viernes, 11 de julio de 2014

Aunque no te pueda ver~ Capitulo II Final.



Capitulo 2
Desde que conoció a Bill, el mundo se le puso patas arriba. Cuando llegaba del trabajo, lo primero que hacía era enviarle un mensaje a la hermana mayor de Bill, Noelia, para que le ayudara a realizar una vídeo llamada por Skype. Ahí pasaban horas hablando y él no se cansaba de verlo, más bien, quería traspasar la pantalla para darle todo el amor que quería y merecía.
Pero al parecer las cosas no iban como lo quería. Estaba enamorándose solo, porque para ser sincero, no pensaba que Bill sintiera algo más que una amistad.
Un amor unilateral no estaba en sus planes, eso le dolería demasiado.
Tal vez el problema era que Bill no quería darse la oportunidad de querer a alguien por su condición física. Pero para él eso no era importante, lo quería, deseaba estar con él, no le importaba si tenía una pierna o un solo brazo, le quería porque él era de las pocas personas que lo escuchaba y entendía la mayoría de sus problemas. Bill era la persona con los sentimientos más lindos que conocía.
Además de que, cuando se quiere una persona es más importante lo que se siente que lo que se ve.
Eran contadas las veces que podía hacer un corto viaje a Leipzig para pasar la tarde con Bill. Cuando estaban juntos, el mundo desaparecía y eran sólo ellos dos en una nube de la que no se quería bajar nunca.
Tenía que decirle a Bill cuanto le quería, si no lo hacía, probablemente perdería la oportunidad si llegaba alguien más y le calentaba la oreja.
***
—Te doy cuatro euros por tus pensamientos —Dijo Tom mientras se sentaba en la gramita, al lado de Bill.
— ¿Cuatro euros? Eso es bastante, me agrada la idea.
—Pues te lo daré si me dices que estás pensando.
Bill sonrió aniñado. Esa tarde estaba radiante. Habían quedado en hacer un picnic en el parque porque el día tenia buena pinta.  
—No pienso en nada relevante.
—Aun así me gustaría saber que estabas pensando —sacó su emparedado de jamón y queso de la canastilla y lo mordió.
—Estaba pensando que me gustaría poder verte.
Tom dejó de masticar y tragó fuerte buscando la botella de agua en la canastilla para beberla.
No sabía que decirle.
—Mi hermana me ha dicho que eres un chico bastante guapo, mucho más que su novio —rió.
Él se ruborizó.
— ¿Sí? El novio de tu hermana es feo.
—No lo sé, pero a ella le gusta.
El castaño dejó el pan a un lado y levantó la mano para acariciarle su delicada mejilla. Tenía pequeños vellitos que apenas crecían pero eso no impedía que la piel se sintiera suave bajo su tacto.
—Tom… ¿Qué-qué haces? —su voz sonó temblorosa.
Se acercó un poco más hasta quedar lo suficientemente cerca y colocar sus dos manos en las delgadas mejillas. Tenía ganas de besarlo y eso era lo que iba a hacer, aunque antes haría algo especial.
Le sacó las gafas de sol que ocultaban sus ojos y él los tenía cerrados.
—Tengo grabado en mi memoria, cada parte de tu rostro, ahora quiero sentirlas, quiero tocar con mis dedos todos los lugares que amo de ti. Y no me refiero solo a tu rostro, también quiero conectarme con tu cuerpo.
Eso había sido quizás un poco directo, pero las palabras salían de sus labios disparadas hacia el corazón del menor.
Las manos de Bill viajaron a los antebrazos de Tom y se posaron allí temblorosas.
—No hagas esto Tom.
Bill quiso decir algo más pero fueron los labios de Tom los que detuvieron el palabrerío que venía a continuación. Él empezó frío, pero las barreras que colocó se cayeron tan pronto se levantaron. Los labios de Tom se movían lentamente sobre los del más joven en un beso que contenía amor, dulzura, esperanza y el corazón entero del castaño.
El beso se convirtió en un frenesí del que ninguno de los dos quería salir. El cuerpo de Tom temblaba por las sensaciones que provocaba Bill en su cuerpo. Colocó una mano en la pequeña cinturilla de Bill y lo atrajo más hacia sí hasta quedar sin un centímetro de separación.
Así quería estar con él, sin nada que los separara nunca, tan unidos como si hubieran nacido juntos. Como almas gemelas.
Fue Bill el que rompió esa conexión para respirar.
Tom le miró jadeando, no se esperaba una respuesta a ese beso, más bien, pensaba que lo rechazaría y esperaba una cachetada o cualquier golpe doloroso. Para ser sinceros, las palabras podrían herirlo más que cualquier otra cosa.
—Tom… yo-yo no puedo hacerte esto.
Tom frunció el ceño. ¿Hacerle qué? ¿Él hombre más feliz de la tierra?
— ¿Hacerme qué?
—Quiero irme —Dijo de repente, se veía un poco mosqueado, aunque mas que eso, estaba nervioso.
—No —Tom lo abrazó— no vas irte porque tardé mucho tiempo tratando de hacer esto.
—Tom…
—No me lo pongas difícil, he reunido el valor suficiente para decírtelo.
—Pero Tom…
Tom siguió hablando.
—Te quiero Bill.  Te quiero como no tienes idea.
—Yo también te quiero —Susurró ahogando un sollozo.
Esas eran las mejores palabras que había escuchado de la boca de Bill. Pero si lo quería también ¿Por qué se negaba?
—Si me quieres, me dirás que sí cuando te proponga que estemos juntos.
—No podemos —Dijo apartándose.
El corazón de Tom se encogió en su pecho.
— ¿Por qué no podemos? Tú no tienes a nadie y yo tampoco. Yo sólo tengo un corazón que late por ti.
— ¡Soy ciego! No quiero ser una carga para ti, no quiero arruinar tu vida porque tienes que estar conmigo —Gritó desesperado.
— ¡Te quiero y no me importa que tengas esta condición! ¿Sabes por qué te quiero? Porque eres la única persona que aun sin verme, me quiere.  Has volcado mi universo, con un solo beso has parado mi tiempo.
—Tom te amo —Sus manos se dirigieron al pecho del castaño— supe que eres mi alma gemela desde el día que nuestras vidas se cruzaron, pero tengo miedo, tú no sabes lo que es…
Él le interrumpió.
—Deja que sea yo quien te quite ese miedo, vamos a intentar estar juntos, quiero crecer contigo, quiero estar junto a ti por todo lo que nos quede de vida. Al fin encontré lo que buscaba y como ya te dije, a mí no me importa ningún defecto físico, a mi me importa lo que hay en tu corazón y tu alma —besó sus labios— cuando hay amor, lo demás no importa.
Bill dudaba, no quería hacer que Tom se estancara. Él se sentía suficiente para cuidar de sí mismo, pero sabía que Tom era como sus padres y Noelia, para ellos, él siempre tenía que estar vigilado.
Pero ¿Por qué no se daba una oportunidad? Existía la posibilidad de que funcionara.
Bill se puso de rodillas y lo abrazó haciendo que Tom cayera acostado.
—Tom, te quiero tanto que no me voy a perder esta oportunidad que nadie me había dado nunca.
El mayor se sintió orgulloso y cerró aquel momento de dicha, con un besó que terminó de taladrar el corazón de los dos. Hacía bastante tiempo que se deseaban, pero todas las cosas siempre llegan a su debido tiempo.
***
El cielo vomitaba lluvia chispeando con sus lágrimas las ventanas del joven que estaba sentando sobre su cama hablando por teléfono. La oleada de frio que azotaba Leipzig ese día era tan intensa que nadie en su sano juicio saldría de casa.
—Desearía que estuvieras aquí Tom, pero es demasiado arriesgado que salgas de casa cuando está cayendo un diluvio ahí afuera —suspiró.
 —Yo quiero estar ahí contigo pero es lamentable que al salir de esta casa se me congele el trasero. Si no fuera por eso me iría hasta allá para completar lo que hace unos días tu no quisiste terminar—Dijo Tom al otro lado del teléfono.
Las mejillas de Bill se encendieron de vergüenza. Sí, había calentado el horno y no se molestó en usarlo. Tenía miedo, era la primera vez que iba a estar con alguien, además de que su hermana podía entrar y verlo, o peor aún, alguno de sus padres.
—No digas esas cosas…
Porqué no las digo, es cierto —Su risa se escuchó fuerte. Para Bill la risa de Tom era como armoniosas melodías que venían caían del cielo. — te quiero.
—Yo te quiero a ti.
El timbre de casa sonó interrumpiendo la conversación.
—Están tocando el timbre de la casa, no sé quién diablo pueda ser, nadie es tan idiota como para  salir con esta lluvia —Refunfuñó sentándose en su cama— y  Noelia no está en casa.
Tal vez es algo importante
— ¡Cleopatra! —Gritó llamando a su bonita— ayúdame ¿sí?
Cogió la correa de la perra y fue dirigido por ella hasta la puerta de la casa.
—Espero no sea alguien que está perdido, me molestaré mucho.
No seas así, abre la puerta —Por alguna razón se escuchaba tiritando. 
Él se percató.
— ¿Estás tiritando?
No, abre la puerta por favor.
Colocó la mano en la manija y abrió la puerta con lentitud.
Al otro lado estaba Tom empapado. Cleopatra ladró fuerte al ver que a su lado scotty meneaba la cola de puro gusto.
Bill sintió el olor tan delicioso del perfume de Tom, fue así como lo reconoció.
— ¡Estás jodidamente loco! —Gritó alzando sus manos para buscarlo. Cuando lo encontró se lanzó sobre él y besó sus fríos labios.
—Sorpresa —Rió Tom apenas pudiendo hablar.
—Eres un loco, uno de los grandes —Rió un poco sin dejar de abrazarlo— te puedes morir de hipotermia. ¿Es qué acaso ya quieres abandonarme? ¡Sólo llevamos siete meses siendo novios!
Tom caminó sin soltarlo hasta cerrar la puerta. El cuerpo de Bill estaba calientito, sus manos viajaban por toda su espalda provocándole deliciosos escalofríos.
— ¿Has visto la película “Más allá del cielo”? —Susurró a su oído.
Bill asintió pero su mente estaba en otro parte. El frío aliento de Tom sobre su cuello le provocó sensaciones agradables.
—Quitémonos la ropa y vamos a darnos calor.
Una propuesta directa, como sólo él podía hacerlas.
Las mejillas del menor se encendieron, calientes, rojas y preciosas.
Para la suerte de los dos, los perros habían huido a sabía Dios qué parte de la casa, y eso los dejaba a ambos prácticamente solos en aquella enorme casa.
El castaño se separó de Bill para sacarse toda la ropa y dejarla en una esquina de la puerta, no quería hacer un reguero. Se acercó a su novio de nuevo y le tomó las manos colocándolas sobre su pecho. Su erección ya estaba presente, era más que un hecho.
—Tu piel es tan suave —Bill mordió su labio inferior con sensualidad—. Y tu cuerpo tan formado.
A Tom le encantaba eso. Bill era sensual sin siquiera proponérselo.
Las manos del pelinegro viajaban por todo su torso acariciando con delicadeza la piel blanca de su compañero.
Deseaba poder ver sus magnificas proporciones.
—Quisiera poder verte todo completo Tom —Suspiró sin dejar de tocarlo.
—Veme con el alma, siénteme con el corazón.
Tom no iba a esperar mucho. Tomó su mano y se dirigió con él hasta la sala en donde la chimenea ardía dando calor, pero no era exactamente ese calor el que se había llevado el frio de su cuerpo.
Sentó a Bill en el sofá mientras lo besaba y le sacaba el suéter de lana rosa que llevaba puesto, sus pezones estaban erectos, no se lo pensó mucho, fue por ellos y los lamió repetidas veces, de diferentes formas, hasta hacer que de él saliera un gemido.
—Música para mis oídos —Dijo riéndose.
Bill le golpeó el hombro.
Su cuerpo era un templo que él deseaba cuidar todos los días de su vida. Lo acostó y se arrodilló frente a él dejando besos en cada pequeña parte de su cuerpo mientras que Bill gemía bajito.
—Espérame aquí.
El joven protestó pero Tom ya había salido corriendo hacia arriba para buscar el lubricante que sabía que su querido novio escondía detrás, entre el montón de libros en braille.
Bajó y se encontró a Bill sin ropa interior, con su pálido cuerpo brillante y la erección apuntándolo.
—Eah vaquero, no me vayas a disparar con tu arma.
Bill se sonrojó hasta las orejas tapándose un poco.
—Lo siento amor —Dijo riéndose.
Se acercó a él de nuevo. Lo besó en los labios pegándolo a su cuerpo, bajando sus manos hasta sus nalgas. El trasero de Bill era pequeño, pero sensual en todos los aspectos.
Tom se sentó en el sofá y se colocó el condón. Bill solito se sentó entre sus piernas aun sin penetrarse y en un ataque pasional, lo besó como nunca antes. Se movió como una fierecilla sobre su presa, tocándolo por todos lados. Quería ese contacto, lo deseaba tanto.
—Oh Bill… —Gimió cuando le mordió el cuello.
Las caricias eran parte importante para que aquello fuera mágico y especial. Bill acarició cada centímetro del cuerpo de Tom y lo disfrutó más que nada en el mundo.
Tom se deleitó de ver como él disfrutaba lo que hacía y no se cohibía de nada.
Ya era hora de la jugada final. Sus cuerpos ya deseaban ser uno solo.
Tom agarró el lubricante y lo untó en sus dedos para proceder y estimular a Bill. Abrió sus piernas y se puso entre ellas, él le ayudó alzando un poco  el trasero.
—Te quiero amor.
—Mmm…—Los ojos desenfocados del menor se cerraron por el placer.
—Eres tan hermoso.
Cuando supo que ya estaba listo, entró suavemente. El cuerpo entero de Bill se estremeció por la invasión, chilló un poco mientras Tom lo acariciaba y besaba acomodándose sobre él.
Fue solo un minuto de dolor. Cuando el movimiento comenzó todo lo demás había sido olvidado, la cabeza de ambos daba vuelta. Bill se aferró a él gimiendo bajo en su oído, ronroneando como un gatito.
Tom miró el rostro lleno de placer de Bill y sonrió. Adoraba cada centímetro de él. Lo amaba, ya no quedaba ninguna duda de ello. Estaban consumando su amor en todos los sentidos.
Bill peleó un poco contra Tom para poder quedar arriba, cuando lo logró, tomó las riendas de la situación y lo montó. Se inclinó sobre él y lo besó haciendo que Tom desplegara sus alas y volara al infinito y más allá.
Pero no duró mucho, Tom volvió a quedar sobre su cuerpo y se hundió tan adentro suyo que pensó lo iba a traspasar. Gimió tan alto que posiblemente sus vecinos los habían escuchado. ¿Qué importaba eso? Se amaban y se entregaban el uno al otro.
Estocada tras estocada, el menor se sentía en el cielo, el tiempo ya no existía en ese lugar que era sólo de ellos dos.
Bill ya no podía más, su cuerpo estaba por explotar, el orgasmo estaba por llegar y se dejaría ir.
—No te corras todavía—Dijo Tom besándolo.
Negó con la cabeza apretándole los brazos. Se iba a ir, la respiración le faltaba, su boca se entre abrió.
Tom observaba aquel espectáculo maravilloso. Bill estaba sudoroso, sonrojado y a punto de dejarse ir, igual que él.
—Vente conmigo.
Orden que captó su cerebro porque se dejó ir, arqueando su espalda, los dedos de sus pies se contrajeron, las uñas largas  de sus manos se clavaron en la espalda de Tom haciéndolo gemir.
Tom también se corrió con intensidad. Cerró sus ojos y enterró su rostro en el cuello de Bill dejando pequeños besos. Ambos se quedaron quietos por unos minutos dejando que los espasmos disminuyeran.
— ¿Te estoy aplastando? —Preguntó Tom.
—No, no quiero que te quites de encima de mí —Protestó.
Sonrió.
—Bill.
—Dime —Suspiró acariciando la espalda de Tom con sus uñas.
— ¿Quieres casarte conmigo?
Bill se quedó sin aliento. ¿Casarse? ¿Estaba hablando en serio? Era un paso demasiado grande.
— ¿Estás- estás hablando en serio?
—Uju.
Tom esperaba que aceptara, ya tenía todo planeado.
—Dios santo —Susurró con los ojos llenándosele de lágrimas.
El mayor se levantó un poco y rebuscó en uno de los cojines del sofá hasta sacar una cajita negra en forma de corazón. Noelia la dejó ahí para él, era por eso que no estaba en casa, ella le ayudó.
—Toma —La puso en sus manos y la abrió — es tu anillo de compromiso, es hermoso como tú, es de oro y tiene nuestros nombres en braille.
Bill estaba a punto de saltar de la felicidad. Estaba completamente seguro de lo que iba a responder.
—Sí quiero casarme contigo.
***
La vida los bendecía con personas que los apoyaban y siempre estarían con ellos. Su amor era bendecido porque era puro, era un amor que iba más allá de lo terrenal.
Para lo suyo sólo había eternidad.


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Gracias por leerlo. Si quieren dejar su opinion, con gusto la leeré y responderé.

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