Titulo: Los Amantes del teatro Lincoln.
Clasificación: PG/13
Categoría:
Slash
Género: Twc no relacionado, Universo Alterno, romance.
Lo quería, lo deseaba, lo necesitaba y sería suyo al precio que fuera. Y si no era de él, entonces tampoco sería de Tom.
"—Ya lo viste morir, no vemos en el infierno."
Banner realizado por: Luminous Trace
En un principio actuar
ser solo su amigo era un horror. Lo quería, lo deseaba, lo necesitaba y sería
suyo al
precio que fuera. Y si no era de él, entonces tampoco sería de Tom.
Corría el mes de
noviembre de 1955, el teatro Lincoln abría sus puertas nuevamente, para
millones de personas que querían gozar de un espectáculo único en el mundo. El barítono
Bill Kaulitz se presentaba por primera vez fuera de su natal Alemania, qué mejor lugar para hacerlo que en el teatro
donde se presentaban los grandes.
Los nervios lo mataban,
los nudos en su estomago estaban volviéndolo loco. Pero ahí estaba él con su
mejor amigo tratando de calmarlo, dándole un poco de té con miel que siempre le
hacía sentir mejor.
—Muchas gracias Zahir.
Pero ahora necesito otro favor tuyo.
El joven pelirrojo
frunció el ceño imaginando qué era eso que Bill iba a pedirle de favor. Como lo
odiaba por ser tan feliz, iba a pedir algo que le hinchaba el hígado con solo
imaginarlo.
—Dime.
—Quiero que vayas por
Tom y le digas que venga a verme antes de la presentación —el pelinegro de ojos
caramelo sonrió tomándole las manos— sabes que no podré hacer nada si no tengo
a mi novio aquí presente.
Y le ardía el estomago
cada vez que llamaba “novio” a Tom. Bill era un idiota que dependía de él hasta
para respirar, y él lo odiaba. Odiaba saber que no lo amaba a él sino a Tom, a
un pobre diablo que conoció dos años atrás en una de sus presentaciones.
Al principió se lo tomó
bien, pensó que sería pasajero y que, a como estaba la situación de los
homosexuales en ese entonces, no le daría problemas de ningún tipo. Pero las
cosas cambiaron cuando Bill, de la noche a la mañana, le había comentado que
ellos dos eran una pareja de “libertinos” que rompían las reglas de la sociedad
amándose como jamás lograrían hacerlo con nadie más. Porque en los años 50,
tener una relación con un hombre no sólo era mal visto, era un pecado que los condenaría
a vivir en el infierno por el resto de sus días, y aun así, ellos querían
seguir juntos.
—Claro que iré Bill, lo
traeré para ti.
Pero el ingenuo
muchacho no sabía los planes que tenía para esa noche. No pasaría ni un minuto más
de su vida viendo la cara de felicidad que ambos jóvenes mostraban cuando se
besaban o incluso hacían el amor.
¿Y cómo lo sabía? Los
espiaba cada día, cada noche. Ellos jamás se dieron cuenta que detrás de sus
paredes había alguien observando como un fantasma.
Hubo un tiempo en que
sus intensiones eran enamorar a Bill hasta el punto de volverlo loco y dejara a
Tom, pero nada salió cómo lo que planeó. Sus armas de seducción no sirvieron y
esto provocó un poco de distanciamiento por parte del pelinegro que le dejó muy
en claro que solo quería una amistad con él.
Al parecer el amor de
Bill por Tom iba más allá de lo que se pudo haber imaginado nunca.
—Juré en el nombre de
mi madre que me vengaría.
Y así lo tenía
planeado.
La hora de la
presentación se acercaba. Encontró a Tom tras el escenario haciendo los últimos
arreglos para que la presentación fuera un éxito. Si algo le agradaba de él,
era que le gustaba todo saliera perfecto y era bueno que fuera así, esa noche
nadie la olvidaría jamás.
—Tom, Bill quiere
verte.
— ¿Le pasa algo? —preguntó
con la voz preocupada. El joven rubio iba vestido con uno de sus mejores trajes
de gala, haciendo resaltar sus bellos rasgos masculinos.
—No te preocupes, él está
bien, solo quiere verte antes de salir al escenario —sonrió con hipocresía y
veneno inyectado en sus últimas palabras— vete rápido, yo ahora iré a llevarles
un poco de té con miel que tanto les gusta.
Tom corrió de inmediato
en busca de su amado y dejó a Zahir organizando lo que faltaba. El pelirrojo
pidió a todos que dejaran lo que hacían y se quedó mirando fijamente el
escenario en donde cometería el más grande crimen que se le hubiera ocurrido.
***
Tom entró en el
camerino de Bill y cerró la puerta, no del todo para permitir que Zahir entrara.
Se acercó a él por detrás y le plantó un sonoro beso sobre su pálido cuello.
—Me han dicho que querías
verme.
Bill se levantó de su
silla y se guindó del cuello del mayor, plantándole un largo beso apasionado.
Sus largas piernas se enroscaron en la cintura de Tom, provocando un leve
gemido que no logró salir de sus labios debido a la intensidad de los besos que
le daba.
—De haber sabido que me
besarías así, habría llegado con más rapidez—susurró en sus labios.
—Estoy nervioso y entre
nervios me provoca comerte a besos... —El pelinegro se sonrojó— y otra cosa más.
—Tenemos tiempo para
hacerlo, pero soy un caballero y no quiero arruinar tu vestimenta.
Tom bajó al joven con
cuidado e hizo que este se diera la vuelta para mirarlo desde el espejo. Se veía
magnifico. El traje de lino negro, quedaba justo y perfecto en su delgada y
estilizada figura. Sus ojos maquillados de negro le daban un aspecto gótico y
siniestro que encantaba a las personas que lo aclamaban. Las manos del rubio
viajaron al lazo que Bill tenía en el cuello y lo acomodó un poco, dejando un
rastro de besos húmedos sobre el cuello del más joven.
—Si haces eso...
—Te ves precioso —
susurró en su odio.
Bill cerró los ojos y
suspiró. Tanto amaba las cosas que Tom le hacía.
—Te amo Tom.
—Y yo te amo a ti más
que a mi vida, si algún día te mueres, renunciaría a ella para encontrarme
contigo en donde sea.
Bill le volvió a besar
sonriendo de felicidad.
Zahir les observaba
desde la puerta con el té que preparó especialmente para ellos dos.
***
El bullicio se
escuchaba, las personas tomaban sus asientos y esperaban para disfrutar de la
maravillosa voz de Bill Kaulitz, la voz de un Dios, como decían en su país
natal. Voz que retumbaba los sitios en los que era escuchada.
Bill esperó a que el presentador
dijera que podía pasar y escuchó como todo el mundo vitoreaba por su presencia. Se plantó en medio del
escenario y miró al montón de personas presentes, aunque de repente todo a su
alrededor se volvió completamente negro. No pasó mucho cuando se recuperó y
miró hacia un lado buscando a Tom y lo vio hablando con Zahir, quien sonreía
mientras Tom le miraba con el rostro preocupado.
Sus manos comenzaron a
temblar pero eso no lo detendría. Cuando abrió la boca para cantar, sintió un liquido
extraño salir de su boca y derramarse sobre sus manos, al ver sus manos, se dio cuenta que era
sangre lo que se derramaba. Sus piernas
fallecieron junto con todo su cuerpo, no podía moverse.
— ¡Bill! —gritó Tom
corriendo hacia el escenario.
La gente comenzó a gritar
despavorida, temiendo lo peor. Patrick se acercó a Tom tirado con Bill en el
piso y miró a los presentes.
—Toda mi vida he estado
junto a Bill, lo he ayudado en todo lo que he podido e incluso, le ayudé para
conseguir clases de canto gratis cuando su familia no era más que una escoria
en la sociedad. Le di dinero cuando lo necesitó, le ayudé a enriquecerse y lo único
que le pedí a cambio fue amor. Tal vez me di a entender mal pero...
— ¿Qué le has hecho? —gritó
Tom con los ojos llenos de lagrimas pero inyectados en ira.
—Déjame terminar Tom,
no me interrumpáis.
Bill seguía soltando
chorros de sangre por la boca mientras miraba a Tom y trataba de decir alguna
palabra.
—Yo no quería el tipo
de amor que me estaba dando, yo no quería ser solo su amigo. Yo —caminó dos
pasos al frente suspirando— quería ser su amor, su vida, su enamorado.
La gente se quedó en
silencio, todo el mundo soltó el aliento que estaba conteniendo y miraron con desprecio
al pelirrojo que les hablaba.
—Y llegó este imbécil
—señaló a Tom— a quitarme todo lo que yo quería —rió acercándose a ellos dos.
Bill agarraba fuertemente la mano de Tom y él lo miraba mientras lloraba— por
eso he decidido acabar con vuestra vida —sacó una pistola y apuntó la cabeza de
Tom sonriendo de forma macabra— si no es mío, no es de nadie. Prefiero matarlos
antes que seguir viendo que se aman. ¿Quién querría ver a dos hombres amándose
como lo hacen ustedes?
Todo el mundo empezó a
gritar de nuevo. Tom sollozó viendo a Bill mientras se le escapaba la vida.
—No te vayas mi amor,
no sin mí —susurró aceptando el hecho que pronto Zahir apretaría el gatillo.
—No-no-me iré sin ti.
Te amo...
Pero fue demasiado
tarde, el último aliento de vida se escapó de sus labios y Tom gritó sollozando
tan fuerte que retumbó hasta en los oídos de Zahir, quien tragó fuerte e hizo
una mueca de molestia.
—Ya lo viste morir, no
vemos en el infierno.
El disparo voló los sesos
del joven Tom y este cayó sobre el cuerpo de Bill. Zahir observó los cuerpos
detenidamente y comenzó a reír. Eran nervios, era placer, era culpa, ni
siquiera lo sabía.
—Adiós.
Zahir se voló los sesos
mientras seguía observando los cuerpos de Bill y Tom, ambos tomados de la mano.
Bill con los ojos en blanco y Tom ensangrentado.
***
Dos años más tarde.
—Mamá ¿Por qué no me
cuentas la historia de los amantes de Lincoln Central?
—No es una historia que
quieras saber Dorothy, pasó hace mucho
tiempo.
—Tengo dieciséis años,
siento ser grosera, pero merezco saberlo.
La joven madre suspiró
y asintió sentándose en una silla frente al gran escenario del teatro de nueva
york.
—No hay mucho que
contar, nadie sabía nada. Bill y Tom eran amantes y Patrick el mejor amigo de
Bill, este moría de celos por no ser el amor de Bill y entonces decidió
envenenarlo para hacer que Tom viera su
sufrimiento, luego mató a Tom de un disparo en la cabeza y lo siguiente fue que
se mató el mismo.
— ¿Y qué hay sobre los
fantasmas? Mamá, es lo que me interesa saber —dijo la rubia acariciando su
trenza.
— ¿Quién te ha dicho
eso? —la mujer frunció el ceño.
—Mis amigas de la
escuela.
—Bien, dicen que tres
semanas después de lo sucedido, el vigilante vio a dos jóvenes bailar en medio
del escenario del teatro, cuando se acercó a verlos habían desaparecido. Esa
misma persona, los volvió a ver de nuevo, ambos tomados de la mano y caminando
hacia el piano que de repente comenzó a sonar con una melodía melancólica.
—Quiere decir que sus
almas siguen aquí.
—Y se acompañaran en la
eternidad —susurró mirando hacia un punto fijo del escenario.
No existía tal
historia, ella misma había visto con sus propios ojos a esos dos hombres danzar
y tocar el piano. Derramar ese amor que vio la primera vez que los conoció a
ambos, porque ella estuvo presente en el momento que aquellos dos amantes se
dieron sus últimos besos en el camerino.
Las almas gemelas nunca
mueren, permanecen juntas hasta después de la muerte.