jueves, 7 de agosto de 2014

5 señales de que tu cuerpo pide sexo. Capitulo 1 ~Fic Twc

Categorias: Slash
Personajes: Bill Kaulitz, Georg Listing, Gustav Schafer, Simone, Tom Kaulitz
Género: Humor/Comedia, Lemon, Romance, Twincest No Relacionado, Universo Alterno
Advertencias: BotBill
Pareja Principal: Bill/Tom
Pareja Secundaria: Bill/Gustav
Resumen:  
Bill es un periodista con una vida algo normal, todo es ajetreado para él, no hay tiempo ni siquiera para su vida sexual. Está un poco frustrado en cuanto al tema del sexo por experiencias pasadas que ponen en tela de juicio sus relaciones con los demás chicos. Hay tanta escases de hombres buenos que son pocos los que logran despertar algo en él.
Después de leer un artículo en internet, se da cuenta de que a su vida le hace falta un poco mas de acción. Pero el problema está en que el único ser humano en la tierra que despierta sus pasiones se llama Tom Trümper. Cada vez que el jovencito está cerca, su cuerpo parece reaccionar de forma impulsiva. Y se maneja solito. ¡Malditas hormonas!
 Tal vez debería plantearse buscar a alguien más… O seguir por donde desea.  
“—Estoy destinado a una vida sin sexo, de puro trabajo y cuidarte a ti mi gordito —besó la cabeza del can.”
Nota del autor: Esta idea me surgió por un articulo que leí. Espero lo disfruten y me hagan saber qué les pareció. Las leo y les respondo todo. A veces no utilizo este blog porque casi nadie lee o comenta.




Capitulo 1

Suspiró cansado, soñoliento, con demasiadas ganas de sentarse frente al ordenador y ver cualquier cosa que le distrajera del mal y ajetreado día que había tenido, sobre todo porque en todo lo que fue de mañana y tarde, jamás logró ver al chico de informática. Gah!
Subir y bajar escalones, escuchar las groserías de su jefe y sobre todo, tener que lidiar con Mónica, la asistente-barra-estúpida-barra-ogra del hombre que lo mantenía trabajando como un perro todos los días. Eso hacía de lunes a viernes.
Sí, al principio pensó que trabajar en un periódico era lo más genial del planeta, iba a cubrir reportajes especiales, hablar con personas importantes para realizar entrevistas. Pero la cosa jamás se acercó a lo que pensó.
Tener que hacer reportajes sosos no era lo suyo pero seguía ahí, porque esperaba pacientemente el día que consiguiera impresionar al jefe con alguna investigación suya. 
Cualquiera diría que tenía una vida maravillosa, llena de aventuras, magia, amor... Ja, eso era lo que menos tenía. Si los demás no se daban cuenta de su aburrida vida, era porque siempre tenía una sonrisa en el rostro. Nadie tenía porque enterarse que su vida entera era más aburrida que la de su abuela de ochenta años, ella que con esa edad, en menos de un año, había tenido tres novios. ¿Y él? Bueno, él tenía a su cachorro Pumba. Dormían juntos, desayunaban juntos y eso era compañía suficiente para él.  Al menos pensaba que era suficiente.
Su madre bien se lo decía, ella era la única que sabía que su vida no era más que una mentira. Porque claro ¿Quién podía ocultarle tales cosas a sus madres? Ellas tienen poderes, siempre lo saben, siempre se te acercan sólo para preguntar qué es lo que te pasa. Como todas las veces, tratas de negarlo, pero nunca, jamás, llegas a ocultarlo, porque a fin de cuentas, las madres son telequinesicas, adivinas, súper poderosas.
Ella siempre lo repetía cada vez que lo visitaba en su departamento, se sabía las palabras de memoria:
«Bill, querido, para que se te quite esa carita de limón chupado, tienes que buscarte a alguien que te de donde es, donde más te gusta ¿lo entiendes? Sexo cariño, ya eres un hombre hecho y derecho, necesitas amor. ¿Quién no lo necesita?»
—Definitivamente no, mi madre está loca de remate la vida no es solo sexo. Además —se agachó cuando salió del cuarto de baño y Pumba estaba esperándolo, meneando su pequeña colita de forma juguetona—, no consigo a nadie atractivo en estos tiempos. Todos son tan básicos y normales.
El único que podía ver como alguien atractivo era el chico que trabajaba en su mismo edificio. El amigo de su compañera de oficina. Oh, ese chico... ¡Basta! No podía pensar en él, pues su cuerpo parecía reaccionar de una forma un poco extraña.
Hormonas, malditas hormonas.
Aun recordaba la última vez que tuvo sexo. ¿Cuánto de eso? Joder, muchísimo tiempo, su culo, probablemente, estaba más apretado de lo normal. Y siendo sincero, no quería pasar por aquella experiencia de nuevo. Con una primera vez traumática y una segunda vez peor, no le había quedado ganas de estar con nadie de nuevo.
—Estoy destinado a una vida sin sexo, de puro trabajo y cuidarte a ti mi gordito —besó la cabeza del can.
En bata de baño, caminó por toda la habitación hasta encontrar su ordenador. Se sentó en la cama y puso a Pumba, quien dormía, a su lado, mientras se acomodaba para teclear algo en su blog personal y revisar sus redes sociales.
Todo estaba tan aburrido ahí, su prima Melanie había publicado una foto en donde mostraba a su quinto bebé. Esa mujer y su marido tenían a casi el equipo completo, no sabía cuando ella iba a parar de tener tantos niños. Su madre lo había etiquetado en una foto de cuando era un bebé, demasiado vergonzosa, en ella aparecía desnudo, a penas tendría cuatro o cinco años, y sus tías comentando lo “tierno” que se veía con sus nalguitas rosaditas.
—Mierda, mejor elimino esto de mi biografía, no quiero que nadie del trabajo vea esta foto.
Suspiró, pero fue demasiado tarde, su jefe había comentado la foto diciendo que se le veía bien bonito y tierno en la foto. ¿Qué mierda significaba eso  y por qué él se entrometía en una foto que ni siquiera le importaba? Iba a llamar a su madre para decirle todo lo que se merecía. Su jefe era un energúmeno que le caía mal, no tenia derechos.
—Pumba, a veces creo que tu abuela es la única mujer en este mundo capaz de hundirme lentamente delante de todos. Ella adora hacerme pasar momentos bochornosos.
Así era su madre, desde que tenía uso de razón.
Siempre fue de tener muchos amigos, en la secundaria, incluso en la universidad tuvo mucha gente a su alrededor. Todos pensaban que él era el mejor ligando chicas, y no era mentira, se liaba con todas pero con ninguna había tenido relaciones porque justo en su último año en la universidad se declaró homosexual de manera abierta.  Ahora se reía de aquellos tiempos, la graduación fue la vez que perdió la virginidad con Jared, y lo que recordaba no era nada agradable. Joder.
—Mejor ni me acuerdo de él, no vaya a ser que me den ganas de vomitar.
Suspiró de nuevo. ¿Qué pasaba? Estaba suspirando demasiado. Siguió indagando en su facebook pero nada le parecía, era tan aburrido. ¿Cómo alguien podía pasarse todo el día mirando lo que los demás hacían? Esa era una vida sedentaria y horrible. Bah, ya estaba harto de estar ahí, ni siquiera jugar al Candy Crush le distraía, prefería dormir.
Estuvo a punto de cerrar sesión cuando un artículo publicado por una amiga suya llamó su atención. “5 señales de que tu cuerpo pide sexo” vale, sería divertido saber si su cuerpo necesitaba sexo. A decir verdad, muy en el fondo, se sabía que sí, sí quería sexo. Pero le costaba admitirlo.
—Esto de verdad es interesante.
Le dio clic al link y en una nueva pestaña de su navegador se abrió el blog. Era muy mono, pero había demasiado rosado en él, tanto que le aturdía. Sí, era uno de esos blogs femeninos que hablaban de todos los temas. Bajó con la flechita y comenzó a leer el artículo.

Las personas que no mantienen relaciones sexuales en mucho tiempo, tienden a sufrir de problemas con el colesterol y son propensas a mantener tejido adiposo en sus cuerpos. El sexo es ejercicio de mantenimiento. Dijo; Daniela Cooper, investigadora de la Universidad de Tufts en Massachusetts, EU.
A continuación 5 señales de que tu cuerpo necesita un poco de atención.

1. Enfermedades y ganas de morir. Cuando tenemos sexo liberamos endorfinas, mismas que actúan como analgésicos en el sistema nervioso central.
Neurólogos de la Universidad de Munster, Alemania, indican que una buena sesión de sexo alivia el dolor de cabeza y la migraña.
Por si esto fuera poco, si no tienes suficiente sexo podrías ocasionar tu deterioro mental, emocional y hasta caer en depresión o decidir suicidarte.

Bill se rió de lo que leía. ¿Era en serio todo eso? Lo pensó mejor y se dio cuenta que podría ser verdad. La frase “Mal follado” había sido inventada por y para él. Lo estaba, sí que sí. No solo porque con Jared había sido mete-saca nada más, si no porque con Julio, había sido peor y para nada romántico. Los dos fueron mierdas con él y jamás, nunca les iba a perdonar.
Continuó leyendo.

2. Insomnio. Cuando no se tiene suficiente sexo esto deriva en el desarrollo de trastornos del sueño, como el insomnio. Luego viene una avalancha de problemas; se te dificultará la concentración, te irritarás más fácil, sentirás fatiga más rápido, perderás tus reflejos, no podrás ver bien y dejarás de coordinar tus movimientos ¡Que miedo! mejor co... me bien y ten buen sexo.
Entonces, cuando no se tiene sexo no se puede dormir y según Mathew Walter, profesor de psicología de la Universidad de Berkeley, cada noche de sueño reduce un 40 por ciento nuestras capacidades de asimilar conocimientos. El sueño ayuda a limpiar la memoria a corto plazo dejando espacio para nuevos conocimientos e ideas. Por eso deben tener buen sexo para dormir mejor y luego pensar con más claridad.
Eso era cierto, era jodidamente cierto. A veces, cuando tenía una jornada de trabajo extensa, regresaba a casa agotado, soñoliento y con ganas de caerse muerto en la cama. Pero como no, una vez que estaba acostado, su mente trabajaba más de lo que quería y no le permitía dormir como debía. Joder, estaba asustándose.  ¿De verdad tenía que ver con el sexo? Una vez su madre le dijo que cuando tuviera relaciones sexuales no podría parar jamás, porque el sexo es una necesidad básica. Pero, él había sobrevivido por mucho tiempo ¿no? Y todavía (eso quería creer) no le hacía falta tener a nadie entre sus piernas.
3. Sientes que nadie te ama. Es muy claro que al no tener contacto sexual con la frecuencia deseada nos sentimos menos amados, poco atractivos y francamente unos "perdedores"; el nivel de autoestima de las personas que tienen poco sexo baja a niveles peligrosos.
Diversos estudios científicos apuntan a que la abstinencia sexual deprime y nos hace infelices. Si sientes que nadie te ama, es momento de tener sexo (con protección, recuerden siempre usar condón y otros).
¡Eso...eso...Eso era lo que él sentía! No era que los hombres fuesen poco atractivos, era él quien pensaba que ellos no podían quererlo. A veces se sentía menos atractivo que el resto y por eso dejaba pasar todas sus oportunidades para ligar con alguien. Y tal vez estaba exagerando, siempre se consideró un hombre muy atractivo con un toque de feminismo. Su cabello era de un tono rubio brillante que adoraba, iba rapado a los lados dejando el cabello platinado levantado y poderoso. Los rasgos finos de su rostro le daban un toque de elegancia que combinaba con la barba de tres días y sus imponentes ojos marrón claro. Muchas personas se sorprendían al ver su belleza. Pero lamentablemente él, muchas veces, no se sentía como se veía.
En definitiva ese artículo estaba hecho exclusivo para él.
4. La piel deja de brillar. Pues sí, resulta que es obvio cuando alguien no está teniendo suficiente sexo; las personas literales "se apagan". La piel de los individuos con pobres vidas sexuales envejece más rápido, en ocasiones llegan a aparentar 10 años más de los que en realidad tienen.
El sexo aumenta la circulación sanguínea y la oxigenación, todo esto favorece el aspecto de la piel, el órgano más grande del ser humano. Entre más y mejor sexo tengan, su piel lucirá más lozana, sin la intervención de un cirujano.
Se miró los brazos y creyó ver su piel envejecida, rasposa... ¡No! Estaba paranoico. Su abstinencia sexual no le provocaba nada porque nada de eso era cierto.
5. Todo el tiempo piensas en sexo. "El que piensa en pan, hambre tiene", y pues así de simple es. La señal más contundente de que necesitas sexo es que siempre estás pensando en eso. Sea "viernes de princesas" o "lunes Godínez", lo único que pasa por tu cabeza es tener sexo, con quien sea, donde sea. Ok ¡adelante! sólo recuerda que debes hacerlo con protección para evitar infectarte de enfermedades de transmisión sexual como el VIH, así como impedir un embarazo no deseado.
La mayor parte del día, pensamientos fugases de él teniendo sexo con el guapo chico de informática era lo que a veces hacia que sus días fueran menos aburridos. Siempre tenía que meditar antes de decir algo porque todo, absolutamente todo tenía que decirlo con doble sentido y eso muchas veces lo metía en problemas.
 Joder.
Cerró su laptop y se enfocó en su polla, esa que tenía tiempo sin ser usada, y que para rematar el colmo, estaba empalmada por pensar en el joven Tom, el chico de informática. Santísima mierda, tenía las hormonas alborotadas.
Un baño sería muy bueno para su cuerpo en llamas.
¿Por qué tuvo que pensar en él? Era un idiota. Tom era el  único hombre que se podía decir, lo atraía sexualmente, sí, hasta un poco más que eso. Pero él tenía una regla de oro, jamás salir con personas del trabajo, esas solo te distraen de lo que de verdad es importante. Pero es que Tom era una perdición, un bombón alemán que lo hacía salivar de solo pensar en sus manos recorriendo su cuerpo.
¡¿Por que seguía pensando en él?! Sin darse cuenta se encontró jadeando preso de un ataque (hormonal) pánico. Corrió al baño y a pesar de que ya se había duchado, abrió el grifo de agua fría y se metió ahí, colocando sus manos en la pared mientras el agua calmaba su enfebrecido cuerpo. Eso ni podía pasarle, no a él. Y tocarse, bueno era una opción pero tampoco le gustaba hacerlo. Nunca se había sentido tan necesitado.
— ¡No a mí!
Maldito sea ese artículo. Lo odiaba, le había recordado lo aburrida que es su vida y ese deseo oculto de querer follar con Tom en todos los lugares en los que se pudieran.


viernes, 11 de julio de 2014

Aunque no te pueda ver~ Capitulo II Final.



Capitulo 2
Desde que conoció a Bill, el mundo se le puso patas arriba. Cuando llegaba del trabajo, lo primero que hacía era enviarle un mensaje a la hermana mayor de Bill, Noelia, para que le ayudara a realizar una vídeo llamada por Skype. Ahí pasaban horas hablando y él no se cansaba de verlo, más bien, quería traspasar la pantalla para darle todo el amor que quería y merecía.
Pero al parecer las cosas no iban como lo quería. Estaba enamorándose solo, porque para ser sincero, no pensaba que Bill sintiera algo más que una amistad.
Un amor unilateral no estaba en sus planes, eso le dolería demasiado.
Tal vez el problema era que Bill no quería darse la oportunidad de querer a alguien por su condición física. Pero para él eso no era importante, lo quería, deseaba estar con él, no le importaba si tenía una pierna o un solo brazo, le quería porque él era de las pocas personas que lo escuchaba y entendía la mayoría de sus problemas. Bill era la persona con los sentimientos más lindos que conocía.
Además de que, cuando se quiere una persona es más importante lo que se siente que lo que se ve.
Eran contadas las veces que podía hacer un corto viaje a Leipzig para pasar la tarde con Bill. Cuando estaban juntos, el mundo desaparecía y eran sólo ellos dos en una nube de la que no se quería bajar nunca.
Tenía que decirle a Bill cuanto le quería, si no lo hacía, probablemente perdería la oportunidad si llegaba alguien más y le calentaba la oreja.
***
—Te doy cuatro euros por tus pensamientos —Dijo Tom mientras se sentaba en la gramita, al lado de Bill.
— ¿Cuatro euros? Eso es bastante, me agrada la idea.
—Pues te lo daré si me dices que estás pensando.
Bill sonrió aniñado. Esa tarde estaba radiante. Habían quedado en hacer un picnic en el parque porque el día tenia buena pinta.  
—No pienso en nada relevante.
—Aun así me gustaría saber que estabas pensando —sacó su emparedado de jamón y queso de la canastilla y lo mordió.
—Estaba pensando que me gustaría poder verte.
Tom dejó de masticar y tragó fuerte buscando la botella de agua en la canastilla para beberla.
No sabía que decirle.
—Mi hermana me ha dicho que eres un chico bastante guapo, mucho más que su novio —rió.
Él se ruborizó.
— ¿Sí? El novio de tu hermana es feo.
—No lo sé, pero a ella le gusta.
El castaño dejó el pan a un lado y levantó la mano para acariciarle su delicada mejilla. Tenía pequeños vellitos que apenas crecían pero eso no impedía que la piel se sintiera suave bajo su tacto.
—Tom… ¿Qué-qué haces? —su voz sonó temblorosa.
Se acercó un poco más hasta quedar lo suficientemente cerca y colocar sus dos manos en las delgadas mejillas. Tenía ganas de besarlo y eso era lo que iba a hacer, aunque antes haría algo especial.
Le sacó las gafas de sol que ocultaban sus ojos y él los tenía cerrados.
—Tengo grabado en mi memoria, cada parte de tu rostro, ahora quiero sentirlas, quiero tocar con mis dedos todos los lugares que amo de ti. Y no me refiero solo a tu rostro, también quiero conectarme con tu cuerpo.
Eso había sido quizás un poco directo, pero las palabras salían de sus labios disparadas hacia el corazón del menor.
Las manos de Bill viajaron a los antebrazos de Tom y se posaron allí temblorosas.
—No hagas esto Tom.
Bill quiso decir algo más pero fueron los labios de Tom los que detuvieron el palabrerío que venía a continuación. Él empezó frío, pero las barreras que colocó se cayeron tan pronto se levantaron. Los labios de Tom se movían lentamente sobre los del más joven en un beso que contenía amor, dulzura, esperanza y el corazón entero del castaño.
El beso se convirtió en un frenesí del que ninguno de los dos quería salir. El cuerpo de Tom temblaba por las sensaciones que provocaba Bill en su cuerpo. Colocó una mano en la pequeña cinturilla de Bill y lo atrajo más hacia sí hasta quedar sin un centímetro de separación.
Así quería estar con él, sin nada que los separara nunca, tan unidos como si hubieran nacido juntos. Como almas gemelas.
Fue Bill el que rompió esa conexión para respirar.
Tom le miró jadeando, no se esperaba una respuesta a ese beso, más bien, pensaba que lo rechazaría y esperaba una cachetada o cualquier golpe doloroso. Para ser sinceros, las palabras podrían herirlo más que cualquier otra cosa.
—Tom… yo-yo no puedo hacerte esto.
Tom frunció el ceño. ¿Hacerle qué? ¿Él hombre más feliz de la tierra?
— ¿Hacerme qué?
—Quiero irme —Dijo de repente, se veía un poco mosqueado, aunque mas que eso, estaba nervioso.
—No —Tom lo abrazó— no vas irte porque tardé mucho tiempo tratando de hacer esto.
—Tom…
—No me lo pongas difícil, he reunido el valor suficiente para decírtelo.
—Pero Tom…
Tom siguió hablando.
—Te quiero Bill.  Te quiero como no tienes idea.
—Yo también te quiero —Susurró ahogando un sollozo.
Esas eran las mejores palabras que había escuchado de la boca de Bill. Pero si lo quería también ¿Por qué se negaba?
—Si me quieres, me dirás que sí cuando te proponga que estemos juntos.
—No podemos —Dijo apartándose.
El corazón de Tom se encogió en su pecho.
— ¿Por qué no podemos? Tú no tienes a nadie y yo tampoco. Yo sólo tengo un corazón que late por ti.
— ¡Soy ciego! No quiero ser una carga para ti, no quiero arruinar tu vida porque tienes que estar conmigo —Gritó desesperado.
— ¡Te quiero y no me importa que tengas esta condición! ¿Sabes por qué te quiero? Porque eres la única persona que aun sin verme, me quiere.  Has volcado mi universo, con un solo beso has parado mi tiempo.
—Tom te amo —Sus manos se dirigieron al pecho del castaño— supe que eres mi alma gemela desde el día que nuestras vidas se cruzaron, pero tengo miedo, tú no sabes lo que es…
Él le interrumpió.
—Deja que sea yo quien te quite ese miedo, vamos a intentar estar juntos, quiero crecer contigo, quiero estar junto a ti por todo lo que nos quede de vida. Al fin encontré lo que buscaba y como ya te dije, a mí no me importa ningún defecto físico, a mi me importa lo que hay en tu corazón y tu alma —besó sus labios— cuando hay amor, lo demás no importa.
Bill dudaba, no quería hacer que Tom se estancara. Él se sentía suficiente para cuidar de sí mismo, pero sabía que Tom era como sus padres y Noelia, para ellos, él siempre tenía que estar vigilado.
Pero ¿Por qué no se daba una oportunidad? Existía la posibilidad de que funcionara.
Bill se puso de rodillas y lo abrazó haciendo que Tom cayera acostado.
—Tom, te quiero tanto que no me voy a perder esta oportunidad que nadie me había dado nunca.
El mayor se sintió orgulloso y cerró aquel momento de dicha, con un besó que terminó de taladrar el corazón de los dos. Hacía bastante tiempo que se deseaban, pero todas las cosas siempre llegan a su debido tiempo.
***
El cielo vomitaba lluvia chispeando con sus lágrimas las ventanas del joven que estaba sentando sobre su cama hablando por teléfono. La oleada de frio que azotaba Leipzig ese día era tan intensa que nadie en su sano juicio saldría de casa.
—Desearía que estuvieras aquí Tom, pero es demasiado arriesgado que salgas de casa cuando está cayendo un diluvio ahí afuera —suspiró.
 —Yo quiero estar ahí contigo pero es lamentable que al salir de esta casa se me congele el trasero. Si no fuera por eso me iría hasta allá para completar lo que hace unos días tu no quisiste terminar—Dijo Tom al otro lado del teléfono.
Las mejillas de Bill se encendieron de vergüenza. Sí, había calentado el horno y no se molestó en usarlo. Tenía miedo, era la primera vez que iba a estar con alguien, además de que su hermana podía entrar y verlo, o peor aún, alguno de sus padres.
—No digas esas cosas…
Porqué no las digo, es cierto —Su risa se escuchó fuerte. Para Bill la risa de Tom era como armoniosas melodías que venían caían del cielo. — te quiero.
—Yo te quiero a ti.
El timbre de casa sonó interrumpiendo la conversación.
—Están tocando el timbre de la casa, no sé quién diablo pueda ser, nadie es tan idiota como para  salir con esta lluvia —Refunfuñó sentándose en su cama— y  Noelia no está en casa.
Tal vez es algo importante
— ¡Cleopatra! —Gritó llamando a su bonita— ayúdame ¿sí?
Cogió la correa de la perra y fue dirigido por ella hasta la puerta de la casa.
—Espero no sea alguien que está perdido, me molestaré mucho.
No seas así, abre la puerta —Por alguna razón se escuchaba tiritando. 
Él se percató.
— ¿Estás tiritando?
No, abre la puerta por favor.
Colocó la mano en la manija y abrió la puerta con lentitud.
Al otro lado estaba Tom empapado. Cleopatra ladró fuerte al ver que a su lado scotty meneaba la cola de puro gusto.
Bill sintió el olor tan delicioso del perfume de Tom, fue así como lo reconoció.
— ¡Estás jodidamente loco! —Gritó alzando sus manos para buscarlo. Cuando lo encontró se lanzó sobre él y besó sus fríos labios.
—Sorpresa —Rió Tom apenas pudiendo hablar.
—Eres un loco, uno de los grandes —Rió un poco sin dejar de abrazarlo— te puedes morir de hipotermia. ¿Es qué acaso ya quieres abandonarme? ¡Sólo llevamos siete meses siendo novios!
Tom caminó sin soltarlo hasta cerrar la puerta. El cuerpo de Bill estaba calientito, sus manos viajaban por toda su espalda provocándole deliciosos escalofríos.
— ¿Has visto la película “Más allá del cielo”? —Susurró a su oído.
Bill asintió pero su mente estaba en otro parte. El frío aliento de Tom sobre su cuello le provocó sensaciones agradables.
—Quitémonos la ropa y vamos a darnos calor.
Una propuesta directa, como sólo él podía hacerlas.
Las mejillas del menor se encendieron, calientes, rojas y preciosas.
Para la suerte de los dos, los perros habían huido a sabía Dios qué parte de la casa, y eso los dejaba a ambos prácticamente solos en aquella enorme casa.
El castaño se separó de Bill para sacarse toda la ropa y dejarla en una esquina de la puerta, no quería hacer un reguero. Se acercó a su novio de nuevo y le tomó las manos colocándolas sobre su pecho. Su erección ya estaba presente, era más que un hecho.
—Tu piel es tan suave —Bill mordió su labio inferior con sensualidad—. Y tu cuerpo tan formado.
A Tom le encantaba eso. Bill era sensual sin siquiera proponérselo.
Las manos del pelinegro viajaban por todo su torso acariciando con delicadeza la piel blanca de su compañero.
Deseaba poder ver sus magnificas proporciones.
—Quisiera poder verte todo completo Tom —Suspiró sin dejar de tocarlo.
—Veme con el alma, siénteme con el corazón.
Tom no iba a esperar mucho. Tomó su mano y se dirigió con él hasta la sala en donde la chimenea ardía dando calor, pero no era exactamente ese calor el que se había llevado el frio de su cuerpo.
Sentó a Bill en el sofá mientras lo besaba y le sacaba el suéter de lana rosa que llevaba puesto, sus pezones estaban erectos, no se lo pensó mucho, fue por ellos y los lamió repetidas veces, de diferentes formas, hasta hacer que de él saliera un gemido.
—Música para mis oídos —Dijo riéndose.
Bill le golpeó el hombro.
Su cuerpo era un templo que él deseaba cuidar todos los días de su vida. Lo acostó y se arrodilló frente a él dejando besos en cada pequeña parte de su cuerpo mientras que Bill gemía bajito.
—Espérame aquí.
El joven protestó pero Tom ya había salido corriendo hacia arriba para buscar el lubricante que sabía que su querido novio escondía detrás, entre el montón de libros en braille.
Bajó y se encontró a Bill sin ropa interior, con su pálido cuerpo brillante y la erección apuntándolo.
—Eah vaquero, no me vayas a disparar con tu arma.
Bill se sonrojó hasta las orejas tapándose un poco.
—Lo siento amor —Dijo riéndose.
Se acercó a él de nuevo. Lo besó en los labios pegándolo a su cuerpo, bajando sus manos hasta sus nalgas. El trasero de Bill era pequeño, pero sensual en todos los aspectos.
Tom se sentó en el sofá y se colocó el condón. Bill solito se sentó entre sus piernas aun sin penetrarse y en un ataque pasional, lo besó como nunca antes. Se movió como una fierecilla sobre su presa, tocándolo por todos lados. Quería ese contacto, lo deseaba tanto.
—Oh Bill… —Gimió cuando le mordió el cuello.
Las caricias eran parte importante para que aquello fuera mágico y especial. Bill acarició cada centímetro del cuerpo de Tom y lo disfrutó más que nada en el mundo.
Tom se deleitó de ver como él disfrutaba lo que hacía y no se cohibía de nada.
Ya era hora de la jugada final. Sus cuerpos ya deseaban ser uno solo.
Tom agarró el lubricante y lo untó en sus dedos para proceder y estimular a Bill. Abrió sus piernas y se puso entre ellas, él le ayudó alzando un poco  el trasero.
—Te quiero amor.
—Mmm…—Los ojos desenfocados del menor se cerraron por el placer.
—Eres tan hermoso.
Cuando supo que ya estaba listo, entró suavemente. El cuerpo entero de Bill se estremeció por la invasión, chilló un poco mientras Tom lo acariciaba y besaba acomodándose sobre él.
Fue solo un minuto de dolor. Cuando el movimiento comenzó todo lo demás había sido olvidado, la cabeza de ambos daba vuelta. Bill se aferró a él gimiendo bajo en su oído, ronroneando como un gatito.
Tom miró el rostro lleno de placer de Bill y sonrió. Adoraba cada centímetro de él. Lo amaba, ya no quedaba ninguna duda de ello. Estaban consumando su amor en todos los sentidos.
Bill peleó un poco contra Tom para poder quedar arriba, cuando lo logró, tomó las riendas de la situación y lo montó. Se inclinó sobre él y lo besó haciendo que Tom desplegara sus alas y volara al infinito y más allá.
Pero no duró mucho, Tom volvió a quedar sobre su cuerpo y se hundió tan adentro suyo que pensó lo iba a traspasar. Gimió tan alto que posiblemente sus vecinos los habían escuchado. ¿Qué importaba eso? Se amaban y se entregaban el uno al otro.
Estocada tras estocada, el menor se sentía en el cielo, el tiempo ya no existía en ese lugar que era sólo de ellos dos.
Bill ya no podía más, su cuerpo estaba por explotar, el orgasmo estaba por llegar y se dejaría ir.
—No te corras todavía—Dijo Tom besándolo.
Negó con la cabeza apretándole los brazos. Se iba a ir, la respiración le faltaba, su boca se entre abrió.
Tom observaba aquel espectáculo maravilloso. Bill estaba sudoroso, sonrojado y a punto de dejarse ir, igual que él.
—Vente conmigo.
Orden que captó su cerebro porque se dejó ir, arqueando su espalda, los dedos de sus pies se contrajeron, las uñas largas  de sus manos se clavaron en la espalda de Tom haciéndolo gemir.
Tom también se corrió con intensidad. Cerró sus ojos y enterró su rostro en el cuello de Bill dejando pequeños besos. Ambos se quedaron quietos por unos minutos dejando que los espasmos disminuyeran.
— ¿Te estoy aplastando? —Preguntó Tom.
—No, no quiero que te quites de encima de mí —Protestó.
Sonrió.
—Bill.
—Dime —Suspiró acariciando la espalda de Tom con sus uñas.
— ¿Quieres casarte conmigo?
Bill se quedó sin aliento. ¿Casarse? ¿Estaba hablando en serio? Era un paso demasiado grande.
— ¿Estás- estás hablando en serio?
—Uju.
Tom esperaba que aceptara, ya tenía todo planeado.
—Dios santo —Susurró con los ojos llenándosele de lágrimas.
El mayor se levantó un poco y rebuscó en uno de los cojines del sofá hasta sacar una cajita negra en forma de corazón. Noelia la dejó ahí para él, era por eso que no estaba en casa, ella le ayudó.
—Toma —La puso en sus manos y la abrió — es tu anillo de compromiso, es hermoso como tú, es de oro y tiene nuestros nombres en braille.
Bill estaba a punto de saltar de la felicidad. Estaba completamente seguro de lo que iba a responder.
—Sí quiero casarme contigo.
***
La vida los bendecía con personas que los apoyaban y siempre estarían con ellos. Su amor era bendecido porque era puro, era un amor que iba más allá de lo terrenal.
Para lo suyo sólo había eternidad.


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Gracias por leerlo. Si quieren dejar su opinion, con gusto la leeré y responderé.