Personajes: Bill Kaulitz, Georg Listing, Gustav Schafer, Simone, Tom Kaulitz
Género: Humor/Comedia, Lemon, Romance, Twincest No Relacionado, Universo Alterno
Advertencias: BotBill
Pareja Principal: Bill/Tom
Pareja Secundaria: Bill/Gustav
Resumen:
Bill es un periodista con una vida algo
normal, todo es ajetreado para él, no hay tiempo ni siquiera para su
vida sexual. Está un poco frustrado en cuanto al tema del sexo por
experiencias pasadas que ponen en tela de juicio sus relaciones con los
demás chicos. Hay tanta escases de hombres buenos que son pocos los que
logran despertar algo en él.
Después de leer un
artículo en internet, se da cuenta de que a su vida le hace falta un
poco mas de acción. Pero el problema está en que el único ser humano en
la tierra que despierta sus pasiones se llama Tom Trümper. Cada vez que
el jovencito está cerca, su cuerpo parece reaccionar de forma impulsiva.
Y se maneja solito. ¡Malditas hormonas!
Tal vez debería plantearse buscar a alguien más… O seguir por donde desea.
“—Estoy destinado a una vida sin sexo, de puro trabajo y cuidarte a ti mi gordito —besó la cabeza del can.”
Nota del autor: Esta idea me surgió por un articulo que leí. Espero lo disfruten y me hagan saber qué les pareció. Las leo y les respondo todo. A veces no utilizo este blog porque casi nadie lee o comenta.
Capitulo
1
Suspiró cansado,
soñoliento, con demasiadas ganas de sentarse frente al ordenador y ver
cualquier cosa que le distrajera del mal y ajetreado día que había tenido,
sobre todo porque en todo lo que fue de mañana y tarde, jamás logró ver al
chico de informática. Gah!
Subir y bajar
escalones, escuchar las groserías de su jefe y sobre todo, tener que lidiar con
Mónica, la asistente-barra-estúpida-barra-ogra del hombre que lo mantenía
trabajando como un perro todos los días. Eso hacía de lunes a viernes.
Sí, al principio pensó
que trabajar en un periódico era lo más genial del planeta, iba a cubrir
reportajes especiales, hablar con personas importantes para realizar
entrevistas. Pero la cosa jamás se acercó a lo que pensó.
Tener que hacer
reportajes sosos no era lo suyo pero seguía ahí, porque esperaba pacientemente
el día que consiguiera impresionar al jefe con alguna investigación suya.
Cualquiera diría que
tenía una vida maravillosa, llena de aventuras, magia, amor... Ja, eso era lo
que menos tenía. Si los demás no se daban cuenta de su aburrida vida, era
porque siempre tenía una sonrisa en el rostro. Nadie tenía porque enterarse que
su vida entera era más aburrida que la de su abuela de ochenta años, ella que
con esa edad, en menos de un año, había tenido tres novios. ¿Y él? Bueno, él
tenía a su cachorro Pumba. Dormían juntos, desayunaban juntos y eso era
compañía suficiente para él. Al menos
pensaba que era suficiente.
Su madre bien se lo
decía, ella era la única que sabía que su vida no era más que una mentira.
Porque claro ¿Quién podía ocultarle tales cosas a sus madres? Ellas tienen
poderes, siempre lo saben, siempre se te acercan sólo para preguntar qué es lo
que te pasa. Como todas las veces, tratas de negarlo, pero nunca, jamás, llegas
a ocultarlo, porque a fin de cuentas, las madres son telequinesicas, adivinas, súper
poderosas.
Ella siempre lo repetía
cada vez que lo visitaba en su departamento, se sabía las palabras de memoria:
«Bill,
querido, para que se te quite esa carita de limón chupado, tienes que buscarte
a alguien que te de donde es, donde más te gusta ¿lo entiendes? Sexo cariño, ya
eres un hombre hecho y derecho, necesitas amor. ¿Quién no lo necesita?»
—Definitivamente no, mi
madre está loca de remate la vida no es solo sexo. Además —se agachó cuando
salió del cuarto de baño y Pumba estaba esperándolo, meneando su pequeña colita
de forma juguetona—, no consigo a nadie atractivo en estos tiempos. Todos son
tan básicos y normales.
El único que podía ver
como alguien atractivo era el chico que trabajaba en su mismo edificio. El
amigo de su compañera de oficina. Oh, ese chico... ¡Basta! No podía pensar en
él, pues su cuerpo parecía reaccionar de una forma un poco extraña.
Hormonas, malditas
hormonas.
Aun recordaba la última
vez que tuvo sexo. ¿Cuánto de eso? Joder, muchísimo tiempo, su culo, probablemente,
estaba más apretado de lo normal. Y siendo sincero, no quería pasar por aquella
experiencia de nuevo. Con una primera vez traumática y una segunda vez peor, no
le había quedado ganas de estar con nadie de nuevo.
—Estoy destinado a una
vida sin sexo, de puro trabajo y cuidarte a ti mi gordito —besó la cabeza del
can.
En bata de baño, caminó
por toda la habitación hasta encontrar su ordenador. Se sentó en la cama y puso
a Pumba, quien dormía, a su lado, mientras se acomodaba para teclear algo en su
blog personal y revisar sus redes sociales.
Todo estaba tan
aburrido ahí, su prima Melanie había publicado una foto en donde mostraba a su
quinto bebé. Esa mujer y su marido tenían a casi el equipo completo, no sabía
cuando ella iba a parar de tener tantos niños. Su madre lo había etiquetado en
una foto de cuando era un bebé, demasiado vergonzosa, en ella aparecía desnudo,
a penas tendría cuatro o cinco años, y sus tías comentando lo “tierno” que se
veía con sus nalguitas rosaditas.
—Mierda, mejor elimino
esto de mi biografía, no quiero que nadie del trabajo vea esta foto.
Suspiró, pero fue
demasiado tarde, su jefe había comentado la foto diciendo que se le veía bien
bonito y tierno en la foto. ¿Qué mierda significaba eso y por qué él se entrometía en una foto que ni
siquiera le importaba? Iba a llamar a su madre para decirle todo lo que se
merecía. Su jefe era un energúmeno que le caía mal, no tenia derechos.
—Pumba, a veces creo
que tu abuela es la única mujer en este mundo capaz de hundirme lentamente
delante de todos. Ella adora hacerme pasar momentos bochornosos.
Así era su madre, desde
que tenía uso de razón.
Siempre fue de tener
muchos amigos, en la secundaria, incluso en la universidad tuvo mucha gente a
su alrededor. Todos pensaban que él era el mejor ligando chicas, y no era
mentira, se liaba con todas pero con ninguna había tenido relaciones porque
justo en su último año en la universidad se declaró homosexual de manera
abierta. Ahora se reía de aquellos
tiempos, la graduación fue la vez que perdió la virginidad con Jared, y lo que
recordaba no era nada agradable. Joder.
—Mejor ni me acuerdo de
él, no vaya a ser que me den ganas de vomitar.
Suspiró de nuevo. ¿Qué
pasaba? Estaba suspirando demasiado. Siguió indagando en su facebook pero nada
le parecía, era tan aburrido. ¿Cómo alguien podía pasarse todo el día mirando
lo que los demás hacían? Esa era una vida sedentaria y horrible. Bah, ya estaba
harto de estar ahí, ni siquiera jugar al Candy Crush le distraía, prefería
dormir.
Estuvo a punto de
cerrar sesión cuando un artículo publicado por una amiga suya llamó su
atención. “5 señales de que tu cuerpo pide sexo” vale, sería divertido saber si
su cuerpo necesitaba sexo. A decir verdad, muy en el fondo, se sabía que sí, sí
quería sexo. Pero le costaba admitirlo.
—Esto de verdad es
interesante.
Le dio clic al link y
en una nueva pestaña de su navegador se abrió el blog. Era muy mono, pero había
demasiado rosado en él, tanto que le aturdía. Sí, era uno de esos blogs
femeninos que hablaban de todos los temas. Bajó con la flechita y comenzó a
leer el artículo.
Las
personas que no mantienen relaciones sexuales en mucho tiempo, tienden a sufrir
de problemas con el colesterol y son propensas a mantener tejido adiposo en sus
cuerpos. El sexo es ejercicio de mantenimiento. Dijo; Daniela Cooper, investigadora de la Universidad de Tufts en Massachusetts,
EU.
A
continuación 5 señales de que tu cuerpo necesita un poco de atención.
1.
Enfermedades y ganas de morir. Cuando tenemos sexo liberamos endorfinas, mismas que actúan como
analgésicos en el sistema nervioso central.
Neurólogos
de la Universidad de Munster, Alemania, indican que una buena sesión de sexo
alivia el dolor de cabeza y la migraña.
Por
si esto fuera poco, si no tienes suficiente sexo podrías ocasionar tu deterioro
mental, emocional y hasta caer en depresión o decidir suicidarte.
Bill se rió de lo que
leía. ¿Era en serio todo eso? Lo pensó mejor y se dio cuenta que podría ser
verdad. La frase “Mal follado” había sido inventada por y para él. Lo estaba,
sí que sí. No solo porque con Jared había sido mete-saca nada más, si no porque
con Julio, había sido peor y para nada romántico. Los dos fueron mierdas con él
y jamás, nunca les iba a perdonar.
Continuó leyendo.
2.
Insomnio. Cuando no se
tiene suficiente sexo esto deriva en el desarrollo de trastornos del sueño,
como el insomnio. Luego viene una avalancha de problemas; se te dificultará la
concentración, te irritarás más fácil, sentirás fatiga más rápido, perderás tus
reflejos, no podrás ver bien y dejarás de coordinar tus movimientos ¡Que miedo!
mejor co... me bien y ten buen sexo.
Entonces,
cuando no se tiene sexo no se puede dormir y según Mathew Walter, profesor de
psicología de la Universidad de Berkeley, cada noche de sueño reduce un 40 por
ciento nuestras capacidades de asimilar conocimientos. El sueño ayuda a limpiar
la memoria a corto plazo dejando espacio para nuevos conocimientos e ideas. Por
eso deben tener buen sexo para dormir mejor y luego pensar con más claridad.
Eso era cierto, era
jodidamente cierto. A veces, cuando tenía una jornada de trabajo extensa,
regresaba a casa agotado, soñoliento y con ganas de caerse muerto en la cama.
Pero como no, una vez que estaba acostado, su mente trabajaba más de lo que
quería y no le permitía dormir como debía. Joder, estaba asustándose. ¿De verdad tenía que ver con el sexo? Una vez
su madre le dijo que cuando tuviera relaciones sexuales no podría parar jamás,
porque el sexo es una necesidad básica. Pero, él había sobrevivido por mucho
tiempo ¿no? Y todavía (eso quería creer) no le hacía falta tener a nadie entre
sus piernas.
3.
Sientes que nadie te ama. Es muy claro que al no tener contacto sexual con la frecuencia deseada
nos sentimos menos amados, poco atractivos y francamente unos
"perdedores"; el nivel de autoestima de las personas que tienen poco
sexo baja a niveles peligrosos.
Diversos
estudios científicos apuntan a que la abstinencia sexual deprime y nos hace
infelices. Si sientes que nadie te ama, es momento de tener sexo (con
protección, recuerden siempre usar condón y otros).
¡Eso...eso...Eso era lo
que él sentía! No era que los hombres fuesen poco atractivos, era él quien
pensaba que ellos no podían quererlo. A veces se sentía menos atractivo que el
resto y por eso dejaba pasar todas sus oportunidades para ligar con alguien. Y
tal vez estaba exagerando, siempre se consideró un hombre muy atractivo con un
toque de feminismo. Su cabello era de un tono rubio brillante que adoraba, iba
rapado a los lados dejando el cabello platinado levantado y poderoso. Los
rasgos finos de su rostro le daban un toque de elegancia que combinaba con la
barba de tres días y sus imponentes ojos marrón claro. Muchas personas se sorprendían
al ver su belleza. Pero lamentablemente él, muchas veces, no se sentía como se
veía.
En definitiva ese artículo
estaba hecho exclusivo para él.
4.
La piel deja de brillar. Pues
sí, resulta que es obvio cuando alguien no está teniendo suficiente sexo; las
personas literales "se apagan". La piel de los individuos con pobres
vidas sexuales envejece más rápido, en ocasiones llegan a aparentar 10 años más
de los que en realidad tienen.
El
sexo aumenta la circulación sanguínea y la oxigenación, todo esto favorece el
aspecto de la piel, el órgano más grande del ser humano. Entre más y mejor sexo
tengan, su piel lucirá más lozana, sin la intervención de un cirujano.
Se miró los brazos y
creyó ver su piel envejecida, rasposa... ¡No! Estaba paranoico. Su abstinencia
sexual no le provocaba nada porque nada de eso era cierto.
5.
Todo el tiempo piensas en sexo. "El que piensa en pan, hambre tiene", y pues así de simple
es. La señal más contundente de que necesitas sexo es que siempre estás
pensando en eso. Sea "viernes de princesas" o "lunes Godínez",
lo único que pasa por tu cabeza es tener sexo, con quien sea, donde sea. Ok
¡adelante! sólo recuerda que debes hacerlo con protección para evitar
infectarte de enfermedades de transmisión sexual como el VIH, así como impedir
un embarazo no deseado.
La mayor parte del día,
pensamientos fugases de él teniendo sexo con el guapo chico de informática era
lo que a veces hacia que sus días fueran menos aburridos. Siempre tenía que
meditar antes de decir algo porque todo, absolutamente todo tenía que decirlo
con doble sentido y eso muchas veces lo metía en problemas.
Joder.
Cerró su laptop y se
enfocó en su polla, esa que tenía tiempo sin ser usada, y que para rematar el
colmo, estaba empalmada por pensar en el joven Tom, el chico de informática. Santísima
mierda, tenía las hormonas alborotadas.
Un baño sería muy bueno
para su cuerpo en llamas.
¿Por qué tuvo que
pensar en él? Era un idiota. Tom era el
único hombre que se podía decir, lo atraía sexualmente, sí, hasta un
poco más que eso. Pero él tenía una regla de oro, jamás salir con personas del
trabajo, esas solo te distraen de lo que de verdad es importante. Pero es que
Tom era una perdición, un bombón alemán que lo hacía salivar de solo pensar en
sus manos recorriendo su cuerpo.
¡¿Por que seguía pensando
en él?! Sin darse cuenta se encontró jadeando preso de un ataque (hormonal)
pánico. Corrió al baño y a pesar de que ya se había duchado, abrió el grifo de
agua fría y se metió ahí, colocando sus manos en la pared mientras el agua
calmaba su enfebrecido cuerpo. Eso ni podía pasarle, no a él. Y tocarse, bueno
era una opción pero tampoco le gustaba hacerlo. Nunca se había sentido tan
necesitado.
— ¡No a mí!
Maldito sea ese
artículo. Lo odiaba, le había recordado lo aburrida que es su vida y ese deseo
oculto de querer follar con Tom en todos los lugares en los que se pudieran.