiciste el tatuaje?
—Oh.
—Tom sonrió recordando que se lo había hecho en el viaje de campo que hizo con
sus padres. Ese día había estado pensando mucho en Georg, y gracias a su prima Valentina, había
escuchado you and I de Lady Gaga todo el jodido día. — Mi primo Jev es tatuador
profesional, llevo sus cosas a casa de los abuelos y entonces le dije que me
hiciera un tatuaje, quería estas palabras y pues ahí las ves.
Georg
beso donde se había tatuado y sonrió. —Me gusta.
Tom
se sintió feliz de saberlo, paso la mano por un costado de Georg y la dejo ahí
para que él no se moviera y se rompiera su conexión.
—Pero
mejor te hubieras tatuado mi nombre en una nalga, eso habría sido mucho mejor y
hubiese pagado por ver cómo te lo hacían. —rió alto.
—Pendejo.
—Él no pudo ocultar la sonrisa que se dibujo en sus labios.
El
silencio se hizo presente. Tom cerro sus ojos dejando escapar un largo suspiro
de satisfacción, se sentía pleno y feliz.
—Avísale
a Bill que estas bien. —dijo Georg de repente.
Tom
abrió los ojos y negó con la cabeza. Era mejor que Bill no supiera donde estaba
hasta la mañana siguiente en que volviera a casa.
—Debe
estar preocupado. —insistió él.
—Lo
sé, pero es mejor que me vea mañana, solo quiero estar contigo sin pensar en
nada de lo que paso en casa.
—Está
bien.
Tom
cerró los ojos de nuevo relajándose, Georg beso sus hombros y ambos se quedaron
dormidos. Ya después habría tiempo para explicarle a su hermano donde se había
quedado.
***
—
¿Podrías calmarte? Llevas tres horas escandalizado, si hubiese sabido que te
ibas a poner así, yo no te digo nada. —Raven miraba a Bill quien tenía las
orejas rojas del enojo.
—Voy
a ir a casa de Georg y sacaré a Tom de las orejas. ¡Se fue corriendo a los
brazos de quien lo despreció y utilizó! Esto tiene que ser una broma.
Raven
pensó que Bill era un poco dramático pero se estaba pasando de la raya. Hacía
rato que se habían retirado de la cafetería por la histeria que tenía el joven
pelinegro frente a ella. Tuvo que tomar el auto de Bill y manejar hasta su
departamento, Bill no quería ir a su casa. Los dos estaban sentados en la sala
y ella le dio un té para calmarlo, Valeriana (1) era lo que quería darle para
hacerlo dormir y dejara el drama innecesario que estaba haciendo.
—Es
estúpido tu comportamiento. —Bill iba a replicar y ella le hizo una señal para
que callara. Señal que él obedeció y ella sonrió por dentro. — primero porque
tu hermano es un muchacho mayor de edad que puede decidir lo que hacer con su
vida y segundo porque también es decisión suya estar con quien quiera. Sí le
hizo daño, tu hermano es quien tiene que darse cuenta de que no le conviene
tropezarse con la misma piedra.
—
¡Pero es mi hermano! —defendió su punto. Tom tenía que estar loco para volver
con Georg o siquiera pensar que él había cambiado.
—
¿Y eso qué? claro que lo son, eso no lo quitara nadie. —ella se sentó en frente
a él en la mesita. — pero tú no puedes andar cuidándole el trasero a tu
hermano. Vuelvo y repito él sabe lo que hace.
Bill
suspiro tomándose el té. Sabía que ella tenía un poco (toda) la razón pero no
iba a decirlo en voz alta.
—Deja
ya que tu hermano mañana te contará las cosas y si no es así pues tú le
preguntas y listo el pollo. —ella le palmeo la cabeza levantándose.
Ella
y sus refranes venezolanos que daban risa porque después de echar cabeza nunca
los entendía. Cuando ella se levanto, él
no pudo evitar mirarle su bonito trasero respingón. En otra ocasión tal vez se
lo hubiera tocado pero solo quito la mirada y sonrió tomando otro sorbo de té
dándose cuenta de que sabía asqueroso.
—
¡Puaj!
Raven
se dio la vuelta y sonrió. —Sabía que cuando se te pasara la histeria eso no te
iba a gustar.
Bill
entrecerró los ojos limpiándose la boca con un pañuelo.
—
¿Qué diablos es eso? —pregunto buscando algo para eliminar el mal sabor.
—Hiervas
que me trajo mi mamá cuando vino. —ella hizo un gesto tierno con la boca.
Él
se levanto y camino hacia ella. Ella era demasiado pequeña para él, apenas le
llegaba al pecho pero su estatura era una de las cosas que le gustaba.
Raven
se sintió intimidada pero no bajo la cabeza ni miro a otro lado, mantuvo la
mirada fija en la de él.
Bill
le acaricio la mejilla y se inclino para besarle la nariz. Ella sonrió por ese
gesto y bajo la cabeza mirando sus bonitos pies descalzos. Bill también le miro
los pies y sonrió.
—Bonitos
pies. —Dijo mientras veía que sus pies eran chiquitos, gorditos y sus uñas
estaban pintadas de negro. Algo que le gustaba de una mujer eran sus pies, le
parecía que era importante que los mantuviesen arreglados y aseados.
Ella
se ruborizo y subió la mirada de nuevo, Bill hizo lo mismo así que ella tomo la
iniciativa de besarlo. Subió sus pies a los de Bill y se impulso para besarlo
en los labios. Él se mostro sorprendido pero luego le puso una mano en la
cintura pegándola a su cuerpo y la otra en la mejilla besándola. Los dos
dejaron escapar un suspiro.
***
—Tommy,
despierta.
El
peli-rubio se removió entre las sabanas pidiendo cinco minutos más para dormir
pero recordó que no estaba en su casa. Se sentó y miro a Georg, él ya estaba
vestido y le sonreía.
Estaba
tan jodido. Ese narizón era una de las razones por las que se mantenía en pie.
Y
pensar que llevaba años amándolo en secreto y ahora estaban juntos. Suspiro
embobado admirando la belleza del rostro casi perfecto de SU novio.
—Tom,
debes darte un baño, apestas.
Tom
se ruborizo y frunció el ceño levantándose, tomando la toalla y las demás cosas
que Georg le dio para que se aseara. Una
vez en el baño se metió a la regadera y se relajo. Pensó en lo que era posible
que sucediera en su casa cuando regresara pero podría decir con toda sinceridad
que le importaba muy poco las opiniones de ellos. No quería saber nada del
tema, preferiría quedarse en otro lado que escuchar a su madre de nuevo, estaba
demasiado molesto con ella.
Después
de la ducha bajo a tomar el desayuno junto a Georg. En la cocina estaba Paul
alimentando al pequeño Michael. Ese señor era bastante agradable y a pesar de
que sabía que Tom era homosexual, lo aceptaba y no era como Karla. Tom se
sintió querido por los tres.
Pasadas
las horas del almuerzo él decidió volver a su casa. Mientras se detenía frente
al semáforo encendió su celular y vio el registro de llamadas, todas de Bill y
una sola de su madre. Se sintió mal al ver las llamadas de su hermano, eran más
de diez.
Llego
a casa, se deshizo de su abrigo y subió las escaleras sin detenerse a mirar a
nadie que estuviese en la sala o el comedor. Se propuso ignorar todo aquello
que le robara la tranquilidad que tenía esa mañana. Pero, cuando llego a su
habitación Bill venia saliendo de la suya y al verle lo único que hizo fue
abrazarlo como si tuvieran años de no verse.
—Tom,
hijo de la semilla. —Su gemelo le dio un abrazo demoledor.
—Perdóname
por no avisarte. —susurro el gemelo mayor al oído del menor que lo aplastaba.
Por lo menos no estaba preguntándole nada.
—Tengo
que hablar contigo. —el pelinegro se aparto y metió a Tom en su habitación.
Tom
suspiró. Ya se imaginaba que su pequeño y adorable hermanito no se quedaría
tranquilo con el abrazo. Él preguntaría hasta saber la verdad. Tenía que buscar
una buena mentira para decirle, aunque eso lo llevara a sentirse malvado por
mentir.
—Ya
sé que estabas con Georg, no tienes por qué estar pensando en decirme alguna
mentira.
Los
ojos del mayor se ensancharon por la sorpresa. ¿Cómo sabía que había estado en
casa de Georg? ¡Dios mío el drama que venía a continuación era enorme!
Él
inhalo y exhalo buscando calmarse para no explotar también. Cuando intento hablar
se dio cuenta de que no tenía nada que decir.
—Yo
no voy a hacer dramas, no te voy a reprochar nada. Lo único que yo quiero saber
es: por qué. —Bill tenía el rostro relajado y no parecía estar muy enojado. Tom
agradeció eso.
—Todos
merecemos una segunda oportunidad y en estos últimos días, él me ha demostrado
que me quiere. Yo lo quiero, lo quiero más de lo que puedes imaginarte y lo
único que deseo es estar con él. Soy un cursi de primera pero es la verdad.
—Yo
no sé qué pensar realmente. Yo creo que tú eres masoquista, te gusta sufrir
pero a la vez también pienso que eres valiente y tan buena persona que perdonas
con facilidad a los que te hieren. Yo no voy a decirte que no estés con él,
porque es tu decisión y porque ya eres mayorcito. Lo único que puedo decirte es
que te cuides y que le digas a Georg que cuide su manera de tratarte porque de
herirte de nuevo no tendré piedad y le mataré. —Sentenció el menor con el ceño
fruncido. —Ahora ven aquí y dame un abrazo, tengo que contarte lo que ha pasado
con Raven.
Tom
sonrió levantándose de la cama y abrazando a su hermano. Se sintió agradecido
de contar con el apoyo del ser que mejor lo entendía en el mundo. También
estaba agradecido de no tener que volver a decir una mentira a su hermano
cuando tuviera que verse con Georg.
El
pronóstico para esa relación se veía bueno, todo (en ese aspecto) ya estaba
mejorando.