El porqué Bill sonríe cuando Tom lo mira.
Bill sonríe mientras
Tom le mira, porque es bien sabido que en sus miradas ocultan las pequeñas y
grandes cosas que han vivido desde que eran unos niños. Sonríe porque sabe que,
cada vez que sus ojos entran en contacto visual, recuerdan con detalle la noche
anterior en la que se entregaron el uno al otro, sin pensar en lo que ocurría
fuera de aquella habitación donde solo ellos dos eran testigos del amor que
sienten.
Ese amor que es cada
vez más evidente para todo el mundo.
Mientras Tom toma la
foto para subirla al Facebook de la banda, él sonríe besando a su pequeño
Pumba. El gemelo mayor ha hecho una broma sobre ellos dos de la que no ha
podido evitar sonreír como un tonto. Un tonto enamorado de su hermano mayor.
—La foto ha quedado
perfecta, como tú.
Él vuelve a sonreír.
Pero esta vez la sonrisa que se dibuja en su rostro es mucho más grande y está
cargada de emociones. Porque cuando Tom le dice que es perfecto, su corazón se
acelera, sus piernas tiemblan y su cuerpo siente el deseo de estar pegado a él.
Se detiene por un
minuto a aspirar el olor de su perfume masculino, ese que tanto le gusta, y
recuerda porque lo ama tanto.
Es él, quien tanto le
da.
Es él por quien vive
cada día.
Es él, su hermano
gemelo, su alma gemela, la única persona en todo el mundo que podría hacerle
reír o llorar.
—Por esto sonrío cada
vez que te veo —Dijo Bill acariciando la barbilla del mayor.
Tom lo mira
directamente a los ojos, enviándole un mensaje
que le llegó al alma. Lo agarró de la cintura y besó la cabecita del
pequeño Pumba, quitándolo de los brazos de su papá y dejándolo en el piso.
—Te ves mejor cuando
estas mostrando tus dientes postizos.
Bill se rió golpeándole
la frente con suavidad. Era al único que le permitía esas tontas bromas.
—Estos dientes postizos
como tú les llamas, son esos que te encanta ver cuando sonrió.
Tom lo besó en los
labios, moviéndolos despacio para hacerle suspirar. La mano del mayor viajó
hasta la espalda baja del menor, quien se estremeció con aquel toque tan suave.
Porque era así todos
los días.
Toques que parecían
insignificantes, lo eran todo para él.
Pero después de todo
eso, lo que más le gusta de su relación con Tom, es la capacidad que tiene el
mayor para hacerle sentir que el mundo es sólo de ellos dos.
Porque cuando Tom le
miraba a los ojos, él sonreía dejando ver lo feliz que le hacía tenerlo a su
lado.